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Ancient Egipt por desire nemesis

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Notas del capitulo:

¿No creen que es injurioso? ¿Dejarnos aquí sentados mientras va a ver a un simple esclavo?—preguntó el sumo sacerdote de Amon Ra a los otros tres sentados en sus respectivos asientos—Además se supone que todos formamos parte de los cinco grandes pero él solo escucha lo que el sacerdote de Isis dice. ¿Estamos de acuerdo?—preguntó el enmascarado mientras los otros se miraban entre sí algo inseguros pero al final asintieron—Se los dije hace mucho. Él, aun siendo un hijo de Ra, posee defectos que un Faraon no debiera tener—

¿No creen que es injurioso? ¿Dejarnos aquí sentados mientras va a ver a un simple esclavo?—preguntó el sumo sacerdote de Amon Ra a los otros tres sentados en sus respectivos asientos—Además se supone que todos formamos parte de los cinco grandes pero él solo escucha lo que el sacerdote de Isis dice. ¿Estamos de acuerdo?—preguntó el enmascarado mientras los otros se miraban entre sí algo inseguros pero al final asintieron—Se los dije hace mucho. Él, aun siendo un hijo de Ra, posee defectos que un Faraon no debiera tener—

 

Pero…--dijo el sacerdote de Horus.

 

Pero… ¿Qué podemos hacer? Él tiene al divino castigo de su parte—dijo el sacerdote de
Osiris.

 

¿Y si yo les dijese que el supremo sacerdote de Isis carece ahora del castigo divino?—contestó para sorpresa de todos, hubo murmullos que el disfrutó.

 

El sacerdote de Osiris dijo—Pero eso significa que…--

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaban caminando por los pasillos con paso rápido camino de regreso con los sacerdotes cuando uno de los soldados hizo acto de presencia y se arrodilló en su camino.

 

¡Mi Faraón!—dijo.

 

¿Qué quieres? ¿No ves que estamos de camino a una importante reunión? ¡Cualquier cosa puede ser dejada para después!—dijo el ojos azules aun nervioso por lo que el peliplateado le había dicho antes. En sus venas hervía la sangre Kaiba.

 

Mi señor yo no lo molestaría de no ser relevante. El padre de la faraona está aquí y solicita verlo urgentemente. Al parecer la guerra con los tuareg ha terminado—dijo el soldado sorprendiendo a ambos hombres. De inmediato una cara acudió a la mente de Yukito. Si la guerra había terminado tal vez él… o tal vez todo había terminado pacíficamente con un acuerdo. Durante esos años había escuchado de proezas realizadas por cierta persona en los campos de batalla. Siempre de lejos, por la cercanía con el Faraón, esperaba noticias pero nada más. Después de todo el otro ya había tenido lo que quería de él aunque Yukito no había podido olvidarlo.

 

¿Así que de eso se trata?—preguntó algo más calmado el regidor de Egipto--¡Di a mi suegro que espere y cuida de que él y su gente sean bien servidos!—ordenó—Iré en cuanto termine la reunión—añadió.

 

Las caras de disgusto eran evidentes y el enmascarado lucía plácidamente sentado en su silla.

 

Las caras toscas cambiaron con la noticia, las cosas se animaron.

 

¿Y tú estás feliz?—preguntó al enmascarado el ojos azules haciendo notar cierta insinuación a su enmascarada faz.

 

Todo lo que beneficie a vuestro reino me complace, mi faraón—respondió el supremo sacerdote de Amon-Ra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dejó la túnica con capucha en el perchero de astas de caribú y la máscara de oro sobre la pequeña mesa junto a este. Respiró hondo cerrando los ojos y sonriendo con algo de satisfacción.

 

Las puertas tras él se abrieron y escuchó pasos. No tenía porque preguntar quien era, de sobra sabía quien se atrevía a entrar así en los sagrados aposentos de la cabeza del culto de Amon-Ra.

 

¿Pudiste ejecutar tu plan, tío?—preguntó la figura tras él esperando con tranquilidad que el volteara y le mirara, pero este no lo hizo. Simplemente abrió los ojos y se encaminó hacia adelante donde en una mesa estaba todo dispuesto para un fresco refrigerio a base de frutas.

 

Agarró una roja manzana y mientras la observaba atentamente contestó a aquel que continuaba parado en medio de la vistosa habitación, adornada de tules y exquisitas flores, a la cual no había mirado ni una sola vez—Mis planes se han visto retrasados por el destino—contestó.

 

Lo siento mucho, tío—dijo la figura más pequeña.

 

El supremo sacerdote de Amon-Ra miró al horizonte con mirada de águila contestando—No te preocupes. El destino es bastante interesante, teje telarañas pacientemente para que aquellos que se equivocan de camino se enreden más y más hasta desfallecer. Puede que el destino me halla deparado cosas mejores de las que yo pretendo—luego mordió su manzana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Es un placer veros, mi Faraón!—dijo el padre de Isis inclinándose ante su yerno. En aquellos años solo había prosperado pues los negocios le sonreían al suegro del supremo Faraón de Egipto. Junto a su nuevo nombramiento había obtenido el apoyo militar de su yerno y de sus aliados romanos en las batallas que drásticamente se volvieron solo encuentros con guerrilleros cada vez menos aprovisionados y menguados.

 

Seth no le tenía especial aprecio a ese aventajado salido de las arenas que había regalado a su hija a cambio de poder al mejor postor. Si bien para él las personas eran una propiedad en la medida de carecer de poder, no podía evitar odiar a la gente avariciosa que no sabía cual era su verdadero lugar. Después de todo ese era un hombre vulgar, el cual sólo tenía el mérito de una hija bien casada. Un líder tribal sin rango social en Egipto por mérito propio. Su único interés al casarse con la muchacha era obtener una cuña dentro de esa apestosa región y lograr asi apaciguarla para dedicarse a otra cosa pero los malditos tuareg eran una raza realmente terca y le había costado 8 años el borrarlos de su dominio.

 

¿Y bien? ¿Cómo terminó ese asunto?—preguntó el faraón sin siquiera saludarle cosa que el otro percibió pero prefirió ignorar.

 

Hemos aplastado completamente a los impíos, hijo mío—dijo Ahve con una sonrisa amarilla. Kaiba odiaba que lo llamara así, sus ojos se achicaron con el desprecio pero en vista de que el otro había conseguido su meta se contuvo. Yukito sintió un súbito dolor al saber que probablemente Toya Kin Omoto, había perecido. Sus ojos se dirigieron al suelo mientras su mano acudía a su pecho.

 

Alegre su suegro llevó una mano atrás en señal de que la siguiera con su mirada y el ojos azules la siguió mientras los de detrás del viejo se apartaban.

 

¿Quién es él?—preguntó Seth al ver la figura.

 

Es Toya Kin Omoto, líder de los rebeldes—dijo Ahve y sorprendido el ojos café levantó la mirada encontrándose de frente con esos ojos oscuros que no veía hacía ocho años—Te lo he traído como regalo para que dispongas tú mismo de su ejecución—añadió el jefe tuareg.

 

Toya se encontraba de rodillas, amordazado y atado de pies y manos. Pero sus ojos hablaron mucho más de mil palabras al reencontrarse con los del peliplateado.

Notas finales:

¿Y bien?

quiero agradecer a todos los que estan pendientes de este fic

al principio la trama se me hizo dificil

pero ahora hasta yo espero el prox cap

XD

ja ne


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