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Sonríeme por desire nemesis

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Notas del capitulo:

Estaba de mal humor. Algo le pasaba desde que viera esa linda escena del idiota de Kumakashi con su novia, esposa  o lo que fuera. Estuvo rato así. De pronto se ponía a beber un zumo y recordaba esa estúpida cara que le había puesto a ella. ¿Por qué no se podía olvidar de eso y seguir? Es que fue sorprendente el cambio. De pronto ya no era el Kumakashi que conocía y de pronto se estaba preguntando porque nunca le había visto sonreír así. Se sentía como envidioso. Nah! Eso no podía ser. Se estaba comportando como nena. ¿Por qué rayos le iba a importar que ese estú… entonces notó que no lo veía en el salón.

 

Estaba de mal humor. Algo le pasaba desde que viera esa linda escena del idiota de Kumakashi con su novia, esposa  o lo que fuera. Estuvo rato así. De pronto se ponía a beber un zumo y recordaba esa estúpida cara que le había puesto a ella. ¿Por qué no se podía olvidar de eso y seguir? Es que fue sorprendente el cambio. De pronto ya no era el Kumakashi que conocía y de pronto se estaba preguntando porque nunca le había visto sonreír así. Se sentía como envidioso. Nah! Eso no podía ser. Se estaba comportando como nena. ¿Por qué rayos le iba a importar que ese estú… entonces notó que no lo veía en el salón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Perdona Kanou kun—dijo ella apenada a su lado en el banco del jardín palaciego de los Hirashi.

 

No es nada. En cuanto vi que no estabas supe que estarías allí. Los dulces siempre han sido tu debilidad—dijo el joven ahora con semblante menos severo. Una pequeña sonrisa y una mirada más relajada se veía en su cara mientras ambos miraban el jardín lado a lado.

 

Arigato por ser tan lindo—dijo ella y puso su cabeza sobre su hombro mientras se agarraban de las manos en el espacio que quedaba entre ambos—Esa fiesta es de gente de trabajo. ¿No? ¿Está bien que salgamos? Hoy es la primera vez que tus padres…--

 

No te preocupes por eso Ananko san. Necesitaba algo de aire para después seguir—dijo el muchacho pensando en las pesadas cargas que se avecinaban.

 

¡Que malo!—dijo ella juguetonamente mientras seguía viendo más allá.

 

 

 

 

 

 

Saito separó las cortinas. Tenía que estar afuera. Se dijo pues dentro no estaban y él sentía una necesidad imperiosa de verlos. De pronto al mirar hacia abajo vio a la pareja sentada con la cabeza de ella en el hombro de él. Desde el balcón pudo ver como sus manos se entrelazaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tengo sed, voy a buscar algo adentro y ya vengo, anata—dijo ella antes de sonreírle de esa manera tan cómica que a Kanou siempre le rememoraba a su única amiga de la niñez. Por decisión los padres los habían comprometido y se aseguraron que ambos supieran que lo estaban. Los llevaban a casa del otro para que compartieran y por eso se volvieron muy unidos y desearon casarse como si fuera lo más natural. Veían a la gente con problemas amorosos y se sentían satisfechos de pasar juntos el resto de sus vidas porque eran muy compatibles y se conocían muy bien aunque no habían intimado todavía. El casamiento solo era un papel para formalizar el trato. Ambos vivían en casa de sus padres todavía. Al parecer ellos estaban temerosos de que buscaran otro camino y por ello los habían hecho casarse. ¿Pero eso que mas daba? Estarían el resto de sus vidas juntos porque eran la pareja perfecta preparada desde la niñez para serlo.

 

Kanou podía ser diferente con ella porque ella le provocaba felicidad y relax además de deseos de protegerla. ¿Qué mas necesitaba para ser feliz?

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando salió por la parte trasera del salón se encontró con la joven que venía hacia él sola y canturreando muy feliz. Al principio le había parecido hasta sombría y muy bien portada pero se notaba que era una chica de instituto.

 

Saito se paró ante ella y ella caminó más lento y apenas sonrió mientras trataba de pasar a su lado.

 

Eres toda una belleza—le dijo porque sabía lo que causaba en las chicas.

 

Atigato—dijo ella muy formal.

 

Ahora que has dejado a tu marido de lado que dices si vamos a tomar algo y…--trató de invitarla cortando su paso.

 

Sumimasen. Voy a traer bebidas para mi esposo y para mi—dijo ella apartándose del camino. Él decidió dejarla ir porque allá atrás observaba al otro como se levantaba pues los había visto.

 

Caminaron uno hacia el otro y el rubio trató de decirle algo humillante pero el otro fue el que habló primero—Te pido que en el futuro no te dirijas a mi esposa. Se que estas acostumbrado a tratar con chicas livianas pero ella no es así—

 

Trató de pasar a su lado pero el otro no lo dejó--¿Tienes miedo de que te la quite?—

 

Eso es como si una ballena se preocupara de una avispa. Nosotros no competimos porque pertenecemos a lugares diferentes así que has el favor de mantenerte en el tuyo—dijo el pelinegro mirándole con el desprecio que siempre le dirigía.

 

¡Pues ahora no estamos en el colegio!—dijo el joven Hirashi antes de golpearlo.

 

La mirada de Kumakashi no cambió luego de ser golpeado—No hay nada que hacer contigo. Eres solo un salvaje—dijo el del labio cortado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los padres de Hirashi ofrecieron mil disculpas al joven Kumakashi antes de verlo partir ese día de primavera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todos se enteraron a la mañana siguiente del terrible accidente. Kumakashi y su esposa habían rodado por una pendiente en el auto que los llevaba a su casa. La esposa del muchacho había muerto luego de ser hospitalizada. Kanou permanecía inconsciente y con heridas. Saito no salía de su sorpresa. También había algo de malestar porque lo último que hizo con el otro fue golpearlo. Es que el otro siempre le había causado un extraño efecto pero ahora había sido potenciado por una extraña urgencia de lastimarlo pues él de alguna manera se sentía agredido.

 

Iban en el auto al hospital cuando el rubio se dio cuenta de lo que le estaba pasando. Recordando su sonrisa, como se tomaban de las manos fue evidente lo que sentía en esos momentos y entonces. Era envidia. Pero no de él sino de ella

 

Llegó después de revelarse a si mismo que por Kumakashi. Al llegar junto a los padres de él les dieron la noticia. Kanou había despertado y ahora se encontraba descansando, las consecuencias habían sido horribles. Su visión se había perdido. Tal vez para siempre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mientras los adultos hablaban Saito entró en la sala donde él dormía. Sus ojos estaban vendados y aparecían algunas líneas rojas donde se había raspado. Casi inconscientemente se le acercó y de pronto sintió un impulso guiado sobre todo por la curiosidad.

 

De pronto sus labios tocaron dulcemente los de Kanou y empezó a disfrutar del raro roce, pero después de un momento el otro se revolvió y dijo con voz seca levantando una mano hacia él--¿Ananko?--

 

Notas finales:

espero les guste esta entrega

la proxima sera la ultima

ja ne

n.n


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