46-Caída.
Ahora usted y yo tendremos un momento a solas nuevamente—dijo el de ojos ámbar mientras el ojos mieles le miraba con semblante demudado.
¿Y sobre qué pretendes hablarle?—preguntó una voz desde detrás y el mayordomo se giró para que los tres pudieran ver a Seto Kaiba con el ceño fruncido.
¡Maldición!—dijo Claude mientras tiraba del cuerpo débil del internado--¡Tú encárgate de esto!—añadió hacia el oficial que le secundaba.
¡Diablos!—maldijo el otro mientras Claude jalaba a Joseph rumbo a las escaleras.
Intentó llevarlo hacia abajo pero unos policías venían presurosos por ahí y le latía que todo era una trampa y que lo habían estado esperando. Habían usado al rubio de cebo.
Parece que tu amado no te quiere tanto—dijo al melado—Te usó de carnada para atraparme—mientras los dos subían las escaleras buscando la seguridad del techo que era poca y titubeante. Al cerrar la puerta de la escalera Claude exhaló con rabia. Por haber sido tan arrogante de jugar con el destino estaba en tal aprieto. Si solo hubiera matado al reportero antes nada de esto tendría lugar. Se dijo un momento antes de mirar con furia al que sostenía por el brazo.
Joey había estado pensando en las escaleras que lo que el otro dijera tenía sentido. La súbita desaparición de Seto no se debía a que lo estaban interrogando. Seguro el astuto empresario había elaborado un plan para atrapar a Claude con la policía para así quedar al menos a mano con Pegasus. También estaba de acuerdo que para tal suceso el único testigo, él, era una carnada más que perfecta. Fueran los resultados de ese acto los que fueran, sembraría todas las dudas posibles de la participación de Maximiliam Pegasus en un acto delictivo. Por más que intentara negar la culpa y hasta que saliera libre. Su imagen pública se vería muy empañada. Ser utilizado como una carnada no era tan desagradable. No debería sentirse así pues era propio de los juegos entre empresarios o delincuentes pero…
¿Por qué saber que Seto podía prescindir de él se le hacía tan doloroso?
¡Así que si pensaste escapar hacia arriba! Todas las ratas son iguales—dijo una voz de repente y ambos levantaron la vista para ver a Seto parado a unos metros de ellos con los brazos cruzados mientras dos policías estaban junto a él.
¡Maldito!—dijo el pelinegro.
Eso debiera decirlo yo—contestó el otro observando como el de lentes miraba la puerta tras él—Detrás de ella hay mas agentes—le advirtió mientras era mirado--¿Acaso no pensaste en los elevadores? Llegar antes que tú no fue ningún esfuerzo—
¡Aléjate o él va a pagar las consecuencias!—advirtió con voz de ultratumba Claude.
¿Vas a poner mas en desgracia a tu querido amo?—preguntó el ojos azules sin perturbarse.
Esto no tiene nada que ver con mi amo. Yo solito hice esto por mi cuenta y cargo—le contestó el mayordomo.
¡Que coincidencia! ¡Pegasus dijo lo mismo hace un rato! Parece que tu amo te considera un perro sarnoso del que es necesario desprenderse—dijo Kaiba captando la atención de ambos oyentes.
Vengo de la jefatura de policía donde él declaró que todo esto lo hiciste solo. Aunque no dudo sea cierto pues él no sería tan estúpido de secuestrar a alguien en su casa. Quisiste ayudar y te salió mal porque… ¿Quién creería que el dueño de casa no está enterado de lo que sucede en ella? Has metido en más de un problema a tu amo y ahora te vas a hundir hasta el mismo infierno, bastardo—informó el castaño para sorpresa del rubio y el pelinegro.
Los ojos ámbar brillaron intensamente—Entonces… si voy a hundirme… No te importará si me lo llevo conmigo—dijo el pelinegro antes de arrastrar de un empellón a Wheeler sobre la cornisa por donde salió despedido.
La imagen de la cara de Seto se quedó en sus retinas mientras caía. Inesperadamente un alivio se apoderó de su alma al ver como la cara del otro se distorsionaba de pánico mientras expresaba un grito que sonaba a un “¡No!”