Lo obligó a recostarse mientras él mismo se recostaba sobre él—Tú no tienes el poder de rechazarme. Si te ordeno que te entregues a alguien más será tu deber hacerlo—le dijo.
Puede que lo sea pero no lo haré—dijo el ojos mieles.
Para su propio mal el faraón adoraba esos ojos intensos—Creí que serías más sensato a esta altura—
Puedes creer lo que quieras. Yo no soy esa clase de persona—dijo el rubio alejando sus ojos de él, sus manos agarraban con fuerza la tela bajo el colchón.
¿Acaso no eres la misma persona que me devoraba con los ojos en los baños?—susurró de pronto el monarca en sus oídos y al ver la reacción del otro que se sonrojó sonrió satisfecho—Soy el único hombre bajo la que has estado. ¿No es cierto?—el otro aun le rehuía la mirada—Recuerdo ahora esa débil declaración tuya de que tenías novio. Puras patrañas. ¿Cierto? Yo soy el único hombre que te ha tocado de esta forma—dijo Seth mientras le hacía rodar para que quedara boca abajo para terminar en un susurro en su oído.
Sintió el estremecimiento debajo suyo que le anunciaba que tenía toda la razón, su mano acarició el muslo ascendentemente, levantando con ella el falderín.
Un ahogado gemido escapó de los labios del esclavo mientras sus manos se aferraban al colchón.
Sé que no tengo el derecho… pero no puedo evitarlo. Yo… quiero solo… ser tuyo y tú… solo mío—dijo el melado sorprendiendo un poco al castaño.
Que arrogancia. Querer solo para ti a un faraón—dijo el ojos azules introduciendo un dedo en la entrada de este y sintiendo la conmoción en el cuerpo de debajo, los gemidos de Joey empezaron a oírse mientras su cuerpo se movía levemente al compas de la danza que Kaiba marcaba con su mano.
¿Acaso te has enamorado de mí?—quiso saber el monarca del Nilo mientras su mano salía del rubio para agarrar con fuerza su cadera mientras levantaba del todo su falda.
Tal vez te parezca extraño… mmmmm… pero en mis tierras uno está con una sola persona… ahhhhh… toda su vida—dijo entre gemidos Wheeler.
Así que así es como funciona al lado del Ponto—dijo en tono grave el de ojos azules.
Los cuerpos de ambos se enredaron mientras el interior del rubio recibía al castaño. Sus cuerpos se necesitaban y el contacto era tan buscado que sus cuerpos actuaban por instinto. Antes del orgasmo el castaño lo volteó para disfrutar sus labios. Juntos terminaron en ese sucio cuarto de servicio mientras la gente de fuera murmuraba.
Entonces llegó el día en que celebraban a Ra y toda la alta nobleza del bajo y alto Egipto asistió a las fiestas. Gente toda engalanada visitó el palacio trayendo los más costosos y exóticos regalos para la prole del divino ser.
Joey para entonces era parte del servicio privado del faraón y desde aquel dia misteriosamente el monarca había dejado de tener fiestas privadas con los otros miembros del servicio privado. Solo Joseph permanecía ratos a solas con el supremo monarca del Nilo.
Yukito veía con aprobatoria mirada la convivencia de esos dos que aunque a veces era algo ruidosa y poco respetuosa se sentía como un hogar.
Aunque Seth se cuidaba ante extraños y a veces invitaba a otros a su alcoba pues era impensable que alguien se diera cuenta de una debilidad que pudieran usar en su contra. Aunque esas cosas se las ocultaba a Joseph.
Entonces alguien, en medio de los festejos lo mencionó al faraón.
¡Espero ver a su prometida pronto!—fue una frase breve pero caló hondo en la persona que de cerca oía las conversaciones. El rubio estaba perplejo. ¿Pero como no esperarlo? Se preguntó de pronto. Seth era el monarca del Alto y Bajo Egipto y su estirpe necesitaba una descendencia real. Era común que los faraones se casaran con princesas o nobles adecuadas para darle una prole sana y poderosa. Con él podía tener hijos pero de ninguna manera esos hijos serían legítimos herederos. Serían nobles o soldados pero jamás podrían aspirar a nada más si es que se les dejaba nacer—He sabido que es una hermosa princesa tuareg y que con ello va a afianzar su poder sobre ese pueblo de salvajes. Es una astuta maniobra mi faraón—lo halagó el noble.