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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Fye entró a su habitación seguido de Kurogane.

 

¿No quieres verlo?—preguntó el pelinegro hablando del ex rey que estaría de seguro en un calabozo.

 

¿Para qué? Él no me ve nada más que como un traidor—le contestó el apesadumbrado ojos azules y mentalmente el otro le dio la razón.

 

Solo para asegurarse Kuro le dijo—¡Pero tú no lo eres!—

 

A veces pienso que eso no importa—dijo el rubio tratando de agarrar una copa de la mesa cercana.

 

¡Si importa! Nunca lo traicionaste—le dijo el ojos rojos tomándole la mano extendida antes de que lograra su cometido y obligándolo a girarse para ponerse frente a frente.

 

Pero soy débil. Él nunca quiso un hijo como yo—contestó Fye. En su rostro se veía tristeza y rendición.

 

¡Pues es un idiota! ¿Quién no iba a querer a alguien como tú?—preguntó Kuro tomándole la barbilla con una mano para mirarlo a los ojos. Como siempre cayó en la tentación y sus labios estuvieron pegados a los de su señor un momento después.

 

Pensé que tú…--dijo entre besos el ojos azules.

 

No puedo contenerme—dijo el que lo abrazaba fuertemente—Creí que podría dejarte para ella pero…--añadió mientras elevaba el cuerpo de Fye para que pusiera una pierna al nivel de su cintura mientras lo llevaba hacia el lecho.

 

Tus celos… ¡Dejalos! Yo nunca… Solo quiero estar contigo—decía el ojos azules mientras era llevado al lecho y al decir lo último ambos cayeron en él.

 

Pero la preferiste—dijo el ojos rojos mientras le abría la camisa y antes de hundir sus labios en la piel de su estómago.

 

Yo… estaba delirando… yo no…--dijo el rubio mientras se arqueaba boca arriba en la cama y por sus hombros se deslizaba la camisa y el abrigo, Kurogane lamía y succionaba pero al terminar de decir eso el otro estaba frente a él con el ceño fruncido.

 

¡Nunca prefieras a nadie antes que a mí!—era una advertencia seria de parte del ex gekkian, sus bocas volvieron a fundirse como sus cuerpos con el calor que generaban mutuamente.

 

Entonces no vuelvas a abandonarme—dijo el noble una vez su boca fue liberada--¿Qué pasaría si algo me pasara después que me abandonaras? ¿Podrías perdonarte?—quería atarlo tan fuerte a él, que no fuera capaz de dejarlo nunca más. Haría cualquier cosa para no volver a sentir que no volvería a verlo. Pero al ver la cara del otro sintió pena y vergüenza de lo que dijera—Estoy usando los mismos métodos que mi padre—dijo de pronto desviando la mirada con tristeza, luego los volvió hacia Kuro con decisión—Pero aún así, yo soy tu amo y tú no debes apartarte de mi lado.

 

Kurogane se introdujo en él en ese momento enloqueciendo los sentidos del rubio mientras lo abrazaba con fuerza susurró en su oído—Sí, sois mi amo, yo soy suyo y vos mío, para siempre—dijo usando el lenguaje más formal mientras lo embestía con todo el deseo de entrar más adentro de sus entrañas de tal forma que nadie pudiera jamás quitar de él su semilla. En un momento se preocupó. Recordó que su amo aún convalecía de su enfermedad--¿Está bien? ¿No estoy siendo demasiado rudo?—preguntó deteniéndose en seco.

 

No… estoy bien—respondió con una vocecilla Fye, con sus manos acarició una de sus mejillas mientras lo besaba suavemente. Amaba esa forma que tenía el otro de preocuparse totalmente solo por  él—Si me amas me harás tuyo—le susurró y de inmediatos los embates continuaron.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Terminado el acto Kurogane tapó al joven  noble y se levantó—Esa medicina. ¿Está funcionando, cierto?—

 

Si. Ya no me he sentido mal desde que la tomé—le contestó el ojos azules.

 

El pelinegro se sintió aliviado pero aún algo le escocía--¿Qué gusto tiene?—

 

¿Gusto? Metálico, creo—respondió el otro.

 

¿Metálico? ¿Te queda algún frasco?—preguntó el ojos rojos con una idea en mente.

 

Uno—respondió el semi reposado ojos azules que sentía cierta pesadez de sueño.

 

El rey le había dicho que los guardaran en agua, en un balde metálico en un lugar sombrío. Estaban sellados por supuesto pero esos cuidados especiales eran necesarios. Se les dijo. Kurogane fue por el frasco que quedaba y sacándolo se fue con él hacia la cama donde se sentó al filo mientras su amo lo miraba.

 

¿Hoy tomaste uno?—le preguntó a Fye y este negó con la cabeza. Entonces como pretendía de antemano el ojos rojos rompió el sello y sacó la tapa para verter con delicadeza un poco del líquido que escondía el cristal azul. Como había temido--¡Esto es sangre!—gritó.

 

Eso parece—dijo Fye.

 

¿Parece? ¡No, es! He visto un montón de esto en mi vida—dijo Kuro. Estaba asustado. ¿Qué experimento macabro estaba haciendo el rey con su amo?—Esa sangre puede ser de un dragón o vaya saber qué—

 

¡Kurogane! ¿Qué puede importar? ¿Me curó no es así?—preguntó el rubio.


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