La vergüenza no dejaba que su mirada se levantara del suelo. Estaban todos en la sala, los niños ya habían despertado de su siesta y las mujeres se encontraban tomando un poco de café con pastelillos.
Quería pensar en otras cosas pero sólo el hecho de recordar a Vegeta fuera de la puerta del baño le causaba un sonrojo inmenso.
¿Lo habrá escuchado? ¿Sabrá que se había masturbado? Probablemente, aunque el príncipe no dijo nada fuera de lo que las mujeres le pidieron. Únicamente sus palabras fueron 'Te están llamando'
Aunque Vegeta no estaba presente a su alrededor, imaginar que lo descubrió en algo tan íntimo hacía que perdiera su concentración e ignorara a la peli azul que no dejaba de hablarle, pero al verse ignorada frunció el ceño y lo dejó de lado.
Por su parte, el príncipe estaba recostado en una de las camas que ese lugar le brindaba. Diría en otra ocasión que estaba cómodo pero no era su caso.
Sus ojos cerrados y su respirar pausado daban la apariencia de que dormía. La realidad es que estaba meditando.
Ya bastantes pensamientos rondaban en su cabeza y ahora los sonidos eróticos que logró escuchar del joven no lo dejaban en paz, pero no, no se excitaba. No es que el chico no fuese atractivo a su joven edad pero, no era eso lo que le provocaba.
Más bien una ola de furia de acumulaba en su ser. Y con cada recuerdo de los suspiros que logró escuchar, a su mente llegaba la imagen de aquel imbecil ya fallecido.
-Demonios.
Se hacía tarde, así que Milk decidió que debían irse antes de que la oscuridad invadiera el cielo por completo.
Gohan agradecia que Vegeta no se haya asomado después de aquel momento en que lo fue a buscar, por lo menos así se evitaba más vergüenza.
Goten se notaba bastante enérgico, pedía a su hermano que jugasen pero el joven lo rechazaba alegando que lo único que haría al llegar a casa seria estudiar un poco. Su madre, orgullosa de escucharlo, lo apoyó e hizo que el pequeño dejara a su hermano mayor.
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Dende se encontraba recostado en la cama de una de esas amplias habitaciones que poseía el templo. Piccolo le dijo que por esa noche no se preocupara de vigilar la tierra, que él se encargaría.
El namekiano intentaba descansar su mente, después de todo, siendo el encargado de cuidar la tierra, debía tener los pensamientos fríos.
Por su parte, Piccolo miraba con serenidad a los mortales. La brisa nocturna se deslizaba por su cuerpo. Se encontraba en total paz.
Su mente no giraba en torno al de cabellera oscura, al menos no en ese momento. Se dedicaba sólo a meditar mientras vigilaba la Tierra.
Gohan en esos momentos deseaba tener esa tranquilidad, su mente no podía dejar se recordarle que el príncipe pudo haberlo escuchado. No podía dormir por lo mismo, estaba fuera de calma.
Abrazaba una almohada y hundía su rostro en ella. Por más culpa que sintiera su vergüenza aumentaba al sentirse excitado por recordar como se masturbo en un baño ajeno. Intentaba calmar sur espirar que empezaba a agitarse. Estaba vestido con una pijama que comenzaba a provocarle calor, pues su temperatura no parecía querer dejar de aumentar. El sudor en su frente mojaba la almohada que seguía abrazando.
Tragaba saliva pero no servía de nada por que sentía la garganta seca. No podía quedarse así, por lo que se levantó de la cama y fue directo al baño percatándose primero de que todo estuviera en silencio, las luces apagadas y que su madre y hermano estuvieran durmiendo.
No, no se daría placer. Entró al baño e inmediatamente se despojó de las prendas metiéndose con rapidez bajo el chorro de agua fría. Sus pezones se endurecieron al sentirla y la piel se le erizo, pero buscaba calmar la erección creciente.
Pasaba sus manos sobre el rostro, la piel pálida se ponía fría con cada segundo que quedaba bajo el agua pero su lívido ya se encontraba en calma.
No iría a ver a su maestro al siguiente día, debía controlarse, de no ser así sus hormonas ya alteradas querrían poseerlo a cada momento. Suspiró mientras cerraba el paso del agua, había olvidado meter una toalla y por lo que veía no había ninguna dentro del baño.
Se asomó por la puerta y no vio a nadie, así que rapidamente se metió a su habitación. Se secó y no se puso nada más que un boxer holgado. Su cabello seguía húmedo pero al estar más relajado se tumbó a la cama y el sueño empezó a invadirlo.
Por suerte, su mente lo dejó descansar al no brindarle sueños lujuriosos con su amante.
Al llegar la mañana la razón de su despertar fueron los pequeños empujones que su hermano le daba. Terminó por levantarse y vestirse para asearse un poco e ir a desayunar.
-Gohan, estaba pensando en contratar a un nuevo profesor para que te ayude con algunas materias. Ya contacté a uno y sólo me falta confirmarle.
El joven sólo escuchaba con atención. Ya había tenido maestros antes así que eso no le causaba problemas.
-¿Cuándo llegaría el profesor?
-Tenía planeado que empezara la próxima semana.
-Entiendo. Me parece bien. - No le desagradaba la idea. Desde hace un tiempo se había dado cuenta de que estaba dejando un poco de lado sus estudios por concentrarse en el namekiano. Por el momento, mientras tenga tiempo libre disfrutaría de pasar ratos fuera de casa.
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-¿Sucede algo malo Vegeta? - no servía de nada la preocupación que la de cabello azul mostraba. El sayajin la pasó de largo continuando su camino para entrenar.
Estaba más irritado que de costumbre. No pudo conciliar el sueño durante la noche y todo por estar pensando precisamente en quien menos quería pensar.
Se cuestionaba cada mañana si realmente valía la pena continuar entrenando para ser más fuerte. ¿Qué razón tenía? Su rival estaba muerto. Sentía furia cada vez que recordaba aquella forma tan absurda por la que murió. Un ridículo sacrificio.
Su objetivo siempre fue aniquilarlo, demostrarle que era más poderoso pero. ¿Cómo demostrarlo si ya estaba muerto? Estaba enojado con él por morir de tal forma, sin haber tenido una pelea antes. Una que fuese perfecta.
Y de nuevo, los pensamientos en torno a Goku rondaban en su mente. No sólo eran las peleas, había otra cosa que lo mantenía intranquilo pero que no quería admitir. Trató de compara el olor que había sentido en el hijo de su rival pero no podían ser iguales.
Era un dulzor parecido pero le faltaba mucho para ser igual al del de cabellos alborotados. Su enojo aumentó y se dispuso a entrenar en la cámara de gravedad. Trataría de quitar todos esos pensamientos de su mente.
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-Entiendo, entonces estarás con la nariz entre los libros.
-Si, por lo mismo creo que ya no podré salir a visitarlos tan seguido.
El sonido de la cascada era relajante para ambos que desde la orilla de las rocas la observaban.
Uno junto al otro sin pegar sus cuerpos. Era cómodo tener la presencia del contrario a su alrededor.
-Si eso es lo que quieres hacer, entonces espero que tengas suerte. Eres muy inteligente Gohan, no tendrás dificultades.
Era un halago que le daban seguido pero sólo ser pronunciado por esos labios le causaba un sonrojo por roda la cara.
-Daré lo mejor de mi.
El de cabellera oscura cerró los ojos y disfrutó de la tranquilidad del lugar, recostándose sobre la roca mientras sentía los dedos del mayor enredarse en su cabello. Deseaba quedarse así todo el tiempo. La relajación le ganó y causo que empezara a quedarse dormido. El namekiano sólo continuaba acariciando su cabeza mientras observaba con ternura su rostro sereno.
-Descansa Gohan.