12-Dulce helado
Se quedó dormido. Como era su costumbre desde que se veían en ese apartado lugar del instituto que quedaba tras el edificio de la intendencia.
A Seto no le molestaba que el otro se durmiera porque cuando estaba despierto permanecía quejándose de lo que escribía y que si tal o cual personaje estaba bien hecho y cosas por el estilo, así que poder dibujar en paz, como dice MASTERCARD, no tenía precio.
La dulce brisa acariciaba sus cabellos castaños llenando de paz su interior. Así era para Seto cuando dibujaba solo y en esos momentos nadie lo estaba molestando. Por eso el repentino toque le tomó desprevenido y al mirar hacia su extendido regazo vio al rubio que usando uno de sus muslos de almohada se había abrazado a este como si de un Oso Teddy se tratara.
Oye, será mejor que te…--decía mientras agarraba el final de la manga del otro tironeaba para que lo soltara, es entonces cuando se sobresaltó a un más pues de improviso el otro se soltó de su agarre y su mano fue a caer en cierto lugar algo abultado que casualmente se ubicaba entre sus piernas, dejándolo así sin habla—Es mejor que saques tu mano de ahí—susurró para que el otro no lo oyera debido a que los colores habían acudido a su rostro por el contacto, además Wheeler había empezado a acariciar la zona como tratando de saber que tocaba sin abrir los ojos--¡Aleja…--decía el ojos azules, el resto fue sacudido por la repentina palabra que mencionó el rubio.
¡Helado!—dijo Joey mientras acercaba su boca a la afectada parte que ya lucía bastante protuberante y que al castaño le latía con pasión mientras sus ojos se dislocaban ante la sorprendente acción del otro y es que no reaccionó en lo más mínimo hasta que la boca de Wheeler intentó morder suavemente la montaña de la protuberancia.
Al parecer el incipiente chico de doce años estaba soñando alegremente con su helado favorito y trataba de deleitarse con él pero en realidad ese helado no era comestible aunque Seto no hallaba el valor de despertarlo para decírselo porque de solo pensar en como se vería todo eso le hacía empalidecer por la humillación.
Mientras el otro había comenzado a lamer la tela de su pantalón emitiendo gemidos de puro placer pues al parecer su cerebro paladeaba la más exquisita textura sin tener en cuenta la realidad y para afectar más al castaño la cara feliz del durmiente le provocaba algo que nunca en sus doce años de vida había experimentado. Un oscuro deseo de que eso no acabara ahí. Sin saber como su móvil estaba en su mano y una foto tomada con este fue a parar a una de sus carpetas antes de que lograra dilucidar lo que estaba haciendo.
Joey al parecer terminó con su helado mucho antes de que Kaiba lograra salir de su apretada situación y se movió para limpiar la baba de su boca medio dormido. Al darse cuenta de que el otro despertaba y de que al ver que estaba sobre su pierna y con la cabeza a centímetros de su entrepierna el pánico cundió en el ojos azules que lo arrojó como si fuera un tornado y el medio dormido rodó por el césped antes de darse cuenta de lo que pasaba.
Con el ceño fruncido y los ojos adormilados Wheeler le preguntó--¿Qué haces?—
Kaiba había encogido sus piernas algo y había puesto su libreta sobre el regazo para disimular.
E…Eres muy molesto—fue todo lo que salió de la boca de supergenio que tenía.
¿Ah?—preguntó desconcertado el otro y luego se sentó algo malhumorado—Y con lo bien que había soñado. Soñé que lamía y mordía un helado delicioso. Tenía chispas de chocolate…--dijo con los ojos entrecerrados el rubio como evocando una apetitosa imagen pero su cara le recordó a Seto la cara que puso cuando…
¿A quien le importa con lo que sueñas?—le gritó molesto el castaño y aparentemente enfurruñado pues trataba de ocultar su incomodidad y sonrojo bajó su vista hacia la libreta.
Tú debes estar todo estresado por los estudios y por la dieta—dijo el ojos mieles.
¿Y a ti quien te ha dicho que estoy de dieta?—preguntó el enfurruñado castaño.
Tu cara de cacahuete arruinado. Anda. Vente conmigo a la cafetería en el siguiente receso largo y nos tomamos un helado juntos. ¿Vale? Aquí no los hacen tan ricos pero podemos comer algo dulce al menos. He oído que hay unas cosas llamadas “endofrinas” que se producen en tu cerebro si comes algo delicioso. Estoy seguro que es lo que te falta. “Endrofinas”—
Son endorfinas, pelagatos y a mí no me faltan—dijo el castaño ansioso de que el otro se marchara pero sin saber por que queriendo discutirle hasta el aire.
¿Enserio?—dijo el otro acercando su rostro repentinamente al suyo—Pues díselo a tu cara que aún no se enteró—añadió y sacando la lengua se incorporó para luego marcharse un poquito feliz de molestarlo.
Entonces Seto miró su entrepierna y dijo—Tendré que ir al baño—