Un silencio absoluto invadió la habitación, tanto que podían sentir el latir de sus corazones a una gran potencia.
Gohan estaba estupefacto, los labios de su maestro estaban contra los suyos, un cosquilleo lo invadió por completo, su rostro se tornó de un tono carmesí.
Sus ojos mostraban aquellos orbes negros invadidos por el impacto de ese beso, no sabía que hacer, se quedó estático, no se movía, solo veía como los ojos de su maestro estaban cerrados mientras llevaba acabo aquel acto que comenzaba a ser agradable.
Empezó a cerrar sus ojos, siendo presa de aquella sensación tan satisfactoria, no podía negar que lo estaba disfrutando, solo era un roce pero lograba mover cada célula de su cuerpo.
No eran conscientes del tiempo ¿Segundos? ¿Minutos? No podrían asegurarlo, simplemente el mundo de desvaneció dejándolos en un vacío donde ellos eran los únicos.
Piccolo sentía como su corazón bombeaba sangre a la misma velocidad que cuando peleaba, ese sentimiento que hace poco descubrió estaba incrementándose.
Ninguno de los dos era consciente de sus actos, se estaban dejando llevar por ese placer ciego que experimentaban, el de piel verdosa comenzó a inclinarse más hacia el joven que poco a poco se recargaba mas en aquella cama. Las manos de Piccolo reposaron sobre el colchón para no caer encima del joven que ya se encontraba recostado de espaldas sin aun haber separado los labios de su maestro.
Solo ese roce estaba descontrolando las hormonas del joven, su cuerpo comenzaba a emanar un calor potente que causaba a su piel transpirar, su entrepierna ya estaba siendo presa de la ropa que lo incomodaba.
Estaban, en ese instante, dispuestos a hacer más, a lo que sus cuerpos les ordenase, pero no todo es perfecto, al menos en ese momento no lo fue. Una voz mas que familiar llamó a la puerta del joven.
-¡Gohan la comida esta lista! - la pelinegra tocaba a la puerta de su hijo, esperando una respuesta del joven. - ¡Gohan! ¡¿Sucede algo?!
Esa voz regresó al joven a la realidad, rompiendo con aquel beso, era poco decir que su rostro parecía un tomate, su respiración aun estaba algo agitada por la excitación, tan solo hizo a un lado su rostro, empujando levemente a su maestro.
-¡No sucede nada! ¡Ahora mismo voy!
Con eso la mujer se alejó de ahí, dejando a esos dos en un silencio sepulcral.
Ambos estaban con la temperatura elevada, Piccolo por su parte tomó asiento nuevamente a la orilla de la cama, Gohan hizo lo mismo, el joven se sentía todavía sorprendido, no pensaba en la posibilidad de que esa persona que tanto admira le diera un beso, su primer beso.
-"Se...sintió bien"- el joven estaba en sus pensamientos, mientras que el namekiano se daba cuenta de la situación en la cual se había metido.
-Lo lamento, lo mejor será irme.- el de piel verdosa hablo sin esperar respuesta, simplemente se levanto de aquella cama y dio unos pasos a la ventana.
-Señor Piccolo...¡Espe...!- el joven no pudo terminar su súplica ya que el namekiano emprendió vuelo saliendo de aquella casa. - No entiendo nada de esto...- la erección del joven se había bajado por la preocupación de ver a su maestro irse.
El joven no tuvo más opción que ir con su madre, si no esta regresaría a tocar a su puerta.
Su semblante estaba decaído, tomó asiento en la silla y se dispuso a comer con poco entusiasmo, su madre notó aquello por lo que se le acercó.
-Gohan ¿Te encuentras bien? ¿Acaso estas enfermo?- la mujer colocó su mano en la frente del joven para asegurarse de que no tuviese temperatura.
-No es nada mamá , solo estoy un poco cansado, perdóname pero creo lo mejor es que me vaya a mi habitación a descansar un poco, prometo venir a cenar. - el joven no espero respuesta de su madre y se paro de la mesa para regresar a su habitación, la pelinegra sabía que algo le pasaba a su hijo.
-"¿Porqué me siento tan triste? ...ese fue mi primer beso y fue con el señor Piccolo, no me desagrado, aunque no entiendo porqué lo hizo y después se marchó . ¿Puede ser acaso que no le gustó a él?"
El pelinegro estaba afligido con aquellos pensamientos, ni siquiera sabia porque se había dejado besar pero no se arrepentía, es más, se había quedado con ganas de probar un poco mas esos labios.
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El vuelo era rápido, su capa sonaba con el choque del viento que impactaba contra él.
-"¿Qué demonios es lo que me sucedió? ¿Cómo podre verlo a la cara ahora?" - el de piel verdosa no volaba a un rumbo fijo, simplemente se sentía confundido, no, más bien culpable de los hechos, no fue capaz de controlarse y eso lo hacia sentir horrible -"Se supone que lo cuidaría, no que me aprovecharía de él, debe odiarme"
Esos pensamientos rondaban por su mente, de pronto detuvo su vuelo.
-"Pero...él no se veía asustado o enojado después de eso..." - el namekiano sacudió su cabeza.- No, seguramente es mi imaginación, de todas maneras no estuvo bien lo que hice.
Retomo su vuelo, pero no al templo, sino que se fue a unas cuevas para pasar ahí la noche que pronto se avecinaba.
El sol ya estaba comenzando a esconderse, dejando ver en el cielo algunos tonos rojizos, la vista era hermosa, pero ni Gohan ni Piccolo la disfrutaban al estar pensando ambos en lo que sucedería con el otro.
-"Gohan...de verdad lo lamento" - Piccolo estaba sumamente arrepentido, aunque por una parte en su interior sentía una gran alegría de haber podido probar esos labios suaves de nuevo. Realmente no sabia por que pensamiento irse, por el de arrepentimiento o por aquel que le decía lo bien que se había sentido.
Decidió no darle más vueltas al asunto y trato de meditar un poco.
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Sus ojos estaban cerrados pero no podía dormir, a pesar de haberle dicho a su madre que iría a cenar, el joven no salió de la habitación, simplemente sus pensamientos le ganaban.
-Tal vez debería ir a verlo...pero escondió su Ki. ¿Será que no quiere que yo lo encuentre? - Gohan se acostó de costado, suspiro un poco llevando una de sus manos a sus labios. - Quiero...volver a sentirlo...
El joven trataba de recrear aquella sensación en su mente, esos labios, tenían un sabor familiar, eran suaves aunque estaban un poco fríos. -No, debo dejar esos pensamientos, debo concentrarme en buscar al señor Piccolo.
Gohan se levantó de la cama dispuesto a salir a buscar a su maestro, pero se detuvo en el marco de la ventana.
-¿Qué es lo que diré cuando lo vea? ¿Y si yo le desagradé? Entonces lo haría enojar con mi presencia, pero...pero realmente siento ganas de estar cerca de él.
El joven frunció un poco el ceño y salió velozmente de su habitación por aquella ventana, no volaba, puesto que no quería que el de piel verdosa sintiese su presencia y huyese.
La luz del día escaseaba puesto que el cielo ya estaba tornándose oscuro, el joven caminaba con cierta velocidad mirando por todos lados, buscando a su maestro.
No era fácil encontrarlo de esa forma, caminando entre lo oscuro de la noche, ni siquiera sabia por donde empezar a buscar, estaba algo agotado ya que no comió nada, pero no quería detener su búsqueda.
Caminó hasta llegar a lo que parecían unas montañas rocosas, fueron al menos tres horas de caminata, no es que él se agotase con velocidad pero realmente no tenía energías, sentía su estomago rugir, de pronto sintió como un mareo llegó a él , nublando sus ojos.
-Señor...Piccolo...- fueron sus últimas palabras antes de caer al frío suelo rocoso, teniendo la esperanza de poder ver pronto a su maestro.