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Sonríeme por desire nemesis

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Notas del capitulo:

Estaba tan sorprendido que no hizo un sonido mientras lo miraba agitar su mano en su dirección. Si alguien los oía y venía. Si alguien más se enteraba. Si Kumakashi llegaba a enterarse. Lo vio con desesperación unos segundos antes de correr de ahí.

 

Estaba tan sorprendido que no hizo un sonido mientras lo miraba agitar su mano en su dirección. Si alguien los oía y venía. Si alguien más se enteraba. Si Kumakashi llegaba a enterarse. Lo vio con desesperación unos segundos antes de correr de ahí.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué es todo este escándalo?—dijo Kumakashi a su hijo que gritaba sin parar--¿Acaso te duele algo?—

 

¡Ananko chan! ¡Que alguien traiga a Ananko chan aquí—dijo el pelinegro deseperado.

 

El padre del muchacho miró a su mujer que había entrado con él en actitud desesperada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Después de oír la explicación de sus padres el muchacho se quedó con el corrazón acongojado. ¿Qué estaba sucediendo? Si la mujer que lo había besado no era Ananko chan. ¿Quién había sido? Una paciente del hospital que halló una fácil oportunidad.

 

De seguro jamás volvería a verla. Se escondería en el anonimato. Sin saber porque su cuerpo se hallaba deseoso de volver a sentir esos labios. Pero eso sería imposible ya.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La familia Kurashi fue a ver a la Kumakashi luego de enterarse que a su hijo le habían dado el alta. Saito estaba algo nervioso aunque de seguro nadie sabía nada. Ni el propio Kanou.

 

La familia del accidentado ofreció unos refrigerios y bebidas—Me temo que a nuestro hijo no le apetece bajar a acompañarnos—explicó su padre.

 

Es comprensible—dijo la madre de Saito que se veía muy triste—Cuando los vi en la fiesta se veían tan lindos. Fue tan shockeante que…--sus palabras se cortaron ante la situación de recordar lo que sucediera a la muchacha.

 

Su hijo habitualmente alegre o enojado parecía falto de toda energía también. El padre de Kanou se fijó en él.

 

¿Por qué no vas a visitar a Kanou kun? Estóy seguro que le agradará ver a uno de sus compañeros de clase—dijo el hombre.

 

Saito no se atrevió a aclararle que se llevaban mal por la cara amable que este le estaba poniendo y por su obvio sufrimiento.

 

 

 

 

 

 

Cuando entró a la habitación después de tocar fue recibido por un callado ambiente. Kanou estaba sentado en una silla cerca de la ventana con expresión ausente. Solo al llegar a su lado era notoria su falta de visión, sin expresión miró hacia donde Saito estaba y preguntó--¿Quién es?—sin idea de quien podía ser que entrara en su alba habitación.

 

Soy yo, Hirashi Saito—dijo el muchacho.

 

La expresión de Kanou se volvió hastiada, no usaba sus lentes, al otro le parecía ligeramente de la última vez que conversaron, miró hacia un lado indicando que no le interesaba su presencia ahí--¿Ha que has venido? ¿Quieres burlarte?—dijo inexpresivo el otro sin voltear la cara. Eso le dolió al rubio. Es cierto que siempre habían sido prácticamente enemigos y en otro tiempo quizás se hubieran peleado pero dudaba de que se hubiera burlado en semejante situación. Aunque lo tenía merecido el ojos azules sintió que algo apretaba su corazón en su pecho.

 

No, yo…--Saito no tuvo ocasión de terminar su respuesta pues el otro de un grito lo interrumpió.

 

¡Vete de aquí y no molestes!—el pelinegro dijo esto levantándose de golpe y manoteando el aire con el sincero deseo de espantarlo pero al hacerlo tan rápido su equilibrio se perdió gracias a su falta de visión.

 

Cuando vio que el ojinegro caía al suelo los rápidos reflejos del capitán de soccer le hicieron atraparlo en el acto. Entonces a la nariz de Kumakashi llegó ese aroma sorprendiéndolo. Ese aroma solo lo había sentido una vez y casi llegó a creer que era parte de un sueño. Ese aroma era…

 

¿Estás bien Kanou kun?—le preguntó preocupado el otro alejándolo un poco para ver su cara.

 

Kanou sentía una fuerte curiosidad, algo lo impulsaba a comprobar si lo que estaba pensando era cierto. Entonces tomando desprevenido al rubio besó sus labios en un rapto de locura comprobando su exquisito sabor. Eran los labios de aquella vez. Eran los labios del hospital.

 

Saito perdió las fuerzas de inmediato por la sorpresa cayendo hacia atrás de la impresión. Los labios voraces del pelinegro de pronto acaparaban los suyos. Las manos de el ojos negros se volvieron fuertes atándolo a él mientras su lengua irrumpía en su boca. Nunca antes Kanou había sentido tanta atracción y en esos momentos no llegaba a pensar en nada más que la sensación de esos labios en los suyos. En su aroma embriagador y en el calor que el otro cuerpo emitía.

 

Mientras Saito también se dejaba llevar por el otro. La pasión que desarrollaba el otro era arrolladora. Él estaba atrapado entre el asiento y el peso del otro mientras sus cuerpos se descubrían mutuamente. Kanou no abandonaba sus labios mientras su cadera se hundía entre sus piernas.

 

Un susurro ronco y agitado de pronto salió de los labios de Kumakashi--¡Llevame a la cama!—No era un pedido.

 

Pero…--trató de revocar el rubio.

 

¡Nada de peros, llévame a la cama!—repitió el otro y el ojos azules le ayudó a levantarse. Tenerlo de frente y tan cerca producía en Hirashi un efecto afrodisíaco que le hacía tragar su propia saliva para contenerse.

 

Ni bien el ojos negros tocó con sus piernas el filo de la cama lo tiró sobre ella.

 

Pero si entran—objetó Saito.

 

Si entran eres mío—le contestó con simpleza Kanou desde encima suyo. En el campo de visión del rubio aparecía el cuello del otro. La camisa medio abierta daba también una visión de su clavícula y Saito cayó en la tentación de lamerla y besar el cuello del otro. De inmediato sintió como el otro presionaba su entrepierna contra la propia, sintió sus manos ardientes sacando sus pantalones hasta las rodillas y como levantaban sus piernas.

 

Quería poseerlo. Poseerlo todo. Y Saito lo dejaría. Era la primera vez para ambos en sentir algo tan intenso. Los gemidos eran sonoros y el rubio no sabía como detenerlos mientras el otro se deslizaba dentro suyo. Era doloroso, sus gemidos de dolor se convirtieron poco a poco en unos de placer mientras Kanou se maravillaba de lo estrecho y delicioso que podía ser el cuerpo de otro hombre.

 

Ambos llegaron al placer máximo juntos. Fue intenso y los dejó sin fuerzas.

 

Saito intentó levantarse para preparar sus ropas e irse pero el otro lo retuvo desde atrás con una mano en su brazo. Estaban acostados. Saito dándole la espalda a Kanou. Sintió su ardiente aliento en la nuca.

 

¡Mañana… ven otra vez!—

Notas finales:

Espero les gustara este corto fic

gracias por leerlo

sayonara


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