Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

[Reviews - 195]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Entraron y mientras acompañaba a la entusiasmada May los ojos de Joey estaban llenos de ayer. Él había pasado por esos pasillos con los encargos de su amo, muchas veces. Conversaron con varios encargados y de pronto Joseph la vislumbró rodeada de otras personas. Ella lo vio y fue a su encuentro. Saludó a ambos con respeto y una sincera sonrisa como siempre.

 

No debería estar aquí. Sería mejor que alguien más se encargase, después de todo usted está recién casada—le dijo el rey con una voz que pretendía ser amena pero que no alcanzaba.

 

No…--intentó responder ella pero para entonces el rey se había vuelto.

 

Iré a ver por allá unas cosas—dijo Wheeler antes de salir de la gran sala de libros antiguos. No podía… no podía estar en la habitación con Isis demasiado tiempo, era doloroso.

 

Pero May siguiendo su intuición femenina se quedó atrás--¿Qué sucede?—le preguntó.

 

Es que… mi prometido y yo no nos hemos casado. Él… rechazó casarse conmigo—dijo Isis y la cara que puso de dolor conmovió a la princesa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Cómo puedes ser tan cruel?—le preguntó su futura esposa al rey al alcanzarlo y ponerse delante de él.

 

¿De qué…?—trató de preguntar Joey pero ella no lo dejó terminar.

 

Su prometido se negó a casarse con ella—le explicó la rubia dejándolo de una pieza.

 

¡¿Qué has dicho?!—preguntó el impactado rey agarrándola de los hombros.

 

Que su novio no quiso casarse con ella. Dijo a sus padres que no se casaría con ella. Que…--le dijo ella.

 

Él impávido exclamó—Tengo que ir a verle—y dándose la vuelta empezó a correr con ella de la mano. Cuando salieron de la biblioteca uno de sus dragones alados los esperaba en la puerta. Subió con ella casi a la fuerza y juntos terminaron en la casa Kaiba.

 

En la entrada los recibió una de las sirvientas, era joven y parecía apenada—El señor les pide que lo disculpen pues no puede recibir a nadie—les dijo ella.

 

¡No quiero verlo a él! ¡Vine a ver a Seto!—le dijo él.

 

Ella pareció tornarse preocupada--¡El amo Seto no se encuentra!—

 

¿Dónde, dónde está?—le preguntó él con énfasis.

 

¡Tranquilo! Asustas a la muchacha—lo reprendió May.

 

Solo el amo Gozaburo sabe a donde ha ido el amo Seto—le contestó la sirvienta.

 

Pues ahora si tengo un motivo para verle—dijo el rey pensando que algo olía mal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La espalda de Gozaburo golpeó fuerte contra la pared cuando el rey lo empujó hasta ella mientras May gritaba y la empleada se ponía de nervios.

 

¿Dónde está Seto?—preguntó Joseph sin reservas.

 

Lejos su majestad. Por favor no intervenga en los asuntos de mi familia—le dijo el señor de la casa.

 

Quiero que me digas ya mismo su paradero—dijo el cabreado monarca.

 

Sé por lo que lo  busca y no permitiré que él se convierta en la ruina de mi casa—dijo Gozaburo ceñudo. May estaba impactada. Se respiraba un aire a que se estaban enfrentando.

 

¡Pues elige! ¡El deshonor de tu casa o el fin de esta porque quemaré todo lo que posees hasta los cimientos y destruiré todo lo que lleve tu nombre! No quedará nada excepto él. ¿Es lo que escoges?—le amenazó el rey furioso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el desierto se encontraba una caravana. Habían sido atacados por bandidos. Entre ellos iba el hijo ciego de un noble de Iskabad. En el suelo arrodillado era tomado de las solapas por uno de ellos.

 

¿Lo matamos?—preguntó el que lo agarraba.

 

No, no ves por sus ropas. Es un noble. Puede que podamos pedir un rescate—dijo el bandido.

 

¿Rescate? Pero como me cabrean los nobles. Mejor me lo cargo aquí mismo—dijo el primero.

 

Seto decidió resignarse a su suerte. Morir en ese lugar tan alejado donde nadie se enteraría y sus huesos se pudrirían. Respiró hondo y esperó a la muerte y esta vino.

 

De pronto se oyó un escándalo de voces gritando y sonidos de cosas rompiéndose o corridas, calor cercano y algo empapó la cara y brazo de Seto. Un momento después mientras reculaba luego de haberse levantado alguien lo agarró muy fuerte. Se preguntó si era uno de esos tipos y por un momento temió su muerte hasta que fue abrazado y muy cerca de su oído escuchó su voz decir—¡Estate tranquilo, soy yo, he venido a por ti!—y una emoción desconocida desbordó su cuerpo justo antes de sentir sus labios sobre los propios.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).