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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Estaba por salir al palacio cuando una voz desde la oscuridad de su visión le preguntó--¿A dónde planeas ir, Seto?—era su padre—Imagino tu destino pero no es necesario que vayas. El rey no necesita tu presencia—El quería ir, quería preguntar a aquel que era lo que estaba pasando y aclarar sus ideas pero la palabra de Gozaburo Kaiba era la ley en esa casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Majestad, Quisiera saber…--dijo el rubio de ojos azules pero fue interrumpido.

 

Me alegro de que te encuentres mejor—le interrumpió el rey como si no tuviera importancia en realidad.

 

Sobre eso… quisiera a…--dijo Fye siendo de vuelta interrumpido.

 

En realidad fue un experimento—le mencionó Joseph.

 

¿Huh? ¿Experimentó con…?—se alteró Kurogane.

 

¿Tienes algo de que quejarte, mestizo?—preguntó Wheeler con voz dura.

 

No, majestad, Kurogane no se quejaría. Agradezco que se haya interesado tanto por mí como para intentar…--dijo el secretario del rey.

 

¡Claro, me interesa que vuelvas al trabajo, así como descubrir si eso es útil!—dijo el ojos mieles.

 

¿Su alteza no lo probó antes?—preguntó el pelinegro.

 

No, es la primera vez que lo pruebo—respondió casi con hastío el melado y se dirigió a un arcón a un lado de la habitación de donde sacó una caja de madera, la abrió, en el interior había seis frascos como el anterior—Es mejor que los tomes por un tiempo y veremos si en el futuro la enfermedad continúa—

 

¿Estará bien que hagamos esto sin la aprobación del médico de la corte?—se preguntó Kuro en voz alta.

 

No me preguntaste eso cuando te ofrecí una cura. ¿Y ahora que empezó a hacer efecto te preocupas?—preguntó el rey.

 

Solo quiero saber de qué esta hecha y como la ha encontrado—dijo el ex gekkian y como el otro esperaba algo más agregó--¡Majestad!—

 

Joey sonrió—Es mejor que solo yo conozca la cura. ¿No crees?—preguntó el monarca.

 

¡En realidad no confía en nadie! ¿Huh?—dijo Kuro un poco sorprendido.

 

Tiene sus beneficios—le respondió el sonriente Joey pero sus ojos no sonreían.

 

Sobre lo que deseaba hablarle su majestad. ¿Es posible que lo que dicen los rumores sobre su reciente viudez sean ciertos?—preguntó Fye quien había esperado el momento para cambiar el tema y recibió el medicamento de manos del rey que de inmediato tomó el moreno pues no dejaba que él cargara cosas pesadas.

 

Es cierto. Me he casado y enviudé—respondió el otro pensando en su antigua cuñada y su hijo.

 

Los rumores dicen que se casó con una aldeana…--en ese punto DeFluorite fue cortado.

 

¿Qué importancia puede tener eso para ti? Me casaré con quien me dé la gana—explotó el rey sorprendiendo al ojos azules.

 

No me refiero solo a su estatus social sino que al parecer usted tenía un hijo con ella que ahora…--dijo el consejero.

 

Que ahora es el legítimo heredero  de este reino. ¿Tu también vas a molestar con eso?—preguntó con fastidio su majestad.

 

¿De nuevo? ¿Lo dice por el embajador?—preguntó Fye y como él lo interrogara con su mirada—Nos lo encontramos viniendo para aquí.

 

Está interesado en que me case con su princesa y le preocupa que arme un alboroto cuando se entere que mi primer esposa fue una aldeana—les contó Joseph.

 

¿Y usted? ¿Piensa casarse con ella?—preguntó el ojos azules.

 

Si no me es desagradable. Dicen que es una hermosura y además si lo hago la alianza con Qinsiss estará garantizada. Traerá muchos beneficios y evitará que me den problemas en el futuro—dijo el ojos mieles.

 

¿Piensa usarla como rehén?—se escandalizó su secretario.

 

Llegado el caso y con enemigos tan poderosos todo es útil—respondió Joseph.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dos días llegó la princesa. En la sala del trono estaban Joseph, Fye y Kurogane además del vocero que voceó a los entrantes como es debido.

 

¡Aquí se presentan Lord Eisenbeck de Eltoran, embajador de Qinsiss y su alteza real May Valantine, princesa de Qinsiss y Duquesa de Montreal!—

 

La muchacha que entró era sin duda hermosa pero su ceño fruncido y mirada frustrada deslucían su apariencia. Lo miró como si esperara algo por lo que el rey le habló.

 

¡Un gusto conocerla alteza!—dijo él.


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