Rey Arturo, conocido como el salvador por los místicos. Quiere enmendar los errores de los antepasados, y forjar una nueva era donde los niños no tengan que conocer siquiera la palabra guerra. En vez de que carguen espadas, carguen libros. Coexistiendo todas las razas. Todavía hay muchos clanes místicos que se reusan a formar parte de Gran Bretaña. Ejemplo, los indígenas. Guerreros sin igual, capaces de pulverizar una piedra con la palma desnuda de la mano. Ellos no conocen la derrota. Pero el trabajo de hablar con ellos se lo confiara a un escuadrón. Bajo el mando de Neliel. Tenía pensado ir en persona, pero se siente fatal. No deja de tener constantes migrañas. Es muy doloroso para el.
« Yo te voy a convertir en rey. » No puede creer que con solo aceptar seguir a un hechicero desconocido, pudo llegar hasta donde está. Pero sabe, que no sólo fue por Merlín. Dio lágrimas, sudor, sangre, lo dio todo por portar la corona de Gran Bretaña, a su corta edad temido y respetado. El humano capaz de portar al arma sagrada del cielo, excalibur.
- Merlín.. ¿Desde cuando no me di un poco de tiempo para mi? -Pregunta al hechicero quien bate una sopa caliente. Los hechiceros parecen mamás de sus reyes.
- ¿Se refiere a la sultana de Arabia? -Preguntó arqueando una ceja.
- Allen.. Se veía que no quería casarse..
- Bueno, no quise decirlo antes pero investigue porque se me hacía conocido. Tras la revolución de la armada, y Nasri Jara tomará el título de Sultán, el príncipe menor de dicho reino escapó, y el sultán dio en su tiempo una gran cantidad de riquezas para quien lo trajera de vuelta. Ahora sabemos porque puso la recompensa.
- Un matrimonio forzado.. -Arturo frunce el ceño.- No puedo permitir que Allen siga estando con ese animal. Merlín, envíame a Arabia.
- ¿Hmm, en ese estado?
- Si.
- ¿Y que piensa hacer, mi rey? -Pregunta con una sonrisa pícara.
- Aplicar el rapto de la novia.
*****
- Tu... -Allen con la mirada apagada, lágrimas desbordando por aquellas mejillas.
De sólo mirar a Nasri, sintió como todo sentimiento negativo lo envuelve. Las paredes se agrietan, haciendo que la gente grite aterrada, intentando salir de ahí. «Allen» Recordó la voz grave de Leto. Y sintió más furia contra Nasri, Siraj.. Contra todos. Las grietas llegan hasta el techo, haciendo que comience a caerse. Nasri mira hacia arriba, escombros comienzan a ver en medio de el y Allen. Justo como un muro. El regordete, mira a toda la gente que está detrás suyo.
« Ojalá lo decapiten al igual que su madre» Esos malditos.. Los cuales le dieron la espalda cuando el busco la manera de salvar a Arabia. Incluso hay niños presentes. Pero le importó poco.
Los alaridos, cada parte de sus cuerpos retorciéndose. Los huesos quebrados atravesando la piel.. Allen esta utilizando «destrucción» inconscientemente, dejándose llevar por la ira. El rencor.
« Hay que jugar a las escondidas. » Insoportable migraña que le da. Sin pensarlo, o si quiera con la intención, convirtió la cabeza de Leto en cenizas. « ¡Vamos, Allen! »
- Leto... -Con la poca cordura que recobro. Decide huir lo antes posible antes de que Nasri desaparezca el muro.
******
Corriendo por las calles de Arabia. Es perseguido por los soldados. Agitado, sin saber que está mal o bien. No quiere hacerle daño a nadie más. La respiración agitada, sudoroso. Jamás ha tenido condición física, pero por Ala que está corriendo hecho rayo para no ser alcanzado. Se da la vuelta en un callejón. Pero es atravesado de la pierna por una lanza.
- ¡Ghaa! -Cae al suelo.
- Si le decimos al sultán que le matamos en defensa propia, tal vez nos perdone la vida. -Dice uno de los soldados, con la mirada desquiciada.
- Gh.. -Quebró la lanza, pero aún tiene la parte enterrada.
- ¡Muere, hijo de Shahid! -Esta apunto de atravesarle el rostro con la espada. Pero su rostro es rebanado en dos. Los soldados temblando... Es..
- HIJOS DE PUTA. -¿¡El rey Arturo?! Toma con rapidez a Allen en sus brazos, y antes de que puedan reaccionar, desaparece cuando un sello brilla con intensidad en los pies del rey.
//Bonus..//
- ¡Alto ahí rata! -Un panadero, persiguiendo a un infante de cabellos dorados como el sol.
- ¡JAJA! ¡Atrapame primero, viejo gordo! -Grita, con una gran sonrisa entre dientes.
Observándolo desde lo más alto de la catedral, un hombre con ojos bicolor. Viste como viajero.
- Creo que ya encontré a mi candidato a rey.
Los hechiceros tienden a elegir un ser para convertirlo en un gran rey, sultán o emperador. Al parecer no fue tan mala idea ir a Camelot según el. Y tuvo tanta razón, pues ese pequeño a la edad de quince años logro unificar todo Gran Bretaña y formó alianzas con clanes místicos. Un sueño inocente, que tuvo el valor de convertir en una gran meta, «Coexistir.»
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