Solo tú podrías habernos metido en este lío—dijo Asula a su amigo mientras miraban la terrible escena. Llevaban los tules apropiados en la cabeza y un velo en la cara. Sus figuras femeninas eran algo gruesas pero funcionaban en el momento de aparecer por un lado del estrado del sacrificio.
Los guardias los vieron y se adelantaron levantando sus manos para indicar que el camino se hallaba prohibido--¡Ustedes mujeres…!—dijo el capitán de la guardia acercándose enojado a una, iba a agarrar, ella revoloteó sus ropajes en la cara del tipo al sacárselos y le dijo--¿Qué tu madre nunca te enseñó que lastimar a las mujeres no es de hombres?—antes de golpearlo en la zona baja escondido tras la tela y luego agarró la espada del desfalleciente hombre mientras su compañero hacía lo mismo con el otro guardia.
El sacerdote de Amon Ra agarró fuerte el hombro del chico a su lado mientras veía como avanzaba el ataque de ese gamberro, como él lo llamaba.
¡Tú ve por ellos que yo me ocupo del idiota!—dijo el rubio al pelinegro y este fue a los cercanos Toya y Yukito que estaban sorprendidos por el alboroto pero nada lograban ver ya que estaban a sus espaldas.
¿Los llevo?—dijo agachándose entremedio y halándolos de las muñecas amarradas para atrás pues desde delante se acercaba otro guardia, este enfiló su espada al pecho del ojos azules pero este sin soltar a los sorprendidos prisioneros le dio una astuta patada aprovechando que había alzado el arma para descargarla encima suyo mientras la propia descansaba ahora en su cinto para halarlos a ellos. El tipo salio disparado por la patada.
Joey estaba a punto de llegar con el castaño cuando de pronto el ojos azules estaba en problemas. El enmascarado estaba tras suyo con una daga apoyada en la garganta de este luego de obligarlo a levantarse para escudarse en él—Si das un paso más mataré a tu preciado faraón—dijo el sacerdote.
¡Has lo que quieras! ¡Mata al idiota! ¿En serio piensas que me dejaré matar por él? Debes estar de broma. El tipo me humilló varias veces y casi logra que me maten. Por mí puedes freírlo. Yo vine por mi maestro que fue el único decente conmigo. ¡Con él puedes hacer lo que quieras!—se expresó el rubio con media sonrisa—He estado ocho años sin él. Forjé mi vida lejos y el idiota me encerró ni bien me puso las manos encima. ¿En serio crees que lo salvaría? Creí que me conocías mejor—
¿Acaso no era por él por quien llorabas a los pies de aquella estatua?—preguntó el sacerdote.
Mientras tanto Seth se había resignado a las palabras del otro, era de esperar que pensara en él así viendo lo que le había hecho. No era que no pudiera concebir la manera de pensar del otro es que no creía que fuera importante.
Entonces la gente empezó a gritar y huir despavorida del lugar dejando sorprendidos a los del altar. Seth oyó en esos momentos un sonido que lo llevó a otros tiempos y sorprendido miró mientras los otros que habían reconocido por otras experiencias el gutural sonido se movieron lentamente para poder ver esos ojos melados terminando de subir las escaleras traseras.
Mokuba estaba paralizado a unos pasos de su padre y el sacerdote mientras la felina figura se deslizaba con mirada reconocedora. Kaiba estaba nervioso por su hijo. Los melados ojos del león encontraron otros similares que lo observaban y llamaron su atención. El animal probablemente se había escapado de alguna jaula en que estaba esperando como regalo o ofrenda que era y de algún modo escapó porque era evidente que el sacerdote de Amon-Ra que aterrorizado lo miraba detrás del cuerpo del faraón no lo había dejado en libertad para dar cuenta de ellos.
Amigo yo…--dijo Asula a su amigo.
¡Sí, llévatelos que aquí estorban!—dijo el rubio refiriéndose a Yukito y Toya.
¡Joey!—exclamó su antiguo sensei.
¡Tranquilo maestro! Debe ser que no sabe como un esclavo se vuelve ciudadano en Roma—dijo el ojos mieles mirando directo al gatuno miembro de la especie mamífera y recordando otros tiempos--¡Allá en Roma en un lugar llamado coliseo nos friegan bonito con estos bichos! Tuvimos que matar unos cuantos para verle el pelo a la libertad y todo para agradar a las masas. ¡Menudo fiasco!—
Seth se paralizó. ¿Acaso el rubio había dicho lo que había dicho? ¿Qué había matado a varios leones por aquellas tierras?
Dice la verdad. Tranquilo sacerdote que él y yo si estamos aquí es porque sabemos cargárnoslas—le dijo Asula al peliplateado antes de susurrarle a ambos--¡Vámonos despacio sin actos bruscos o atraeremos a ese animal!—
Mokuba, tu camina lento por atrás de mí hacia ellos. Asula te lo encargo—dijo Wheeler.
Espera un momento—dijo el faraón algo enojado.
Si crees que te voy a pedir permiso para salvarle la vida a tu hijo alucinas mas de lo normal idiota—dijo el rubio muy rígido esperando el ataque enemigo. Seth apretó los dientes pero nada dijo.
Entonces, justo cuando Moki pasaba lentamente tras Joey el león atacó.