El tarareo de la pequeña que tomaba de la mano a su padre mientras caminaban para llegar a aquella casa en las montañas era pegajoso.
-Jugaré mucho con mi tío.- la pequeña sonaba entusiasmada, su padre únicamente sonreía ante tal ternura e inocencia de su hija.
Llegaron sin problemas a aquella casa, tocaron un par de veces notando que la puerta estaba abierta y pasando con discreción.
Se escuchaba un alboroto en la cocina, algunos murmureos entre dientes que dejaban notar la rabia que contenía la pelinegra.
-¿Dónde se metió? ¿Acaso piensa que lo dejaré sin castigo alguno?- sacaba aquellos fideos de la olla y los reposaba en otra bandeja, el crujir de la carne friéndose y el burbujeo de la sopa eran escuchados claramente por ambos pelinegros que se habían metido a la casa.
-Mamá - el joven interrumpió el malhumorado murmurar de su madre, llamando inmediatamente su intención causando un cambio de humor.
-Gohan, hijo. ¿En qué momento llegaste?
-Acabamos de entrar, dejaste abierta la puerta.
-Ya veo. Pan, ven aquí a darle un abrazo a tú abuela. - la mujer dejó un momento de lado las ollas y se agachó a la altura de la pequeña para que ella le diese un pequeño pero tierno abrazo.
- Iré a ver a Goten.- el joven se disponía a encaminarse a la habitación del joven, pero la mujer lo interrumpió.
-No está.- soltó el abrazo que tenía con su nieta y regresó su atención a las ollas, movía la sopa y una salsa con lentitud, el sonido del metal chocando era algo molesto.- No sé que se piensa ese niño, pero no regresó después de ir a entrenar con tú padre, por lo que no fue a clases.
-¿No regresó? "Yo pensaba que sólo escondía su Ki por estar en la casa"
-Ya le marqué a Goku pero no contesta el teléfono. Goten está en serios problemas, que no crea que no tendrá un castigo.
-¿Ya intentaste marcar a la corporación cápsula?
-¿Eh? ¿A la corporación?.
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El primero en darse cuenta de aquella presencia amenazante fue el peli lila, miraba a su alrededor, cada detalle, todo indicaba que efectivamente, estaban en la habitación de su madre.
¿Qué haría? ¿Cómo escaparían? ¿Por la ventana? ¿Y qué harían con el desastre? Su cabeza no daba para ideas en ese momento, escuchaba los pasos cada vez más cerca, la voz de su madre murmurar para sí, debía hallar la manera de escapar de ella y que ninguno de los dos se viese descubierto y envueltos en problemas.
-Me pregunto si Trunks ya estará aquí. Creo que es momento de decirle lo que Vegeta me dijo.
Ya se encontraba a pocos pasos de su habitación, Goten no tardó en darse cuenta de la presencia de la mujer, asustándose por no saber que hacer.
Ya se encontraba dispuesta a entrar, pero el sonido de su teléfono la interrumpió. Dio un suspiro pesado antes de contestar, ya estaba algo cansada y sólo quería recuperar energías.
-¿Bueno?
-#Bulma, soy Milk.#
-Hola Milk. ¿Qué sucede?
-#Bulma dime. ¿De casualidad mi Goten no está ahí? Es que no regresó del entrenamiento en la mañana y Goku no me responde. Además Gohan dice que no puede sentir su presencia.#
-¿Qué? ¿No regresó? Que extraño. Iré a ver si está con Trunks en su habitación.
La peli azul caminó entre esos pasillos buscando la habitación de su hijo, los jóvenes se dieron cuenta de esto, dándoles un poco de tiempo para escapar.
Se colocaron sus ropas, con el miedo a ser descubiertos el pelinegro no pensaba en el dolor agudo de su parte baja.
Las sábanas fueron removidas, la ventana fue abierta tratando de que el aire circulara, no podían dejar todo así. Algunos objetos habían caído al suelo sin que ellos se diesen cuenta antes, por lo que ordenaron todo lo más rápido que pudieron. Todo en cuestión de segundos, el peli lila encontró unas sábanas limpias en el armario y las colocó.
-Bien, hay que salir con cuidado.
El pelinegro pensaba en abrir la puerta pero Trunks lo detuvo.
-Lo mejor será salir por la ventana.
Ambos se miraron y estuvieron de acuerdo, no querían usar mucho su Ki por lo que saltaron de la ventana al patio trasero procurando no ser vistos.
La mujer no había encontrado a los jóvenes en la habitación asi que fue a la suya aún con el teléfono en el oído.
-No los encontré, pero si lo veo te llamo.
-#Gracias Bulma#
La mujer colgó y se adentró sin rodeos a su habitación, la ventana estaba abierta, pero no le dio importancia pensando en que ella había olvidado cerrarla.
-¿Acaso no eran color crema las sábanas? - ahora el color era un rosa pálido, dejando confundida a la mujer, ladeó la cabeza y supuso que el cansancio hacía que su mente jugara con ella.
Se acercó a la ventana para cerrarla y se fijó en el patio, su hijo y el pelinegro estaban sentados charlando.
-Con que estaban afuera. Será mejor que llame a Milk, si no estará más desesperada.
Mientras la mujer le llamaba nuevamente a la pelinegra, ambos jóvenes hablaban un poco.
-¿Tú crees que se dará cuenta de lo que hicimos?- el pelinegro temía, no quería ni imaginar las reprimendas y el escándalo que armaría su madre.
-No creo, pero por si acaso debemos actuar normal, no causar sospechas.
-¿Sospechas de qué?- esa voz, un escalofrío recorrió el cuerpo de ambos jóvenes dejándolos paralizados al ver de quien se trataba.
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Sus ronquidos eran leves pero audibles, quedando grabados en los muebles que rechinaban su madera casi al mismo compás que ellos.
Después de comer decidieron dormir, realmente había sido un día demasiado relajado para ellos, algo a lo cual el príncipe no se acostumbraba pero no veía mal hacerlo de vez en cuando.
El respirar del menor causaba cosquilleos en el cuello del de cabellera de flama, levantándolo poco a poco de su sueño.
-Kakaroto quítate de encima.- el de cabellos alborotados estaba abrazando al príncipe, quedando su cuerpo arriba de él mientras hundía su cabeza en el hueco del cuello y hombro.
El menor no hacía caso, provocando que Vegeta frunciera el ceño. Lo movía para despertarlo pero no lo lograba.
-Ya veo, como no estas despierto, entonces no te daré ese delicioso postre que escondí.
De inmediato los ojos del menos fueron abiertos y su cuerpo se levanto un poco para tener su mirada fija en la del Vegeta.
-¿Qué postre? - sus ojos brillaban de sólo imaginarlo.
-Imbecil, no hay ningún postre. Sólo quería ver si te hacías el tonto y ya vi que si. Ahora quítate de encima que quiero bajar de la cama.
Al menor no le quedó más opción que moverse, dejando al más bajo pararse. Miró como se estiraba, esa espalda con cicatrices de batallas se veía tan tentadora, pero no, ya habían hecho bastante.
-Kakaroto, no sé tú , pero quiero entrenar un rato. ¿Vienes?
-Claro.- Goku se levantó, el crujir de sus huesos se escuchó al estirarse.
Ambos se colocaron sus ropas para entrenar, después de todo eso les encantaba.
El único que había sido consciente de los leves cambios de energía en los jóvenes había sido el de cabellos alborotados pero en su mente esos dos solamente habían entrenado, sin tener idea del acto que habían consumado.