- Tienes visita, Yukimura –sonrió la enfermera a cargo.
¿Qué?
- No quiero visitas, señorita.
- ¿En serio no quieres verme?
- ¡¿Sa… Sanada?!
- Gracias, enfermera –le dijo a la señorita para que los dejara solos.
- Pensé que no vendrías a verme más –dijo Yukimura para romper el silencio que se había producido. Estaba echado en su cama y no quería mirarlo a la cara por temor de volver a sentirse vulnerable.
- Y así era, Yukimura.
- Ah. ¿A qué viniste?
- Vine a verte. ¿Tan difícil es de creer?
- Te creí cuando dijiste que sólo querías que esté bien y te largaste al día siguiente. Dos semanas, Genichirou. ¡Dos semanas! –ahora lo miraba, y tenía mucho enojo en sus expresiones. Eres un tonto si crees que no me ha dolido.
- Yuki… Lo siento, no me odies, ya me odio yo por haberte hecho esto…
- Vete, Sanada. No quiero verte. ¿Enfermera? El joven ya se va.
- Acompáñeme por favor –la enfermera lo llevaba fuera de la habitación. En la puerta, estaba el doctor que venía a cuidar a Yukimura.
- ¿Sanada? ¿Qué haces aquí? Creí que no vendrías hasta 2 semanas después…
- Cometí un error. Y usted también.
- ¿De qué hablas?
- Él no me necesita. Yo lo necesito.
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- Yuki, tienes que dejar de ser tan terco –decía Marui masticando su chicle.
- Sólo soy una carga para él. Ya estoy cansado de abrir mi corazón y de ser rechazado. Duele.
- ¿No fuiste tú el que nos dijo que sólo entenderemos el calor de la primavera si hemos experimentado el frío del invierno?
- No es igual, Niou.
- Si serás cabezota, buchou… No todo es fácil en el amor, es una mentira cuando dicen que todo es color de rosa. Si no pones de tu parte, sólo lo alejarás.
- Ya intenté demostrarle mi amor, Akaya. Ni siquiera sé por qué hablo de esto contigo… Tú todavía no le dices a Yanagi lo que sientes –apuntó Yukimura.
- Tiempo al tiempo –dijo Akaya guiñándole el ojo–, ya pude darle un beso, aunque en la mejilla.
- Me alegro por ti.
- Vamos buchou, un intento más. Pupinaccho.
- No me quiere, me lo dejó muy en claro. Por cierto Niou, me gustó mucho el regalo, agradéceles al resto, tiene detalles muy bonitos.
- Puri. En realidad fue idea de Sanada. Él dijo exactamente cómo lo quería y nosotros cooperamos con algunas cosas. Dijo que tal vez no lo aceptarías si él mismo te lo entregaba, y que tal vez podrías tomarlo a mal.
Tomarlo a mal… Vaya, él sabía todavía que yo lo quería.
- Oye Niou, ¿has hablado con Sanada últimamente?
- Sólo un poco, casi me mata en plena cancha de tanto pensar en ti. Pyo.
- Es cierto, buchou –dijo Akaya– también tuvimos con él una pequeña conversación hace 2 días.
Dos días, dos días… Él vino hace dos días.
- Y… ¿Como de qué hablaron?
- Le dijimos que ya era hora de que se diera cuenta de sus propias actitudes.
- Y de que venga a verte porque en serio le hacía falta –añadió Niou.
- Vaya, vaya… Qué bonito es el amor –decía Marui un tanto distraído aunque profético.
- Si no quieres que te ponga ese chicle en la cabeza no me vengas con tonterías. Sanada vino aquí hace 2 días a verme y no ha vuelto.
Los chicos que habían ido a visitarlo; Niou, Marui y Akaya, se miraron entre ellos.
- ¿Qué sucede?
- Yuki… Sanada no ha ido a los entrenamientos desde ayer, nadie lo ha visto. Ni siquiera Renji –respondió Akaya con miedo.
- Ese irresponsable… ¿Dónde estás, Sanada?
- Buchou…
- ¿Hay algo más que deba saber, Akaya?
- Él te quiere. Escuché que planeaba no venir en un mes…
Un mes… Un mes… ¿¡qué habría hecho sin ti en un mes!?
- … y al final nos hartamos tanto de verlo con cara de sufrido que tuvimos que decirle las cosas como eran, y que aceptara sus sentimientos.
Yo lo rechacé, habiéndome hecho la promesa de no quererlo más allá de sus propios límites. ¿Puedo sostener esa promeso ahora, ahora que los papeles quieren invertirse? Yo… No creo poder volver a abrir mi corazón una tercera vez. Pero lo amo. Seiichi, eres un idiota.
- Yukimura, ¿estás bien? –preguntó Marui.
- Chicos, gracias por venir, debo dar mi caminata en unos minutos.
- Seguro, vámonos. Puri –Niou entendió a la perfección y salió con sus 2 compañeros. Espero que todo se arregle entre ustedes, sólo necesitan un momento perfecto… Como conmigo y Yagyuu.
Para Yukimura las cosas se estaban poniendo demasiado complicadas, y Sanada no se lo estaba haciendo fácil. Cuando se fueron los 3, tomó la cajita musical y le dio cuerda una vez más, escuchando aquella sinfonía que lo hacía perderse en sus recuerdos, buenos recuerdos junto a la persona que más le ha importado.
¿Qué pretendes, Genichirou?