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La Tregua por sue

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Notas del capitulo:

 

Hola a todos por acá n____n agradecida enormemente con todo aquel que se animó a comentar en el capi pasado e igualmente de que estén aquí una vez más y disculpándome de nuevo por la tardanza n.nU mi musa es de las que llegan a último momento con material “bomba” y no me arrepiento porque el capi a mi parecer quedó bien gracias a esa espera xD Ojalá que les guste lo que están por leer, escrito como siempre, con mucho amor y cariño :B

 

Rippen observaba desde lejos a los adolescentes en la clase de educación física. Más específicamente observaba a cierto pelirrojo de encantadores ojos azules, quién ayudaba a su amigo que con extrema dificultad realizaba cada una de las actividades.

 

Sin darse cuenta, una pequeña sonrisa se había instalado en su pálido rostro desde hacía ya un buen rato.

 

Una sonrisa que demuestra la confianza del cazador, ante la presa que tiene justo en la mira…

 

Penn se percató de la presencia del profesor de arte desde el principio. Boone lo había visto y le había comunicado, pero el pelirrojo se mostró desinteresado y trató de que el ojiverde se olvidase del asunto.

 

- Debe estar deseando vernos fallar Boone – Dijo Zero – Ya sabes, el que es villano no tiene tiempo para descansos. Hay que demostrarle de qué estamos hechos.

 

Pero la verdad, era que Penn estaba alegre de que el mayor le mirase, así le estuviera deseando mentalmente un traspiés o una torcedura de tobillo, el ojiazul se ilusionaba pensando que también cabía la minúscula posibilidad de que no le estuviera deseando mal alguno, sino, alentándolo desde las gradas.

 

Mientras los muchachitos efectuaban con evidente fastidio la rutina de ejercicios, el entrenador los dejó solos para – como de costumbre – irse a fumar un cigarrillo y descansar de la efervescencia de los escolares.

 

- Hey Rippen ¿Qué haces aquí? – El hombre se acercó hasta el pelinegro. Lo había visto desde hacía rato observando su clase - ¿Viendo algo que te interese?

 

- Nada realmente – Mencionó el ojirojo sin mirarlo siquiera.

 

Aquel tipo tenía el tupé de importunarlo cuando se le antojaba, con la poca convincente excusa de que ambos compartían el poco afecto que le tenían al resto de los mortales.

 

- ¿Quieres uno? – Luego de encender un cigarrillo, le convidó al otro profesor.

 

- No gracias – Hizo un ademán con su mano – Lo menos que quiero es dentro de unos años, sobrellevar la inevitable ancianidad con un cuerpo fofo y los dientes manchados.

 

- Ja ja Lo sé. Por eso vives en el gimnasio ¿Eh Rippen? – No se guardó la risa.

 

Le encantaba el “humor” de Rippen.

 

Cuando se sentó a su lado, el pelinegro no ocultó su gesto de repudio.

 

- Hablando de eso, el otro día te saludé, pero creo que no me viste.

 

- Si… - Continuó viendo a un adolescente pelirrojo desde la distancia, le parecía más interesante – Me suele pasar cuando estoy concentrado haciendo mis rutinas. Me olvidó de todo lo molesto que está a mí alrededor.  

 

- Ya veo… - Soltó el humo del cigarrillo – Oye, Rippen – No tuvo pena en colocar su mano en la rodilla del otro.

 

- ¡! – Y Rippen no tuvo reparo en abrir sus ojos al máximo ante el exceso de confianza – “Ya empezamos…”

 

- ¿Qué te parece si vamos a beber un día de estos?

 

- Por enésima vez… - Agarró con las puntas de los dedos índice y pulgar la mano del profesor y la retiró de su rodilla – No bebo.

 

- Y por enésima vez, te digo que no te creo – Sonrió – He escuchado de un lugarcito que tiene buenas bebidas y excelentes espectáculos. Casualmente, éste viernes habrá algo llamado Noche de Burbujas ¿Qué dices? ¿Te interesaría ir? – Afiló la mirada.

 

Rippen, quién sabía de qué le estaba hablando, le respondió la mirada y luego añadió:

 

- Voy a tener que rechazar tu oferta. No me interesa desperdiciar la noche del viernes juntándome con un tropel de hombres en plena crisis de los cuarenta, a los que no les da vergüenza comportarse como locas mientras les chorrea espuma por todos lados.

 

- Ja ja ja Por eso digo que sería divertido si tú vas – De nuevo, volvió a estacionar su mano en la pierna del pelinegro, sólo que ésta vez, empezó a deslizarla más allá – Tienes un buen cuerpo, serás el más cotizado de la noche… estoy seguro.

 

- Déjame informarte una cosa, querido… – Rippen se acercó muy cerca del rostro del profesor y vociferó aquello con su tono pícaro, mientras delineaba el mentón del sujeto.

 

- ¿Si? ¿Querido? – Sonrió, con cierta emoción. Pensando que por fin había amansado a tan escurridiza presa.

 

- Uno de tus alumnos está a punto de tener un ataque de asma.

 

El entrenador no comprendió al instante, más cuando se volteó se dio cuenta de a qué se refería.

 

- Tonto Jimmy – Arrojó lo que quedaba el cigarrillo al piso y lo apagó con el zapato - Le dije muy claramente que no dejara su inhalador en su casillero... Luego hablamos Rippen.

 

- Lo que sea. Adiós – Soltó con tono de “apártate de mi vista”.

 

El hombre se alejó corriendo a atender al estudiante que estaba al borde del colapso.    

 

- Ridículo – Resopló el ojirojo, aliviado de haberse deshecho del otro profesor - No hay día que no me asedie. Las charlas de acoso sexual ciertamente le entraron por un oído y le salieron por el otro.

 

Altercados como ese, eran cosas de todos los días. Ya fuese en el recinto escolar, en el gimnasio, en el mini súper…

 

- Y mi noche del viernes de nuevo se reduce a quedarme en casa hasta que llegue Larry con su acostumbrada invitación al Bingo y todos los enredos que puedan generarse luego… Mala suerte la mía.

 

- Así que espiando Rip – Mencionó Penn mientras se sentaba a un costado. Luego del incidente con su compañero, la clase quedaba a la deriva.

 

- Uno aprende bastante mirando, si supieras.

 

- ¿Ah si? ¿Cómo qué?

 

- Como que tienes un caminar chueco, prueba de falta de uso de zapatos ortopédicos a temprana edad – Dijo, a modo de broma.

 

- Eso es mentira – Le dio un golpecito en el antebrazo.

 

- Je je – Rippen sonrió. No pudo contenerse.

 

Penn tuvo que tragarse un suspiro ensoñador. Su sonrisa lo ponía a mil.

 

- Esto… te vi hablando con el entrenador. Ustedes… ¿Son amigos?

 

- Para nada. Sólo vamos al mismo gimnasio.

 

- ¿En serio? Porque parecía que estaban teniendo una conversación bastante íntima… – Entrecerró el mirar y anunció con la mejillas coloreadas – Sobretodo cuando colocó su mano en tu pierna.

 

- ¿Viste eso? – Alzó las gruesas cejas, impresionado – Fue un simple roce inocente. Como una palmadita en la espalda o el molesto toque de alguien que te está hablando y no desea que dirijas tu atención a algo más importante…– Trató de quitarle importancia al asunto – Como sea, son cosas de adultos que no entenderías.

 

- Sé lo que eso significa Rip – Se cruzó de brazos – Así que pierdes el tiempo al darme una explicación barata como esa.

 

- ¿Celoso? – Amplió más la sonrisa.

 

- ¿Por qué habría de estarlo? – Mencionó con molestia.

 

- No sé, dime tú – Le arrojó una mirada sugestiva.

 

Cuando le vino a la mente lo sucedido el día anterior, en el salón de arte para ser más específicos, el muchacho se sonrojó y tuvo que desviar el rostro.

 

Rippen se sintió victorioso una vez más. Aquel evento no se había apartado de sus pensamientos en ningún momento. Por eso se había animado a irlo a ver después de todo. Tenía la curiosidad de saber qué sucedería si se presentaba de nuevo ante Penn Zero.

 

- Dime Penn… ¿Te masturbaste pensando en ello anoche? – Preguntó de lo más tranquilo el hombre, mientras dirigía la vista al cielo.

 

- ¡¡!! – Si era posible, su cara aumentó su color, cubriéndola de inmediato con las manos para tratar de salvar lo que quedaba de su dignidad - ¿Cómo es que… lo supiste…? – Murmuró avergonzado, sin siquiera meditar lo que acababa de mencionar.

 

- ¡¿Atiné?! – La cara de Rippen era de gozo absoluto ante lo confesado – Lo dije sólo para ver tu reacción, pero nunca pensé que acertaría ja ja ja.

 

Ante su risa desquiciada, el pelirrojo se turbó. Retiró las manos de su rostro, pero mantuvo una expresión acongojada. El mayor, que había estado inmerso en su propio deleite, se percató de que se estaba dejando llevar. Se suponía que estaba de su lado ¿Qué estaba haciendo al reírse abiertamente? Ante el recuerdo del cese de hostilidades, bajó la intensidad de su risa hasta aplacarla por completo, adquiriendo seguido un comportamiento adecuado a la situación.

 

- No debí burlarme – Dijo, a modo de disculpa.

 

- Si, no debiste – Hizo un puchero.

 

- Si quieres, no tenemos que hablar de lo que pasó ayer.

 

- Me parece bien – Respondía un tanto mecanizado.

 

- Penn. No tienes que avergonzarte. Estás en una edad en la que es natural sentir interés por explorar tu cuerpo.

 

- ¿Y a qué viene eso ahora? – Aunque evitaba mirarle, le agradaba cuando el hombre se comportaba de ese modo tan amable con él.

 

Como un profesor… como un padre.

 

- Sólo quiero que sepas que no tiene nada de malo que lo hagas – Sonrió levemente.

 

- Lo sé… - Le contestó la sonrisa.

 

- Después de todo, los adultos también lo hacemos – Se llevó la mano al pecho – Yo lo hago. Y estoy seguro que tu padre…

 

- Okkkkk, ya entendí – El carmesí continuaba invadiéndole las mejillas – Gracias por la imagen mental, era realmente necesaria para aumentar mi ya generado trauma – Farfulló.

 

- Es bueno tener una conversación de hombres de vez en cuando ¿No?

 

- Si, supongo – Se encogió de hombros.

 

Recordaba las conversaciones que tenía con su padre y que siempre lo hacían avergonzarse por el modo tan crudo en que el rubio le decía las cosas. De verdad extrañaba mucho esas charlas en las que, el apenado era siempre el hijo en vez del padre.

 

- Rip… gracias.

 

- ¿Por qué?

 

- Pues… por esto – No sabía ni cómo decirlo apropiadamente – Por hablar conmigo de estas cosas… - No quería tener que recurrir a su tío, esa era la última de las opciones.

 

- Eres tan inocente a veces. Me agrada eso – Confesó el mayor.

 

- Deja de decir esas cosas… me haces sentir como si no me tomaras en serio – Se quejó, deseando que el ojirojo lo tratase como todo un adulto.

 

- ¿Eso crees? – Pensó – Está bien… hagamos algo. Puedes hacerme cualquier pregunta que quieras y te prometo que te contestaré con absoluta seriedad.

 

- ¿Sin burlas ni dobles sentidos? – Se entusiasmo.

 

- Si. Sin burlas ni dobles sentidos – Aseguró.

 

La atmosfera le dio seguridad al ojiazul, claro que tenía que hacer la pregunta de un modo inteligente.

 

- Ok… ¿Nunca tuviste un amor imposible mientras estudiaste en la secundaria?

 

Era una pregunta perfecta para utilizarla a su antojo. Rippen no pudo complacerse más ante la ingenuidad del pelirrojo.

 

- ¿Cómo no? Quién no tuvo un amor platónico en su adolescencia, no tuvo adolescencia en cuestión.

 

- También lo creo… - Se acomodó en su sitio, como un niño a la espera de un cuento maravilloso.

 

- ¿Y esa cara? ¿A qué se debe?

 

- Pues… me pareció que era el momento perfecto para que se generara un flash back y así, comprendería un poco más de tus razones para estar del lado del mal.

 

- En otras palabras… Quieres saber sobre mi vergonzoso pasado para deleitarte.

 

- Oh vamos Rip. La secundaria es terrible para todos… - Pensó – Menos para los populares, claro. Además, eso me serviría para sentirme mejor – Dándole a entender que se sentía bastante deprimido.

 

- La tregua ¿Eh? Bien, considerando el caso, supongo que puedo contarte algo de mi oscuro pasado…

 

- Te prometo que nada de lo que digas será repetido por estos labios.

 

- Lo sé.

 

Rippen subió la mirada, buscando en su banco de memoria. Zero se acercó un poquito más al mayor, presto a imaginarse todo lo que estaba a punto de serle confiado.

 

- Cuando iba a la secundaria, había una chica que me gustaba mucho… se llamaba… Balalaika – Y de sólo mencionarlo, la sonrisa de idiota enamorado se formó en su pálido rostro – Era una chica bastante hermosa, tú sabes, cabello perfecto, dientes perfectos, trase… ejem – Carraspeó y miró al chico interesado con el relato – En fin, Balalaika siempre estaba rodeada de su séquito de amigas parlanchinas, por lo que nunca podías hallarla sola. Y al más mínimo acercamiento, las amigas procuraban de destruirte moralmente con sus burlas hasta que te rendías y te apartabas de ellas, completamente derrotado e imposibilitado de intentar cualquier acercamiento romántico en el futuro…

 

- Eso si que suena descorazonador.

 

- Oh si, lo era. Muchos fueron los rechazados por Balalaika y yo… seguía viéndola en secreto oculto tras los casilleros, las máquinas dispensadoras y los botes de basura. Estaba tan enamorado – Lo recordaba a la perfección – Me cansé de aquella situación y decidí que le confesaría mi amor, pero ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo decirle a una chica tan majestuosa como Balalaika lo mucho que la apreciaba? - Mencionó con dramatismo - Tomé un papel y un lápiz y durante varias semanas, me metí en la ardua labor de inmortalizar su belleza en un dibujo. No fue tarea fácil, lo confieso, los retratistas nunca están conformes… Más un día lo terminé… estaba a punto de desfallecer del sueño y tenía ojeras como las de un mapache y mi padre insistía en que me volvería un vago si continuaba garabateando, pero no me importaba… Me atreví a acercarme hasta dónde estaba el grupo de arpías rodeando a la preciosa Balalaika y bajo sus miradas hostiles, le entregue mi creación… Balalaika lo observó… y… ah, muchacho, la hubieses visto… la sonrisa que se formó en sus rosados labios, me hizo flotar en nubes…

 

Penn estaba embelesado con su recuerdo narrado de manera tan teatral. Le parecía una ofensa comentar cualquier cosa que pudiera romper el encanto del momento.

 

- ¿Y qué pasó luego? – Pero no pudo aguantarse al preguntar, pues Rippen había hecho una pausa demasiado larga.

 

- Pues… me fui.

 

- ¿Te fuiste?

 

- Si, lo hice.

 

- ¿Así no más? ¿Y no escuchaste que tenía que decir Balalaika? – Por casi se le enreda la lengua al decir el nombre.

 

- No pude. Me sentía demasiado nervioso. Si la sonrisa de Balalaika me hizo flotar, las miradas afiladas de sus amigas me estaban atravesando – Suspiró – Estuve todo el rato mordiéndome las uñas, sin saber si había hecho lo correcto al exponerme así… cuando fui el día siguiente a clase, mis esfuerzos fueron recompensados… Balalaika se acercó hasta a mí y con su encantadora sonrisa me preguntó que si quería ir al baile escolar con ella.

 

- ¿Te invitó al baile? ¿En serio? Bromeas ¿No?

 

- No bromeo. Así fue como pasó – Aseguró – Pero ahí no termina mi funesta experiencia… - Retomó – Como te imaginarás, estaba yo brincando como un corderito en la pradera, emocionado con la idea de que la chica más hermosa me había escogido para ser su pareja en el baile. Saqué todo el dinero que tenía ahorrado y alquilé un horrible traje de un color chillón que no me lucía para nada y una limusina… Sudaba tanto por los nervios que sentía que llegaría empapado al baile. Cuando fue a recogerla a su casa, todo fue como un sueño… llevaba puesto un hermoso vestido que la hacía lucir increíble. Me tomó del brazo en todo momento y yo hacía lo posible por no balbucear cuanta palabra estúpida me venía a la mente cuando me hablaba.

 

- ¿Y bailaron? – Preguntó, intrigado por ello desde el inicio de la historia.

 

- Sabes que no – Le entregó una mirada de molestia – Balalaika me confesó que no sabía bailar, decía que la avergonzaba… y yo de tonto con aquella simple confesión, me creí que estábamos hechos el uno para el otro… - Suspiró – Luego anunciaron el rey y la reina del baile… - Le ofreció una mirada al pelirrojo - Vamos, adivina quienes resultaron ganadores.

 

- Eh… tú y Balalaika.

 

- Pues claro… - Sonrió con melancolía – Nos pusieron las coronas, entregaron las flores… por supuesto que me pareció extraño cuando Balalaika se alejó del escenario. Lo siguiente que supe fue que un cubo lleno de pintura azul me caía sobre la cabeza y todo el mundo se reía de mí… incluyendo Balalaika – De nuevo un suspiro - Todo fue planeado desde el principio… tardé una semana en quitarme los restos de pintura de mi cuero cabelludo y no volví a la secundaria sino un par de semanas después de que me enteré que habían humillado a otro estudiante y por ende, las burlas yo no estarían dirigidas a mi persona.

 

- Malvada… - Penn apretó los puños ante la malicia de la chica.

 

- Creo que por esa amarga experiencia tengo sentimientos encontrados con cualquier expresión artística.

 

- No tenía derecho… no tenía derecho a hacerte algo así Rippen – Comentó el muchacho, tratando de contener su malestar – Mucho menos a usar un plan tan mezquino y evidentemente trillado.

 

- No te preocupes – Se encogió de hombros – Gracias a las tediosas reuniones de ex estudiantes, tuve la oportunidad de volver a ver a Balalaika años después… Te diré que lo único glorioso que aún conserva es su nombre.

 

Rippen sonrió ante lo que pensaba era un buen comentario, más al darse cuenta de que el chico no le había entendido, procedió a explicarse.

 

- Tú sabes, porque “Balalaika” significa “Gloria” en ruso…– Chistó para luego desviar la mirada – Como sea. No sé ni para qué te he contado toda ésta tontería – Hizo una pausa y luego confesó – Ni Larry sabe de esto.

 

Los ojos azules brillaron, emocionado por ser el conocedor de su secreto. Aquel acercamiento, lo hizo sentirse especial.

 

- ¿Será por qué confías en mí? – Sonrió con inocencia infantil.

 

- Quién sabe… – Espetó.

 

Era el momento idóneo para “soltar” la pregunta que quiso hacerle desde el principio.

 

- ¿Y en el presente? ¿Te gusta alguien de la secundaria? – Los nervios empezaron a invadirlo.

 

- ¿Qué te hace pensar algo así Penn? – Entrecerró el mirar – Mi vida no se desarrolla únicamente en éste instituto ¿Sabes?

 

- Lo entiendo. Lo digo porque he escuchado que la mayoría de los adultos encuentran pareja en sus lugares de trabajo…

 

- Mmm… - Rippen hizo como que pensaba profundamente – Puede que me atraiga alguien, si…

 

- ¿En serio? – Como era habitual, Penn fue incapaz de ocultar su emoción – Digo… ¿Es el director Larry?

 

El hombre abrió sus ojos de par en par.

 

- ¿En serio? ¿Es el primero en quién piensas?

 

- Pues si… por como se la pasan todo el tiempo, juntos…

 

- ¡Es por el trabajo! ¿De verdad crees que me agrada tenerlo como sanguijuela? ¡Ni mi sombra está tan pegada a mí! – Exclamó insólito - ¡Suficiente! – Alzó un poco sus manos – Te he dicho demasiadas cosas ya. Si continúo a éste ritmo, sabrás igual o más de lo que tengo escrito en mi diario. Ahora es mi turno – Sonrió amplio - ¿Qué hay de ti? ¿No tienes a alguien que te guste en la secundaria?

 

- ¡¿Eh?! – El muchacho se puso de colores – No se vale utilizar mi pregunta en mi contra.

 

- Vamos Penn Zero, tienes que hacerlo. Te he contado mi vergonzoso secreto después de todo – Seguía instigando.

 

- ¿No me dejarás en paz hasta que te diga “si” o “no”, verdad?

 

- Así es – Sin abandonar su sonrisa.

 

- Está bien… - Sus mejillas continuaban pintadas – Si… hay… alguien que me gusta…

 

- Jo jo… - Jugueteó con sus cejas – A ver… ¿Es tu tonta asistente asiática?

 

- ¡¿Qué?! ¿Sashi? ¡No! – Le parecía absurdo que lo pensara.

 

- Ah, entonces eso nos deja al regordete de las espantosas sandalias.

 

Penn tuvo deseos de estrangular al ojirojo. Desvió el rostro para que no se diera cuenta de lo enojado que estaba.

 

- No es ninguno de los dos…

 

- ¿Ah no? – Se llevó un dedo a los labios dubitativo - ¿Conozco a la persona?

 

- Olvídalo – Sus mejillas se pintaron - De todas formas es algo imposible. Como dijiste, un amor platónico…

 

El pelirrojo se levantó y se fue corriendo.

 

- Segundo hombre que hago correr despavorido en un día…. Un nuevo record personal – Se deleitó jugando de aquella manera con los sentimientos del jovenzuelo - Me siento halagado Penn Zero… - Rippen sonreía, alegre ante lo que pensaba era una victoria más - ¿Qué dirías si te confesara que también me estás empezando… a gustar? – Murmuró, sin pensarlo.

 

- Decir que definitivamente estás mal.

 

- ¡Ah!... Larry ¿Desde cuándo estás ahí escuchando mis deliberaciones? Es de mala educación ¿Lo sabías?

 

- Me pareció raro que estuvieras reunido en un sitio tan apartado con Penn, así que decidí acercarme a ver que pasaba… - Mantenía sus brazos en las caderas - ¿Y bien Rippen? ¿No me dirás que estás teniendo un amorío con un estudiante?

 

- Pff… - Viró los ojos – No estoy teniendo ningún amorío con ningún estudiante Larry. Eso está fuera de las normas del instituto.

 

- Del instituto y fuera de él. Déjeme recordarle señor que estamos hablando de un menor de edad y que usted, precisamente no tiene veinte años.

 

- Uy… me gusta cuando te pones serio Larry – Mencionó pícaro, buscando de distraerlo – De verdad. Si lo hicieras más seguido, no tendría que ignorarte todo el tiempo.

 

El director frunció el ceño.

 

- Ok, ya entendí – De nuevo el girar de sus ojos – No tienes que ser tan paranoico. Sólo estoy preparando todo para el día que he estado esperando… 

 

- ¡Ah! ¡Al fin te comprarás aquel microondas que te comenté que vi en la tienda de electrónica el otro día! – Exclamó con ilusión.

 

- ¿El qué…? – Su expresión no podía demostrar tedio mayor - ¡No Larry! No estoy para esos gastos ahora, mucho menos después de lo que tuve que pagar para que repararan la filtración de la sala, y eso que todavía me falta pagar una cuota…

 

- Te dije que podía hacerte un préstamo.

 

- Y te vuelvo a decir que no es necesario…

 

- Oh vamos, no es nada. Si no puedes pagarlo, te lo puedo dejar como tu regalo de cumpleaños.

 

- ¿Mi regalo de cumpleaños la reparación de una filtración? – Emitió con sarcasmo puro - ¿Por qué mejor no me regalas una plancha?

 

- ¡O un microondas! – Aludió con entusiasmo.

 

Tuvo un tic en uno de sus ojos rojos.

 

Lo cierto era que el casi villano prefería tener el apartamento filtrado y lleno de goteras, pero se rehusaba terminantemente a dos cosas: Una era a perder su membresía en alguno de los gimnasios a los que se hallaba inscrito y la otra, deberle cualquier cosa al singular director Larry.

 

- Por cierto Rippen, oí de un sitio en dónde los viernes hacen una cosa llamada “Noche de burbujas” – Se llevó la mano a la barbilla – Me preguntó si será una especie de reunión para los amantes de las pompas de jabón – Imaginándose la escena, en dónde la gente soplaba buscando de hacer la burbuja más grande – Me pareció divertido, después de todo cuando era niño me pasaba horas en el baño jugando con las burbujas de la tina y todavía lo hago – Sonrió - ¿Te interesaría ir?

 

- Paso – Mencionó sin pensarlo. Por lo visto, aquel local estaba en boga – Tengo ropa que lavar.

 

- ¿El viernes? ¿En la noche? – Alzó una ceja.

 

- Si… es mejor aprovechar cuando todos están descansando para molestarlos con el ruido de la lavadora. En fin… No te detengas por mí, querido Larry – Colocó su mano en la espalda del otro – Ve y diviértete por los dos haciendo burbujitas – Sonrió con malicia ante la facilidad con que podía engañarse al ingenuo del director – Estoy seguro que la pasarás de lo lindo y harás muchos amigos. Luego me cuentas ¿Vale?

 

El pelirrojo llegó hasta dónde estaban Sashi y Boone.

 

- ¿En dónde estabas Penn?

 

- Fui al baño Sashi – Mintió.

 

- ¿En serio? – Boone se extrañó – Yo fui y no estabas ahí.

 

- Seguramente no fuimos al mismo – Sudaba frío.

 

- Que extraño ¿Cuántos baños de chicos hay en la escuela? – La chica entrecerró la mirada.

 

- Más de los que te puedas imaginar…

 

En eso, el aviso de una nueva misión les interrumpió la conversación.

 

- “Salvado por el llamado del deber” – Pero no se sintió del todo aliviado.

 

De hecho, estaba empezando a desear que dichos llamados no se realizaran con tanta frecuencia que antes, pues sabía que en el siguiente universo lo que compartía con Rippen, quedaba en el olvido.

 

…O al menos eso se suponía.

 

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

Je je aquí inventándole un pasado al Rippen xD (inner: cuando no tú haciendo algo así? :B) Ajá! ¿Qué sucederá en el siguiente universo? ¿Penn podrá estar concentrado en su labor como casi héroe? ¿Rippen logrará dar el golpe maestro siendo que ya ha desestabilizado en sumo grado a su rival? :O (inner: ohhh!!! No puedo esperar para saber X___X) A todos muchas gracias por llegar hasta aquí y si es de su agrado comentar n_n besotes y abrazotes! Bye Bye!! 


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