Capítulo 4
¿Por qué tú?
La plática fallida con él rubio el día anterior lo había dejado frustrado y al llegar a la escuela lo primero que escuchaba era que el delegado tenía un golpe en el rostro, los chicos que iban hablando de eso decían algo sobre una venta ¡imbéciles! No podía creer que todo el mundo pudiese ser tan ciego, paso como alma que lleva el diablo directamente a la sala de delegados sin mirar a nadie, tenía una extraña sensación de dolor en el pecho… Nunca se había sentido así por alguien.
Entró sin llamar y echó a todo el mundo con una mirada que bien podría helar el infierno, a todos les faltó tiempo para salir huyendo, en cuanto Melody, la última, abandonó el lugar cerró de un portazo y con seguro, no iba a dejar que los interrumpieran, ese día sí que no iba a pasar, encaró al delegado que se veía casi resignado, tenía un enorme moretón del lado izquierdo, sintió su sangre bullir, era alguien explosivo de por sí y aquella imagen no ayudaba a su poco autocontrol.
-¡Quiero la puta verdad!- quería tomarlo por los hombros y sacudirlo hasta que entrará en razón -¿¡Por qué mierda fue esta vez!?- lo vio cerrar los ojos mientras él casi rechinaba los dientes, ¿Cuándo había sido la última vez que había estado tan molesto con alguien?
-Guarda silencio de una buena vez o no te diré nada…- sonaba tan neutral que estaba poniéndolo aún más furioso pero se calló esperando que empezará a hablar –Discutimos…- parecía que esa era su gran explicación, que no tenía intención de decir una sola palabra más al respecto, pero ya estaba harto de irse con pies de plomo, al carajo, estaba harto de tratar de ser sutil, esas mierdas no funcionaban
-¡Eso no es una maldita justificación!- apretó las manos en puño para modular su voz –Carajo… Carajo Nathaniel, eso…- señalo su rostro –Eso ya es demasiado- pateo una silla -¿y tu madre? ¿Acaso no dice un carajo?- definitivamente a ese paso iría él mismo a exterminar a la familia del rubio -¿Tu hermana? ¿Alguien?- lo miro y se quedó helado, era la primera vez que veía al delegado llorar, sus lágrimas bajaban despacio por sus mejillas, se sintió miserable por él
¡Mierda! ¡Mierda! No era bueno cuando la gente lloraba, ¿Qué se suponía que tenía que hacer? No era exactamente conocido por su amabilidad y gentileza, sin embargo su cuerpo se movió como un autómata y cuando quiso darse cuenta lo estaba abrazando ¿Por qué tú? ¿Por qué de todas las personas en el mundo tú? Acariciaba su rubio cabello mientras el otro lloraba aferrado a él, era probablemente la escena más bizarra pero sólo sabía que quería consolarlo
Desde que Debrah lo había mandado al demonio se había dicho a sí mismo una y otra vez que no necesitaba a nadie… Él mismo se bastaba y sobraba pero ahora estaba ahí sintiendo su corazón hecho pedazos por el tembloroso delegado entre sus brazos… De todas las personas en el mundo tenía que empezar a sentir algo por él, por alguien que era todo lo contrario a lo que él era, alguien a quien se suponía detestaba y para colmo un hombre.
-Tranquilo…- susurro muy a penas sin dejar de acariciar su cabello –Tranquilo…- no sabía que más decir pero trataba de confortarlo, cerró los ojos mientras las lágrimas ajenas mojaban su pecho
-Tengo miedo…- fue lo único que salió de los labios ajenos
-Lo sé… Lo imagino…- suspiró y lo abrazo un poco más fuerte –Debes pedir ayuda carajo… A este paso te matará- lo sintió negar con la cabeza ¿Cómo se atrevía a seguir defendiendo a su padre? Una vez más quiso sacudirlo hasta cansarse, sinceramente no entendía en que estaba pensando Nathaniel –No te comprendo…- gruño
-Yo… Yo no voy… A destruir a mi familia…- con un demonio no era momento de ir pensando en todos los demás
-Ellos… Son los que te están haciendo esto ¿Por qué los defiendes?- el temblor del otro había ido disminuyendo hasta parar así que al parecer ya no estaba llorando pero no se habían separado
-Mi madre y mi hermana no saben nada…- ¡por favor! Eso no se lo creía ni él mismo
-Una cosa es que la bola de imbéciles que estudian aquí se crean tu cuento de la ventana pero ellas viven bajo el mismo techo ¡por dios!- respiro profundo para volver a controlar su genio –Es simplemente imposible…- se pasó una mano por el pelo pero sin dejar de aferrarlo con la otra
-Ámber no lo sabe….- al parecer no lo iba a sacar de eso –Mi padre está pasando momentos difíciles mi madre solo lo está apoyando…- si claro, ahora eso se llamaba “apoyo”
-Con un demonio…- lo tomo de los hombros para apartarlo de sí mismo y mirarlo a los ojos –Eso no es un jodido apoyo… ¿En serio piensas lo que estás diciendo?
-Él es bueno con ellas, las cuida y les da lo necesario, no seré yo el que acabe con su mundo…- y teníamos al delegado más altruista del mundo –Entiéndelo y guarda esto por mí… No pasará a más- mierda…
-No me pidas que me calle…- susurro
-Si hablas aún lo negaré…- gruño con molestia y entonces sintió los labios del delegado sobre los suyos, lo cual lo hizo abrir los ojos desmesuradamente, sólo atino a corresponder y profundizar el beso, se sentía como si llevará una vida esperando eso, lo pego un poco a él con un brazo, era probablemente el mejor beso que había recibido en su vida, se separaron a falta de aire –No dejaré que pase de nuevo…- susurro el rubio aún demasiado cerca de su rostro, era extraño pero tentador
-Si pasa algo tan siquiera remotamente similar no me harás callar…- esta vez fue él quien beso al delegado, besándolo casi con brusquedad, se apartó y salió de ahí rápidamente, estaba hecho un lío con todo lo sucedido
Se escabullo al sótano para fumar un cigarrillo, la primera hora seguramente ya no tardaba en iniciar pero no tenía cabeza para entrar ¿Qué acababa de hacer? ¡Se habían besado! ¡Carajo! ¿Dónde mierda se metía Lysandro cuando necesitaba hablar? Se callaría el asunto a la policía pero tenía que hablar con alguien más y el elegido obviamente era su mejor amigo, termino su cigarro y tiro la colilla escabulléndose de ahí hasta el patio.
Increíblemente se encontró al peliblanco ahí, al parecer tampoco estaba de ánimo para la primera hora, se acercó a él, simplemente derrumbó todas sus barreras para contarle que había pasado, le dijo palabra por palabra todo lo que había sucedido momentos antes, todo lo que el delegado había dicho, sólo omitió lo del beso, realmente no se sentía listo para decírselo, tenía que aceptarlo él mismo primero
-¿Y lo besaste antes o después de aceptar no decir nada?- ¡maldito seas Lysandro! No podía esconderle básicamente nada, tantos años de amistad no eran en vano y la sonrisa socarrona del peliblanco no ayudaba, desvió la mirada un poco sin contestar, a sabiendas de que eso no era más que una confirmación
-Concéntrate Lys…- gruñó haciéndose el desentendido, el otro se encogió de hombros
-No sé qué esperas que te diga… Ya decidiste que vas a hacer ¿de verdad sirve de algo mi opinión?- se apoyó en su mano sin dejar de mirarlo –Cuando crees tener la razón es mejor no contradecir…- bufó un poco
-Supongo que tienes razón…- susurro al final con un suspiro –Sólo necesitaba que me escucharas… Gracias Lys…- se levantó y cargo su mochila, lo mejor era volver a casa por ese día, necesitaba dormir para asimilar todo lo sucedido, todo por ese delegado…