Los ojos de Akihiko se abrieron sorpresivamente, fue muy repentino el escuchar a ese pequeño tímido decir eso además, su semblante, no demostraba una petición normal en sus ojos el suplicaba que respondiera que sí, el peliplata lo que menos quería era que su pequeño castaño tuviera una expresión tan triste.
-Akihiko-sama, por favor….. cásese con migo –volvió a decir el castaño con sus inundados en lágrimas, apretaba fuertemente las sabanas de la cama y todo lo que se el ojilila notaba en sus ojos y su voz una gran desesperación.
-Misaki… ¿tu … me amas? Si es así, por favor respóndeme, ¿Por qué una petición que debería hacerte feliz … la dices de una manera tan dolorosa – “mi respuesta es obvia, quiero pasar mi vida con tigo, pero que hay detrás de el por qué lo haces tan repentino” –pensaba el peliplata mientras el ojiverde se debatía si debía decirle o no lo que estaba pasando.
-Misaki, puedes decirme yo, te protegeré de lo que sea, después de lo que acaba de pasar tú ya eres completamente mío, y por ello no permitiré que nadie te haga daño. –dijo el peliplata mientras se acercaba a la cama y tomaba de la barbilla al menor para besar sus labios. La expresión del castaño cambio completamente dispuesto a decirle todo.
La situación se dio con el pequeño Misaki sentado al costado de la cama solo usando la camisa del mayor mientras este lo abrazaba protectoramente.-veras usagi-san lo que paso es…….
Ritsu.
El azabache se quedó perplejo al ver la expresión del castaño, estaba palido y sus ojos de la nada se inundaron –Ritsu, ¿te encuentras bien? , si no te sientes bien podemos regresar adentro – decía preocupado el ojimiel al no ver reacción del castaño.
-no…..no puede ser, todo … lo perdimos , lo perdimos –dijo el castaño para sí mismo mientras la explosión repetitiva de los fuegos artificiales era como si explotaran dentro de su cabeza recordándole que por su negligencia no solo se había metido en ese problema el solo sino también a su hermano y cada vez que los fuegos destellaban lo único que podía ver era la sonrisa de Haitani y el rostro tiste de su hermano.
-Ritsu, reacciona te encuentras bien responde –grito al castaño mientras lo tomaba fuertemente de los hombros intentándolo entrar en razón, parecía perdido y solo rodaban las lágrimas por sus mejillas, era una escena que le rompía el corazón al azabache, impotente de no poder hacer nada por quien amaba.
-yo,… estoy bien, pero por favor … por favor abráceme solo por un momento …. Por favor –diijo inexpresivo el menor, mientras el azabache rodeo fuertemente al castaño pero también de manera delicada y gentil sentía que se rompería si lo abrazaba con mayor fuerza.
Paso el tiempo ninguno de los cuatro se percató claramente de cuanto pero el atardecer, se convirtió en noche y la luna resplandecía en una perfecta noche que era triste para los cuatro.
Akihiko, estaba furioso lo único que deseaba era matar a Haitani, pero su posición de príncipe se lo impedía. Misaki, se sentía protegido por su príncipe y sabía que las cosas a partir de ese momento podrían tomar cualquier rumbo.
Masamune por su parte se sentía inútil e impotente al solo poder abrazar y detener las lágrimas de su castaño sin saber que era lo que estaba pasando. Ritsu, se culpaba por lo que pasaría ahora con su hermano menor, que sería de sus vidas al haber perdido ante una escoria como Haitani.
-Masamune-san, muchas gracias por dejarme estar aquí con usted, ahora debo buscar a mi hermano, si me disculpa me retiro, muchas gracias por todo - “por dejarme enamorar y sentir tan gentil abrazo, casi como si también me amara” pensó – sé que nuestra primera impresión no fue la mejor pero agradezco que nos hayamos conocido –el castaño ya más tranquilo decía esas palabras que lastimaban al azabache, antes de irse se paró de puntillas y beso los labios del mayor, el azabache trato de decir algo pero no pudo, su mente estaba perdida todo lo que pudo hacer fue ver impotente como su castaño se iba de su lado una vez más.
-Ritsu, por favor resiste te juro que sea lo que sea que este perturbando tu corazón yo me encargare de destruirlo, ¡lo juro! –dijo para si el azabache mientras veía alejarse a su gran amor mientras su silueta era iluminada por la luz proveniente de la luna y los fuegos artificiales.
En la entrada de palacio frente a su carruaje se encontraron los castaños casi como si pensaran lo mismo, Misaki estaba solo, pero lo cubría el abrigo de su príncipe, Ritsu cruzo miradas con su hermano y de inmediato bajo la vista, no pudo sostener la mirada a su hermano después de decepcionarlo así.
-Ritsu-ni, mírame –se acercó el menor y abrazo a su hermano, después se separó y lo vio de frente –nada de esto es culpa tuya -parecía que podía leer la mente de su hermano –las cosas cambiaran, pero nos témenos el uno al otro así que, por favor no te culpes de nada. –dijo abrazando una vez más a su hermano tomo su mano y lo ayudo a subir al carruaje.
-gracias Misaki y perdóname –fue todo lo que dijo durante el trayecto de regreso a casa, el gran silencio solo era roto cada vez que la luz del espectáculo de fuegos artificiales producía una explosión, para los castaños era como si ese sonido fuese el tik-tak del reloj multiplicado mil veces, mientras contaba el tiempo para desalojar su hogar.
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Mientras, lejos de palacio, en el baldío donde se encontraban los encargados de la función de fuegos artificiales.
-oye estas seguro que estuvo bien adelantar la función, si se enteran en palacio que nos pagaron por ello nos despedirán – hablaban los hombres encargados de todo mientras contaban las monedas dentro de un pequeño saco.
-deja de preocuparte además era un noble no viste su escudo, es el segundo esposo de la duquesa Milia, si fue su orden debe acatarse, ella era la favorita de la corte, además si algo pasa diremos que fue un accidente y para que no pareciera un erros solo adelantamos unas horas la función… eso no matara a nadie. Hablaban los hombres. Mientras Haitani se alejaba de ese lugar en su carruaje en dirección a su casa a ver a sus adorados hijastros y comenzar con el principal objetivo de la apuesta.
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En altamar.
-¿Ya casi llegamos? –repetía una y otra y otra y otra vez el joven de ojos azules al Rey que lo abrazaba mientras observaban la noche y la luna los iluminaba.
-no seas impaciente te dije que llegaríamos en la mañana –dijo el Rey y beso el cuello de su acompañante.
-no desesperes hijo, mañana nos presentaremos ante el rey de este país y conocerás el motivo por el que aún sigo aquí –dijo la mujer detrás de la pareja mientras dirigía su mirada al reino que estaba frente a ellos.