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Ancient Egipt por desire nemesis

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Notas del capitulo:

Seth estaba frustrado y si algo quitaba su frustración era llevar a cabo actos de justicia como aquel.

 

Sentado en su trono observaba al verdugo con su larga espada parado junto al enemigo a decapitar. El moreno silencioso lo miraba y él se levantó. Había visto aquellos ojos antes en la faz de Yukito y por los informes que releyera estaba seguro de ahora tener a su presa.

Seth estaba frustrado y si algo quitaba su frustración era llevar a cabo actos de justicia como aquel.

 

Sentado en su trono observaba al verdugo con su larga espada parado junto al enemigo a decapitar. El moreno silencioso lo miraba y él se levantó. Había visto aquellos ojos antes en la faz de Yukito y por los informes que releyera estaba seguro de ahora tener a su presa.

 

Por ello el acto no era público. Solo dos eunucos y el verdugo oirían sus palabras y ellos sabían lo que hablar significaría.

 

El castaño tomó con su mano la cara férrea que le miró sin dudas.

 

¡Así que tú eres la persona que he estado buscando!—dijo el faraón.

 

¡Si! Yo soy la persona que te ha estado causando problemas. Yo estaba para casarme con la faraona cuando tú…--dijo Toya pero Kaiba no lo dejó terminar.

 

¡No es eso a lo que me refiero! ¡Tú tomaste algo valioso para mí!—dijo con fría y maligna mirada el faraón.

 

¿Valioso?—preguntó el pelinegro y luego se enojó--¡Yo no soy ningún ladrón! Puedes intentar denigrarme, incluso matarme pero yo nunca he robado y…--el pelinegro no alcanzó a terminar su frase ya que el castaño golpeó con fuerza su mejilla.

 

¡Ningún tipo de baja estofa como tú va a decirme lo que puedo o no hacer! ¡Tratar de mentirme! ¡En mi cara!—Kaiba estaba muy molesto.

 

Yo no he…--dijo el ojinegro igualmente molesto.

 

¡Si lo hiciste! ¡Robaste algo que jamás podrás devolver!—dijo con mirada entre dolida y cruel el ojos azules y al ver esos ojos un poco sin entender, por un camino tortuoso Kin Omoto llegó a la verdad.

 

¿Te refieres…?—preguntó el jeque.

 

¡Admites tu culpa!—gritó enderezándose el gobernante de Egipto.

 

¡No! ¡El no…! ¡Yo no…!—contestó el pelinegro, admitirlo era mandar a una muerte segura a Yukito.

 

¡Deja de insultar mi inteligencia! ¡Sé que fuiste tú y por eso morirás!—le dijo el castaño apuntando con el dedo.

 

¿Y él?—su voz era tremulosa y despertó la curiosidad en Seth.

 

¡No sé de que hablas! ¿Por qué debiera pasarle algo a esa persona?—preguntó el monarca con aire impenetrable. Entonces Toya entendió que lo único que pretendía ese hombre era castigarlo a él, Yukito quedaría afuera de eso. A salvo.

 

¡Entonces has lo que quieras!—dijo el ojos negros.

 

No necesito tu permiso para eso—dijo Seth con furia y procedió a sentarse en la silla dispuesta para eso.

 

El verdugo caminaba hacia su presa bien dispuesta cuando la puerta de pronto se abrió y entró un Yukito muy agitado.

 

Miró a Toya y luego al verdugo y no lo pensó antes de correr y cubrir con su cuerpo al maniatado moreno.

 

¡Oye, Tsukishiro que piensas…!—trató de regañarlo el faraón antes de pedir que lo quitaran de ahí.

 

¡No pienso dejarte matarlo!—gritó con todas sus fuerzas el peligris sorprendiendo a todos. Kaiba sintió que su corazón se detenía a la vez que Toya quien miraba la expresiva cara a milímetros sobre la suya que tenía los ojos cerrados mientras él permanecía de rodillas y el otro inclinado sobre él.

 

¿Qué tú…?—preguntó el impactado castaño pues jamás se imagino esas palabras saliendo de la boca del mayor.

 

¡Sé que esta es una gran ofensa mi faraón y estoy dispuesto a recibir mi castigo!—dijo mas calmado ahora el otro antes de volverse y mirar al ojos azules—Solo le pido… que perdone la vida de este hombre—suplicó con su voz y ojos el peliplateado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Por qué…?—preguntó el aun sorprendido prisionero después de que los demás los dejaran solos.

 

Los recuerdos hacían temblar a Tsukishiro mientras pensaba en su respuesta--¿Cómo podría…? Aunque sé que todo fue parte de su venganza yo…--

 

¿De qué habla?—le cortó el pelinegro y el sacerdote miró al jeque—Yo nunca…--

 

Pero usted…--dijo el sorprendido Yukito.

 

Sé que cometí un terrible acto pero… no me arrepiento—dijo el moreno—Yo… Solo quería estar contigo pero tu salud… ese monje tuyo me dijo que te curarían y además… vivir huyendo… sin libertad… sin las cosas a las que estás acostumbrado—son las vacilantes palabras que hicieron entender al peligris lo equivocado que había estado durante esos ocho años.

Notas finales:

Espero les haya gustado

sobre todo a los fans de ToxYuki

los quiero

mata ne

n.n


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