Los días del verano pasaban y Yugi era cada vez más diestro con su habilidad, Yami se lo dijo: “Tienes talento”. Y equivocado no estaba, quizá al inicio le fue difícil acostumbrarse a la enorme cantidad de energía que requería para sincronizarse al segundo plano, pues al final del día terminaba más que agotado. Así que su mentor le asignaba un estricto programa, tanto de alimentación como de hábitos cotidianos, para desarrollar condición y fuerza mental.
Por un lado a Yami le preocupaba el hecho de que en varias ocasiones su pupilo, se exigía de sobremanera. Tanto era su afán de progresar que estuvo por quedar en un estado de fatiga total. No era ingenuo, conocía los sentimientos de Yugi por aquel chico de ojos azules. Pero algo le molestaba sobre ello ¿Celos? No estaba del todo seguro que lo fueran, pero tenía la certeza de que aquel chiquillo de enormes ojos inusuales le causaba – además de molestias en el riñón – frecuentes arritmias al estar junto a él ¿Desde cuándo no sentía aquello? La primera vez que le sucedió fue a sus inocentes trece años, etapa en la que tanto los chicos como las chicas entran a la etapa de desarrollo. Fue hacía su mejor amiga, una chica castaña de ojos azules. Nunca la había visto de esa manera, inclusive jamás se imaginó que le fuera a llamar la atención pero así era, a pesar de ello no tuvo el valor necesario para afrontar ese sentimiento.
Por su lado Yugi, nada lo tenía más motivado a continuar que su querido castaño.
Se volvió terco y determinado, se exigía mucho a sí mismo; dejo de ver a Malik y Ryo por un buen tiempo. Si había una forma de saber los sentimientos de Seto, era entrar a su subconsciente. A pesar de haber tenido progresos agigantados, seguía sin poder sostenerle la mirada a su mentor, quien le aseguro que cuando lo lograra habría concluido su aprendizaje.
-Bien Yugi, ya deberías ser capaz de mantener contacto visual por lo menos dos minutos.
-Así es – dijo muy orgulloso nuestro pequeño tricolor.
-Pero, esta vez serán tres.
A Yugi le salió una gotita en la sien – Te gusta molestarme ¿cierto?
Se sentaron nuevamente y sus miradas chocaron. Y tal como Yami le había advertido, lo inmovilizo; ahora tampoco podría apartar la mirada o cerrar de lleno sus ojos.
Ambos tricolores tenían una gran determinación a que esta vez su aprendiz lo lograría, o al menos encontraría la forma de salir de ese trance.
-Yugi, contéstame algo con total sinceridad
-Seguro ¿Qué es?
Calló unos segundos para formular bien su pregunta.
-¿Qué te ha motivado a progresar tanto?
Al pequeño le resulto una pregunta extraña y obviamente no le iba a soltar a Yami de buenas a primeras que era debido a su curiosidad de saber los sentimientos de su chico soñado.
-Bueno, me emociona saber qué puedo hacer con esta habilidad, creo eso es motivación suficiente para lograr lo que quiero; que algo te apasione.
“o alguien” pensó Yami.
-¿Por qué crees que es por alguien?
-¿Qué dices? - ¿A caso leyó su pensamiento? No podía ser posible, quizá era mera coincidencia.
-Lo puedo ver en tu mirada, Yami. Estas pensando en “alguien”.
Era un hecho, ese niño desarrollo una gran y útil habilidad.
Durante la mayoría de sus viajes para enseñar a chicos y chicas, había apreciado como desarrollaban múltiples habilidades conforme avanzaban en su entrenamiento, y esta era la primera vez que se encontraba con alguien que podía ver a través de los ojos los pensamientos de las personas; claro que era algo superficial, sólo podía ver lo que se pensaba al momento. No era propiamente leer mentes. Pero era peligroso, ahora más que nunca debía concentrarse en no mostrar ese pequeño sentimiento que despertaba ante esas hermosas joyas violetas.
-Vaya, en verdad debo reconocértelo. Tienes un gran talento – su voz fue disminuyendo de volumen – pero aún tienes mucho que aprender – conforme su voz mermaba, la distancia entre sus rostros también.
-Yami, esta vez no va a funcionar tu truco de intimidación – al decir eso, Yami se sintió levemente decepcionado, aquel nerviosismo que tenía Yugi cuando lo conoció ya no estaba.
-¡Oh! ¿En serio? Eso ya lo veremos – repentinamente su mirada se volvió depredadora, alterando los nervios de Yugi, que creía ya había dominado aquel incidente.
-N-no te acerques más, ya estas lo suficientemente cerca – intento retroceder pero fue en vano.
-Je, yo no lo creo. Aún no estamos tan cerca o ¿Si?
-Ba-basta, si sigues acercándote vamos a terminar…
-¿En un beso? No me molesta – sus respiraciones chocaban, el bochorno entre ambos crecía y la mente de Yugi se desconcentró. Estaban a sólo unos cuantos centímetros de sus labios…
-¡Yugi, aquí estabas! – era la voz de Ryo.
Abruptamente y con el corazón a mil por hora, Yami rompió su hipnotismo y se alejaron el uno del otro.
-¡Ryo! ¿Qué haces por aquí? – Preguntó Yugi ignorando lo que estaba por suceder.
-Bueno, ya está por terminar el verano y Malik y yo fuimos a la playa por última vez. Y de regreso me pareció haberte escuchado. Regresamos a casa pasado mañana.
¡¿Fin de las vacaciones?! No podía ser cierto, Yugi apenas si había tenido tiempo de “relajarse”
CONTINUARA