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No hay herida que un doctor espartano no pueda curar por Discord Di Vongola Arcobaleno

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Notas del capitulo:

Bien, antes que nada este capítulo tendra 100% contenido hetero ya que formará parte de mi segundo OTP de KHR que es el YamamotoxLal que creo que con lo crack que es recompensa todo el yaoi que le falta XD Ok no :( Pero les juro que este será el único capítulo completamente de esta pareja o alguna pareja hetero que se me ocurra de camino. Si no quieren leerlo ya sea porque son heterofóbicos(?) o lo que sea pasen a las notas finales donde les explicaré con gusto de que trató la historia porque si planeo hacerlo relevante un poco.

Era una mañana normal para una peliazul que descansaba en su mullida cama de su oscura y solitaria habitación pero eso no parecía perturbar el sueño de esta mujer, lo que si le perturbaba era el reloj despertador que estaba en su mesa de noche y como toda la dama que era levantó su delicado brazo y golpeo con toda su fuerza el pobre reloj, mandándolo a la pared donde se hizo trizas.

La educada y nada masculina dama se levantó de su cama ignorando sus alborotados cabellos lacios que hasta cierto punto llegaban a ser molestos. Se dirigió hacia una de las puertas que era el baño en donde, después de hacer sus necesidades y peinarse salió de ahí y comenzar a vestirse con su uniforme. Una camisa azul, pantalones azules, cinturón negro y gorra azul para terminar de vestirse colocando una placa en su camisa. Exacto, esta chica es policía.

Salió de su departamento bien feliz de la vida, cerró la puerta y bajo por las escaleras, salió a la calle para camina a su trabajo como la persona sana y responsable que es e iba a entrar a su lugar de trabajo si la imagen de un chico pelinegro de ropas casuales y un ramo de rosas en la mano no la hubiera detenido. Con la mayor discreción posible se dio la puerta y camino lentamente al lado contrario a las puertas de la comisaría, tendría que entrar por la parte trasera…

-¡Espera, Lal! – llamó una voz masculina.

Al parecer no sería su día de suerte.

Se volteó a mala gana para levantar su mirada y ver al moreno frente a él más de cerca.

-Buenos días, Yamamoto-kun. – saludó de manera educada.

-Vamos, Lal. – decía el más alto. – No es necesaria tanta formalidad. No soy mi padre.

-Me niego, Yamamoto-kun. – volvió a decir la peliazul. – Usted es el hijo de mi jefe por lo que debo mantener mi respeto.

-…Bien… - soltó un resignado pelinegro una vez que la mayor le dijo eso. – Al menos acepta esto… de mi parte…

Así, el de ojos castaños le extendió a la oficial el ramo de rosas rojas que tenía.

-Yamamoto-kun… - soltó la mayor, sintiendo lastima. – Yo no…

-Solo acéptalas… - pidió. – Por favor…

Lal miró al más alto, se veía verdaderamente desesperado y no podía dejarlo así, por alguna razón, no le gustaba ver triste o decepcionado al castaño…

-*Debe ser lastima.* - se dijo a sí misma para luego suspirar con resignación y tomar con delicadeza el ramo de rosas. – Esta bien…

-¡Me alegra eso! – sonrió verdaderamente feliz el menor, haciendo que las mejillas de la mujer se volvieran ligeramente rosadas. – Ahora, si me disculpas, ya voy media hora tarde a un evento importante.

-¿¡Qué!? – exclamó sorprendida la mayor, viendo como Yamamoto se iba corriendo. - ¿¡Entonces porqué viniste en primer lugar!?

-¡Por qué no podía evitar faltar para decirte que te amo! – exclamó a lo lejos.

La pelizul se tensó y su ligero sonrojo se volvió un violento rojo que cubría lo mayor posible de su cara.

-¡M-mocoso idiota! – le gritó mientras apretaba con fuerza el pobre ramo de su mano derecha.

-¡TE AMO! – le exclamó con toda la sinceridad posible sin dejar de correr risueño en dirección opuesta para alejarse de su amada.

-¡CÁLLATE!

Ese era el comienzo de una mañana normal para Lal Mirch.

Entró con los hombros y mandíbula tensos para entrar a la comisaría, pasar por el pasillo sin corresponder los amables saludos de sus compañeros y tirarse a su asiento arrojando las rosas en su escritorio.

-¿Pasó de nuevo?

-¡Es que no lo entiendo, Orégano! – exclamó entre avergonzada e irritada. - ¿Por qué sigue insistiendo si ya le he dicho varias veces que tengo novio?

-Verás, Lal… - dijo la de lentes, volviendo a centrarse en su trabajo. – El tener novio no significa obligatoriamente que estas enamorada…

-Lal… - llamó una voz.

La nombrada se giró con rapidez para notar como un hombre mayor analizándola con la mirada.

-¿Si, Yamamoto-san?

-Bueno… ayer terminaste con todo tu trabajo así que hoy bien podrías tomarte el día libre…

-Bueno… - soltó la peliazul. – Realmente esperaba poder ayudar en otra cosa antes de mañana, ya sebe, para evitar “improvistos”…

-Oh, seguro. – afirmó Orégano sin dejar de escribir con envidiable rapidez en la computadora frente a ella. – Podrías ayudarme con las pistas de un caso que intentó resolver.

-El que da las órdenes aquí soy yo. – declaró el mayor, mirando de manera sería a la de lentes.

-Por eso ando esperando que usted le permita a mi compañera ayudarme. – contraatacó verbalmente.

-Bien. – soltó Tsuyoshi después de un suspiro cansado, no podía contra aquel caso perdido. – Solo asegúrense de salir para esta tarde y no más tiempo.

-De acuerdo, Yamamoto-san. – afirmó Lal para acercarse a su compañera quien le ofreció parte de su desayuno.

Pasaron las horas ambas oficiales trabajaron juntas en el caso que, por ahora, no era nada serio, solo un ladrón de billeteras que se la pasaba vagando en las pobladas noches de la ciudad, aun así, deberían atraparlo antes que se vuelva más peligroso que simple atracos. Lal con su astucia logró descubrir varias pistas en la imágenes y videos del crimen, sin embargo, tan concentrada estaba que apenas notó que ya había pasado la hora de comer. Se despidió de sus compañeros y salió de su trabajo para dirigirse a un departamento diferente al suyo. Saludó al recepcionista quien le correspondió alegre, subió por pocas escaleras para abrir con ayuda de su llave la puerta y pasar por ella una vez abierta. Se encontró con varios olores viejos, botellas de plástico tiradas y alguna que otra caja de pizza. Sin inmutarse por la poca basura que siempre estaba en aquel lugar caminó con calma hasta donde se escuchaban ruidos y entró a una habitación para encontrase con un hombre rubio y de ojos azules tirado en su cama viendo televisión.

-Hola, Colonello. – saludó la peliazul para tirarse a lado del mayor quien le abrazó contra él sin dejar de cambiar los canales.

-Hola, Lal kora. – respondió este sin dejar de ver el partido.

Lal se acomodó en la cama, quitándose de encima los zapatos y la gorra para mirar el partido junto a su novio. Realmente le gustaba el futbol pero no era su deporte favorito… Normalmente veía el futbol y luego se perdía en sus pensamientos… como ahora. Pensó y pensó en cosas sosas y sin verdadera relevancia en su vida cotidiana, la hora que era, las compras de la semana, si un tigre es más fuerte que un tiburón, cosas comunes, hasta que un pensamiento invadió de improvisto su mente: Yamamoto Takeshi, el único hijo de su jefe Yamamoto Tsuyoshi. El chico no tenía más de 15 años y ya se le había declarado a ella, quien tenía 24, fácilmente su padre podría ir y arrestarla por pedófila, esa era una de las miles de razones por las que no podía aceptar los sentimientos del menor. Segundo, porque ella YA TENÍA NOVIO. Se la había dicho, gritado, escrito pero al joven parecía que le entraba por una oreja y le salía por otra. Y mil, es solo un adolescente, debe estar confundiendo las hormonas alteradas por amor. Amor hacía ella. Amor hacía la oficial marimacha… la que nadie quiere como pareja… Volteó a ver a Colonello; no era cierto. El rubio a su lado la quería no los iba a separar un simple adolescente con linda cabellera, y grandes ojos chocolate que le miran como nadie nunca la miró, o aquella sonrisa brillante que le calmaba, o aquel rostro tan atractivo o… esperen… ¿Estaba pensando todo eso de Yamamoto-kun? ¡No! Eso no estaba bien. No. No. No. NO. ¡NO! Ella no podía ser una maldita pedófila… no ella… pero… la forma en cómo le habla, en como la mira… le hace sentirse… rara… nunca se sintió así con nadie más, ni siquiera con Colonello… Volteó a ver al ojiazul disimuladamente. Se sentía bastante cómoda a su lado pero no igual de cómoda que con Yamamoto. Con el rubio sentía que eran más un par de compañeros….

-Oye, Colonello… - llamó al concentrado rubio.

-¿Si, Lal? – le preguntó embobado con la pantalla.

-¿Te acuerdas de algo importante que ocurrirá mañana?

-Eh… mañana…. – analizó. - ¡Ah! ¡Si! Mañana es mi día de descanso kora.

-Si pero, ¿No te acuerdas de algo más importante que sucede mañana?

-Uhm… No creo… - dijo el rubio para voltear a ver a la peliazul. - ¿Por qué lo dices kora?

-….No… por nada…

Y así, ambos siguieron viendo el partido que terminó con 2-1 con victoria para los Pumas y se levantó la pareja de la cama para cenar una pizza de pepperoni. Una vez acabada la cena la peliazul salió de ahí para dirigirse a su departamento donde una vez adentro se preparó para dormir y se arrojó a su cama donde se acomodó, cansada.

Pasaron las horas y salió el Sol para alumbrar el día y las calles de Italia pero eso no pareció inmutar el sueño de Lal Mirch quien dormía plácidamente en su cama. Sin embargo, no pudo continuar con aquella agradable tarea puesto que el sonido que provenía de su celular le obligó a despertarse, al parecer había recibido un mensaje.

Con toda la pereza posible tomó entre sus manos el aparato y lo abrió.

“Buenos días.” decía el mensaje de un desconocido. “Asómate por la ventana, cumpleañera.”

Como estaba medio dormida y así no funcionaba su buen juicio, la mayor se levantó con flojera de la cama para encaminarse hasta la ventana cubierta por un par de cortinas las cuales separó de par en par. Sus ojos se cerraron ante la luz que transmitía el exterior al cual aún no se acostumbraba. Esperó encontrarse con el mismo terreno baldío frente a su departamento, los mismos edificios, las mismas plantas pero al abrir los ojos los tuvo que abrir como platos de la impresión.

Rosas.

El terreno baldío frente a su edificio ya no estaba tan desolado, tenía varias flores que formaban “Feliz cumpleaños, Lal” siendo rodeada por varias rosas rojas y en el centro de esta estaba un joven de 15 años saludando a la peliazul desde abajo. Con el corazón en la boca, Lal tomó la chamarra más cercana a ella y salió corriendo por las escaleras para salir del edificio, darle la vuelta y encontrarse con el menor de los Yamamoto quien le esperaba sonriente.

-Feliz cumpleaños, Lal. – felicitó.

-Yamamoto… ¿Qué haces aquí? – preguntó sorprendida la mayor. - ¿Cómo hiciste todo esto?

-Tengo algunos amigos que me ayudaron. – respondió el más alto intentando no darle mucha importancia al tema. – Por vierto, quería preguntarte si estas libre el día de hoy…

-Yo…

=¡Rin!= =¡Rin!=

-Espera un momento.

Por coincidencia del destino, la chamarra que tomó era la que tenía su celular en uno de los bolsillos; lo agarró y contestó la llamada.

-¿Hola?

-Hola, Lal. – dijo la voz de Colonello a través del aparato. – Parece ser que no tendré el día libre, un idiota pensó que era buena idea meter su cabeza por un tubo de alcantarillas pero como Reborn sigue desaparecido seremos nosotros los inexpertos los quienes tendremos que ayudar al pobre sujeto. Probablemente no podré verte en todo el día, ¿está bien?

-Si…., está bien… - dijo esta. – Adiós.

-¿Entonces si estarás libre?

-…

-…

-Tú lo planeaste, ¿verdad?

-¿Qué? ¡No! – exclamó nervioso el más alto. – Y no haría nada para perjudicarte… solo quería invitarte a salir conmigo.

-Bueno…

-¡Espera! Antes de que digas que no. – dijo Takeshi para sacar de uno de sus bolsillos un par de papeles. – Tengo boletos para un torneo de  boxeo esta noche. Quería saber si querías acompañarme.

Lal miró con sorpresa y ojos brillantes ambos boletos  y luego miró al moreno, ¿a quién quería engañar? No tenía amigos con quien pasar su cumpleaños y esos boletos parecían demasiado tentadores…

-Está bien. – aseguró la peliazul, decidida a no caer bajo los encantos del menor. – Iré contigo.

Y este sonrió de manera reluciente.

Iba a ser más difícil de lo que ella pensó.

-Increíble. – dijo Yamamoto. – También pensé que sería buena idea pasar el día juntos… claro, si no estoy interrumpiendo planes tuyos.

-No, realmente no. – afirmó. – Solo déjame irme a cambiar y nos vamos desde ahora, ¿de acuerdo?

-Bien.

Así, una vez lista, Lal salió en compañía con Yamamoto por la ciudad, fueron a desayunar, al parque y luego a comer, fueron al cine y una vez acabado aquel día entre transcurso de risas y bromas llegó el paso de la noche, la hora perfecta para ver una buena batalla en el ring.

Una vez que llegaron encontraron sus asientos donde se sentaron para admirar la pelea. Primero entró un sujeto castaño de piel blanca sin llegar a lo pálido y de ojos negros vistiendo pantalones cortos azules con rayas blancas y al otro lado entro un hombre pelirrojo de piel bronceada y ojos verdes llevando pantalones cortos blancos con líneas rojas, verdes y negras.

La pelea comenzó, el público gritaba emocionado pero nadie como Lal que tomó por el cuello a una pobre alma en desgracia a su lado mientras se emocionaba con la pelea. Y Yamamamoto... bueno, él estaba más concentrado en admirar a Lal, con su cabello cayendo perfectamente por su espalda, con aquellos ojos rojizos que brillaban de emoción ante la pelea frente a ella; Takeshi no pudo evitar aquella sonrisa de bobo enamorado que tenía en sus labios porque eso es lo que él es.

Un bobo enamorado.

Al final de la pelea siendo el pelirrojo el vencedor con un buen gancho izquierdo que dejo noqueado a su oponente, el público satisfecho se dirigió a un bar que estaba unido con el lugar donde se realizó los 3 rounds, entre aquellas personas estaban Lal y Yamamoto quienes se sentaron en la barra, pidiendo una cerveza y una Coca Cola respectivamente.

Una vez que les sirvieron pagaron por la bebida una buena vez y entre plática y risas no notaron como un hombre musculoso se acercaba a ellos con una mueca de disgusto.

-¡Oigan ustedes! – exclamó, llamando bastante atención. - ¿Qué hacen aquí?

-Nosotros vinimos de ver la pelea. – contestó de manera cortés la oficial.

-¡Ja!  ¡Las peleas son para machos de verdad! –exclamó de manera burlona el sujeto. - ¡No para nenitas debiluchas con complejo de hombre!

-¿¡Entonces porqué estas aquí, debilucha!? – atacó Lal. La paciencia nunca había sido su fuerte.

-¿¡Cómo me llamaste, maldita perra!? – exclamó furioso el musculoso acercándose a la mujer.

-Espera, Lal. – dijo Yamamoto, interponiéndose entre ella y ese mastodonte lleno de músculos. – Yo me encargo.

Así, Takeshi le dio la espalda a la pequeña peliazul para enfrentarse cara a cara con el sujeto musculoso y, con velocidad sobrehumana levantó su brazo  le dio un certero puñetazo al más grande en el rostro, el cual, le dejó noqueado.

-¡Jefe! – exclamaron los compañeros del musculoso.

-¡Corre!

Y fue así como Lal y Takeshi tuvieron una entretenida persecución, huyendo de varios motociclistas enfadados. Sin importarles realmente que estuviera lloviendo a cantaros corrieron y corrieron por las desoladas calles hasta que se toparon con un pequeño callejón donde se ocultaron, escuchando como las motocicletas pasaban a su lado de manera veloz.

Una vez que notaron que eran los únicos ahí comenzaron a reír bajo las gotas de agua.

-Eso… fue tan… divertido. – afirmó la mayor entre jadeos y carcajadas.

-¡Sin duda! – cooperó el otro.

-Aun así, mañana tendré que volver por permitir que pasen menores de edad en el bar. – aseguró la peliazul. – Me meteré en un gran embrolló seguramente.

-Tal vez pueda ayudarte con eso.

Lal levantó la mirada perdiéndose nuevamente en aquellos ojos cafés que le miraban con tanto amor. No podía evitar quedar prendada ante el brillo de esos ojos, si de por sí ya es difícil no-enamorarse de alguien quien le ama tan locamente, tenía que cargar con el acelerado palpitar de su corazón y las arañas en su barriga. El frío de la lluvia quedó en el olvido ya que el sincronizado palpitar de sus acelerados corazones les brindaba suficiente calor para dejar todo en el olvido. La piel se rosaba con la del otro al tener las manos del más alto alrededor de su cintura y las manos de la peliazul sobre los brazos del moreno. Sus rostros se fueron acercando, cada vez más y más, sus ojos se fueron cerrando y la distancia se fue acortando, sus respiraciones compartían el mismo aire, solo hacía falta cortar aquellos cortos milímetros para que al fin sus labios se unieran…

-Sería increíble… si no tuviera novio…

Y después de aquellas palabras de la peliazul, ella se alejó, dejando al menor bajo la lluvia…

Una vez que llegó a su casa cajo mirada de algunos pocos desconocidos quien le miraban como si estuviera loca, se quitó su empapada ropa, se bañó con agua caliente, se puso su pijama y se acostó en su mullida cama. Y mientras ocultaba su rostro entre la almohada lloró, por Colonello, por ella pero sobre todo, por Yamamoto.

A la mañana siguiente se levantó de mala gana, golpeó el reloj despertador y se vistió pero no solo con pereza, también con tristeza pues no dejaba de pensar en los sucesos del día anterior.

Salió del departamento para encaminarse a la comisaría donde recibió la decepcionante sorpresa de que no se encontraba Yamamoto con algún ramo de rosas o alguna guitarra para dedicarle una de aquellas lindas canciones o con alguna tarjeta increíblemente exagerada… no había nadie más que gente común y desconocida que la rodeaba cual río a una roca.

Siguió su camino, subió las escaleras y abrió las puertas y ver algo fuera de lo común, un alarmado pelimorado quien era consolado por un niño pelirrojo y eran atendidos por Orégano.

-¿Qué ocurre? – preguntó a su compañera.

-Estos chicos reportaron un secuestro. – dijo notablemente incómoda. – Lal, él es Skull y este pequeño es Enma.

-Ah, sí. – dijo esa extendiendo su mano de manera educada siendo correspondida por el menor. – Colonello me platicó mucho de ustedes. ¿Qué pasa? ¿A quién han secuestrado?

-¡Ese es el problema! – exclamó un alterado Skull sujetando a la peliazul por los hombros. - ¡Colonello fue secuestrado!

Y puede que Orégano le haya pedido a Skull a gritos que soltara a su compañera y también Enma se lo haya suplicado mientras le jalaba el brazo al pelimorado quien se la pasaba gritándole y llorando pero Lal no se movió, solo miró el horizonte, pues su mente se había desconectado de la realidad, incapaz de creer que su atolondrado novio había sido secuestrado.

Continuara...

Notas finales:

Bien, aquí esta el capítulo:

Lal es policía del cual Yamamoto esta enamorado quien es hijo del jefe de Lal. Ella es novia de Colonello, un doctor del mismo hospital donde trabaja el ahora secuestrado Reborn. Llegá el cupleaños de Lal, no tiene con quien celebrarlo puesto que Colonello esta realizando una operación de último momento por lo que Yamamoto la invita todo el día a salir. En un momento "íntimo" para ambos ella le rechaza y se va. A la mañana siguiente Yamamoto no aparece y descubre por Skull y Enma que Colonello ha sido secuestrado.

Bien, pueden burlarse de mi pareja esta rara e incluso dejar sus comentarios de todo tipo, no me ofenderán ni nada XD Ya se´que es rara y lo acepto. 


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