Seth despertó y como siempre su ama de llaves le trajo a sus esclavos de siempre para que lo vistieran y arreglasen.
Camino a los baños, como siempre el faraón no habló nada mientras era conducido al amplio lugar, solo cuando notó cierta falta en ese lugar dijo—Quiero que traigan al perro. ¿Por qué no ha preparado mi baño? ¿Acaso cree que por estar herido él…? ¡Recuérdenle que es mi esclavo ahora!—
La ama de llaves hizo una señal y un esclavo corrió fuera del baño volviendo con uno de los soldados de faraón que se arrodilló, era algo así como un capitán y Seth no conocía ni su nombre pero sospechaba algo.
Me temo que ese esclavo escapó anoche acompañado de su compañero, hijo de Ra—dijo el hombre.
¿Qué estás diciendo?—preguntó el otro sorprendido.
¡No se preocupe! Unos soldados han partido luego de saberse la noticia y no dudo que pronto les darán alcance. ¡Vivos o muertos los traerán de vuelta!—contestó el soldado tratando de aplacar la furia del ojos azules.
¿Vivos o muertos? ¿Qué estupidez es esa? ¿Quién os dijo que yo aceptaría tal cosa?—preguntó Kaiba fuera de si agarrando las ropas del otro para obligarlo a levantar la cabeza y mirarle—Si llego a saber que sus estupideces me quitan algo de mis posesiones, iran a la tierra de los muertos con sus familias y con corazones muy pesados—amenazó el faraón—Ahora avisa a esos idiotas y ve a detenerles antes de que tu y tu familia desaparezcan para siempre—
Era muy efectivo el enojo de faraón que puso a correr al hombre.
Un ave fue enviada con el mensaje de que estaba prohibido dañar a aquellos que perseguían. Lastimosamente una flecha salida de quien sabe que lugar, acabó con la vida del pájaro y su carta ni bien cruzó los límites de la ciudad.
En el desierto las tropas perseguían a los escapados sin más orden que atraparlos como fuera, vivos o muertos y llevarlos ante el supremo regidor de Egipto. Los hombres que empezaron a ver a lo lejos sus figuras decidieron tomar el camino mas seguro para atraparlos y eso es por lo que levantaron sus arcos para ir en su pos.
Luego de un par de horas cuando el jinete solitario proveniente de palacio les dio alcance les preguntó si los habían perdido por lo que uno de ellos bajó de su caballo y le mostró la camilla tapada que llevaba al ristre.
El soldado se horrorizó ante la vista de los dos esclavos. Estaban aun con pedazos de flechas clavados y sangre en muchas partes.
No se si sobrevivan hasta llegar pero… ¿A quien le importa?—preguntó uno de los perseguidores. El soldado se imaginó siendo devorado por la Devoradora con su familia y golpeó al tipo hasta casi desmayarlo.
Los compañeros de este lo agarraron y el otro levantándose confuso y dolido le preguntó que le pasaba.
¡Maldito! ¿No recibiste el mensaje? Si estos hombres mueren tendremos el placer de ser enviados con la Devoradora con toda nuestra familia—dijo el enojado soldado y los demás quedaron blancos de la conmoción.
Mokuba estaba en sus clases de cabalgata cuando vio llegar a esos soldados y viendo la camilla tapada presintió algo malo. No era que usualmente se preocupara por lo que pasaba a la gente fuera de sus conocidos, quizás solo fuera el destino lo que llevara al príncipe a dirigirse a ellos o quizás la turbia mirada del soldado al mirarle.
¿Mokuba? ¿Qué haces?—preguntó su joven amigo Yugi mientras lo veía apartarse de la clase que tenía junto a él para ir en pos de algo mas.
Cuando Moki preguntó que llevaban el jefe de la expedición al su parecer le contestó que era algo para su hermana como queriendo eludirlo.
¡Quiero ver!—dijo el pelinegro mientras llegaba el tricolor y se posaba junto a su amigo para ver.
Si su alteza—dijo uno y de inmediato bajó para mostrarle pues no se le podía negar nada.
La visión de los cuerpos asesinados fue mucho para el ojos azules que reconoció a su reciente amigo entre ambos.