16-Sentimientos encontrados
Joseph estaba furioso, su pecho agitado se movía desesperadamente buscando mas aire mientras caminaba por los pasillos del colegio. Toda esa ridícula escena del beso le estaba poniendo de nervios.
Creyó que todo aquello había quedado en el olvido después de que pasaran 5 años desde la última vez que estuvieran tan cercanos. Incluso había pedido un cambio de clase en segundo para no compartir el aula.
Pero al verlo de frente y desde tan cerca su corazón de pronto se aceleró mientras los labios del otro se acercaban a los suyos. Su cuerpo se paralizó y no le respondía mientras veía como esa deseada boca se aproximaba a la suya. Sus dedos se agarrotaron sobre la tela del uniforme ajeno y entonces el beso fue dado. En la mejilla.
Mientras Kaiba y el profesor discutían que había sido aquello al rubio le costaba discernir que había pasado pues no salía de su sorpresa de recibir ese casto beso.
Ahora en los pasillos rondaba, enojado consigo mismo. Es que la sensación de que sus cuerpos cercanos y la idea del beso hizo que todo se acalorara.
Se sentó en un pasillo poco usado esperando que se le acaloraran las ideas. ¿Por qué le pasaba todo eso? ¿Y ahora que ya no tendría que verlo ni en los pasillos nunca más?
Se agarraba la cabeza con enojo y soltó una patada al aire estirando la pierna impulsivamente. Si por lo menos pudiera darle una paliza. Pero no podía arriesgarse. De tener un mal comportamiento le avisarían a su madre y ella estaba sobre estresada con el trabajo. Era un fastidio tener que ser ejemplar para pasar de año esta vez pues sus faltas ese año estaban al límite.
Decidió calmarse, después de todo eso pasaría en unos días y su actuación con el estirado quedaría en el olvido.
En el olvido… pensó mirando su mano agarrotada relajándola para abrirla mientras un sentimiento extraño se apoderaba de él pues se había dado cuenta que como esa actuación probablemente él también sería olvidado por el otro.
Dejado atrás…
Probablemente se casara con esa chica. De hecho parecía una chica sensacional. Mas de lo que el retardado ese merecía en su opinión, se dijo con un deje de algo amargo en el fondo de su garganta mientras sentía empañarse sus ojos.
Pero contuvo sus dilaciones. Era de marica, se dijo con desdén y después de respirar hondo y recomponer su rostro se dispuso a levantarse y seguir cuando unos chicos que pasaban por el otro pasillo pasaron quejándose.
¡Se cree mucho por ser Romeo en la obra!—dijo uno y Joseph se puso alerta porque era muy claro que hablaban de Seto.
No, el tipo siempre ha sido así. Desearía bajarle los humos. Echarnos del baño para tomar una ducha. ¡Desgraciado!—contestó el otro.
Joey sonrió. No solo porque había encontrado a dos chicos que concordaban con él sino con las revelaciones se le había ocurrido una colosal idea.
Con cuidado abrió la puerta de las duchas de chicos. Como esperaba nadie estaba allí a esas horas pues el resto del estudiantado que no estaba destinado a la práctica de la obra ya se había ido pues estaban practicando luego de clases, incluso más que los clubes se podían permitir. Entonces la única explicación para el sonido a ducha era que Seto Kaiba estaba duchándose en esos momentos como decían aquellos chicos. Y si eso era cierto el bolso deportivo que descansaba en el banco era del susodicho.
La dicha en el rostro de Wheeler era patente y su sonrisa se ensanchó una vez que hubo encontrado lo que quería. Con eso arruinaría la reputación del idiota. Colocaría sus fotos más vergonzosas en el Facebook del colegio y para mañana no hablarían de otra cosa. Y de paso haría que se olvidaran del maldito video ese de… de pronto se acordó del dichoso video y de sus sospechas de quien lo había tomado por lo que se propuso revisar los archivos y encontró uno que tenía su nombre. Después de exclamar “Te atrapé idiota” entró al archivo para ver que era una foto pero no solo una foto, era la foto de aquel día lo que le congeló el ánimo y también su respiración. ¿Por qué diablos él aún tenía…?
Veo que sigues revisando las cosas de otros, perro—dijo una voz conocida desde detrás suyo y volteó. Kaiba lo miraba muy serio con su cabello goteando mientras tenía una toalla alrededor de su cintura y gotas perladas recorrían aquí y allí su torneado cuerpo.