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Ancient Egipt por desire nemesis

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Notas del capitulo:

Estaba atado en un poste. Los de la caravana le habían dicho que los llevarían por la noche hasta El Cairo donde el esclavo sería devuelto y el prisionero puesto a disposición de este que quizás decidiría arrebatarle la vida pues ya no tenía valor, o tal vez sería vendido en el mercado de esclavos.

Estaba atado en un poste. Los de la caravana le habían dicho que los llevarían por la noche hasta El Cairo donde el esclavo sería devuelto y el prisionero puesto a disposición de este que quizás decidiría arrebatarle la vida pues ya no tenía valor, o tal vez sería vendido en el mercado de esclavos.

 

Asula intentaba resignarse a su destino pero no lo lograba. Era un hombre que siempre había querido decidir su destino y había esperado toda su vida por ello. Aquel arrebato solo era un síntoma de una enfermedad llamada “Deseo de libertad”.

 

De pronto alguien se paró enfrente de él, no miraba hacia la cara porque no tenía ganas de ver a nadie, estaba sentado en el suelo. La otra persona no decía nada y al cabo de un rato captó el interés de Asula quien lo miró. Joey lo miraba como midiéndolo.

 

-¿Y tú que quieres? De seguro vienes a burlarte de mí pero déjame decirte…--dijo el pelinegro.

 

-¡Para ya con tu estupidez! ¿A quien vas a amenazar ahora? Tu situación es tan precaria como la mía—le interrumpió Joseph y Asula calló porque era la verdad—Por otro lado nuestros intereses ahora son similares—dijo el rubio meneando un cuchillo que sacó desde la espalda para mostrarlo al otro—He venido a proponerte algo—

 

-¡Adelante!—lo incitó el ojos azules.

 

-Podría ayudarte a escapar si tu me ayudas con mi objetivo—le dijo Wheeler.

 

-¿Qué es?—preguntó el otro.

 

-Del otro lado del mar hay una tierra de grandes oportunidades. Quiero ir. ¿Me acompañas?—preguntó el rubio.

 

-¿Por qué me invitas a mí? Estoy seguro que muchos de los otros esclavos quisieran ir también—dijo Asula con agudeza.

 

-Puede ser pero ninguno de ellos tiene tu agudeza—dijo el melado.

 

-Yo podría interpretarlo como que en el fondo te agrada mi compañía—le dijo el moreno con una sonrisa.

 

-Y yo podría interpretarlo como que te gustaría quedarte—dijo Joey con otra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yukito despertó de a poco sintiendo la calidez de unos brazos que lo sostenían, abrió los ojos para ver que se trataba del jeque que en su tienda lo tenía abrazado mientras reposaba y el moreno estaba sentado vigilándolo.

 

Inmediatamente se sonrojó al ver tan de cerca la cara del otro que lo miraba con intensidad. Intentó zafarse pero los brazos del otro no lo soltaron mientras preguntaba que sucedió. Al ver la cara del otro supuso que este ahora entendía su secreto y lo que había pasado la noche anterior.

 

-¿Cómo es que…?—trató de preguntar.

 

-¿Seguimos con vida? Logré convencer a ese ser de que no nos matara—dijo el pelinegro muy tranquilo.

 

-¡Eso no puede ser!—se sorprendió el peligris--¡El…!—

 

-El castigo divino puede ser muy poderoso pero no es tonto ni un malnacido. Para aplacar su furia hay que actuar de manera ecuánime que fue lo que yo y el resto de mis hombres hicimos—dijo Toya.

 

-¿El resto? ¿Quiere decir que yo…?—preguntó sorprendido y conmocionado Tsukishiro.

 

¡No has hecho nada!—le dijo el joven jeque con mirada precisa y bondadosa, además de haber cambiado su actitud hacia el sacerdote su trato era más íntimo.

 

-¿Qué dices? ¡Claro que lo he hecho! Yo soy el portador, yo…--dijo debatiéndose el sacerdote para salirse de los brazos que lo aferraban.

 

-¡Tú ni siquiera estás presente cuando él lo hace! Es tu rostro y tu cuerpo pero tú no estás ahí. Pude darme cuenta anoche—las palabras directas de Kin Omoto callaron al peligris y a medida que el silencio continuaba sus labios se acercaron—Él también me dijo como evitar que volviera a suceder—dijo deslizando una mano por su cuello y mejilla.

 

El contacto hizo temblar al ojicafé que se asustó de inmediato porque él también conocía ese secreto.

 

-¡No lo haga!—rogó—Si quiere evitarlo hay otras maneras—le advirtió el peligris mientras la boca del otro tocaba su cuello y sus manos ceñían su cintura. Sentía su pecho latir sin reparos y su cuerpo subir de temperatura mientras intentaba encontrar la forma de convencerlo de no hacer lo que se proponía sin perder su objetivo.

 

-Es por la seguridad de todos—dijo el ojos negros mientras sus manos deslizaban la falda de la túnica del otro hacia arriba y con su cuerpo hacía peso para recostarlo.

 

-No es ne…--dijo el peligris.

 

-Pero yo lo también lo deseo—susurró con voz ronca el pelinegro mientras se introducía entre sus piernas y sus manos desabrigaban el pecho del adorador de Isis.

Notas finales:

Veo que este fic les esta gustando

eso me hace esforzarme mas

estoy cansada del trabajo pero no podia dejarlos sin fic hoy

espero les guste

n.n


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