No me dijiste nada—le recriminó el esclavo al supremo monarca del alto y bajo Egipto después de entrar en su recámara y este lo miró como no pudiendo creer que alguien le hablara con ese tono.
Supe desde un principio que serías un problema—dijo Seth mientras se tumbaba--¿Por qué yo debiera notificarle algo a uno de mis esclavos?—Joseph sabía que tenía razón y a la vez no podía detener su malhumor, haló de pronto a Joey y poniéndolo boca arriba en la cama se puso sobre él y le preguntó--¿Es por esa estúpida idea de que yo sea solo tuyo?—El rubio solo puso a un lado su rostro porque sabía que todo lo que pensaba era insensato pero… ¿Qué podía ser si era cierto? Sus mejillas se colorearon de la vergüenza y la mirada del ojos azules se afiló al verlo—Eres el esclavo más problemático que conozco. Lo mejor sería que te entregues a otros—dijo un momento antes de forzarlo a mirarlo y después meter su lengua en su boca.
Las manos del melado estaban atrapados por las del castaño. Wheeler se sacudió aunque sus besos estaban causando el efecto de siempre sentía como su mente se derretía y su corazón palpitaba frenético.
No lo haré—contestó Joey como la primera vez.
Si yo lo ordeno sí—se obstinó Kaiba mientras las lenguas y bocas se alejaban y volvían a encontrarse.
No—negó el esclavo con ahínco enfureciendo al monarca que arrancó el falderín de los muslos y levantó las nalgas con una mano mientras la mano liberada del otro se aferraba a su hombro toda rígida y sus miembros se rozaban por primera vez. La mano encontró el punto y un dedo penetró en cierta zona haciendo que un gemido sorprendido escapara de la boca bajo la suya. Las piernas del esclavo estaban totalmente elevadas permitiendo que sus cuerpos se mezclaran. En poco tiempo todo estuvo listo y el rubio fue penetrado por el castaño de forma salvaje.
El faraón estaba enojado de que el otro aun eludiera obedecerle. Joey sabía que era imposible tenerlo solo para él. Un faraón tenía deberes con su pueblo y su familia, además el otro era la clase de gente que no se ataba a otros. ¿Pero que podía hacer?
Sus gemidos iban en un crescendo mientras las embestidas eran más y más brutales y su miembro rozaba ásperamente contra el estómago del rey del Nilo. Los gemidos se volvieron gritos de pasión mientras un gesto esforzado se veía en la cara del castaño.
Esto no puede seguir así—dijo a la persona que tenía más confianza Seth—Aun con todo tu esfuerzo este estúpido no aprende su lugar y comienza a causarme problemas—añadió señalando al susodicho—Ya no sé que hacer. ¡Me tiene harto! No me escucha. Debería deshacerme de él—estaba fúrico y fuera de sí, pudo ver el peligris mientras que por su parte el rubio parecía destrozado ante la idea de que lo hiciera por lo que al sacerdote de Isis se le ocurrió una solución alternativa.
En dos días partiré a mi viaje anual a Mibes. Por favor deje que lo lleve conmigo. Tal vez el viaje le sirva para reflexionar de su actitud y si para cuando vuelva sigue siendo el mismo usted…--dijo Yukito y Seth lo miró con una mano levantada.
¡Entiendo! Por ahora bastará ya que mañana llegará mi prometida. Tú te encargarás de ponerlo a raya. ¿Verdad Yukito?—preguntó el monarca.vf
Pondré todo de mí, sagrado hijo de Ra para que este esclavo se comporte a la altura de lo que usted espera—dijo Tsukishiro.
Tú siempre estas a la altura de lo que necesito—dijo el castaño son riente a Tsukishiro mientras el melado sentía un frío en su corazón. Aunque Yukito le agradaba y era su maestro, una persona amable y tranquila no podía evitar pensar que en el corazón del monarca era un poco su rival y que le llevaba una considerable ventaja.
Al otro día como siempre Joseph preparó el baño. Sabía perfectamente que sería la última vez en mucho tiempo y tal vez la última por lo que estaba nervioso y ansioso.
Seth entró al baño con el aire señorial de siempre y sus ojos azules lo miraron al pasar por un momento, luego se sentó en el agua perfumada de pétalos pero esta vez no indicó a nadie que se fuera y en todo el baño no lo miró ni una vez mientras a un costado el melado no hacía más que mirar en su dirección.
Cuando se iba retirando y al pasar por el lado del rubio le dijo—Es el castigo que tienes merecido. Espero que hayas aprendido la lección para cuando vuelvas—
En la tarde llegó la próxima soberana del alto y bajo Egipto. Llevaba el nombre de la diosa que Tsukishiro veneraba y era una mujer reposada, de carácter sereno y mirada intensa. Tenía unos ojos castaños y un cutis oliváceo enmarcado en una larga cabellera negra. Hija de un jeque tuareg, debido a un arreglo entre el monarca y dicha tribu errante, sería su esposa y así las alianzas se consolidarían entre ambos.
Joseph se acercó a una puerta mientras se daba lugar a la recepción para ella y su familia. La boda se efectuaría en unos días mientras el rubio estaba ausente. Esa era la principal preocupación del monarca. Desde la puerta el esclavo observó a la mujer y como Seth se presentó con ella. Parecía distante y lejano pero la llevó de la mano a donde el banquete se había servido, no fue para nada grosero, cosa que le dolió a Joey aunque no debía.