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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Rato después un asustado médico de la corte había terminado con la cura del ex rey.

 

¿Esta listo?—preguntó Joseph.

 

Si, majestad—dijo levantándose aquél pero no había terminado de hacerlo cuando una sanguinolenta llovizna le salpicó y un grito desgarrador se oyó. El asombrado hombre miró con asombro la nueva extremidad cercenada, la pierna izquierda.

 

Apresúrese a coser esa, antes que el paciente se desangre—le dijo el rey mirando fijamente a aquel que tanto daño le hiciera a su familia mientras lanzaba el miembro cercenado hacia los tres dragones negros que antaño fueran su hermano, padre y abuelo.

 

Cuando el médico terminó con la segunda pierna y ya elevaba su cuerpo cansado de estar arrodillado al lado del paciente que miraba con odio a su enemigo la espada veloz volvió a caer, esta vez sobre el brazo derecho.

 

¡Malnacido!—le gritó Midas lleno de dolor y de furia.

 

No me hagas sacarte el otro brazo. Había decidido dejártelo para consolar a tu pobre hijo con que no viera a su padre como un viejo tronco inútil. Pero si me provocas no quedará de ti lo suficiente para quejarte—amenazó el rey.

 

Una vez los humanos por maldad me arrancaron mis cuatro extremidades—recordó Helios de pronto mirando desapasionadamente el cuadro que se desarrollaba ante él mientras su descendiente arrojaba el brazo a los dragones que lo despedazaban entre los tres y lo comían llenos de sangriento frenesí—Claro que yo pude regenerarlas y luego fui a por ellos—El médico temblaba ante las palabras y lo siniestro de todo ese asunto, Midas mientras tanto maldecía su destino y descendencia. Si tan solo Fye fuera diferente. ¿Pero es necesario tanto cuidado con este humano?—

 

Es una sabandija que es capaz de arrastrarse para clavarte algo por la espalda, incluso me estoy arrepintiendo de dejarle la lengua pero es un precio que deberé pagar para no lastimar a una persona querida—dijo el rey pensando en el buen Fye—Y también así el será el vivo recuerdo de lo que sucede a aquel que intenta dañarme. ¿Lo desapruebas?—

 

Con los años he olvidado lo que se siente vivir como tú lo haces. Solo es un mero recuerdo ahora lo que viví antaño. Ni siquiera tuve alguien con quien hablar hasta que ese dragón te llevó con nosotros—dijo Helios hablando de uno de los tres dragones.

 

No estoy seguro pero pienso que es mi hermano. Cuando yo me sentía más desolado y perdido él apareció ante mí. Tal vez es porque Párafes había muerto hace poco que pienso que es él—dijo el melado mirando a uno de los dragones y luego al médico que seguía con su costura.

 

Es muy posible. Tal vez su instinto protector para contigo fue el que lo llevó a ese lugar en ese momento. Tal vez lo necesitaste y él sintió tu llamado. Yo no puedo saber que es lo que les pasa pero a veces creo que son más gobernados por el sentimiento de lo que creía en un principio—le contestó el dragón blanco.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fye no estaba muy lejos pues quería esperar. Vio salir al médico y le preguntó el estado de su padre pero este, que se veía perturbado no le contestó y en lugar de eso dijo a unos soldados cercanos que entraran pues el rey los reclamaba. Temerosos pues se habían sentido gritos de dolor por lo que parecían horas y nadie más que los presentes sabía lo que pasaba, además de ver como salía el doctor de ahí, ellos entraron. Al rato el ojos azules junto con Sere y Kuro, vieron salir al ex rey Midas siendo llevado como un viejo tullido sin silla de ruedas.

 

Pasmado el ojos azules lo vio pasar mientras Kuro lo ayudaba a mantenerse en pie y Sere apretaba contra sí el brazo de Seto pues no podía creer la crueldad de la que era capaz Joseph. Este salió después y miró a los ojos de Fye.

 

No espero nada—le dijo Joey que le miraba atento pero distante, preparándose para recibir su rencor pues este era un hijo que sufría y él podía entenderlo mejor que nadie. Se vio sorprendido por el tacto del otro en su brazo, Fye mantenía la mirada baja y por sus mejillas cristalinos ríos fluían.

 

¡Ha cumplido su promesa! No puedo pedirle más—susurró el otro rubio antes de apartarse y seguir a su padre con talante débil.

 

El ojos rojos miró a Joseph a la cara y asintió casi imperceptiblemente como aceptándolo.

 

Joey caminó hacia su hermana y Kaiba pero ella retrocedió un paso por lo que se detuvo--¿Quién eres tú? ¡Tú… no eres mi hermano!—gritó ella antes de correr por los pasillos con los ojos llorosos, llena de miedo y dolor.

 

Solo Seto quedaba ante él.

 

¿Quieres que alguien te lleve a tu habitación?—preguntó el melado al castaño, trataba de prepararse mentalmente para la desaprobación que de seguro recibiría.

 

¿Qué? ¿Tú no puedes?—preguntó el ojos azules haciendo que la sorpresa, el alivio y una infinita emoción de agradecimiento inundaran de amor sus ojos melados.


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