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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Fye se durmió después de un rato de conversar animadamente con la pelirroja frente a la atenta mirada del moreno.

 

Creo que es momento de que me vaya—dijo ella un poco divertida con la actitud del paciente.

 

Gracias, alteza—le dijo con seriedad el ex gekkian.

 

No me lo diga. Él es una persona muy importante para mí. Si no hubiera sido por él—dijo Sere. Las miradas de ambos no se encontraron pero no era necesario expresar con palabras que el deseo de Kurogane había sido el de matarla y que DeFluorite lo impidió.

 

Después de que se fuera el ojos rojos miró por un momento al dormido ex rey.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El ojos mieles se dirigía a una reunión importante y pudo divisar desde una considerable distancia a su hermana que le esperaba en un pasillo. Intentó llamar su atención pero el rubio le dijo--¡Después hablaremos!

 

Ella estaba ya desesperada de esperar para tener un momento con su hermano por lo que le dijo--¡Tiene que ser ahora!—

 

He dicho que d…--trató de contestarle el rey.

 

¡Es por Arpeggio!—le gritó Serenity y las facciones de Joey se suavizaron y se detuvo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Muy bien. ¿En que piensas?—preguntó el hermano mayor a la menor. Estaban ahora en una de las habitaciones para invitados que estaban a lo largo del pasillo. Fuera los dragones montaban guardia.

 

He sabido que su madre se encuentra muy enferma—le dijo la pelirroja.

 

¿Y te preocupa, no?—preguntó él, así mismo parecía preocupado. De pronto preguntó--¿Por qué los aldeanos no los entregaron contigo?—

 

¿Cómo hacerlo? Ellos son uno de los suyos—dijo ella.

 

¡Nosotros también somos aldeanos de allí!—gritó encolerizado el rey.

 

Sabes que es diferente. Arpeggio y su madre… Nosotros tenemos maneras de defendernos que ellos no tienen—le contestó ella—Los de la aldea pensaron que si me entregaban dejarían tranquila la aldea—

 

Entonces fuiste un sacrificio—dijo molesto el mayor.

 

Hermano, eso no es lo que yo…--exclamó la joven.

 

Sé exactamente que quieres—dijo el rubio.

 

Estaba pensando… no querrás enviar soldados por ellos… entonces…--trataba de decir la pelirroja algo avergonzada.

 

¿Irías tú con ellos?—preguntó algo sorprendido y ella asintió.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el salón del trono dos hombres con atildada apariencia esperaban al monarca. Este los vio al pasar pero no dijo nada hasta hallarse en su asiento.

 

El hombre que ocupaba el cargo de Fye durante su ausencia hizo una caravana ante el rey y luego anunció—Lord Maldugen de Winesburg viene a presentarle a quien ahora ocupará su cargo como embajador de Qinsiss, Lord Eisenbeck de Eltoran—

 

El ojos mieles los miró sin mas interés del que se tiene por quien le es presentado en una fiesta por un desconocido.

 

Espero no lleguemos en momento inoportuno—dijo el presentado como Eisenbeck, un hombre algo grueso, con bigote copioso y entrecano y apariencia educada—Esperamos que nuestras relaciones con su país sean las mejores posibles. Sabemos de sus sentimientos por el antiguo rey Midas pero espero que entienda que no deseamos que lo que ocurrió pasara—

 

Qinsiss era el reino al norte de Iskabad. Su sustento era el mercado y se le consideraba la reina de los mares por su flota y puertos que le hacían tener un poder naval asombroso. Así mismo siempre era cuidadosa al influir en otros y siempre se movía vinculada a los intereses que más le convinieran.

 

Tampoco intentaron ayudar al verdadero rey—le reprochó el rey y los otros se escandalizaron.

 

No está en nuestro poder inmiscuirnos en la política de otros reinos. De haber incurrido en ello es probable que se hubiera llevado a una guerra que no estábamos preparados para afrontar—se defendió el lord.

 

¡Ya basta de lamentaciones!—le dijo Joseph--¿Acaso se encuentran preocupados por lo sucedido con el país del Sur?—

 

Eso es un poco preocupante para nosotros como entenderá—le contestó el otro mientras Joey preguntaba mentalmente “¿Poco? A mí me parece que no es nada poco”

 

Pueden despreocuparse. Ellos mismos buscaron ese destino. Por dos ocasiones se atrevieron a atacarnos. Lo que hice no fue más que traer tranquilidad a mi reino. Cualquiera en mi posición lo hubiera hecho. Su reino estará bien a menos que decida querer invadirnos. ¡Díganme! ¿Desean eso?—preguntó el melado.

 

¡Por supuesto que no, su majestad!—contestó el nuevo embajador.

 

Entonces pueden estar tranquilos—dijo y desechó el rey con una mano las preocupaciones del otro.


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