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White Room's Secrets por AliceNya

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Notas del capitulo:

Capítulo 8: Motivación

A veces sólo eso basta para decidirnos...

Al día siguiente, Sanada se había alistado para poder ir a ver a Seiichi, pues aunque le había enviado las flores anónimamente, en el fondo quería que supiera que había sido él quien las había mandado. Trató de salir temprano del entrenamiento para poder darse una ducha y cambiarse el uniforme, pues quería causarle una buena impresión y, si se podía, dar una caminata con él. Me pregunto si se alegrará de verme… Cuando llegó al hospital en la tarde, encontró a Yukimura durmiendo, y el arreglo floral aún estaba ahí. Sonrió al ver que el arreglo había sido regado, pues podía ver las gotas de agua en los pétalos y las hojas.


- Yukimura… –susurró mientras le tomaba la mano y la acariciaba.


- Está durmiendo. ¿Quién es usted?


- Lo mismo debería preguntar yo –respondió con aspereza por la interrupción.


- Soy su doctor, Aihara Ryoichi. ¿Quién es usted? –repitió.


- Soy Sanada Genichirou, su… amigo.


- Ahora está descansando por los medicamentos que tiene que tomar para reducir el avance de su enfermedad. Últimamente le está afectando demasiado. Regrese más tarde –dijo dando el asunto por terminado. Se quedó esperando a que Sanada se retirase para dejar a Yukimura solo en la habitación.


Sanada fue a la sala de espera, con anhelo de que despertara pronto; sin embargo, el doctor le había dado mala espina con esa primera impresión y lo mantenía vigilado mientras esperaba sentado. Al cabo de media hora, el doctor entró a la habitación de Yukimura sin darse cuenta de que Sanada lo estaba observando; cuando vio salir al doctor con Yukimura del brazo, no pudo evitar levantarse, con lo que el albino se dio cuenta de la presencia de su compañero.


- ¿¡Sanada!? –estaba en parte feliz por verlo, tanto que se había olvidado de todo lo que había pasado en ese último mes.


- Yuki… ¿Cómo estás? –dijo acercándose y dándole un abrazo. Con esto, Yukimura se soltó del brazo de Ryoichi, dejándolo con una mirada de tristeza mientras los veía abrazados.


- No estoy bien, creo que eso es obvio. Te extrañé.


- ¿No deberías seguir descansando entonces?


- No, tengo mi caminata diaria y el doctor me ha estado acompañando en estos días.


- Dos semanas –corrigió el doctor que aún seguía ahí–, desde que he estado aquí nunca había visto a nadie que lo fuera visitar.


- Espero que no le importe, pero quisiera acompañar a Seiichi esta vez.


- Lo siento, no.


- Doctor… Está bien, no quisiera que se tomara tantas molestias conmigo –le dijo Seiichi a Aihara.


Ryoichi no podía negarle nada a Yukimura, en estas dos semanas se había encariñado con él y de verdad esperaba convencerlo de viajar con él. Con disgusto, cedió el brazo de Yukimura y se marchó; no quería presenciar lo que sea que fuera a pasar. Si lo lastimas, lo lamentarás, Sanada Genichirou.


- Falta poco para tu cirugía, ¿verdad? El doctor ese me dijo que estabas tomando más medicamentos.


- Sí, es cierto. Pero… –no sabía si decirle– Sanada, hay algo importante que tengo que decirte.


Ayúdame.


- Te escucho –dijo con miedo.


- Estaba pensando realizarme la cirugía en… en Alemania.


- ¿QUÉ?


- ¿Recuerdas al Dr. Shirokawa? Él está allá revisando unos casos como el mío y el Dr. Aihara dice que el porcentaje de riesgo ha reducido de 50% a 40%. No es mucho, pero es algo.


- ¿Irías con él? –preguntó con sequedad.


- Sí. Él… Me cuidaría allá y… el Dr. Shirokawa volvería a Japón.


Sanada tenía sentimientos encontrados y entendía por qué Yukimura evaluaba la posibilidad de ir a Alemania: no sólo estaba en riesgo que pudiera volver a jugar tenis, sino su vida misma; alguna complicación y todo se iría al diablo. Pero no quiero que se vaya, no quiero…


- ¿No hay otra opción?


- Quedarme aquí y esperar un milagro… Pero no la estoy pasando bien, Sanada. Tal vez otro ambiente sea lo mejor para mí. Y si no funciona incluso allá…


- Por favor, no lo digas. No quiero siquiera pensar en perderte. ¿Lo dije en voz alta?


- ¿Perderme? ¿De qué hablas? ¿Es una declaración?


- Seiichi, creo que debemos volver a tu habitación, tu doctor ya quiere que vuelvas –dijo señalando a Ryoichi y resaltando la palabra ‘doctor’ con fastidio. No sé si pueda decírselo ahora después de lo que le he hecho, y lo siento un poco indiferente todavía. No creo que me perdone haberlo dejado solo.


- Seguro. Argh, qué inoportuno.


Subieron a la habitación, Yukimura se apoyaba en Sanada y éste lo observaba. Por momentos sentía lástima, algo que Yukimura odiaba, pero no pudo evitar querer ser de más ayuda para él y estar a su lado. Cuando el albino estaba por sentarse y recostarse, Sanada lo abrazó delicadamente evitando que éste tomara siento; levantó con cuidado los brazos de su compañero y los puso sobre sus hombros. Yukimura estaba sorprendido por la iniciativa de Sanada, pero igual no pudo evitar preguntarle.


- ¿Por qué –me– haces esto, Genichirou?


- No quiero que te vayas, Yuki –le susurró mientras lo mantenía en sus brazos.


- ¿Por qué?


- Tal vez… Sea egoísta, y no quiero perderte desde ya. No podría soportarlo.


- Sanada…


- No hace mucho me di cuenta de lo importante que eres para mí. Veo que recibiste las flores, ¿sabes lo que significan?


- Leí algo en el libro que me enviaste…


- Las dalias rosas fueron las primeras en las que pensé –le explicaba mientras lo llevaba a la mesita donde estaba el arreglo floral–. Significan que haré todo lo posible para que seas feliz. Las margaritas azules significan la lealtad que tengo hacia ti; pero las margaritas no son suficientes, por eso escogí los girasoles, para que sepas que de ahora en adelante, mi vida girará en torno a ti.


Yukimura no podía creer lo que escuchaba, no sabía que Sanada podía ser capaz de detalles tan dulces y tiernos. Al diablo la promesa, pero antes debo escucharlo de sus labios.


- Sanada… ¿Tú ya me quieres?


- Te he querido siempre, pero ahora puedo decir que te amo, Yuki.


Simplemente cerró los ojos, esperando los labios de Sanada sobre los suyos, pero éste le dio un beso en la frente, prometiéndole que volvería mañana. Lo cargó como la primera vez y lo tendió en su cama. Esta vez, los ojos de Yukimura no brillaban por las lágrimas, sino que brillaban de alegría, algo que no sucedía desde hace mucho, aunque todavía se preguntaba por qué no lo había besado… Ah, está aquí.


- Hasta luego, doctor –dijo tajante Sanada, pues estaba un poco molesto por haber sido interrumpido. Yukimura, que por fin entendió, sonrió con ternura.


- ¿Es su novio? –preguntó luego de que el moreno se fuera.


- No, pero no falta mucho –respondió con una sonrisa sin importarle la sombría mirada de Aihara.

Notas finales:

Espero les haya gustado, yo sé que algunos quieren ver a Sanada sufrir más jajaja pero bueno, me encantaría leer si les está gustando, ya no falta mucho para terminar la historia pues son 11 capítulos.

Siguiente capítulo: Elección

¡Nos vemos pronto!


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