Como se los dije sus exelencias—dijo de pronto una voz y ambos hombres miraron hacia el lugar desde donde provenía. Sin darse cuenta los sumos sacerdotes se habían hecho presentes mientras hablaban y habían escuchado—El sacerdote de Isis ha perdido aquello impensado y el faraón lo sabía pero nada ha dicho—dijo el de la máscara mientras los cuatro parados miraban a la inusual pareja de cómplices.
¿Cómo te atreves? ¡He ordenado que nadie…!—trató de sermonearlos Seth.
Tratando de intimidarnos en esta situación—casi se burló el de Amon-Ra—Solo alguien tan pretencioso como Seth Kaiba podría atreverse a hablarnos así después de descubrir su conspiración para ocultar el pecado de Tsukishiro—
¡Cuida como hablas de mí! ¡Recuerda quien soy!—le contestó amenazante el ojos azules.
¿Qué? ¿El hijo de Ra?—preguntó el supremo sacerdote de la divinidad.
¡Exacto! Ese soy yo y nadie más. Yo soy la voz de un Dios viviente y nadie puede desobedecerme—amenazó Kaiba.
¡Es cierto! ¡No podemos ignorar al hijo de Ra!—dijo el sacerdote de Horus lleno de divino temor hacia la descendencia de un dios y Seth se posicionó mejor al ver que las caras descubiertas de pronto mostraban temor pero la pregunta de Amon-Ra colapsó tanto a Yukito como a él.
¿Y dime? ¿Acaso él es el único que podría llenar ese puesto?—
El castaño entrecerró los ojos y así dijo--¡Sabía que algo estabas tramando! ¡Por eso hiciste que el enano se hiciera amigo de Mokuba, piensas influenciarlo una vez yo y su maestro hayamos desaparecido! ¡Será tu títere y tú el nuevo rey, oculto en las sombras como te gusta estar, serpiente traidora!—
Pero… ¿Qué decís? ¿Acaso yo te os he hecho pecar y engañar a todos nosotros? ¿Creísteis que siempre saldríais impune por vuestros crímenes? Vuestro corazón esta demasiado pesado Kaiba para la balanza de la rectitud—dijo el sacerdote.
¡Y el tuyo ha de ser muy liviano ya que careces de él!—contestó el castaño.
¡No sois quien pueda juzgarme! Sabéis que aún siendo el hijo del divino Ra teneis normas que acatar y que ser virtuoso. No despegaros del camino trazado. Engañarnos con algo tan grave como un pecado mortal es causa justa para enviaros a la tierra de Osiris y que él juzgue quien erra y quien vive. ¡Guardias!—gritó el enmascarado y soldados de palacio se hicieron presentes--¡Apresad al faraón y al sacerdote de Isis! Esta noche serán juzgados por traición a los dioses—exclamó y con algo de temor los soldados hicieron lo que estaban preparados para hacer llevándose a los denunciados a dos celdas cercanas.
Joey estaba molesto por su situación, no solo estaba esclavizado de nuevo sino que el idiota se burlaba de él en todos los sentidos. Le lastimaba estar cerca suyo. Le enfermaba estar tan conectado a esa persona que a todas luces le importaba un pepino de él salvo cuando creía agredido su orgullo. Deseaba tanto llegar con la legión. Allá sería bien recibido, le respetarían. Si hubiera sabido que el destino le jugaría tan sucio nuevamente… Fue su culpa por pavonearse frente al delirante ese sin temer que le jugara sucio a causa de su torcida forma de pensar.
Se revolvía en la cama no por su dolor físico sino por la impotencia y la furia que se acumulaban en su interior. Estaba tan ensimismado que al principio no oyó las voces de dos mujeres sirvientas que hablaban bajo la ventana de ese dormitorio.
¡No puede ser!—dijo una ante los susurros de la otra y eso captó la atención alelada del rubio.
Yo misma lo oí del sacerdote de Amon-Ra, lo hablaba con los otros sacerdotes. Van a ejecutarlos mañana—dijo la mujer y los ojos mieles se abrieron con estupor. ¿Iban a ejecutarlos mañana? Tenían que escapar. Se dijo Joey de sí mismo y Asula pues pensaba que de ellos se trataba.