- ¿Bueno?
- ¿Es la tienda GreenGift?
- Sí, ¿en qué le puedo ayudar?
- Quisiera realizar un pedido de un arreglo floral.
- ¿Algunas flores en particular?
- Ehmm sí, quisiera que hayan dalias rosas, girasoles y margaritas azules, ¿cree que eso es posible?
- Son flores difíciles de combinar, señor. Pero si es tan importante, le aseguro que lo tendrá, aunque me temo que tomará varios días. ¿Me permite su nombre?
- Quisiera que fuera anónimo, si no es molestia.
- Entiendo. ¿La dirección por favor?
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Dos días más habían pasado, Sanada no había aparecido ni en la Rikkaidai ni por el hospital. Lo único que Yukimura creía saber es que él mismo había puesto fin a la mínima esperanza que le habían dado sus compañeros según el último día que lo vieron. Ni Sanada ni los demás habían vuelto a visitarlo, y aunque a veces se quejaba de ellos, la verdad es que le alegraban un poco el día. La distracción de sus caminatas ya no era suficiente, pero al menos ya no necesitaba que le inyectaran las dosis de morfina. Podía convivir con el dolor.
- ¿Yukimura Seiichi? –decía un joven con una elegante bata blanca entrando a la habitación.
- ¿Lo conozco?
- Soy su nuevo doctor, Aihara Ryoichi –respondió con gentileza y una sonrisa.
- ¿Qué pasó con el Dr. Shirokawa? –preguntó un tanto confundido.
- Fue transferido a Alemania ya que lo llamaron con urgencia para trabajar en un caso en uno de los hospitales de Berlín. Me pidió expresamente que lo mantuviera bajo mi cuidado hasta que volviera.
- Pero…
- Por favor, Yukimura, no dude de mis capacidades –volvió a sonreír–. Aún no me conoce, le prometo que no le causaré ninguna molestia.
El joven era realmente guapo, parecía recién graduado de la universidad pero resultaba que tenía ya una maestría en enfermedades neurológicas, por lo que era ‘perfecto’ para Yukimura. Qué conveniente. Tenía el cabello castaño y lacio que le llegaba al cuello, no era tan largo como para sujetarlo, pero tampoco era corto; sus ojos eran verdes claros, y reflejaban una calidez abrumadora, pues parecía feliz de ayudar y de hacer su trabajo.
Qué envidia… Algunos parecen no haber sido tocados jamás por la decepción…
- Ahora que sabe que estoy cualificado, ¿cree que pueda confiar en mí?
- Está bien. Pero creo que ya es hora de mi caminata diaria–decía mientras se levantaba.
- Déjeme ayudarlo, para eso estoy aquí.
- No, está bien, yo puedo… –no pudo terminar la frase, pues el Dr. Aihara ya había ido rápidamente a sujetarlo del brazo para que pudiera levantarse mejor. Qué amable.
- ¿Le importaría si lo acompaño esta vez? –esto dejó frio a Yukimura, quien nadie jamás le había pedido acompañarlo todo el tiempo que llevaba en el hospital.
- Ehmm… Si lo rechazo sería muy descortés, además, recién lo conozco y creo que no me haría mal algo de compañía ahora. De acuerdo.
A Yukimura le parecía realmente extraña la manera en que su nuevo doctor se comportaba, pero no quiso llenarse de prejuicios cuando todavía no llevaba ni 10 minutos con él. Antes de salir, Yukimura tomó su libro de flores como usualmente hacía y salió tomado del brazo del doctor.
- ¿Es importante para usted ese libro, verdad?
- Se ha convertido en uno de mis libros favoritos. Porque fue de tu parte, Sanada; aún con tanto dolor lo aprecio. La jardinería me llena de paz y relajación.
Siguieron caminando en silencio, hasta que el Dr. Aihara comenzó a hablar de nuevo.
- Pero hay algo que aún no comprendo…
- ¿Qué es?
- No comprendo por qué veo tristeza en su mirada.
Eres muy observador, Ryoichi. Pero no son tus asuntos.
- Estar todo el rato en el hospital es… Es deprimente. Eso es todo.
- Ya veo… ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarlo?
- No, no puede. No se preocupe, doctor. Ya no falta mucho para la cirugía –dijo Yukimura con una sonrisa fingida– Creo que es hora de volver.
- De acuerdo.
Tal como bajaron hacia los jardines del hospital, con Yukimura en el brazo del joven doctor, así mismo subieron. Aihara no tenía muchos pacientes a su cargo, por lo que no le molestaba seguir las órdenes del Dr. Shirokawa con respecto a Yukimura y cuidarlo. Cada día era la misma rutina, Yukimura bajaba, pero ya no iba solo, pues Ryoichi siempre bajaba con él. Era difícil para él mantener una conversación con Seiichi, pues éste no estaba muy interesado en compartir su vida personal con alguien que se suponía sólo vendría a cuidarlo por un tiempo.
Sanada.
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- Yukimura… –empezó Ryoichi luego de haber llevado a Yukimura de regreso a su habitación. Había pasado una semana desde que llegó.
- ¿Qué sucede, doctor?
- ¿Recuerda cuando le dije que el Dr. Shirokawa había ido a Alemania?
- Por supuesto. Me pregunto cuándo volverá…
- En Alemania están trabajando en nuevas cirugías con menos riesgos respecto de las operaciones neurológicas, y una de ellas es de las que tú necesitas.
- Disculpe, pero no entiendo por dónde va.
- Yo soy japonés, pero hice mis estudios en Alemania y fui yo quien recomendó al Dr. Shirokawa en Berlín. Cuando me contó lo de su caso, le pedí que me enviara aquí en reemplazo hasta que las investigaciones concluyeran –hizo una pausa antes de decir lo que realmente tenía que haber dicho en un comienzo–… Yukimura, venga conmigo a Alemania.
- ¿ALEMANIA?