Sasuke permanecía dormido a su lado y Naruto sonrió al ver la figura, tenía su cabeza apoyada en su hombro izquierdo y el hombro que estaba para arriba descubierto sensualmente mientras su brazo descansaba sobre el pecho de Naru. La luz del atardecer iluminaba desde atrás su cabeza dejando los ojos cerrados en penumbra, una de las piernas Uchiha se hallaba montada sobre una de las suyas mientras la otra descansaba sobre el suelo a un lado, Sasuke solo conservaba su camisola blanco-grisácea que le daba por la mitad de la espalda y sobre un hombro mientras delante estaba abierta.
“¡OYE, NO TE EMOCIONES CHICO QUE YO NO AGUANTO UN TERCER ROUND! ACUÉRDATE QUE AUN FALTA QUE EL CUATRO OJOS CHUECO DEL DEMONIO DESHAGA LO QUE HIZO ASÍ QUE AUN USAMOS EL CHACRA DEL VAMPIRO UCHIHA” habló Kurama al sentir como el chico se emocionaba en cierta parte especial y saber como se estaba sonriendo como bobo al ver la expresión del teme dormido.
“¡Ya sé, datebayo! Solo déjame disfrutar la vista” le dijo internamente el rubio mientras lo miraba con sus orbes azules “No se puede ver al teme tan pacífico a menudo”.
“¡EN ESO TIENES RAZÓN! ¡EL CARA DE VENADO MUERTO ÉSE NO MUESTRA UNA EXPRESIÓN PACÍFICA NI SIQUIERA POR DESCUIDO CUANDO TIENE LAS VELAS ESAS ABIERTAS!” dijo el zorro confundiendo a Naruto.
¿Velas?—preguntó el otro frunciendo el ceño sin darse cuenta de que hablaba en voz alta y el otro arrugó su ceño antes de entreabrir sus ojos.
“¡QUE BONITOS OJOS TIENES DEBAJO DE ESAS DOS CEJAS!” escuchó de pronto Naruto y puso cara de hastío.
“¡Oye! Has pasado mucho tiempo cerca del otro Kurama” dijo Naruto 1 al kyuubi 1 internamente mientras sentía como el otro se reía por hacerlo sufrir—Lo siento, teme, te desperté—le dijo en voz alta el ojos azules al que se frotaba un ojo con cara de mal genio mientras se apoyaba en un codo.
¿A quien diablos llamas teme, usura…?—trató de insultarlo mientras terminaba de frotarse los ojos pero antes de que terminara de hablar o de ver algo estorbaba su habla. Un beso y una lengua lo impedían.
Yo—le respondió después de un momento el rubio antes de volver a sus labios mientras lo empujaba para que rodara de espaldas con una mano sobre el costado de su panza, colocando deliberadamente una de sus piernas entre las de él para que su muslo rozara “cierto lugar” arrebatándole un gutural gemido que provocó un intenso chupón en el cuello Uchiha.
“¡OYE! ¿QUÉ CREES QUE HACES? ¡YA ESTUVIMOS HABLANDO DE ESO Y…!” dijo el bijuu.
“¡Oh! ¡Tú cállate zorro viejo y deja disfrutar a la juventud!” le dijo Uzumaki.
“¡SUENAS COMO LEE!” refunfuñó Kurama.
“¡Lee una mierda! ¡Yo soy Uzumaki Naruto, datebayo!” dijo el pelirubio mientras disfrutaba con la boca de una de las tetillas de su gimiente pelinegro, luego sus labios recorrieron el trayecto hacia el sur que hizo que el ojos negros se arqueara y entremezclara sus dedos con los dorados cabellos para obligarlo con ansiedad a engullir toda su virilidad que deseaba ser devorada, tocar esos puntiagudos caninos con éxtasis y lograr el climax en esa boca. Sus piernas ya estaban del todo contraídas mientras su respiración era entrecortada y sus gemidos pronto se convirtieron en verdaderos gritos agónicos de placer, cuando al fin se vino sintió que le arrebataban un manto apretado y cayó hacia atrás, sintió con sus manos como el otro acercaba su cara hacia la suya y abrió sus ónices para mirar directo a la cara marcada por seis veces.
Ambos miraron sus bocas y despacio las unieron para testear juntos el sabor de la esencia del Uchiha. Segundos más tarde Uzumaki levantó una de la piernas de este para entrar en él sin cuidado ya que era reciente toda actividad por lo que la entrada se encontraba dilatada. Como una anguila penetró la oscura cueva sin problemas, deslizándose ansiosamente y a ciegas en un mundo profundo y prohibido mientras solo el tacto brindaba información.
Las manos de Sasuke bajaron a los hombros descubiertos de Naru y delinearon sus omóplatos sintiendo la tensión de la espalda debida a la ansiedad y el deseo y se deleitó sabiendo que él era el culpable de todo eso mientras no abandonaba los carnosos labios del otro que de pronto arremetía tan bestialmente como siempre, haciendo saber a su interior que esa era su casa, que le pertenecía.
Esta vez ambos se vinieron y lanzaron un grito en el momento oportuno para caer desfallecidos nuevamente el uno en los brazos del otro.