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En compañia por War Black

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Notas del capitulo:

¿Que tal? Casi que no llego a actualizar... Fiiiuuu... No quería quedar debiendo nada. Pedirles que ignoren las faltas de ortografia... Eso es algo que siempre se me escapa (>-<'')

Agradecerles por comentar.. Es una ayuda a mi cerebro

Sin más que decir... ¡Disfrutenlo!

La idea de los cuartos sirvió de mucho. El pasar más tiempo logro, que dejaran de insultarse a cada rato, pero todavía no se trataban como amigos, aunque tenía su lado positivo,  al menos podían estar en la misma habitación sin complicaciones.

Era tan bueno el proceso que estaban haciendo, que como recompensa, el director permitió que pudieran visitar a sus amigos en otras habitaciones. Quedándose el tiempo que quisieran o hasta que Susana pasara, para decir que debían de irse a dormir.

[:::::]

Silvia necesitaba hablar con su amiga, desde que Susana descubrió el romance entre el búho y ella no le había hablado, y eso no pasaba la semana. Nunca le había importado que alguien le ignorara, pero con Susana era distinto, se deprimía de sobremanera si le ignoraba, aun si era en broma ella se angustiaba. Por eso quería hablar con ella, tampoco iba a dormir a su habitación, porque ellas compartían cuarto, ni siquiera se aparecía, con ese motivo, su preocupación se duplicó.

Vio a la Ardilla, entrar a los cuartos. La intentaba alcanzar, Susana era más rápida de lo que parecía, al igual que inteligente. Siempre le había gustado su forma de ser, aun si parecía despreocupada o desinteresada por algo, no importaba que fuera, si se ponía sería podía arreglar cualquier cosa.

El olor de Susana se hacía más fuerte en ese tramo, por lo que dobló en una esquina aunque se detuvo en seco. No esperaba encontrarse con eso. Susana charlaba con una joven, pero no con cualquiera, sino con la misma alfa de la manada de lobos, parecía una conversación agradable, porque Susana sonreía debes en cuando. Algo que le sorprendió a Silvia, su amiga no le sonreía a nadie además de ella, algo se comprimió en su pecho, una leve molestia nació al ver esa escena

“Debo estar cansada de la corrida”- Fue lo que pensó, apretándose el centro de su pecho

Silvia, vigilaba las acciones de esas dos mujeres a la distancia. Aun si parecía una charla agradable no lo era tanto, para Susana.

-          Sabes que no puedes estar afuera- Le regañó a Soledad.

Vigilando, se encontró con la joven paseando por el pasillo. Caminaba de forma lenta, ocupando todo el centro del pasillo, sin preocuparse por nada. Cuando Soledad cruzó miradas con Susana le sonrió de forma burlona, no esperaba ver a la joven ardilla tan pronto.

Susana se encargó de llevarla a la puerta de su habitación, en donde estaban en ese momento, regañándola

-          Si lo se- Le restó importancia- Terminaba de molestar a mi amigo- Contó, apoyándose contra la puerta- ¿Qué hay de la ardilla? ¿Sigue mal por lo ocurrido?- Soledad se había enterado del amor entre la amiga de esa profesora, y el idiota del búho. En el interior se sentía mal por esa mujer, le caía bien, dentro de todo

-          Ya no, me da igual- Suspiró lento- Tenía una leve sospecha, ya sabía de antes que Silvia jamás saldría conmigo

-          El amor es doloroso, la cosa es saber admitir lo ocurrido y tomarlo como una enseñanza para no volver a hacerlo más adelante- Le tocó el hombro con amabilidad- Solo, intenta no hacer cosas estúpidas por eso- Recomendó sonriendo- Lamento las molestia, ardillita, ahora me ire a dormir- Se despidió entrando a su cuarto, sentía que esa profesora no estaba para bromas

Susana se quedó unos minutos todavía parada al frente de esa puerta, analizando lo que le había querido decir con esas palabras. Pero no necesitaba seguir pensando en Silvia, aun le dolía lo que estaba pasando, y lo menos que en esos momentos deseaba era pensar en ella. Siguió de largo, terminando con su recorrido diario. Volviendo a su lugar de descanso, una gruesa rama oculta y alejada de todas las instalaciones presentes en ese terreno, su lugar para pasar la noche era ese, le recordaba a su hogar y eso le encantaba, acostumbraba a dormir así en donde vivía, por eso no le molestaba en lo más mínimo. Nadie sabía de ese lugar, por eso le encantaba también, la privacidad que poseía.

[:::::]

En la mañana temprano, todos se encontraban, medios despiertos, juntos en el patio de la institución. Silvia estaba parada frente a ellos, con una sonrisa que demostraba lo feliz de su situación

-          Me pregunto si esta, tiene algún problema mental- Comentó Soledad

-          ¿Por qué?- Preguntó Juan, cerca de ella

-          Es imposible, que este sonriendo, estando tan temprano en la mañana- La molestia se notaba en ella

-          Silvia es así, desde que la conozco- Susana se presentó a su lado,  pasaba por el lugar cuando vio la junta

-          ¿Por eso le atrae?- Susurró Soledad, viéndola con burla

-          Callate- Le golpeó suave en el hombro-  ¿Siempre le aguantas?- Preguntó a Juan

-          Ya es costumbre- Levantó los hombros

En ese corto tiempo, Susana ya se había acostumbrado a la constante presencia de Soledad, no solo de ella sino también de su amigo que la seguía a todas partes. Haciéndose, de alguna manera, cercana a esos dos lobos.

-          Disculpe profesora Susana- Silvia les llamó la atención a esas tres personas. Todas las miradas se dirigieron al mismo lugar- ¿Requiere de esos dos seres para algo?- Preguntó,  disimulando la molestia, que sentía por ver a su amiga interactuar tan “Amigablemente” con aquellos lobos

-          No, realmente no- Los observó

-          Entonces, hágame el favor de retirarse, me esta interrumpiendo- Se sentía molesta, con aquella ardilla

-          Si Profesora- Comentó rodando los ojos- Nos veremos luego, salvajes- Se despidió de ambos lobos, que reprimían la risa, por ser testigos de aquel momento divertido

Soledad observó a la nada sonriendo por lo ocurrido, pero su vista viajo a su compañera de habitación. Abril la miraba como si no la conociera, aunque notaba algo extraño en esa mirada, no era la que siempre le daba de despreció, esto era distinto. Cuando la joven vampiro se dio cuenta que la miraba, volteó su vista rápidamente, mirando a su profesora.

-          Si ya no tendremos más interrupciones- Observó a los lobos, que levantaron las manos en son de paz- Quiero mostrarles lo importante. Se preguntaran porque están acá, bueno, les enseñare, algunas cosas de las plantas. Todas las plantas tienen una forma de protegerse, si alguna vez las llegan a tocar en sus pétalos, sin ninguna protección, poseerán lo que estas les dan. Algunas  veneno, y otras su esencia natal, aroma agradable o uno que les hace dormirse.

Sacó una flor de su bolsillo. Una flor que estaba dentro de una bolsa, era roja, con los pétalos abiertos de par en par, su talló verde, era tan grueso como el dedo meñique, el centro de la flor era negro.

-          Está en una “Rojáber”- Explicó girando la flor por el tallo- Esta flor en muy letal, dependiendo de dónde se le agarre. Si, en algún momento tocan sus pétalos, se les paralizara su cuerpo, poco a poco, hasta llegar a su corazón y morir. Esta en una planta peligrosa, una letal que ataca a cualquiera que entre en contacto con ella- Comentó, ante la sorpresa de todos- En cambio esta- Sacó otra, sus pétalos verdes agua, también abiertos de par en par, mostraban un centro celeste, su tallo verde era más fino que el anterior- Esta en una “Rimert Verde”, es una flor que da un aroma a pino y campo, por lo cual es una planta aromática, es inofensiva, no corren peligro si las tocan por los pétalos.

Guardó las dos flores en su bolsillo, pero antes metió de nuevo la Rojáber en la bolsa

-          Las cosas son las siguientes, en este bosque hay una gran cantidad de flores. La única peligrosa es la Rojáber, la que acaban de ver pero de esas no hay en este lugar. Las demás son solo aromáticas o inducen sueño por algunas horas. Yo quiero que cada pareja, vaya y me traigan cinco flores Rimert Verde.  No se equivoquen, hay varias Rimert, pero solo quiero las verde.

-          ¿Esto en que nos va a ayudar?- Cuestionó Roxana

-          En la confianza- Sonrió- Uno de ustedes tendrá que vendarse los ojos, y el otro lo guiara. Cuando vean la flor le darán indicaciones para que la recoja, es ahí en donde entra la confianza. Porque deben de agarrarla de los pétalos, sin miedo o duda

Esperó a que las parejas se juntaran. Ya era costumbre que les hicieran eso, siempre eran las parejas del dormitorio, por eso no era difícil adivinar o mandarlos. En todo ese tiempo, era algo común que les mandaran con su compañero.

-          Ahora que están- Comentó observando que todos estaban juntos.  A cada pareja les entregó un pedazo de tela negra, que les serviría de venda- Deben de elegir quien la usara, cuando ya lo hayan hecho pueden comenzar a irse

Tiempo les tomó a Soledad y Abril, decidir quién iría a ciegas. Una disputa que terminó ganando Abril, por lo que Soledad le tocó vendarse los ojos.

Ninguno sabía con exactitud dónde estaban esas flores, pero como había dicho Silvia, el suelo estaba repleto de distintas flores. Las aromáticas, desprendían su esencia cada vez que alguno las tocaban, un aroma a pino, agua de cascadas, pantano, o simplemente las que dormían los sentidos. Más de un lobo o vampiro, cayó dormido al suelo. Los distintos aromas inundaban el aire, cualquier que se acercaba al área más afectada sentía su esencia.

Para Abril y Soledad no era problema, por dos causas. Una que no estaban cerca a ningún lugar de estos y la otra porque el espacio en donde estaban estaba casi vacío de flores. Cosa que le resultó extraña a la joven vampiro, porque para Soledad no era problema, ella no podía ver y no sabía en donde estaban.

-          Tengo la leve sospecha, de que hemos caminado mucho- Comentó frenando, Soledad- ¿Sabes dónde estamos?- Cuestionó

-          En alguna parte- Contestó Abril

-          Y en todo este tiempo, ¿No has visto ninguna?- Refiriéndose a las flores que debían de llevar

-          No realmente- Se sinceriso- Ni idea en donde estamos

-          Genial, estoy ciega y perdida con la única vampiro que no tiene sentido de la orientación- Comentó con burla- Espera…. Por favor dime que eres la única con ese problema, no quisiera tener que buscar mis lobos, por la culpa de los tuyos- Comenzó a reír por lo bajo

Abril se mordió el labio. No era momento de comenzar  una disputa, no en medio de un bosque llenó de plantas capaces de dormirlas por días. Apartó la mirada molesta, fue en ese momento en que se dio cuenta de algo.

Una flor yacía metros más arriba. En la base de un troco hueco, sus pétalos rosados con algunas pintas de blanco más su centro amarillo hacían que la flor desprendiera un brillo único.  Su tallo verde claro, tan fino como una Rimert Verde le dio a pensar que era otra flor aromática. Tal vez alguna extraña como una Rimert Rosa, o algún nombre raro de esos.

-          Encontré una- Comentó sonriendo, una sonrisa que Soledad no pudo ver

-          Felicidades Princesita Desorientada…. ¿Dónde esta?

-          Allá arriba- Apuntó el árbol, pero al instante se golpeó mentalmente

-          Dime… ¿Es una prueba para demostrar que veo detrás de esto? ¿O solo eres una olvidadiza?... Por no decir otra cosa

-          Solo sígueme- Elevó la voz agarrando la mano de Soledad, acción que provoco un cosquilleo y sorprendió a ambas, una porque no esperaba que hiciera eso y la otra porque fue más rápido su cuerpo que su mente.

El silencio las rodeaba a cada paso que daban. No estaban tan lejos de la flor y eso daba gracias Abril, porque nunca se imaginó que tan fuerte era el aroma del lobo alfa, al estar  tan cerca. El calor que desprendía la mano de su compañera le era agradable en algún punto en su interior, al parecer el plumífero no había fallado en eso de la calidez.

-          Mira, ahora solo debes de agarrarla- Comentó soltándole la mano rápidamente- Esta abajo tuyo

-          ¿Cómo por acá?- Murmuró tanteando el césped- No encuentro nada

-          Porque estas en otra parte- Se golpeó suave la cabeza- Solo toca más a la derecha- Le indicó con poca paciencia.

-          ¿Por acá?- Se corrió un poco

-          Casi… Solo un poco

-          ¡Ah! La encontré- Agarró con fuerza la flor, tirando de ella hasta arrancarla- Esto no es una Rimert Verde- Afirmó parándose

-          ¿Cómo lo sabes? Se supone que no vez

-          Porque, tiene otro aroma- Se sacó la venda, sin tirar la flor- … Uno más dulce- Se quedó mirando la hermosa adquisición en su mano

-          ¿Estas bien?- Preguntó Abril, luego de unos minutos en total silencio

Soledad se había quedado viendo la flor como si nunca hubiera visto una, eso le incomodo un poco a Abril. El alfa, apartó la mirada de la flor y clavó sus  ojos marrones en los desconfiados azules. Fue ahí cuando el vampiro se dio cuenta de algo. Los brillantes ojos que siempre traía el lobo, ahora estaban opacos, su mirada denotaba una pisca de aturdimiento. Vio cómo, después de unos segundos, sacudió su cabeza rápidamente.

-          Si… Estoy bien- Contestó susurrando

-          Será mejor que volvamos- Comenzó a caminar de vuelta- Dudo que alguno haya conseguido alguna flor- La esperó a unos metros de distancia

-          Si, tienes razón- Tiró la flor caminando al lado del vampiro

Parecía que no estaban lejos del lugar de encuentro. Se podía escuchar la voces de los demás, como le criticaban la idea a Silvia, alguno solo reía sin parar, seguro efecto de alguna flor, otros estaban tirados en el suelo, durmiendo como nunca.

-          Espero que estén bien- Comentó preocupada Abril

-          Si lo están- Soledad paró en seco, a pocos metros del vampiro, miraba a su alrededor, buscando algo en especial- ¿Quieres superarlos a todos?- Preguntó con una sonrisa

-          ¿”Superarlos a todos”?- Repitió sin entender

-          Si, hacer algo que ellos no pudieron- Cada palabra que decía desprendía una extraña alegría

-          No es una competencia- Le recordó aun perdida, vio como Soledad rodo los ojos

-          Lo se, pero será divertido… ¿Quieres o no?

Abril observó a los demás, estaban a pocos metros de llegar, un árbol las ocultaba de la vista de los otros. Se quedó pensando, sería lindo que consiguieran pasar esa prueba, les demostraría todos que se podía conseguir, si te esforzabas.

-          Esta bien- Aceptó dándole la espalda a la junta- ¿Qué hay que hacer?- Cuestionó llegando al lado del lobo

-          Sígueme- Le volvió a tomar la mano, jalándola despacio

Lo que en un principio fue una incomodidad extrema por parte del vampiro, se convirtió en algo agradable. El calor de la mano y  el aroma que desprendía el lobo, le hacía sentir una extraña sensación de tranquilidad, calma y relajación.  En ese corto momento, se había acostumbrado a caminar de la mano de ella, tanto que no se preocupó por el tiempo que llevaban caminando ni a donde estaban yendo.

-          Ten- Le pasó la venda a Abril- Tapate la cara- Ordenó. Abril obedeció sin chistar, por su parte Soledad se quitó la remera, pasándosela por la cara para tapar, también, su nariz. Volvió a agarrar la mano del vampiro, sin preocupación alguna, a ese punto ya se había acostumbrado a eso.

La repentina acción que hizo Soledad, logro que Abril se sonrojada. La  joven  vampira sentía las mejillas más caliente que cualquier parte de su cuerpo, e intentaba apartar la mirada de la morena espalda de ser que tenía enfrente. Su vista volaba de la copas de los árboles, hasta el verde césped, y de vuelta a los árboles. Sus rojas mejillas no querían ceder, le daba la impresión que estaría así, hasta que el lobo se dignara a colocarse de vuelta la remera. Tampoco sabía con exactitud porque se la había sacado en un principio, ni siquiera porque ella debía de llevar esa venda en la cara.

Por más que intentó no pudo resistir más tiempo, dirigió su mirada a la espada enfrente de ella. Una mediana espalda morena atrapaba su vista y pensamientos, imaginaba él porque estaba así de quemada, no era que todos los lobos fueran morochos, algunos eran tan blancos que parecían vampiros, pero ella no. Tal vez su familia si era media morocha, o se quemó con el sol. Si lo pensaba de alguna forma, ese lobo era hermoso. Su pelo negro brillante, que no pasaba sus hombros, era muy parecido al color que tenía cuando era un lobo completo seguro por eso era, su morena piel cubria toda su figura bien formada, una de las prioridades de ser un lobo. Eso tampoco le sacaba su belleza solo la hacía más fuerte, y por ultimo sus ojos, ese tono marrón que en más de una ocasión tuvo que enfrentar, esos ojos que siempre llevaban un brillo característico de ellos

-          Parece que es cierto- La suave voz de Soledad le sacó de su extraño pensamiento

-          ¿Qué cosa?- Elevó su voz para disimular el susto. Se golpeó mentalmente por lo que estaba pensando y haciendo, ¿Desde cuándo pensaba eso?

-          Eso de las flores- Debía de elevar más la voz, su remera le tapaba la boca y reprimía un poco el sonido

-          ¿Por eso tenemos esto?- Caminó unos pasos más, hasta terminar al lado de ella.

-          Si, veras. Las flores ya han desprendido su aroma protector-Observó el piso, algunas flores estaban pisoteadas o partidas en el tallo- El aire esta llenó de eso, por eso varios han sufrido las consecuencias, aun si no tocaron ninguna- Fue cuando Abril se dio cuenta de la inteligencia de Soledad. Usaban las telas para tapar todo el aire contaminado,  con eso en su nariz podían pasar sin problemas por entre medio de las flores ya muertas.

 

Comenzó a mirar con más atención su alrededor, no habían pasado por ahí. Los árboles cada vez se hacían más altos y gruesos, sus copas estaban repletas de hojas donde entre medio había uno que otro pájaro. El pasto también  sufría  ese cambio, cada vez se hacía más alto y verde, las flores comenzaron a desaparecer

-          ¿En dónde estamos?- Cuestionó preocupada- Creo que nos  pasamos, acá no haya nada

-          Tranquila colmillos- Comentó entre risas- No te estoy alejando para matarte.

Abril la miró, ese “Colmillos” no le había sonado molesto o con un sentido de burla. Lo había dicho de una forma que le pareció cariñoso o amistoso, algo que le sorprendió y extraño.

-          Mira- Apuntó una pequeña laguna oculta entre los árboles

-          ¿Una laguna?- Preguntó pasmada- ¿Qué hace en un lugar así?

-          Algo que no dijo ese perrito fue esto- Soltó la mano de Abril, que se molestó por la acción y golpeó en la frente  por pensar en eso- ¿Por qué te golpeas?- Cuestionó entre divertida y confusa

-          Por nada- Comentó con un leve sonrojo, apartando la mirada de ella

-          Te ves linda sonrojada- Le dijo con una sonrisa- Bueno, en realidad eres linda todo el tiempo, pero sonrojada eres aun más hermosa- Sus palabras sonaban sinceras, una sinceridad que no pasó desapercibida por Abril

 

Notas finales:

¡Nos leeremos el proximo viernes! Tengan un excelente fin de semana

War Black


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