CAPITULO V
La fría noche no pasó desapercibida para ninguno de los dos hombres que dentro de la cabaña ninguno sabía qué hacer y mucho menos que decir para resolver la con función que ondea en el aire
- ¡¡SE PUEDE SABER COMO DEMONIOS SABES MI NOMBRE!! - reclamo el francés
- ¿Qué?– volteo el dueño de las turquesas – mmm que? – lo miro sin entender – ahh ya
Se levantó y de su mochila saco una carpeta un tanto magullada por los golpes y se la extendió a su compañero. Intercambiaron miradas antes de que el de, cabello turquesa tomara la carpeta que milo le extendía, aunque para Camus seguía siendo un completo desconocido.
Miro la carpeta y luego al hombre que ya se había alejado de él y estaba acuclillado a la altura de la chimenea con la libre a un lado.
Lo vio arrancarle la cabeza y abrirla por la mitad. Meneo la cabeza e hizo un gesto de asco, antes de dar media vuelta y mirar la carpeta
Decidió apoyarse en una pared; pasando cerca del hombre que si mal no detallo era solo un poco más grande que él, Para proponerse a leer la carpeta que este le había entregado. ESO SI; su mano derecha aun empuñaba la espada y su postura no era menos rígida que antes
Milo lo miro detalladamente no le importo su actitud en su caso actuaria igual, pero se fijó más en su pierna cubierta por la tela del pantalón negro machada de sangre. Frunció el ceño en definitiva eso no le gusto.
Leyó y releyó las hojas donde estaba toda su información personal;
Por alguna razón sintió enojo, ese hombre sabía mucho de él, pero él no sabía nada de ese hombre eso no le gusta para nada. Movió las hojas todas con información de la misión que aún no había logrado cumplir.
Mientras rebuscaba entre la hoja, una más pequeña que las demás cayó al suelo donde reconoció la firma de shion autorizado a ir a ese hombre a buscarlo. Lo miro nuevamente. Ahora ya entendía ciertas cosas.
Aflojo un poco, “solo un poco” la presión que tenía sobre la empuñadura. – ¿así que somos aliados? – dijo llamando la atención del griego; ni siquiera él estaba seguro de eso; milo lo miro y se encogió de hombre.
- yo no sé qué tengas tú en mente pero mi misión era encontrarte – miro la chimenea mientras encendía el fuego y luego voltea a mirarlo nuevamente con una sonrisa altanera – lo cual. Ya hice. – afirmo triunfante.
Camus frunció el ceño pero no dijo nada.
- ahora solo queda reponernos y marcharlos – Camus lo miro sin entender a lo que se refería Milo estaba más serio que antes, mientras se levantaba del suelo aventaba el cuerpo despedazado de la liebre a la hoya más o menos pequeña que había buscado de su mochila, mientras hablaban.
Arrojo zanahorias y tomates, unas hojas de lechuga y dudo un momento pensado si tirar la cebolla también dentro de la cacerola. No era algo que le gustaba demasiado
- tu pierna – susurro mirando el fuego, pasaron unos segundos de silencia antes de que volviera a hablar – está herido y yo agotado. Así que ambos necesitamos reponernos. ¿Estás de acuerdo? – como respuesta solo recibió una afirmación del de los ojos zafiros.
Milo miro a su a compañero, ambos estaban callados, el sonido de las llamas chocar contra la hoya fue quizás lo único que oyeron
Luego de un rato más. Fue esta vez Camus quien empezó hablar
- ¿cómo te llamas? – por fin salido la pregunta a la luz que tanto misterio era para el peli – turquesa.
- mmm que acaso no te había dicho – su contesta no sonó como una pregunta, más bien parecía que lo hubiera dicho más para él, que para quien le había preguntado. Así que para el otro no hubo la necesidad de responderle
– ahh que descuido – una carcajada resonó dentro de la cabaña; mientras Camus lo veía un tanto desequilibrado con respecto a sus cambios de temperamentos – Me llamo Milo
Se levantó del suelo y camino hacia quien lo miraba en ese instante. No fue difícil saber que ambos hombre no eran de la misma nacionalidad, la estatura de ambos era muy diferente milo era más alto y más oscuro mientras Camus era de menor masa muscular
- no creo que haga falta de te diga como me llamo – levanto la carpeta que tenía en su mano izquierda – porque despues de todo ya lo sabes
Milo solo rio notando el un leve humor en sus palabras – esta bien, si eso es todo no tenemos nada de que hablar – contesto antes de dar la media vuelta y sentarse frente a a hoya
El tiempo parecía eterno esa noche, Camus guardo por fin su espada en la vaina, y camino hacia una pequeña mesa que estaba en todo el centro de lo que antes en tiempo de paz había sido una “sala”
Tiro la carpeta sobre la mese sin importarle el paradero de las hojas, allí ya no tenía nada más que le importara
Pasaron alrededor de once minutos mas en pleno silencio cierto aire de incomodidad los rodeaba pero ambos tenían cosas mas importantes que buscar romper el hielo entre ellos
Camus suspiro apoyado completamente en la silla aunque quiso negarlo está ya muy cansado y sus heridas latentes no ayudaban
Milo despego su mirada del fuego que tan hipnotizado lo tenía por el suspiro que había irrumpido el silencio
Entrecerró los ojos nuevamente con molestia aparte. - ( Se está quedando dormido ) – pensó
Un impulso entro a su cuerpo de buscar algo con que revolver el caldo que estaba cocinando rebuscar en su bolso y lo único que encontró similar a una cuchara fue un delgado y pequeño palo de hierro
su molestia aumento y sin decoro lo arrojó al suelo causando un molesto sonido cuando la madera y el hierro se encontraron en el impacto.
Camus se sobresaltó y lo miro sus movimientos acelerados y rígidos, tensos como un animal. Toco su espada por acto reflejo pero no la desenvaino
- ni modo será así – como una lado de la olla con su mano derecha mientras con la izquierda tenía un bombo en el cual serviría la comida – maldita sea – rujió al sentir el calor del fuego contra su piel
Sus pisadas fuertes y bruscas sonaron en todo el lugar camino asía el francés acelerado y tan rígido.
Molesto
Milo estaba molesto
no costo comprobarlo cuando el bombo golpeo rústicamente la mesa y el caldo caliente cayo en la madera y en la mano griega
Pero que – intento interrogarle el francés pero no le salían las palabras eso cambios de maniático lo están alterando
- ¡¡ Te estas quedando dormido!! – Grito levemente el griego – COME Y LUEGO DUERME – sentencia amenazante y molesto inclinándose levemente así el francés
A Camus eso no le gusto; NO DIJO NADA pero con una expresión impávida lo miro un momento, (y pensar que lo creía alguien “agradable”) – pensó mientras batía el bombo con el dedo, mala idea porque luego de segundo los retiro al sentir lo caliente de la comida; miro la espalda griega antes de llevar en dedo a su boca para aliviar el calor y de paso probar la comida
Milo por otra parte dio media vuelta y camino así la olla, él también tenía que comer, se sentía frustrado una enorme frustración que no puedo esconder se demostraba en todo su cuerpo, sus acciones
Con su comida en sus manos camino asía la pared, aun lado de la puerta. Antes de llegar a sentarse una leve chispa brillo en su cuello y escucho nuevamente esa voz
// - El no tiene la culpa de que te sientas solo//
Milo enfureció - ¡¡¡CALLATE!!! – su puño derecho se estrelló contra la pared con tanta fuerza que la marca quedo labrada en ella, mientras con su mano izquierda rompió completamente el pequeño bombo y la sopa se rego por el suelo y un poco de su ropa
Camus estaba de pie justo detrás de, el separados por una distancia prudente miro su plato en su mano izquierda ya vacío y luego levanto de nuevo la mirada al griego miro su espalda, su cabello azul en ella, su puño en la pared y su mano izquierda que no parecía herida.
El griego se sentó de frente – ( Genial ya no tengo ni dónde comer )
La madera rechino y Camus se inclinó frente a él, milo levanto la mira mirándolo directamente
- ten – dijo suave el francés en busca de no alterar al otro
- que acaso no has comida nada – dijo seco al ver el bombo lleno
- no; ya comí, pero este no es para mi
Le extendió el plato y milo miro su brazo remangado, hizo lo mismo que él para servir. Cogió con parsimonia el plato.
Después de segundos sin saber que más hacer o decir Camus se alejó y se acostó cerca de una de las paredes vigilado por milo
- yo no estoy solo – dijo bajo tan bajo que Camus lo no escucho a pesar del silencio, un susurro directo para ese collar en su cuello, comió mientras la brisa helada de la noche entraba por las ventanas rotas apagando con ella la única luz dentro de la chimenea y así ambos quedaron dormido.
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Amaneció. Un nuevo día, de entre los cortos dos días que llevan juntos
La recuperación de Camus era sana a pesar de contar con poca ayuda, era un tiempo de guerra los suministros que ayuda eran difíciles de encontrar. Pero a pesar de todo MILO el nombre del desconocido que intentaba no olvidar, siempre le tenía un medicamento, o un vendaje para su cuerpo.
Aunque
Nunca me hablaba; era como estar solo, entro a la cabaña, tiro su mochila y sin el más mínimo cuidado se esparramaba en el suelo, después de un rato revisa su bolso y saca un franco azul oscuro. Y sin el menor cuidado que ya tenia lo avienta a mi dirección. Me cuesta atraparlo pero lo logro
Busco etiqueta, nombre o algo que me diga que es eso.
- es agua oxigenada, para que no se te infecten las heridas – me responde sin miramientos, Asentí tal vez como señal de agradecimiento pero yo mismo sé que a milo ese gesto no le importaba
- gracias – fue un silencioso agradecimiento que dije Camus más para sí mismo que para milo. Por su parte Milo lo escucho pero lo ignoro se paró justo al frente de la chimenea y miro ligeramente Asia atrás Camus estaba al frente de la chimenea pero como a 2 metros de distancia pegado a la parar con su vista fija en el franco Fijo su vista nuevamente en la chimenea de la cual colgaba la olla llena verduras y agua…
-.-
La filosa espada golpeo contra el suelo ya estaba harto de llevarla llena de sangre, enfoco su vista en un pequeño arroyo en donde la tiro después de recogerla, limpio sus manos y la espada.
Pasaron unas horas sin pista de un lugar. Ya estaba harto de caminar pero sus fuerzas eran suficientes para una pelea dura si se lo proponia
Escalo una colina, con una gran vista. En donde alcanzo a ver una pequeño pero denotado pueblito abandonado… O al menos eso creía
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La sopa había sido simple, pero llamativa
El griego estaba en la mesa al frente de Camus, su mente divagaba por algún lugar desconocido para Camus. Que sencillamente suspiro.
Milo lo miro y después a la puerta
Algo dentro del tenia desconfianza, desconfianza hacia Camus
No sabía porque a pesar de que no hablaba mucho con él y la comunicación entre los dos era nula, no se sentía muy confiado aunque tampoco se sentía incómodo o fastidiado era como estar complacido pero desconfiado
- que enredo - pronuncian empujando su cuerpo hacia atrás Camus lo mira aun con la cuchara en la boca con la mano derecha y la tasa sujetada con la izquierda.
Milo solo decidió descansar, empujo su cabeza así atrás y cerró los ojos, Camus lo miro confundido y elevo una ceja.
- ¿te sientes bien? – pregunto bajando la cuchara y la tasa
- sí. - Tajante así se sintió la pesadez e incomodidad en el aire.
- hua – intento hablar pero prefirió callar. Termino de comer la poca sopa que había en el recipiente, tendió la taza asía milo que aún tenía los ojos cerrados. Claro movimiento de que tenía hambre y quería más sopa pero después reflexiono milo estaba demasiado serio. Sentía un poco solo un poco de malestar por hablarle y molestarlo. y si llegaban a pelear él tenía la desventaja estaba muy débil
- mejor que no – dijo para bajando la tasa y la cuchara lentamente
Milo lo note pero no hablo, no por maldad si no que no había entendió lo que ese gesto significo.
-.-
Casas vacías era lo único que tenía a la vista, destenso su cuerpo al verse solo.
Pero a su sentido olfativo llego un olor, un sabor algo salado sin duda
Miro los techos de las casas, sus chimeneas. Todos estaban congelados y brillosos por el frio.
Hasta que su vista logro ver una chimenea en especial una que no estaba congelada, no tenía hielo, era diferente en varios sentidos a las otras, y si no era por su borrosa vista por el cansancio juraría que salía un poco, solo un poco de humo de esa chimenea.
- maldición – maldijo al pensar que no estaba solo en ese pueblito, fuese quien fuese no sería bueno ya que estaba solo y no sabía cuántas personas podía haber en esa casucha.
Reviso su mochila de cuero negra y busco algo que lo ayudara a lo que vendría.
Hasta encontrar una bomba de huma paralizante que lograba paralizar con su veneno; incluso desmayar a la persona en minutos. Eso contando con su forma física y estado de salud, y sentido olfativo.
Camino unos cuantos pasos hacia la cabaña, no esta tan lejos y de un fuerte y brusco jalón de dientes rompió la bomba, apuntando con fuerza Asia la casa, rompiendo la puerta en pedazos
Desvainando su espada; estaba listo para todo.
Una sonrisa socarrona invadió su rosto al pensar en lo que vendría…
- una pelea sin duda.
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