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Camino a la perdición por zandaleesol

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Kingsley Shacklebolt a primera hora de la mañana se encontraba sentado frente al escritorio de Cornelius Fudge, el Ministro le había citado muy temprano para hablarle de Lucius Malfoy, el Auror como custodio de Lucius debía estar al tanto de todo lo que se disponía en relación al ex Mortífago. 

-          Kingsley… he tomado algunas decisiones nuevas con respecto a Lucius Malfoy –dijo el Ministro 

-          ¿Decisiones?... ¿Cuáles señor? 

-          Permitiré que Lucius pueda ver a su hijo… inclusive el muchacho podrá vivir con su padre si así lo desea. 

-          Comprendo señor… y eso desde cuando sucederá. 

-          Ayer mismo le envié una carta al hijo de Lucius para informarle de mi decisión. El Auror no pudo evitar pensar que esa inesperada decisión del Ministro venía a cambiar un poco las cosas para Lucius, él siempre había pensado que alejar a Lucius Malfoy del mundo mágico ya era bastante duro, que le prohibieran además ver a su hijo era algo desmedido.  

-          ¿Señor Ministro usted sabe que Draco Malfoy debe abandonar pronto su hogar? 

-          Lo sé… por esa razón le autoricé para que pueda vivir con su padre… aquella mansión ya no pertenece a los Malfoy. 

-          ¿Y qué sucederá con ese lugar? 

-          No estoy seguro… muchos piensan que será difícil que alguien compre esa casa. 

-          La verdad yo también lo veo difícil… no creo que alguien tenga el oro suficiente como para hacerlo… por lo menos no pagando el valor real de ese lugar. 

-          También pienso lo mismo… no cualquiera puede darse el lujo de comprar  una mansión como esa… tal vez el único modo sea haciéndolo por la mitad del valor real. 

-          ¿Y si a pesar de ello no se vende? 

-          Supongo que quedará abandonada. 

-          Creo que en ese caso sería mejor que el chico Malfoy la conservara. 

-          ¿De verdad piensas eso? 

-          Si señor… el muchacho no tiene la culpa de las cosas que hizo su padre. 

-          Es cierto no tiene la culpa. Pero no sé si sea una buena idea que los Malfoy sigan ligados a ese lugar… no sé quizá deba pensar en eso con más calma. 

-          ¿Debo entonces informarle a Lucius su decisión? 

-          No es necesario… anoche yo mismo le di la noticia. 

A Kingsley aquello le extrañó bastante no era usual que el Ministro llevara el mismo las notificaciones a los involucrados, pero creía que  a pesar de las circunstancias  poco favorables que rodeaban a Lucius en cierto modo el Ministro seguía teniéndole ciertas consideraciones. 

-          ¿Usted visitó a Lucius anoche? –preguntó el Auror con asombro A Fudge aquella reacción del Auror le resultó algo incómoda. 

-          Así es… quise que se enterara lo antes posible de su situación. 

-          Comprendo señor… pero debo confesar que hay algo que me preocupa mucho. 

-          ¿Qué cosa Kingsley? 

-          Lucius fue despojado de su fortuna… ¿cómo hará para sobrevivir en el mundo muggle?... él no tiene idea de la forma en que viven ellos, apenas hace unos días vivía entre magos y como todos nosotros satisfacía sus necesidades con el uso de la magia… inclusive las básicas. 

-          Para eso estás tú Kingsley… por eso te designé a ti como custodio de Lucius Malfoy… tú conoces a la perfección el mundo muggle… sabes como desenvolverte entre ellos, deberás enseñarle a Lucius… y naturalmente para atender sus necesidades básicas… deberá trabajar como cualquiera de ellos. 

-          ¡Trabajar! 

-          Sí… ¿qué otra cosa le queda por hacer?... tú mismo lo has dicho de algún modo tiene que sustentarse. 

-          Señor Ministro… no imagino en que podría trabajar Lucius… él ni siquiera sabe como funcionan las cosas en el mundo no mágico. 

-          Kingsley tampoco es mi intención que Lucius Malfoy viva una vida miserable… estaba pensando en restituirle una parte de su fortuna para que pueda vivir de una forma decente entre los muggles. El Auror al oír esto se quedó sin palabras, para él algo raro estaba tramando el Ministro. 

-          Por supuesto que nadie puede saberlo Kingsley… confió en ti… tendría serios problemas si alguien llegara a enterarse. 

-          Señor Ministro no puedo hacer otra cosa que alabar su generosidad… no cualquiera hace lo que usted… imagino que el recordar que en otro tiempo Lucius Malfoy fue un amigo muy cercano le hace desear ayudarlo… realmente es admirable. 

-          Sí… supongo que algún peso tiene el hecho de que  fuéramos amigos –dijo Fudge 

-          Señor debo informar a Lucius sobre esta nueva decisión suya… 

-          No… yo hablaré personalmente con él… es un hombre extremadamente orgulloso quizá la rechace. 

-          Esta bien señor… hay algo más que… 

-          No Kingsley… es todo.  

Una vez que Cornelius Fudge se encontró solo en su despacho no dejaba de pensar si Lucius aceptaría aquella ayuda, lo cierto era que no tenía mejores alternativas para su vida o aceptaba lo que él le ofrecía o debería vivir circunstancias más desagradables. Pero él estaba seguro que Lucius aceptaría esa ayuda, en realidad deseaba que lo hiciera de esa forma estaría en deuda con él, Lucius en esa última entrevista que habían tenido demostró que no dejaba de ser un hombre dispuesto a tomar lo que se le ofrecía, aquello había quedado patente cuando el rubio con toda la frialdad que lo caracterizaba le había dado a entender que no le importaba ni agradecía el que Potter le ayudase, seguramente  con respecto a lo que él mismo estaba haciendo tampoco mostraría mucha gratitud, sin embargo, entre lo que Potter había hecho, o sea librarlo de Azkabán para tener que vivir en forma miserable y degradado y lo que él es su calidad de Ministro podía ofrecerle había una gran diferencia.  

Nunca en todos los años que tenía de conocer a Lucius había imaginado que algún día podría tener la satisfacción de estar en una situación de superioridad con respecto al hombre rubio, antes Lucius era un hombre libre, poderoso, influyente, en cambio ahora para el mundo mágico no existía,  todos ya lo habían olvidado a diferencia de él que simplemente no podía suprimirlo de su vida. Se había empeñado en enviarlo a Azkabán confiando en que estando en ese sitio podría olvidar que ese hombre existía y finalmente sentirse libre del tremendo poder que Lucius ejercía en su animo, pero aquel muchacho entrometido, Potter había estropeado todo, Potter era su maldición, sabía de su alianza con el Innombrable, sabía que él estuvo dispuesto a entregar el Ministerio para conservar todo lo que tanto apreciaba, con esa evidencia en su poder había conseguido doblegarlo.  

Pero aquel chico afortunadamente ignoraba la otra parte del trato que él había hecho con el mago tenebroso, para él resultaba ser una bendición que esa posesión que afecto a Potter el día de la batalla final fuera lo suficientemente breve como para no dar tiempo de revelar su mayor secreto, había transado con el Innombrable a cambio de la seguridad de conservar su puesto de Ministro y además tener lo que le obsesionaba desde hacia años, Lucius Malfoy; cuando muchos de los que le rodeaban suponían que él se dejaba comprar por el oro de Lucius cuando éste aún contaba con todo el prestigio y poder de su posición él sabía que si bien era cierto que apreciaba las generosas donaciones de Lucius la verdad era que se sentía incapaz de negarle algo a ese hombre al que amaba secretamente y a pesar de saber que el rubio sólo se acercaba a él pensando en sacar partido a sus oscuros intereses, él agradecía la posibilidad que esto le daba para tenerlo cerca, aunque nunca entreviera siquiera la idea de revelarle a Lucius su verdadero sentir. 

Lucius Malfoy había sido y seguiría siendo su perdición, lo amaba, aún sabiendo que jamás lo tendría, la única oportunidad de que eso fuera realidad había muerto con el mago tenebroso y todos sus planes. Ahora sólo le quedaba intentar ayudarlo facilitándole la vida un poco, estando marginado de la comunidad mágica quizá podía ser que alguna vez el orgulloso Lucius estuviese dispuesto a entregarse a él, ese era su máximo sueño, sabía que Lucius jamás amaría a persona alguna mucho menos a él, pero se conformaba con lo que él sentía, su pasión por aquel hombre era tan grande que había estado dispuesto a traicionar a todo su mundo, tenía el presentimiento de que aquel oscuro sentimiento, esa pasión desmedida algún día le llevaría a perderlo todo.  

&&&&&  

Draco aquella mañana despertó sin saber como había llegado a su cama, los recuerdos de la noche anterior le llegaban como visiones borrosas e incoherentes, sin embargo acudió a él como un chispazo de claridad que le hizo sentarse de golpe en la cama recordó la visita de Severus Snape, lo que habían conversado, la cena y lo que él había hecho luego de beber unas cuantas copas de vino durante la cena. Se sintió horrorizado por lo sucedido, había seducido a su ex profesor, sí, no había decir que el asunto había sido al revés, no, él fue quien tomó la iniciativa  a pesar de tener apenas diecisiete años  tenía la experiencia suficiente como para saber seducir a alguien, pero lo que más asombro le causaba era que su ex profesor siendo el hombre más frío y controlado del mundo se lo había permitido sin levantar ningún objeción. 

Intentaba comprender por que había actuado de esa forma, luego de meditarlo un poco llegó a la conclusión de que todo era producto de la tremenda soledad que había sentido en los últimos días, estaba desesperado a causa de su situación, agobiado y para que negarlo también temeroso al no saber como enfrentar el futuro. Severus había llegado para reconfortarlo y ofrecerle apoyo, eran muchas las cosas que había tenido que enfrentar solo, desde el mismo día de la batalla final, en que su padre casi muere a causa del Avada del Señor Tenebroso, luego el encierro en Azkabán, el juicio, la expulsión de sus padre, el abandono de sus amigos, la pérdida de su fortuna, todas esas cosas una tras otra, no le habían dado tregua, se habían ensañado con él. 

Después de sobrevivir a todas esas cosas era casi lógico que al encontrarse frente a la única personas que deseaba tenderle una mano y se preocupaba por él sintiera debilidad, por otra parte había pasado bastante tiempo desde la última vez que había tenido sexo, su cuerpo simplemente cedió a la urgencia de satisfacción física ya que todo lo demás era un caos. Un accidente, algo puramente físico lo había llevado a tener sexo con su ex profesor, el asunto no merecía mayor análisis que ese, seguramente de la misma forma la vería Severus Snape, era un hombre maduro y lo bastante razonable como para saber que lo sucedido había sido algo de un momento por lo tanto no tendría consecuencias en la vida de ninguno, un encuentro fortuito que pronto sería olvidado como si jamás hubiese ocurrido.  

Draco no le dio más vueltas al asunto, se levantó de la cama y se fue a la ducha, aquel día lo aprovecharía haciendo cosas importantes, ahora que podía visitar a su padre buscaría a Kingsley para preguntarle en qué lugar vivía Lucius, no pudo evitar preguntarse que diría su padre al saber que se había involucrado íntimamente con su ex profesor, seguro que lo reprobaría, era mejor guardar aquel secreto sólo para él. El ritmo de vida en la mansión se mantenía igual a cuando su padre aún era dueño, los elfos se ocupaban de la casa y de atenderlo en todas sus necesidades, pero aquella terminaría en unos días, ahora debía preocuparse de pensar en su futuro, en algo había tenido razón Severus Snape de haberse quedado en Hogwarts, no tendría que pensar en su subsistencia a lo menos hasta graduarse de su último año, pero al pensar en regresar a la escuela le parecía más humillante que cualquier cosas, ahí estaba Potter el héroe, que le había humillado como nadie hablando en el Wizengamot a favor de su padre, definitivamente entre todas las personas que no deseaba ver la primera era a Harry Potter, saber que le debía la libertad de su padre era una desazón que le acompañaría por largo tiempo. 

&&&&&

Había obtenido lo que nunca creyó posible, ese chico rubio al que amaba en secreto desde hacía mucho lo había seducido, era casi irrisorio pensar en aquello él le llevaba mucho de ventaja y sin embargo, Draco fue el dueño de aquella situación asombrosa, él sólo se dejó llevar por sus sentidos y corazón, a pesar de que no habían existido muestras de ternura el acto completamente desprovisto de amor por lo menos por parte de Draco, pero a pesar de eso le había resultado maravilloso disfrutar de la pasión desenfrenada del chico rubio, muchas veces había soñado con tenerlo en sus brazos tal cual había ocurrido la noche pasada. El al igual que todo el mundo muchas veces fue testigo de los romances de Draco, el chico se involucraba en relaciones pasajeras con el único objetivo de obtener placer, jamás buscaba amor o relaciones duraderas, nunca había amado a nadie, pero él sí siempre había amado y amaría a ese chico rubio y el recuerdo de esa única noche lo acompañaría por siempre. 

Aquella mañana aunque deseaba desconocerlo se sentía un hombre diferente, experimentaba un sentimiento de felicidad, gratitud y amor del que no se creía capaz, él era un hombre apagado que nunca mostraba emociones pero no por eso dejaba de experimentarlas, sin embargo  aquella era la imagen que siempre había mostrado a todos, en su corazón sabía que él podía sentir tan intensamente como cualquier otro y quizá más, pero con la absoluta certeza de que aquel encuentro fogoso sólo había sido algo casual y que jamás volvería a repetirse decidió escribirle a Draco para liberarse y a la vez liberar al chico de cualquier sentimiento de culpa que pudiese experimentar, sabía que el chico rubio estaría incomodo por lo sucedido, lo mejor era decir que lo sucedido no cambiaba en nada la amistad que habían mantenido como alumno y profesor.  

Sin embargo durante el desayuno Snape fue sorprendido por la carta de Draco, se había adelantado a su iniciativa de escribirle, no la abrió, sabía de que se trataba, la guardó en el bolsillo de su túnica, sabía que aquel encuentro con Draco no había cambiado su vida ni la cambiaría, al terminar el desayuno se fue hacia las mazmorras a esperar a los alumnos, eso era él un profesor, era todo lo que tenía lo demás sólo había sido la ilusión de una noche.  

&&&&& 

Esa mañana Harry se encontraba en la enfermería, luego del desayuno la profesora McGonagall lo había enviado allá, lo esperaba el Medimago Karatiev para realizarle las pruebas de las que le había comentado la primera vez que lo había examinado. El hombre lo recibió sonriente, el caso de Harry le resultaba muy interesante, se especializaba en fertilidad masculina y debido a que en el historial no se registraban muchos casos de fertilidad espontánea como el caso de Harry eso le causaba mucha emoción, hacía más de treinta años que no se encontraba con un embarazo masculino en el que no se había utilizado poción de fertilidad. 

-          Hola Harry… ¿cómo has estado? 

-          Bien… me siento genial. 

-          Me alegro mucho… la primera vez que te examiné me pareció que estabas algo triste… sin embargo ahora… tal parece que la noticia te ha hecho muy feliz. 

-          Sí… claro que sí… esto es lo más maravilloso que me ha sucedido. 

-          Tú alegría la percibe el bebé… y dime Harry… el otro padre ya sabe… 

-          Sí, lo sabe y esta tan feliz como yo. 

-          Me alegro de verdad… realmente… eso será positivo para el bebé… es necesario que el contacto físico entre los padres sea regular hasta el quinto mes, el bebé necesita de la magia para desarrollarse adecuadamente… la tuya se debilitara un poco… pero no demasiado… eres fuerte Harry… y también el bebé… la posesión de Voldemort no lo lastimó, fue al revés. 

-          Eso es algo que aún no termino de comprender del todo –dijo Harry 

-          Ya no es importante Harry… ahora sólo debes pensar en cuidarte y ser feliz 

-          Lo soy… de verdad lo soy. 

-          Me ha dicho Dumbledore que te casarás en secreto…  

-          ¿Usted sabe de eso? 

-          Sí… Dumbledore me contó todo… seré tú médico Harry por lo tanto no deben haber secretos entre nosotros. 

-          Sí… le diré todo lo que deseé saber. 

-          Haré algunas pruebas para revisar tus niveles de magia. 

El Medimago abrió su maleta para sacar varios aparatos que a Harry le resultaron muy extraños, pero supuso que eran necesarios para realizar las pruebas de las que le había comentado. Harry se sintió algo extraño cuando el Medimago sacó su varita e hizo funcionar aquellos aparatos de características que a él le parecían incomprensibles. 

-          Harry… quizá ya lo sospeches pero igual debo hacerte ciertas advertencias… no puedes volar en escoba por nada del mundo… y creo además que deberás instalarte en otro lugar que no sea la torre de Gryffindor… no es bueno que subas tantos escalones a diario, en otras palabras el ejercicio debe ser limitado durante los primeros meses, debes comer todas tus comidas, no exageres eso sí, te recetare algunas vitaminas y otros suplementos que serán necesarios. 

-          ¿Si hago todo eso el bebé estará bien? 

-          Sí… pero además no olvides al otro padre… ya te explique que deben mantener el contacto físico para que el bebé se desarrolle con normalidad… a propósito de eso… ¿cuando es la boda? 

-          Hmm… no lo sé… supongo que pronto… el profesor Dumbledore se encargará de eso. 

-          Mientras más pronto será mejor… bueno veo que todo esta bien… debes continuar así. 

-          ¿Quería preguntarle algo? 

-          Sí… puedes preguntar que yo te aclaro cualquier duda Harry. 

-          Bueno… es qué… bueno este embarazo será igual que en las mujeres… me refiero a que ellas les pasa eso de los mareos y esas cosas. 

-          Ah… entiendo tu preocupación Harry… no… el embarazo masculino, esta directamente relacionado con la magia de quien es fértil, por lo tanto, esas cosas que le suceden a las mujeres en tu caso no las vivirás. 

-          Vaya… me alegró… no me gusta la idea de ir por ahí sintiendo nauseas  y mareos y esas cosas que dicen las chicas que les pasan a las mujeres. 

El Medimago sonrió paternalmente, Harry le agradaba mucho era sin duda un chico muy especial, no podía ser de otra forma sino como había logrado enamorar al frío y cruel Lucius Malfoy, pero por supuesto que estos pensamientos se los guardaba sólo para él. Harry dejó la enfermería para ir a su segunda clase del día, estudiaría con alegría tenía dos maravillosos motivos para desear superarse, uno su bebé y el otro era Lucius, quería que el rubio estuviese orgulloso de él.


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