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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Usted debería saber que uno no debe ser juzgado por lo que parece—contestó ella sorprendiéndolo--¿A quien le importa?—preguntó después con un suspiro—No es algo de que enorgullecerse—añadió pensando en sus familiares lo que Joey adivinó por sus ojos por lo que pidió a los demás que los dejaran a solas para hablar. Eisenbeck intentó decir algo pero él solo volteó y se la llevó agarrándola de la mano.

 

Después de llegar a un borde alejado de la azotea ella lo miró observar la ciudad y de pronto le habló en un tono calmado—¿Sabe? Estoy pensando en decirle algo interesante. Por lo visto usted es mas de lo que parece. Su cariño por los niños parece bastante genuino por lo pronto—

 

¿Y eso lo ha hecho cambiar de opinión?—preguntó ella con sarcasmo por lo que la respuesta le sorprendió.

 

En verdad que quiero que si tengo a alguien conmigo le trate bien y le quiera por lo que es importante eso para mí y al verla con él es posible que su presencia junto a mí no me moleste. La pregunta es… ¿A usted le importaría tener a alguien como yo al lado?—le respondió y preguntó él antes de extender su mano hacia ella con la palma hacia arriba. Ella lo miró expectante y después a su mano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Eisenbeck no confiaba en ese tipo. Desde que se lo presentaran tenía ideas de que era un tipo temible y peligrosamente indescifrable por lo que le preocupaba el bienestar de la temeraria princesa que no había callado su descontento. Entonces ambos bajaron tomados de las manos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué dice?—preguntó el hombre sentado a la derecha de su esposa. Gozaburo Kaiba se paró al oír lo dicho por su hijo.

 

He dicho que no me casaré con su hija. Siento los problemas que esto trae pero sinceramente creo que esto es lo mejor para ella—declaró el joven.

 

¡Esto es una locura! Nosotros tenemos tu palabra de que…—declaró el padre de Isis.

 

Sé que es lo mejor. Eso fue antes de que fuera cegado. Sé que Isis puede postular a un mejor pretendiente—dijo el castaño, la susodicha no estaba en ese lugar. Seto solo había querido hablar con sus padres.

 

Nosotros planeamos respetar el acuerdo—dijo el padre de ella.

 

Pero en ningún modo esto es justo para ella. Probablemente antes compartíamos gustos y éramos muy afines pero en mi condición actual ni siquiera puedo acordarme de su rostro—era la misma excusa que diera al rey. Era una situación desesperada pero Seto quería resolverlo todo de una vez. En su mente bullía un plan y para llevarlo a cabo era necesario deshacerse de su compromiso.

 

Esto es una afrenta. La dignidad de tu familia quedará por los suelos, Gozaburo Kaiba—dijo el hombre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Después que los demás se fueran su padre volvió para enfrentarlo--¿Crees que has ganado algo con esto? ¿Crees que dejaré esto como si nada? Sé lo que estás tramando pero si piensas por un momento que voy a dejarte hacer lo que deseas estas muy equivocado. Llevaste a esta familia a la ignominia y por ello serás castigado. Te enviaré muy lejos donde pasarás el resto de tu vida—le dijo Gozaburo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba pensando mientras miraba por la ventana. Él debería estar casado ya. Habían pasado varios días desde que la princesa llegara y todos los preparativos estaban listos para la futura boda. A él ya nada de eso le importaba. La princesa parecía mejor persona de lo que él creyó al inicio así que criaría a Arpeggio con cariño. Le gustaban los niños y era dulce con ellos como no lo era con nadie más. Ese día ella le pidió que la acompañara a un viaje por la capital. Si iban a casarse era justo que ella conociera su nuevo hogar. Por eso la estaba esperando.

 

Bajó como un relámpago. Desde que estaba allí había dejado de lado esos modales que según le dijo la habían asfixiado toda su vida. Ahora era una mujer entera y feliz según anunciaba. Su matrimonio beneficiaba a los dos por lo que habían llegado a un amistoso acuerdo. Eran más amigos que novios.

 

Fue así que recorriendo las calles de pronto él se vio arrastrado a un portal que conocía bastante.

 

La biblioteca.

 

¿Estaría él ahí? De seguro que no. Su invidencia y además estando recién casado.


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