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Ancient Egipt por desire nemesis

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Notas del capitulo:

Toya estaba perdiendo hombres al montón mientras ese hombre alado con la cara del sacerdote les asestaba con sus mortales flechas.

 

El pelinegro le apuntó con su arco pero al mirar a su objetivo no pudo dispararle. Tuvo que aceptar para si que era porque si lo hacía dañaría a la persona que portaba a tan malvado espíritu. Ahora sabía uno de los secretos de ese culto que adoraba a la luna. Su sumo sacerdote no solo era el encargado de los ritos sino que llevaba dentro de si un arma oculta contra los demás pueblos que si se desbordaba como en ese momento podía dañar tanto a aliados como a enemigos.

Toya estaba perdiendo hombres al montón mientras ese hombre alado con la cara del sacerdote les asestaba con sus mortales flechas.

 

El pelinegro le apuntó con su arco pero al mirar a su objetivo no pudo dispararle. Tuvo que aceptar para si que era porque si lo hacía dañaría a la persona que portaba a tan malvado espíritu. Ahora sabía uno de los secretos de ese culto que adoraba a la luna. Su sumo sacerdote no solo era el encargado de los ritos sino que llevaba dentro de si un arma oculta contra los demás pueblos que si se desbordaba como en ese momento podía dañar tanto a aliados como a enemigos.

 

El peliplateado lo miró y vio que le apuntaba, desvió su arco hacia él, Toya no pudo aguantar la idea de matarlo aunque no fuera el sacerdote. ¡Que peso enorme habían puesto en sus castos hombros! Pensó con pena por aquel y desvió la vista esperando el momento de ser fulminado pero no lo fue y cuando sus ojos regresaron a aquel que le apuntaba, lo vio más cerca y con su arco a un lado.

 

¿Por qué no has intentado matarme, humano?—preguntó el ser alado con una voz más madura que la de Yukito.

 

El jeque Kin Omoto sabía que no era momento de mentir por lo que dijo la verdad—Para no lastimar a tu portador—dijo el ojos negros—Él es una persona muy importante para mí—

 

Eso puede costarte la vida—le advirtió el alado.

 

¡Lo sé!—contestó el jeque sin apartar su vista de la de él. Entonces dentro del inteligente jeque una solución apareció y ordenó a sus hombres—¡Dejen de querer matarlo!—

 

Pero…--dijo uno de sus hombres.

 

¡Pero nada! Dejen de intentar matarlo, es mi orden—todos los hombres dispusieron sus armas a la orden de su amo.

 

Eres un hombre inteligente—le dijo el ojos claros mirándolo fijo--¿Acaso condenarías a todos tus hombres por salvar solo a uno?—preguntó después.

 

Preferiría… salvarlos a todos—contestó Toya y una sonrisa algo fría apareció en el rostro del otro.

 

Como dije. Eres una persona inteligente. Esto es lo que no puedo hacer. Defenderme de quien no me ataca. Soy el juez y el verdugo—dijo el alado—Mi nombre es Yue—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por días caminaron con su cansado caballo por los senderos que llevaban a Egipto. Asula usaba su maestría en el desolado páramo para sobrevivir y de a poco Joey se fue acostumbrando a su presencia.

 

Una noche el otro le dijo—Así que tu amo te abandonó—

 

Él tiene una prometida ahora y declaró que yo soy un estorbo—dijo mirando ausentemente hacia afuera de la tienda pequeña que montara el otro con aquella tela junto a una palmera—Me envió con el sacerdote para ver si me calmaba o de lo contrario se desharía de mí—

 

Era la verdad pero como dolía el saberlo, se dijo el rubio mientras una mano se deslizaba por su quijada para obligarlo a mirar al otro que tenía su cara cerca.

 

Así que te abandonó la persona que tu querías. ¡Debe doler!—dijo el pelinegro sonriendo.

 

¡Yo nunca dije que…!—dijo el melado.

 

Pero se escucha en tu voz. Deberías aprender a no develar tus secretos a cualquiera. Pensándolo bien… ¿Por qué no me dejas que te ayude a olvidarlo?—preguntó el ojos azules con mirada sádica.

 

¿Disfrutas de esto verdad?—preguntó el herido Joey.

 

¡Aún no pero… piénsalo! ¿De que vale que te sigas manteniendo fiel a un amo que ya te ha descartado?—preguntó Asula antes de besarlo mientras el rubio se resignaba a la verdad. Era cierto. Probablemente el castaño lo había olvidado ya.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Días después encontraron una caravana bien provista y Asula le dijo al jefe de esta—Les ofrezco mis respetos, soy Asula Kin Omoto. ¿Por casualidad van a Egipto? Tengo información importante para el faraón acerca de mi primo y este esclavo egipcio para devolverle—

 

Inexplicablemente Joey se sintió traicionado.

 

¡Con que eres uno de esos rebeldes!—dijo el jefe y lo mando apresar. Mientras lo miraba maniatado por varios hombres que lo habían cercado, el jefe de la caravana le dijo—Nosotros somos hombres de Abdulá Shafir, él nos ha enviado con el encargo del faraón de negociar con ese hombre. Veo que lo has traicionado así que tomaremos tu información y al esclavo y luego iremos a por él—dijo después con cara desagradable. Ambos, Joey y Asula sabían lo que implicaban esas palabras, tomarían la información con tortura y si acaso luego lo matarían para que nadie se enterara de lo que había pasado con él, para el caso su primo no se importaría por un traidor y a nadie le importaría la suerte del esclavo—El faraón ha pedido a mi amo que le regresemos a ese sacerdote a como diera lugar—

 

El corazón de Wheeler se contrajo. El faraón no había dicho nada de él en absoluto. Esa era la prueba real de que no le había importado su suerte.

Notas finales:

Ambos corazones palpitaron por razones distintas

el de Toya y el de Joey

¿Cual sera el futuro de ambos?


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