El sonido de los cubiertos chocando contra los platos llenaba el incómodo silencio durante la cena, hasta que una simple palabra rompió el sonido para generar silencio… uno no muy cómodo.
-Yugi – La voz de Yami capto enseguida la atención del mencionado y su abuelo
-¿Q-qué sucede? -. Yugi se tensó un poco bajo la atenta, seria e intensa mirada de su contrario, causándole un ligero temblor inconsciente.
-Podrías pasarme la salsa de soya.
Al escuchar la petición se relajó un poco y de forma desinteresada tomó la salsa y se la extendió. Yami, al recibir el frasco, con el dedo pulgar rozó sutil y discretamente la mano de Yugi, acto seguido, el menor hizo contacto visual y este a su vez le dedico un guiño que sonrojo levemente al pequeño.
Terminada la cena, Yami salió a dar una vuelta y a comprar un par de cosas. Por su lado Yugi ayudo al abuelo a recoger la mesa y lavar los cubiertos, se encontraba algo inquieto por la curiosa actitud de Yami; como si lo conociera de antes. Pero ¿Cómo abordar el tema? ¿Le creería si le dijera todo lo que siente haber presenciado por anticipado? No perdía nada con intentarlo.
Paso un buen rato hasta que Yami regreso a la casa.
-¿Puedo hacerte una pregunta Yugi? – Que advirtiera su presencia en la sala le erizo la piel. Ciertamente estaba escondido en la sala esperando por él ¿Cómo rayos se percató? – ¿Hay alguna razón en particular por la cual no quieras contarle sobre eso a tu abuelo?
Con eso último logro que Yugi saliera de su escondite improvisado - ¿Tienes algo que decirme Yami? ¿Cómo sabes tanto de asuntos que no te involucran?
-En eso te equivocas. Tú mismo me has dejado conocerte ¿sabes?
-¿A qué te refieres? Es la primera vez que nos vemos.
Yami subió las escaleras sin responder.
-¡No puedes irte así y ya! ¡Yami! – Se detuvo antes de entrar a su habitación.
-Si, en eso tienes mucha razón, es la primera vez que nos conocemos – volvió su rostro con una ligera sonrisa socarrona hacia su compañero – al menos en éste plano. Descansa.
“¿Cómo rayos cree que voy a poder descansar cuando me deja con el doble de dudas?” Yugi daba vueltas en su habitación sin saber qué hacer para poder dormir aunque sea un poco. Se quedó sentado al borde de su cama, observaba por la ventana la luna como si fuera a encontrar las respuestas ahí. Era un hecho que su inquietud no lo iba a dejar pegar la pestaña.
Pasadas las 3 de la madrugada tocaron a su puerta, pretendió estar dormido al no responder el llamado.
-Yugi sé que estas despierto – Esa voz, no había duda que era Yami. Aun así el pequeño no se encontraba con los ánimos para dejarlo pasar y hacerle saber que de nuevo no erraba en sus palabras, decidió guardar absoluto silencio – Quedándote callado no vas a hacerme creer que estas dormido, sé que no has dormido. Vamos abre – En verdad Yugi no tenía la intención de atender - ¡Hpm! Atiendes más rápido cuando de comida se trata ¿eh?
La puerta se abrió de golpe con un apenado Yugi alzando la voz – Si quieres que te agradezca por las onigiris ya lo hice ayer ¿Qué más quieres?
Yami rebozaba de orgullo con los brazos cruzados, y una ladina sonrisa – Tranquilo sé que me agradeciste ¿Quieres hablar del tema?
Por acto de reflejo Yugi se llevó la mano a la boca ¿Qué acababa de decir? Yami acababa de llegar esa misma tarde ¿Por qué pareciera que tenía más tiempo?
-Tranquilo, es normal que confundas tus planos. Una vez que los controles ya no te pasara.
-¿Qué quieres decir con planos? ¿Controlar?
-Calma, una cosa a la vez. Te explicaré:
Tienes la capacidad de entrar en un segundo plano a través de los sueños, igual que yo. Pero nadie que no posea dicha habilidad debe enterarse de ello.
Es por eso que al detectar tu habilidad, forcé tu segundo plano para encontrarte en el primero ¿Entiendes?
Yugi negó levemente – Lo siento, no entiendo tu concepto de planos.
-Para términos prácticos, digamos que son similares a una dimensión.
Resultaba confuso, si.
-De acuerdo, déjame ver si entendí. Puedo estar en otro plano al dormir y como no tenía conocimiento de esta habilidad, suelo confundirlos. Y si tú me enseñas a “separarlos” tendré un mejor dominio de ellos.
Yami asintió.
-Así es. Sólo recuerda que nadie puede enterarse de esto. Te enseñaré todo lo qué sé y lo que decidas hacer con ello queda a tu criterio, con la única condición de que nadie que no tenga este tipo de habilidad debe enterarse ¿Quedamos?
Aunque a Yugi le resultaba extraña la idea del porque reservar el secreto, no puso objeciones y asintió.
-Bueno ahora que ya tienes un poco más despejadas tus duda y has aceptado los “términos y condiciones”, deberíamos descansar un poco.
Yami se dispuso a dejar la habitación cuando Yugi le llamo
-Yami, Gracias.
El mencionado volteo el rostro.
-¿Por qué agradeces? Aún no te enseño nada.
Yugi esbozo una ligera risa de alivio – No se trata de eso. Gracias por no dejarme con las dudas.
Yami sonrio discretamente – No hay de qué joven Mutou.
Yugi se sonrojo violentamente y replico – ¡Lo siento! Puedes decirme Yugi.
Finalmente ambos tricolores ya habían estrechado un poco más su relación. Ahora solo era cuestión de tiempo para que el menor puliera sus habilidades, quizá de ese modo podría conocer más a su querido Seto. Aún pensaba en él a pesar de estar al tanto que no tenía posibilidades de que se fijara en él.
Decidió dejar de pensar en todo y dormir un poco, tendría un largo verano por delante.
A simple vista Yami no parecía un mal chico, era carismático y persuasivo; sin embargo algo le decía que tratándose de su “entrenamiento” no le daría concesiones ¿Qué más daba? ¿Por qué le importaba tanto el cómo lo trataría durante el adiestramiento?
“Basta” se dijo a sí mismo. No era momento de preocuparse por nimiedades.