No sabía que expresión poner en su rostro, algo de sudor frío recorría su cuello.
El joven namekiano se alejó de la puerta de la habitación de Piccolo. No era su intensión seguir a Gohan, sólo quería saber si el otro namekiano ya se encontraba bien.
Al principio no comprendía los sonidos que emanaban, poco después se dio cuenta de que los suspiros que salían de esas bocas, eran nada más y nada menos que por el acto carnal.
Ya había sido testigo de algo parecido, al ver la Tierra con frecuencia, el joven se había encontrado con escenas que al principio no comprendía pero que a la larga logró entender.
Aun así, no podía asimilar que su amigo, porque aun lo consideraba eso, estuviese envuelto en ese tipo de relación con el otro namekiano.
No es que le pareciera grotesco, para nada era eso, en realidad él apenas y conocía sobre ese acto. Pero dentro de su ser tenía una sensación de ardor, un extraño resentimiento hacia ambos estaba creciendo.
Regresó a vigilar a los terrícolas, tratando de enfriar sus pensamientos.
Tras las puertas de la habitación se encontraban ambos amantes abrazados, el calor reinaba en ese lugar y ese peculiar olor a sexo quedaba encerrado.
Gohan por su parte estaba feliz, algo adolorido, pero no podía quitarse la alegría de que su maestro quisiese repetir aquel acto que para él significaba mucho.
Aspiraba fuertemente el olor que emanaba el de piel verdosa, le provocaba una sensación de regocijo. De nuevo esa sensación de su corazón acelerado llegaba, era extraño, desde que habían comenzado a salir sus latidos no se habían acelerado más , claro que se emocionaba al estar junto a su maestro, pero ahora comenzaba a sentirse diferente, no de una mala forma, sino más bien de algo completamente bueno y que le agradaria experimentar.
-Gohan...- la voz del de piel verdosa lo regresó a la realidad, en su rostro se dibujó una sonrisa.
Piccolo se le quedo viendo un momento, se sentía hipnotizado por el joven, su cuerpo aun brilloso por el sudor, esos músculos marcados sin exagerar y esa dulce sonrisa que acompañaba el bello rostro del joven eran suficientes para sacar de la realidad al namekiano.
-Señor Piccolo...- el joven no pudo evitar un sonrojo, no quería alejarse del cuerpo del mayor, deseaba que pudiesen quedarse asi mas tiempo.
-Creo que necesitas darte un baño y yo tambien.
El de piel verdosa empezó a sentarse en la cama, siendo observado por el joven.
-¿Podemos bañarnos juntos?- esas palabras salieron con timidez, ya habían consumado el acto sexual pero el joven todavía sentía vergüenza cuando se trataba algo fuera de eso.
-Pero...- el namekiano no sabia que responder, temia dejarse llevar por sus instintos nuevamente, la tentación de tenerlo cerca en la ducha seria demasiada.
-Por favor- era simplemente imposible negarle algo a su amado, la dulce voz con la que le pedía las cosas y aquel rostro risueño que no podía dejar de mirar.
El namekiano dio un suspiro se resignación y asintió con la cabeza dedicándole una sonrisa al pelinegro.
Ambos se levantaron de la cama, pero cuando ambos pies del joven tocaron el suelo, una fuerte punzada llegó a su cadera, causando que cayese se rodillas.
-¿Estas bien, Gohan?- el namekiano se le acercó y se agachó a su altura, se estaba cubriendo con el pantalón que encontró en el suelo, el pelinegro seguía por su parte desnudo.
-Es...sólo un calambre..estoy bien- el joven estaba soportando aquel dolor y en un esfuerzo logró mantenerse en pie. El mayor lo miró y sabia que le estaba doliendo pero no insistiría, le pasó algo con que cubrirse y se dispusieron a ir hasta el baño.
Los pasillos estaban solos, ni Dende o Mr. Popo se encontraban rondando por lo que les fue fácil llegar desapercibidos.
Entraron al baño, esos mosaicos de mármol relucían, la tina era grande pero no la usarían, simplemente querían limpiar sus cuerpos rápidamente por lo que entrarían a la ducha. El espacio era poco pero suficiente como para que los dos entrasen.
El namekiano abrió la llave del agua en caliente, dejando que sus cuerpos se mojasen.
El vapor de la habitación escondía gran parte de sus cuerpos y el calor hacía parecer que el sonrojo era por su causa y no por la vergüenza.
Ambos se miraban de reojo mientras lavaban sus cuerpos. Afortunadamente ambos se controlaron y terminaron el baño sin percances.
Se cubrieron y regresaron a la habitación, inmediatamente sintieron ese casi imperceptible olor que habían dejado gracias a su faena de sexo.
Ambos se vistieron, aunque el joven todavía sentía la punzada en su cadera, no quería quejarse por lo que la aguantó.
-Debes tener hambre ¿Quieres que te parece si te quedas a comer?
-Me encantaría, pero debo regresar a casa antes de que mi madre lo haga. Pero puedo verlo más tarde, iré al bosque a observar algunos insectos que encontré en unos de los libros que me dio mi madre. ¿Le gustaría acompañarme?
-No soy bueno observando insectos, pero supongo que puedes enseñarme un poco.
Gohan sonrió ante esa respuesta, se ve que el de piel verdosa ya no ponía restricciones al momento de verse.
-Entonces lo veré mas tarde.
Antes de irse, Gohan se alzó para poder alcanzar el rostro del namekiano, todavía no llegaba a su altura y aun tenia que levitar un poco, cerró los ojos y le dio un beso en los labios en manera de despedida, luego de eso salió de la habitación.
Vio como Dende lo miraba de forma extraña pero no le dio importancia y partió a su hogar.
El joven namekiano estaba confundido aun, no sabia si ir con Piccolo y preguntarle directamente o simplemente guardar silencio.
No quería juzgar a nadie, pero sentía unas grandes ganas de que ellos dos se separasen aun sin darse cuenta.
-Tal vez no debería meterme en ese asunto. Pero...- seguía con la duda, necesitaba pensarlo más.