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Lotto - Yoonmin por miuna-chan

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Notas del capitulo:

espero disfruten la lectura

Jimin se encontraba sobándose las muñecas, ya que al quitarle las esposas aún seguía esa sensación de ellas que para nada le agradaba. Iba temblando en el asiento de atrás en donde estaba asustado, quería huir pero quien sabe que cosas le harían si lo hiciera, realmente se sentía aliviado de que los Min fueran agradables, ¡no le gustaría llamarle a alguien amo! Realmente, no podía confiar en ellos pero, en el fondo de su corazón sentía que si debía, sin embargo, su parte cuerda le decía que no. Fugazmente recordaba otra vez su casa y a su madre, al hacerlo lágrimas se acumulaban en los ojos de Jimin, haciendo que le ardieran un poco los ojos, parpadeo varias veces y dirigió su vista a la noche sin luna que había.

-Jimin, por si te lo preguntabas, estas muy lejos de tu casa, aunque quisieras huir, quizá morirías en el camino-.Dijo la señora Min interrumpiendo los pensamientos de Jimin.

Jimin emitió un sonido, como un grito ahogado, ya estaba consciente de ello, de que jamás volvería a ver a su madre, ni a sus amigos. Es por esto que las lágrimas que contenían salieron en un silencioso llanto, un llanto lleno de amargura y tristeza.

Los minutos o quizá horas ya habían transcurrido, No lo noto pero, ya el señor Min había estacionado el coche en una enorme mansión de fachada blanca. Oh al parecer iba a ser esclavo de un narcotraficante. Mientras Jimin subía las escaleras, escoltado por los Min, se dio cuenta que la noche era fresca y olía a sereno, una de las cosas que calmaban a Jimin. Cortésmente el señor Min abrió la puerta para su mujer y Jimin, el cual entro temblando, realmente sentía sus piernas temblar del miedo, tanto, que creía que en algún momento ya no responderían y caería al piso.

Un mayordomo los recibió en la entrada de la mansión, haciendo una reverencia ante ellos.

-Buenas noches señor y señora Min ¿Cómo les fue hoy?-.Pregunto con sumo respeto.

-Muy bien Alfred, prepara el baño y lleva al Señor Park a él, después llévalo a su habitación-.Dijo el señor Min en un tono un poco autoritario pero sutil

-Como usted diga mi señor-.Dijo el mayordomo poniendo su mano sobre su pecho.

-Ah y después llévalo a la sala de juntas.

Alfred asintió y tocando suavemente la espalda de Jimin le indico que caminara. Al voltear el señor y la señora Min ya se habían retirado a quien sabe dónde, Jimin estaba estupefacto con la mansión, era blanca, con piso de mármol negro y decoraciones blancas o negras; bastante elegante a decir verdad. Había pinturas en las paredes bastante bonitas e interesante, Jimin se acercó a una y la observo, dos hombres hincados, en un cuarto estilo europeo, uno llevaba un listón grueso en manos y otro una manzana roja. Que extraño, pensó.

Un carraspeo lo saco de su indagación por el cuadro y volteo a ver a Alfred que mantenía una media sonrisa.

-Acompáñeme señor Park-.Dijo en el mismo tono de voz propio y respetuoso.

Jimin fue guiado hasta el cuarto de baño y lo dejaron ahí, con una toalla y un cambio de ropa. Su mente estaba teniendo una disputa, no sabía si realmente debía confiar en aquella familia, al parecer no le harían daño, no lo sabía pero eso quería creer. Digo, si eran narcotraficantes o malas personas ya lo hubieran encerrado en un cuarto, sin comida, solo y aun lleno de suciedad, pero ellos, les ofrecieron su casa a Jimin, eso no era de narcotraficantes.

Mientras pensaba, se deshizo de la ropa sucia que tenía y las miro con odio y miedo, las aventó al piso y se metió a la tina con agua caliente y un aroma a lavanda, que , de inmediato lo destenso. Acomodo su cabeza sobre el borde de la tina y se dedicó a lavarse bien el cabello, realmente detestaba tenerlo tan sucio, odiaba estar tan sucio.

El baño no tuvo contratiempos, Jimin salía del baño limpio y oliendo bien, tomo la toalla y se secó el cuerpo para después ponerse la ropa. La ropa le quedaba dos tallas más grande que él, lo cual lo hacía ver más tierno de lo que ya era. Al salir del baño, Alfred lo esperaba afuera del baño, Jimin le sonrió un poco y nuevamente fue guiado por Alfred a un lugar que desconocía, Realmente la casa era enorme, a Jimin le costaría trabajo encontrar los cuartos; Caminaron por unos minutos y se detuvieron en una puerta al fondo de un pasillo extenso. Alfred abrió la puerta y ahí se encontraban los Min, la señora Min tomando una taza de té y el Señor Min le sonreía a sus esposa.

Jimin trago saliva y entro con timidez, sus ojos aún seguían hinchados pero el miedo ya había abandonado su cuerpo por completo, Caminó por el cuarto y se quedó parado cerca de la pequeña mesa que estaba entre los sillones, se quedó quieto y parecía que estaba aguantando la respiración.

-Oh Jimin, te hemos llamado para decirte algo-. Dijo el señor Min mientras veía a Jimin.- De seguro te preguntaras por que te hemos traído aquí ¿verdad?

-S-si señor-. Asintió Jimin mientras movía la cabeza frenéticamente.

-Bien, te hemos traído aquí ya que necesitamos Modelos en nuestra agencia, tu seras mi nueva musa-. Dijo la señora Min dando otro sorbo a su te.- Además, queremos que te hagas amigo de nuestro hijo. El es muy introvertido y por eso se la pasa solo en la escuela y siempre se encierra en su cuarto, el necesita amigos y te pedimos que seas como un mejor amigo para el.

Jimin ladeo su cabeza y saco todo el aire que contenía. Ahora realmente sabia que quizá si debía confiar en ellos. No lo compraron para torturarlo, ahora todo lo entendía y sintió como un gran peso se le quito de encima. El señor y la señora Min vieron a Jimin y sonrieron. Jimin hizo una pequeña reverencia y se retiro de la habitación, dando un largo suspiro de satisfacción.

Camino de regreso hacia donde le había indicado Alfred que era su habitación, una curvatura en sus comisuras se mostraron, era una leve sonrisa, que después se fue haciendo una mueca de confusión. No sabia donde estaba, ¡Se había perdido! Miro a todos lados sin saber que hacer y se apoyo en una puerta que estaba cerca de donde el se encontraba. Suspiro y trato de recordar el camino, pero siendo sincero, Jimin no recordaba nada.

Un movimiento lo hizo caer sentado al piso, al parecer alguien había abierto la puerta. Jimin dirigió su mirada hacia arriba y se encontró con un chico de cabellos rubios teñidos, tez blanca como el azúcar y una mirada fría.

-Oye ¿quien eres tu?-. Musito el chico rubio mientras alzaba una ceja notablemente disgustado.

Jimin se levanto de inmediato y en un tímido “lo siento” salio corriendo de ahi, ocultándose en una habitación en la que se encontraba Alfred a lado: era su habitación. Jimin le sonrío a Alfred y entro a la habitación para después observar la habitación que en penumbra no sabia de que color era, ni como era, solo miro una cama y se acostó en ella dejándose llevar por la suavidad de ella y quedándose viendo el techo pensando por milésima vez en esa noche en su familia.

Jimin en pocas horas después de su compra llego a una conclusión; Quizá esto seria su salvación y podría volver a casa ¿o no?



Notas finales:

espero les haya gustado!

pienso que este fanfic tardara en desarrollarse


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