24-Manía tuya.
Una vez todos los vampiros estuvieron del lado de Shinya o rendidos, solo quedaban Ferid y Crowley para convencer, acompañados de Yuu y Mika pero los que se miraban escrutadoramente eran Bathory y Pendragón.
¿Y bien? ¿Qué es lo que estás pensando hacer?—preguntó el peliplateado.
Eso debería decirlo yo—contestó el segundo.
¡Oh, me sorprende! Sinceramente pensé que tomarías el lugar de vuestro padre—dijo alegre el segundo pero con mirada muy seria y una mano en la cintura mientras Crowley un poco más atrás lo observaba como un halcón. Había aprendido a no menospreciar a su senpai en argucias y esperaba atento en como devendría semejante situación.
Yuuichiro saltó sorprendido y el pelilargo al notarlo le dijo sin mirarlo--¡No sé de que se sorprenden! En el mundo vampirico esto sucede con frecuencia. Que un vampiro tome la vida y el lugar del otro no es difícil. Aunque sea tu padre.
Tanto Ichinose como Hiiragi estaban algo trastocados pero no confusos ni menos altaneros que de costumbre, su porte no denotaba intranquilidad alguna aunque estaban en precaria situación ya que de todos solo Yuu era como ellos.
Más bien estaba pensando que querías dicho puesto para ti mismo—dijo Shinya con la misma media sonrisa.
La sonrisa de Bathory se ensanchó y luego dejó caer los hombros para pasar a una lamentada expresión—En realidad algo me dice que sería muy cansado y… ¿No te vendría bien el puesto en tu nueva situación? Despues de todo solo tú podrías indicar lo que hacer con el niño por nacer. Si tu fueras nuestro supremo regidor nadie podría atentar con un niño mestizo o al menos tendrías mas poder para neutralizarlo—dijo.
Pero también estaría rodeado de enemigos. Nadie puede asegurarme la lealtad de quienes me rodearan—le retrucó el ojos azules.
El peliplateado puso una mano sobre su boca en actitud pensativa mientras miraba a ambos lados del peliblanco—Yo diría que podrías conseguirte dos confiables guardaespaldas—
De inmediato el otro captó el sentido de sus palabras. A un lado más atrás estaba Guren Ichinose y del otro lado… Kureto Hiiragi.
¿Acaso piensas que puedo darme el lujo de depender de dos humanos?—preguntó algo agresivamente el peliblanco.
Cierto. Duran tan poco…—contestó Bathory tocándose la barbilla y pareciendo pensar por un momento antes de volver a fijar su mirada carmesí en el otro y ensanchando su sonrisa hasta que sus colmillos estuvieron bien expuestos añadió--¿Y si no fueran humanos?—Crowley, Yuu, Mika y los otros vampiros mostraron su sorpresa pero los otros cuatro no. Es más el ceño de Shinya se frunció en exceso.
Ya veo lo que has querido desde un principio—dijo el ojos azules—Tú esperabas esto—
¿Pero por que?—preguntó el pelirrojo interesado.
¿Quién sabe? Esa retorcida mente suya piensa todo con adelanto. Algun maquiavélico plan estará tramando—dijo Pendragón ofuscado.
¡Oy! ¿Pero es que acaso soy lo peor de la tierra y no puedo cometer ninguna buena acción?—preguntó Ferid fingiendo sentirse insultado.
¡Como si fuera posible que tu…, maldito chupasangre!—se dejó llevar Yuuichiro causando una mirada y sonrisa del peliplateado, después de un segundo se dio cuenta de lo que había dicho y mirando al rubio a su lado trató de explicar—Mika yo…--
No es necesario que te disculpes—dijo el ojos azules sin mirarlo. Como siempre lucía estoico pese a lo que el otro había dicho.
¡Uy! Eso se oyó feo para con tu amigo, Yuuichiro chan—dijo Ferid Bathory con fingida simpatía.
Ya tuve suficiente de todo esto—dijo Shinya optando por irse.
Guren lo miró partir con una duda en su mente y antes de que se decidiera a seguirlo una sombra con un ceño como el gran cañón pasó frente a él ganándole la intención. Por un momento se quedó viendo a Kureto quien desaparecía por la puerta frontal tras el peliblanco y un segundo después decidió seguirlo pues las cosas se podían poner feas para Shinya aunque juzgando todo por el comportamiento de esos dos era de esperar que fueran aliados, algo en su interior le indicaba que el Hiiragi no estaba de buen humor.
Shinya se agarró de la pared después de doblar en un pasillo. Había soportado la charla lo más que pudo pero ya casi no podía discernir las palabras.
Kureto llegó tras él y dijo—Apuesto a que te duele—refiriéndose a la herida del estómago. De seguro ya se estaba curando ya que el otro era medio vampiro por lo que no le preocupaba.
Entonces el peliblanco cayó de rodillas y tosió. Desde su posición Hiiragi no podía verlo pero conocía bien ese tipo de herida para no saber lo que pasaba por lo que se puso a un lado del otro y halándolo de un brazo lo obligó a mirarlo. En ese instante vio como la herida aún resplandecía roja detrás de la camisa desgarrada y como la mano del brazo que jalaba estaba manchada del mismo color.
¿Qué es lo que está pasando aquí? ¡Contesta!—le exigió.
Con la mirada algo turbia el otro sonrió y le dijo--¡Aún tienes esa manía de ordenarme!—antes de caer, hubiera dado contra el suelo si no fuera porque el pelinegro lo sostuvo en sus brazos luego de agacharse por él.