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No hay herida que un doctor espartano no pueda curar por Discord Di Vongola Arcobaleno

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Notas del capitulo:

Perdón por la demora!

No estoy segura completamente de quien es la canción pero si la quieren escuchar escriban en YouTube:

"Broadway Aradia - Safe and sound (sub esp)

Me encontraba durmiendo en la mañana cuando algo me levantó. No fue ni un sonido ni un toque hacia mi persona, fue más bien mi súper intuición, la cual me levantó a la fuerza.

Algo andaba mal.

Me levantó de manera brusca de mi mullida cama tengo que quedarme estático por unos segundos, soportando el dolor de cabeza que me provoco tan brusca acción. Moví las sábanas para algún lado con el plan de levantarse pero mi torpeza se hizo presente nuevamente en mi vida diaria, enredando mis pies con las sábanas que no alejé lo suficiente y cayendo cara a cara contra el suelo.

Después de gemir de dolor ante mí ya común desgracia desenredé mis pies desde el suelo para sentarme y tallarme la nariz pero sentí nuevamente como un jalón desde mi estómago de quería jalara un lugar. Me levanté para enderezarme y una vez parado caminar hasta la puerta pero, sin poder evitarlo, me fije en el espejo del baño notando mi deplorable aspecto. Piel pálida por la falta de Sol y aquella inmensas, para no decir infinitas ojeras que le hacían guerra a mis mejillas en busca de terreno. Eso último era debido a todas las noches de insomnio. A pesar de prácticamente tener la cama más cómoda de toda Vongola (por ruego y súplica de Gokudera) no podía dejar de pensar en lo ocurrido… en Vito… en Byakuran… en ella…

Suspiré.

Si tan solo Giotto y Vito estuvieran aquí…

-Ah... –solté de dolor mientras me torcía y apretaba el estómago.

Cada vez aquella sensación de que algo estaba mal me molestaba a tal punto de que llegaba a dolerme…

Los chicos… fue en ellos en lo que pensé inmediatamente.

Ignorando el dolor tomé una capa con capucha que me coloqué mientras corría hasta el final del cuarto donde abrí la puerta de golpe y fui con prisa a la habitación de los más pequeños pues ahí fue a donde me condujeron mis pies además de que ellos son demasiado pequeños y no deberían estar involucrados en todo esto.

Abrí la puerta de su cuarto con lentitud para encontrarme el lugar frío y tan oscuro que apenas y podía visualizar mi mano. Entre y una vez que me fije en la hora cerré la puerta. Era temprano. No más de las 6 de la mañana o al menos eso creí haber visto. Caminé lo más sigilosamente posible que pude en la habitación y me acerqué a las camas. Me posicioné a la izquierda de la primera cama de sabanas azules y la baje un poco. Suspiré con alivio al ver bajo esta al pequeño Fuuta, durmiendo como todo un angelito. Me di la vuelta para quedar al lado derecho de otra cama con sábanas verde primavera y la destapé para ver al pequeño Lambo dormir a pierna tendida con baba escurriendo de su boca junto con algunos ronquidos que escapaban de ella. Levanté la mirada para ver como en la tercera y última cama estaba otro pequeño bulto del tamaño del niño vaca inconsciente –más bien, medio muerto. – frente a mí y le sonreí. Me alejé de las dos primeras camas con ya algo de calma en mí y me acerqué a la otra de sabanas rojas y estampados de fideos. Pero… después de unos segundos miré extrañado el bulto. Ni se movía. Ni siquiera para respirar. Me acerqué con la mayor cautela posible y con el corazón palpitándome con fuerza en el pecho, intentando huir por mi garganta. Levanté mi brazo izquierdo tomando la manta entre los dedos de mi mano y la levante.

Almohadas.

Solo había muchas almohadas.

Alterado, asustado, aterrado. Me alejé de la cama con horror, estoy seguro que debo tener el rostro como si acabara de ver un fantasma pero eso era lo que menos me importaba…

Salí con prisa de la habitación para cerrar la puerta tras de mí y correr hasta la habitación más cercana.

Toqué con desespero la puerta la cual fue abierta por aquella chica pelinaranja de grandes ojos color miel.

-Tsuna-kun ¿Qué ocurre? – pregunto adormilada. – ¿Por qué estás tan alterado?

-¡Kyoko-chan! – le llamé. No podía calmarme. – ¡I-pin no está!

-¿Qué? –exclamó Kyoko y otra voz aguda más adentro de la habitación.

-¡No está en su cama y siento que algo malo va a pasar! – alerté.

-¡Iré por Chrome! – dijo ella mientras salía disparada.

-¡Hahi! ¡Vamos a buscarla! – exclamaba Haru saliendo del lugar toda atareada.

-¡Si! – afirmé.

Corrimos y nos separamos para alertar a los demás. Golpee la puerta de Gokudera, Yamamoto y Hibari-san mientras Haru hacía lo mismo con las puertas de Ryohei y Mukuro, despertándolos y avisándoles una vez que estos abrieran la maldita puerta.

Buscamos por los pasillos y las demás habitaciones. No sé si fue mi intuición o mi estado de pánico pero mis pies me condujeron a los jardines exteriores. Abrí una de las tantas puertas de metal que conducían al exterior y… para mi desgracia… no solo se encontraban los frondosos árboles que medio escondían nuestra ubicación y el verde pasto… también había carios helicópteros volando en nuestra dirección; mientras más se acercaban más saltaba mi intuición, solo pude atinar a cerrar la puerta con fuerza. Le miré con horror para salir corriendo de ahí… y lo que más me alarmó en aquello momentos de ansiedad fue lo que me dijo mi súper intuición…

Acerca de I-pin…

Y que…

Por ahora…

Quizás, solo por ahora…

No podríamos hacer algo para ayudarla…

Me dirigí al salón principal del cual no estaba tan alejado para ver en mi camino como igualmente se acercaban Ryohei, Mukuro y Hibari. Una vez juntos les advertí acerca de los helicópteros en esta dirección y, para suerte, Gokudera y Yamamoto llegaron a la mitad de mi alarme.

Aun así, no falto mucho para sentir como algo iba a venir del techo. Logré avisar a tiempo a mis amigos y nos tiramos al suelo mientras escuchábamos una explosión sobre nuestras cabezas.

 Levanté la mirada después de escuchar varias piezas de cemento caer a nuestro alrededor y ver con horror como solo quedó un gran agujero por techo donde no solo se veía el cielo, también había un helicóptero volando sobre ellos hasta que una escalera descendió de esta para acabar frente a nosotros y luego que de esta bajaron varias personas… personas que no quería ver en un largo tiempo.

-Oh, Tsunayoshi-kun. – saludó el último en bajar. – No sabía que los Vongola eran madrugadores. ¿Acaso interrumpí alguna de sus estúpidas reuniones?

-Byakuran. – llamé, no necesitábamos hacernos rodeos. – Te lo advierto. Sal de aquí inmediatamente.

-¿Enserio? – pregunta burlesco con la niña peliazul abrazando su brazo. – Después de venir a este recóndito lugar que prácticamente se encuentra a la vuelta del mundo, trayendo conmigo todo un ejército llenó de helicópteros, armas y bombas ¿vienes a decirme que me valla? Qué maleducado, Tsunaypshi-kun.

-Suelo ser maleducado con las visitas indeseadas. – contesté. – Además, mejor ser grosero y que te vayas a ser amable y romperte cada hueso de tu cuerpo.

-Awww, que adorable. – me dijo mientras sus mejillas se ponían rosadas y sus ojos brillaban de falsedad. – Resultas bastante tierno cuando quieres lucir amenazador.

-¡Ya no lo soportó! – exclamó una voz a mi espalda.

Y aunque lo vi venir no dije nada, solo mire como Gokudera sacaba de entre sus pijamas varias bombas de bolsillo y las arrojaba hacia los intrusos, sin embargo, uno de los que venía con el peliblanco fue más rápido, partiendo a la mitad las pequeñas bombas con una motosierra sacada de su túnica.

-Oh, Tsunayoshi-kun jugando sucio. Bueno… – dijo Byakuran, haciendo que su sonrisa perdiera un ligero toque de inocencia. – Que así sea.

Así fue como empezó el hecho de que Byakuran y compañía sacaran de entre sus túnicas y ropas un par de pistolas par cada mano. A la vez y sin dar tregua alguna al comenzar a disparar, salieron a relucir las tonfas de Hibari quien nadie tenía ni idea como o cuando las había agarrado, las bombas de Gokudera, el tridente de Mukuro y Ryohei, al no tener sus guantes cerca al igual de tampoco portar la habilidad de Kyoya de tomar cosas sin que nadie lo vea, arrancó la pijama de su camisa, la rompió en dos para amarrárselas en las manos. Sin que ninguno de nosotros dejara de esquivar hábilmente los disparos, de entre mi pijama salió León el cual una vez que me dio la pastilla se convirtió en un par de guantes de cocina blancos para luego tomar apariencia metálica. El único que faltaba de arma alguna resultaría siendo Yamamoto pero eso significaba que estuviera desprotegido, nadie se estaba desprotegido pues sus llamas de la lluvia empezaron a emerger al igual que las de los demás. Nunca nos separábamos de nuestros anillos.

El primero en intentar atacar fue Hibari quien, evadiendo las diversas armas en nuestra dirección corrió con rapidez hacia Byakuran quien solo disparaba con aquel rostro sonriente. Cuando llegó a una buena distancia levantó su tonfa con el fin de golpear al peliblanco si no hubiera sido por aquella niña de largos cabellos azules quien había bloqueado el ataque con una de sus pistolas para inmediatamente comenzar a disparar en dirección al de llamas moradas haciendo que Hibari solo pudo encontrar la opción de retroceder y esquivar.

-¡Yamamoto-san! ¡Ryohei-san! – exclamaba una voz femenina desde atrás.

La reconocí al instante y retrocedí y con rapidez, León dejó de ser un par de guantes para convertirse en la capa perteneciente a Vongola Primo, evitando que las balas lleguen a una asustada Haru quien tenía en brazos la espada de bambú de Yamamoto y los guantes de Ryohei.

-Muchas gracias, Haru. – agradecí mientras seguía cubriéndola de los disparos hasta que salió huyendo de la habitación. Con las armas de mis amigos en mis manos nuevamente enguantadas por León para volar con velocidad hasta mis compañeros entregándoles sus armas correspondientes.

¿¡Por qué no se les acababan las balas!?

Decidido a cambiar de defensiva a ofensiva con mi familia fuimos a la mayor velocidad posible en dirección a los intrusos quienes no dejaron de disparar en ningún momento.

Gokudera lanzaba sus bombas de bolsillo las cuales eran sorprendentemente contrarrestadas por el flaco chico de cabellos de alga, el cual, disparaba certeramente a todas. Ryohei y Hibari se habían unido para brindarle varios golpes y puñetazos al enmascarado con capucha negra quien intentaba golpearlos en vano con sus motosierras intentando aprovechar la cercanía de estos dos. Mukuro había realizado un encuentro cara a cara con el hombre sonriente de cabellos rojos cual rubí, Mukuro sonriendo con su tridente en mano y Zakuro con una lanza que había salido del mismo agujero negro del que salieron las tonfas de Hibari mientras Yamamoto intentaba golpear a Kikyo sin que su espada de bambú revelara su verdadero filo.

Volé en dirección de Byakuran, sin embargo, Bluebell volvió a hacerle de escudo comenzando a dispararme a diestra y siniestra pues aquella niñita tenía buena puntería. Esquivo las balas que cada vez comenzaban a ser más aterradoramente precisas y si las cosas seguían así terminaría dejándole como rosquilla pero abrí los ojos con sorpresa cuando los disparos cada vez se hacían más lejanos y es que la niña empezó a disparar a punto muerto con bastante insistencia.

-¡Boss! – escuché a mis espaldas.

-¡Chrome! – exclamé, bajando mi guardia para voltear a verla

Dokuro acababa de entrar con tridente en mano y al instante Rokudo se colocó a su lado. Zakuro corrió hacia el con su lanza en brazos pero solo logró recibir un certero golpe por parte de Bluebell. El pelirrojo, una vez que sacudió su cabeza ante el inesperado golpe, volteó a ver a su derecha donde se encontraba “Mukuro” con una pistola en manos por lo que golpeó a Bluebell sacándola a volar y tirándole el arma de paso pero esto no pareció detenerla ya que una vez que se puso de pie corrió hasta “Chrome” para patear su lanza, tirarla y al instante patear su rostro con el otro pie descalzo, aprovechando la guerra que se libraba entre el pelirrojo y la peliazul, Chrome fue a ayudar a Gokudera mientras Mukuero se quedaba para golpear a Zakuro y Bluebell, haciendo la ilusión de que fueron ellos.

Aproveché el hecho de que mis amigos distrajeran a los guardianes de Byakuran para volar con velocidad hasta este y brindarle el golpe de su vida en la mejilla lo que no solo lo enterró en el suelo, sino que también lo hizo sangrar con un moretón del tamaño descomunal en el lugar afectado. Una vez enderezado nuevamente comenzó a dispararme con toda la fiereza posible pero la ira hacia excesivamente evidentes sus movimientos por lo que, esquivando increíblemente fácil los balazos. Llegué hasta su posición donde le brindé un certero codazo en el estómago y en el mismo instante que se alzaba por la fuerza del movimiento le pateé para mandarlo a chocar contra el muro y dejar un hueco medio metro más grande que el peliblanco. Giré a ver a mis amigos quienes igualmente tiraron en la misma dirección a sus contrincantes. El primero en caer junto con el Gesso fue Daisy por una certera patada de Gokudera y para seguirle Torikabuto por un puñetazo en el rostro enmascarado por Ryohei y seguirle Zakuro y Bluebell quienes fueron pateados por Mukuro y para finalizar dicha masacre Kikyo cayó como peso muerto sobre el cuerpo inerte de Torikabuto.

Estaba tan concentrado en Byakuran y su grupo que apenas y noté el cómo las puertas fueron abiertas de manera abrupta.

-¡Ríndete, Byakuran! – ordené.

-Acabemos con esto... – trató de decir Zakuro.

Acabar… ¿Así de fácil?

Estaba más que seguro que planeaban algo pero no por eso evité el que mis manos se levantaran en dirección contraria, iba a terminar con Byakuran con ayuda del X-burnner, sin embargo, su sonrisa traviesa y mi intuición me descolocaron de lugar.

-Hazlo. – animó. – Y no los volverás a ver.

No pude evitar abrir los ojos como platos con horror al igual que el temblor causado por la inestabilidad de mis rodillas. Apreté los dientes al igual que mis puños los cuales descendí a la altura de mi cadera mientras veía como sacaba débilmente un control con un único y gran botón rojo.

Maldito infeliz.

-Devuélvemelos. – intenté ordenar sin sacar a la luz toda la ira que consumía poco a poco mi ser.

 -Hmm... – soltó, fingiendo pensar la respuesta al sentido de la vida. – Nop.

Inmediatamente, 6 cuerdas bajaron del techo y caer frente a los heridos.

-Hasta luego... – dijo Byakuran con él y sus compañeros tomando la cuerda mientras se elevaba sin dejar de amenazarme con el control en manos. – Décimo…

No hubiera ignorando mi súper intuición por todo el odio y la ira que aumentaba en mi persona el desgraciado de Byakuran pues de ser así, hubiera evitado aquella granada activa en nuestra dirección…

-¡Cuidado! – gritó una voz. – ¡CHROME!

Me giré con terror e instintivamente volé en dirección a mi guardiana de la niebla.

Sería muy tarde para evitar su explosión…

POV Reborn

La granada cayó y con la explosión el lugar se llenó de niebla.

Estaba por entrar en pánico y corrí en frente pues hay había visto a la Dokuro quedarse estática.

Grité con desesperación su nombre para ver unos segundos después un cuerpo cayendo paulatinamente al igual que los latidos de mi corazón.

Volviendo a percibir el tiempo corrí a todo lo que daban mis piernas para dejarme deslizar de rodillas cual estrella de Rock Metal y detenerme en el lugar donde iba a caer… espera… esa no era Chrome…

Era un ángel…

Un ángel herido y lleno de sangre…

Sus ojos entrecerrados me voltearon a ver con lentitud para luego cálidamente sonreírme sin importarle en lo más mínimo el hecho de que escapara sangre de la comisura de sus labios.

-Vi-to…

Logré escuchar que murmuraba para caer inconsciente en mis brazos.

3 días después…

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH! – exclamaba un peliblanco iracundo.

En un castillo tan grande que no podía ser ocultó ni por la inmensa altura de los pinos o por lo frondoso de los robles, un hombre peliblanco de ojos morados gritaba llenó de ira en una de las tantas habitaciones, volteando mesas, sillones y muebles de todo tipo tirando decoraciones y rompiendo en millones de pedazo hermosas pinturas, incluso un poco del tapiz quedo atrapado entre sus uñas teniendo como testigos a sus aún heridos compañeros quienes parecían momias con tantas vendas y yesos encima. Eso no aminoraba el hecho de su ligero temblor al ver a su jefe explotando de ira.

-¿¡CÓMO ES POSIBLE QUE NOS GANEN UN MONTÓN DE MOCOSOS!? – gritaba a todo pulmón, mirando con furia hacia Daisy.

-N-n-no lo sé… – dijo el peliverde, intentando que su respuesta no sonara cual susurro.

Recibió una cachetada por parte de Byakuran. Una tan fuerte que lo tiró al suelo donde quedó allí sollozando.

-¡QUIERO SABER COMO CARAJOS ES POSIBLE!

-C-creo que es por las llamas V-Vongola, señor. – intentó decir firme Kikyo.

Byakuran, cansado de gritar pero aun con la rabia a flor de piel caminó al único escritorio que no había volteado para rodearlo y levantar aquel cómodo asiento con ruedas que se encontraba tirado. Una vez enderezado dejó caer su cuerpo sobre la mullida silla y miró el cielo por el gran ventanal que tenía atrás.

-¿Dónde estás…? – preguntó a la Luna en un susurro.

Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos vidriosos mientras una sonrisa quitaba espacio a sus adoloridas y rojas mejillas. Recargó uno de sus codos en el brazo del asiento mientras que con la mano de la misma extremidad cubría sus ojos, en un vano intento de ocultar su llanto.

-Vuelve. – suplicó en un murmullo. – Me estoy volviendo loco sin ti.

……............

Era una noche cualquiera, o eso parecía sino hubiese sido por dos pelirrojos individuos. El mayor vestía con pantalones rotos en las rodillas y al ser dos o tres tallas más grandes se le caerían sino fuera por la soga que tenía de cinturón siendo oculta por una camisa blanca junto con un chaleco andrajoso junto con una gorra plana marrón y el menor vestía con unos shorts mantenidos en su lugar gracias a unas cintas que asemejaban sus pantalones cortos a un overol, una camisa corta blanca y unas calcetas marrones bajo la rodilla junto con unos desgastados tenis negros. El pelirrojo menor sujetaba dos guitarras de diferente tamaño mientras el más alto lo ayudaba para meterse en un jardín llenó de hermosa flores y algunas luciérnagas, teniendo que pasar por sobre una inmensa cerca de metal.

Una vez adentro, los dos intrusos caminaron a hurtadillas de manera sigilosa hasta quedar en la parte trasera de la mansión que competía con castillo y, una vez ahí el más pequeño le entregó su respectiva guitarra a al mayor para que una vez acomodados tomara una pequeña piedra de entre el pasto y la arrojara suavemente a una alta ventana.

Siguió con el mismo proceso de manera lenta pero rítmica hasta que alguien apareció. Una hermosa criatura de alborotados cabellos rubios tan brillantes como el oro más puro y unos ojos tan zafiros que le hacían competencia al mismo cielo, siendo estos iluminados por la luz de la Luna al igual que aquella tersa y perfecta piel melocotón.

-Chicos. – llamó ya no tan somnoliento chico, recargándose en el barandal una vez que abrió la ventana. – ¿Qué hacen aquí?

-¿Listo? – preguntó el mayor a su pequeño clon.

-Listo. – aseguró el niñito.

Así fue como comenzó, ambos hermanos al unísono comenzaron a tocar lentamente las mismas notas de manera rítmica.

Recuerdo llorar gritando en tu cara cuando te dije que ya era hora de irnos

Cuando su sombra, finalmente, mató a tu luz…

Empezó a cantar de manera comprensiva el mayor de los 3 presentes levantando la mirada sin dejar de tocar en ningún momento al igual que sin dejar de observar los hermosos ojos del rubio sobre ellos.

Recuerdo que dijiste: “No podemos dejarlo aquí solo”.

Pero está muerto y paso esta noche.

El rubio mordió su labio inferior, sabiendo que quería decir con eso.

Solo cierra los ojos.

Las lunas se están escondiendo.

Vuela, pupa*. Vuela.

Nadie puede lastimarte ahora.

Ven, oscuridad de la noche.

Estaremos a salvo y en calma…

El más pequeño siguió tocando mientras el mayor se detenía y dejaba la guitarra sobre su espalda para alejarse de la ventana.

No mires abajo en el salón

Todos los que conoces se han ido.

Seguía cantando el pelirrojo mayor a pesar de estar escondido de la vista del rubio gracias a las hojas de un frondoso árbol cercano a su ventana.

Sus fuertes corazones han tenido mejores días.

Pero sé que el que vendrá de vuelta a nosotros.

Todo estará bien…

El blondo escuchaba ruidos de hojas secas siendo aplastadas acompañando la canción.

Solo cierra los ojos.

Las lunas se están escondiendo.

Vuela, pupa. Vuela.

Esa chica no puede lastimarte ahora.

Ven oscuridad de la noche

Estaremos a salvo y en calma.

Escuchaba el ojiazul extrañamente a su mismo nivel de altura.

Levantó la mirada hacia un extraño sonido de hojas crujiendo casi a su lado para ver con los ojos abiertos como platos al pelirrojo sentado en una rama peligrosamente cercana a su barandal con algunas hojas atrapadas en su cabello.

Solo cierra tus ojos.

El menor que seguía en el suelo no podía evitar cantar levemente de la emoción al ver el encuentro entre los ojos rubí y los zafiro.

Estarás bien.

Levantó aquella mano mientras se movía lentamente en dirección al rubio.

Ven oscuridad de la noche.

Este recargó su mejilla en la suave y callosa palma sin dejar de sonreír con las mejillas rosadas.

Estaremos…

Se acercó cautelosamente al rostro contrario…

A salvo y en calma.

Y mientras ambos jóvenes se besaban con amor verdadero bajo la luz de las estrellas y la Luna a su favor, el pequeño testigo que descansaba en el suelo sonreía de alegría y de felicidad pura al ver tan dulce y sincera escena…

Enma abrió con fuerza los ojos como platos y comenzara a jadear pues no sabía en qué momento le llegó a faltar el aire. Una vez que su corazón y respiración empezaron a andar con normalidad se enderezó levemente de la cama donde se encontraba para mirar a su alrededor. Estaba en su habitación de hospital.

Miró confundido el poco cielo que lograba asomarse por las blancas persianas.

¿Qué fue eso?

¿Un simple sueño…?

Continuara... <3

Notas finales:

*Pupa: El estado por el que pasan algunos insectos en el curso de la metamorfosis que los lleva del estado "larva" al "adulto". 

-Wikipedia-sama.

Perdón por la demora! DX Ando bien trasada y luego no me inspiró y creo que tengo tarea del profe de Hisotir y AHHHHH! DX Además de que me e estado volviendo adicta de mi nueva OTP de Osomatsu-san (un anime ue encontre en el camino de la vida, casual por ahí) y ayer vi la de Batman vs Superman y no pude evitar shippearlos en mi cabeza y me pase hasta la madrugada buscando cosas de ellos dos y AH!!! - se desmaya desmayadamente.

Espero leerlos después!


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