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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Estaban en el ágape que se ofrecía en honor de la princesa. Todo era oro, plata y vestidos hermosos mientras los candiles brillaban y en los arcos de las entradas solo los soldados escudriñaban. Por una noche el rey había hecho a un lado a sus sempiternos guardianes, los dragones descansaban en los jardines de palacio, siempre atentos a una señal de su amo.

 

La música y la comida eran fastuosos y la gente parecía estarse divirtiendo. El pequeño Arpeggio dormía bajo la protección de una nana pues la princesa Serenity debía honrar a la invitada. Seto se había excusado por obvias razones y el rey estaba inconforme pero no con su invitada sino con la situación en que lo había puesto el destino que lo consumía.

 

Por su lado May ignoraba los asuntos reales con Kaiba y tan solo pensaba que este debía ser un buen y querido amigo de su majestad por lo que lo tenía en la mejor de las consideraciones pues al ver su estado y la cautela y cariño con que lo trataba el ojos mieles y teniendo en cuenta la poca disposición de este a cobrar confianza en las personas…

 

Pero Gozaburo Kaiba también estaba allí y miraba de cierta manera al rubio que no pasó desapercibida para cierto ojos rojos allí presente.

 

Algo le sucede a Lord Kaiba—dijo al ojos azules a su lado.

 

Este que había estado meditando la manera de abordar el tema de los celos del otro con Kurogane prestó ahora atención al mencionado. En ese momento no lo estaba mirando pero pasados unos minutos su sonrisa tétrica estaba dirigida a Wheeler—Esto está tomando un rumbo intrigante—

 

Me acercaré a él para ver que está tramando—le dijo Kuro pero él lo detuvo con una mano. Había algo en el rancio ambiente que le avivaba las alertas y no quería que el pelinegro fruto de una intuición mal dirigida hiciera algo que dañara su status en palacio.

 

Mejor no—le dijo el ojos azules.

 

¿No confías en mí?—preguntó algo airado el ojos rojos.

 

¡No es eso!—respondió Fye.

 

Es precisamente lo que es—dijo el enojado Kuro y sacó de su brazo el contacto para alejarse.

 

Mientras tanto un desconocido para todos ellos, fingiendo ser parte de uno de los invitados conversaba con unos invitados en un corillo, Joseph fue a pasar por su lado cuando en un segundo el hombre dirigió su puñal al corazón del rey.

 

6 milímetros. Esa es la distancia exacta que le faltaba cuando el puñal le fue arrebatado. Junto con buena parte de su brazo derecho. Pues un dragón de los de la altura de un hombre corrió desde las cortinas en donde se hallaba agazapado y dirigiéndose al peligro arrebató con sus dientes el arma y el miembro, tan veloz como una saeta, tan veloz que la gente no se dio cuenta hasta pasado un minuto de lo que estaba pasando.

 

Cuando eso sucedió el caos se apoderó del salón de fiestas de palacio. La gente gritaba y corría desesperada como si los persiguieran a ellos para devorarlos. Fuera de palacio los enormes dragones voladores alzaron sus cabezas y luego echaron a volar aparentemente dejando el palacio en completo.

 

Kurogane que estaba a media distancia entre Fye, el rey y Gozaburo tuvo que decidir que haría. Para su propia rabia tuvo que ver marcharse al que creía el instigador entre el grupo que huía pues dándose cuenta que el rey estaba protegido, era su amo el que le preocupaba y con él regresó para abrirle camino hacia la salida. De pronto se detuvo.

 

¿Qué sucede?—le preguntó el ojos azules.

 

Yo no me he detenido—dijo Kurogane y luego cayó en la cuenta del que lo había hecho. El rey le miraba desde el otro lado del salón. Estaba impidiendo que se fueran. ¿Pero por qué? ¿Creía que ellos…?

 

Al lado de Joseph estaban las dos asustadas princesas y Lord Eisenbeck que urgía a salir.

 

Nos quedaremos—dijo el rey muy seguro.

 

¡Es una locura! Ese hombre trató de matarlo—dijo Eisenbeck mientras apuntaba al infortunado que se apretaba el muñón mientras el dragón lo miraba con cara de que si se movía se comería el resto de él.


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