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¿Desde cuando somos así? por Kitana

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Radamanthys lo miró fijamente, creyendo que se encontraba inmerso en un sueño, porque solo en sus sueños Kanon diría algo semejante.

 

- ¿Pasa algo? - preguntó Kanon.

- NO, nada.

- Entonces, ¿por qué te quedas callado?

- Porque de entre todas las cosas que esperaba que me dijeras, no estaba un "te deseo".

- ¿No te gusta la idea?

- ¡Claro que me gusta! ¡Me encanta! Pero necesito saber si  tú de verdad lo quieres.

- No te lo diría si no estuviera seguro... te he estado deseando durante días, pero no me atrevía a pedírtelo.

- Eso no es algo que se pida Kanon... son cosas que se dan por sí solas. - Kanon lo miró algo inquieto.

- ¿Estás molesto?

- Por supuesto que no, solo algo sorprendido.

- ¿Por qué? ¿Acaso no es normal que desee al hombre del que estoy enamorado?

- Es muy normal, solo que...

- ¿Sigues dudando de mi amor?

- No, no, no es eso...

- Entonces ¿qué?

- Estoy conmovido, es todo.

- De verdad que no te entiendo.

- No hace falta. - dijo y ciñó la cintura del pelinegro con sus fuertes brazos.

- ¿Eso es un sí quiero?

- Esto  sí es un sí quiero. - dijo Radamanthys besándolo con pasión. Los brazos de Kanon rodearon su cuello, el inglés se sentía flotar en un diminuto paraíso en el que solo cabían ellos dos. Kanon no podía separar sus labios de los de Radamanthys, no era la primera vez que se encontraban en una situación así de apasionada, sin embargo, si era la primera vez que sabían que no terminaría en besos y caricias.

 

Radamanthys  se levantó y le llevó entre besos y caricias hasta el sofá, Kanon se dejó hacer deseoso de saber que se sentiría encontrarse entre los brazos de Radamanthys.

-Rad... - susurró mientras contemplaba a su pareja despojarse de la camisa en un gesto que le arrebató el aliento.

- Te amo Kanon... - dijo, un brillo extremadamente intenso se posó en aquellos ojos tan dorados como el sol. Kanon solamente lo miraba sin saber que hacer, a su manera, Radamanthys era un enorme pozo de sensualidad que amenazaba con devorarlo.

 

Pronto se vieron sumergidos en un mar de apasionadas caricias, besos y palabras de amor que uno al otro se proporcionaban.

 

Kanon sintió que aquello no podía ser mejor, nunca se había sentido así de pleno, así de amado, así de deseado.

 

Radamanthys parecía entender cada gesto, cada sonido de placer que emanaba de la garganta de Kanon, le acariciaba con ternura y pasión, con paciencia, sin apresurar las cosas, simplemente disfrutando de él y haciéndolo disfrutar al mismo tiempo.

 

Se comían a besos, probando aquellos labios que significaban la puerta al delicioso placer del amor. Kanon se dejó llevar por la pasión, permitiendo que los traviesos dedos del inglés se colaran por debajo de su ropa. Algunos jadeos suaves escaparon de los labios del griego cuando Radamanthys comenzó a despojarle de la ropa. Radamanthys no podía más, se sentía estallar de pasión, de felicidad, al saber que al fin Kanon se entregaría por completo.

 

Las manos de Kanon atraparon el rostro de Radamanthys, los labios del gemelo devoraron los del inglés en un gesto en extremo sensual.  Radamanthys le desnudó con premura, deseando ya poseerlo, sin embargo, se obligó a ir lento, no quería que Kanon se sintiese incómodo.

 

Los nervios invadieron a Kanon cuando sintió que Radamanthys acariciaba delicadamente su miembro. Apago un suave gemido de placer, sintió que los colores se le subían al rostro.

 

Radamanthys encontró aquello sencillamente encantador, Kanon era una caja repleta de sorpresas que no podía dejar de admirar.

 

Le admiró en esa gloriosa desnudez con que ahora se exhibía ante sus ojos. le admiró y le deseo con pasión inusitada. Siempre había sido del tipo mesurado, pero ante Kanon, toda la mesura se escabullía por la ventana.

 

-Eres tan hermoso... - susurró el ingles al tiempo que una de sus manos iba a posarse en la tibia mejilla de Kanon.

- No lo soy... solo soy yo.

- Para mi eso es suficiente, más que suficiente.

- Dioses Rad... no puedo creerlo...

- Ni yo...

- Ámame Rad... - el rubio se recostó encima suyo, apresándole en un demandante abrazo que Kanon correspondió con igual intensidad. Sus labios se unieron permitiéndoles gozar de un húmedo y sensual beso. Kanon suspiraba quedo mientras los labios de Radamanthys trazaban un húmedo camino de su garganta a su entrepierna. Abrió los ojos al máximo, sus dedos apresaban la fina tela de las sábanas, el placer era demasiado intenso, demasiado como para intentar siquiera contenerse. Bajó la mirada para encontrarse con la rubia cabeza entre sus piernas, entrecerró los ojos, degustando ese dulce placer que los labios de Radamanthys le proporcionaban.

- Te amo. - dijo el inglés abandonando por un momento su tarea.  Kanon sonrió y le acarició la mejilla.

- Yo también te amo Rad. - dijo, el rubio se apresuró a besarle, ninguno quería postergar más la consumación de aquel sublime acto. Kanon le hizo espacio a su rubio amante, el inglés aprisionó las afiladas caderas de Kanon entre sus manos, mientras le besaba el cuello, regocijándose con los murmullos de placer que brotaban de los labios de  Kanon.

 

Kanon gimió de placer al sentirse penetrado por Radamanthys, sus manos aferraron los anchos hombros del inglés mientras sus caderas adoptaban el ritmo que su rubio amante imponía.

 

Un ronco y varonil  gemido brotó de la garganta de Radamanthys al sentirse tan dentro del cuerpo de su amado griego. Le enloquecía la belleza altiva de Kanon, ese modo de mirar, esa manera de conducirse por la vida... le enloquecía ese ser estrambótico y casi irreal.

 

Le abrazó con fuerza al sentir que se aproximaba el clímax, al sentir que su tibia simiente inundaba al delicado ser que se estremecía en sus brazos presa de un avasallador orgasmo.

 

- Di-dioses... - susurró Kanon abrazándole mientras su cuerpo se curvaba graciosamente, sus labios entreabiertos, la melena revuelta, expandiéndose en erótico desorden por las blancas sábanas, todo él era una oda a la pasión, al erotismo... Radamanthys lo miró con una chispa de infinito amor flotando en sus profundos ojos dorados.

- Te amo...- le susurró al oído.

- Te amo. - repitió Kanon besando con delicadeza el hombro de su amante. Radamanthys no quiso separarse de él, le abrazó y sin soltarlo, se acomodó para dormir a su lado.

 

A la mañana siguiente, Kanon apareció en el departamento que compartía con su hermano lleno de felicidad.

 

- Buenos días Saga. - dijo sentándose en un banco de la cocina, sonreía como si le hubieran dado la mejor noticia del mundo.

-¿Dónde te metiste anoche? Estuve esperándote hasta tarde. - dijo Saga con tono de reproche.

- Algo se presentó.  - dijo el menor mientras se servía un poco de jugo.

- ¿Dónde estabas? Y no me digas que con Afrodita porque él esta de luna de miel en no sé donde.

- No estaba con él.

- Entonces ¿con quien?

- Con Rad.

- ¿Con Rad? No me digas que...

- No te voy a dar detalles, pero si, hicimos todo lo que te estás imaginando. - dijo Kanon con una sonrisa pícara.

- De cualquier forma no iba a pedirte detalles... - murmuró Saga un tanto inquieto.

- ¿Pudiste hablar con Shaka?

- Sí, todo esta resuelto... o eso quiero creer. - dijo Saga con una media sonrisa.

- ¿Cómo que eso quieres creer?

- Él... bueno, no estaba muy receptivo... tú sabes...

- Hermanito, a veces creo que eres un poco torpe. Shaka esta en una etapa de cambios, muy sensible, ¿y tú le pides sexo cuando apenas se reconcilian? Tienes tacto de elefante hermanito.

- Pero... siempre nos reconciliamos así...

- Pero da la casualidad de que esta embarazado, así que trátalo con cariño, llámalo por teléfono, invítalo a cenar, y luego le pides perdón, eso es lo que a mi me gustaría.

- Tú no eres él.

- Tal vez, pero ganarás puntos si haces lo que te digo.

- Te haré caso, pero solo porque estoy desesperado. Me voy a la galería, la exposición ya esta cerca y hay mucho que hacer.

- Es en dos días, ¿cierto?

- Sí, Radamanthys debe estar listo para entonces, así que no le distraigas demasiado.

- No pienso distraerlo, solo relajarlo. - dijo Kanon entre risas.

- Eres incorregible, la influencia de Afrodita definitivamente no puede ser buena. - dijo Saga poniéndose de pie. - Te veré para comer, hay algo que quiero proponerte.

- De acuerdo, pero, ¿me podrías adelantar algo? Me muero de curiosidad... - dijo Kanon en tono infantil.

- Cuando sea el momento, no ahora, es una propuesta interesante, tanto para ti como para mí. - dijo Saga con cierto misterio.

- Sí tú lo dices... - susurró Kanon.

- Me voy, no te olvides de presentarte a recoger la constancia del registro, con eso termina el divorcio. - dijo Saga.

 

Casi lo había olvidado, tenía que acudir al juzgado esa misma mañana. Pero antes, quería recordar esa noche con Radamanthys.

 

Los meses pasaron, Kanon prácticamente vivía en el departamento de Radamanthys, pasaba ahí la mayor parte de su tiempo libre, Saga se había reconciliado por completo con Shaka y estaban a punto de finiquitar el divorcio del mayor de los gemelos.

 

Aquella mañana, Afrodita acompañaría a Kanon al hospital a hacerse un chequeo de rutina en el hospital, el pelinegro detestaba a los médicos, pero dada la insistencia de su hermano y de Radamanthys no le había quedado más opción que conseguir una cita con el médico de cabecera de Afrodita, el sueco se había ofrecido a acompañarlo previniendo que engañara a Saga y Radamanthys, cuando se lo proponía, Kanon era el perfecto mentiroso.

 

- Por todos los dioses Kanon, deja de moverte así, me causas mareos. - dijo Afrodita mirándolo con un poco de molestia.

- Lo siento, pero no lo puedo evitar, detesto a los médicos.

- Sólo será un momento, ya verás que te dirán lo de siempre, es estrés, te tomas unas vacaciones y asunto resuelto. - dijo Afrodita con una suave sonrisa.

- Supe que te visitó tu suegra. - dijo Kanon sentándose de nuevo al lado de su amigo.

- Sí, aparentemente la guerra fría terminó.  ¿Te lo dijo tu cuñado?

- Sí, creo que esta arrepentido de haber hablado tan mal de ti.

- Es lo menos que podría hacer, después del lío que ocasionó. Milo esta furioso con él, en especial después de que sus padres no fueron a nuestra boda.

- Perdónalo, solo hacía lo que pensó era mejor para Milo.

- No le guardo rencor, pero tampoco tengo deseos de organizarle una fiesta... aunque admito que tendré que hacer un esfuerzo por no intentar envenenarlo cada vez que lo vea. No por mí, Milo le tiene un absurdo aprecio... ah, tendré que tolerarlo.

- Eso ya es un avance.

- Peor es nada... - escucharon a la enfermera llamar a Kanon - Llegó tu turno, dragoncito.

- Sólo Rad puede llamarme así. - refunfuñó Kanon.

- Lo que digas, ahora, camina que el médico te espera.

 

Entraron al consultorio. El médico le efectuó una revisión de rutina, nada del otro mundo, Kanon le enlistó sus malestares, alentado por Afrodita en todo momento. E  pelinegro se indignó cuando el médico le preguntó cuando había sido la última vez que tuviera relaciones sexuales.

 

- Con todo respeto doctor, creo que eso es algo que no le interesa. - dijo algo molesto Kanon.

- No se ofenda, no lo hago por entrometerme, simplemente para descartar un posible embarazo. - le respondió el médico en tono conciliador.

- Esa no es una posibilidad... al menos no en mi caso. - dijo Kanon con cierto abatimiento.

- ¿Por qué? Supongo que no tiene pareja. - Afrodita casi se carcajea en ese momento por la expresión que adoptó el rostro de Kanon.

- La tengo, pero hace unos años me diagnosticaron esterilidad.

- De cualquier forma, responda a la pregunta señor Gemini. - Kanon lo miró con furia mal disimulada.

- Anoche. - susurró en voz baja.

- ¿Lo ve? No era tan difícil responderme.

 

Kanon salió furioso, despotricando en contra del médico, también contra la enfermera que le había tomado esa muestra de sangre.

 

- Pedazo de animal... que le importa si tengo o no pareja, pero menos le importa si tengo o no relaciones... grandísimo idiota. - murmuraba el pelinegro ante la divertida mirada de Afrodita, a los ojos del rubio, Kanon se enfadaba para no pensar en lo doloroso que le resultaba recordar que jamás podría tener hijos.

- Vamos Kanon, ya basta de mal humor.

- No me voy a calmar, ¿qué demonios le importa mi vida privada?

- Te lo preguntó como médico. Todos los médicos preguntan esa clase de cosas.

- Pues a mi no me gustan esas preguntas.

- Tranquilo, me muero por un helado, ¿me acompañas?

- Dioses, no comprendo como haces para comer como lo haces y no subir ni un gramo.

- Digamos que Milo me ayuda a mantener la figura. - dijo el sueco entre risas.

- Maldita la hora en que les dije que me sentía mal...

- Ellos se preocupan por ti, siempre has tenido la salud de un caballo, no es normal esa debilidad y los mareos. - dijo Afrodita. Kanon lo notó preocupado.

- Seguro debe ser que he estado trabajando demasiado, esa colección me tiene los nervios de punta.

- Lo sé, pero deberías tranquilizarte. No es bueno para la salud estresarse demasiado.

- Lo tomaré en cuenta... cuando termine con esta colección. - dijo el pelinegro sonriendo.

- Se lo diré a Saga... para que corra a decírselo a tu rubio sensual.

- Si lo haces le diré a Milo ciertas cosas que se de ti...

- No me importa pasar una pequeña vergüenza.

- Eso dices ahora, pero, ya veremos.

- Acompáñame al atelier. - dijo Kanon sonriendo, Afrodita siempre sería su mejor amigo.

 

Con el paso de los días, Kanon olvidó aquello. Simplemente tenía demasiadas cosas en mente como para seguir con aquello. Esa tarde había acordado acompañar a Saga a comprar algunas cosas para su nuevo departamento.  No estaba muy seguro de aquello, pero tampoco se atrevió a desilusionar a su gemelo, Saga confiaba en él para pedirle ayuda al comprar algunos de los muebles, quería sorprender a su futuro esposo y por ello, había recurrido a Kanon.

 

Saga le recogió en el atelier, Kanon fingía naturalidad mientras intentaba mantener la calma, no quería ni imaginarse lo que produciría en su ánimo el que Saga le pidiera ayuda para escoger los muebles del cuarto del bebé.

 

Llegaron a aquel prestigioso almacén donde Saga acostumbraba a comprar prácticamente todo lo que se le ocurría y necesitaba,

- Saga, no te ofendas, pero si lo que quieres es que Shaka se sienta cómodo en su nueva casa, debería ser él quien escoja los muebles.  - dijo Kanon arrepintiéndose de haber aceptado la propuesta de su hermano.

- No quiero que tú los escojas, quiero que me ayudes a tener idea de lo que  hago para no sugerir barbaridades llegado el momento.

- Bien, entonces comencemos por ir a otro lugar, si lo que quieres es que Shaka pueda decidir libremente lo que quiere, vamos a otra tienda, esta grita tu estilo, y los dos sabemos que no es muy hogareño que digamos.

- ¿A donde sugieres ir?

- Enfrente. - dijo Kanon señalando una enorme tienda especializada en muebles.

- De acuerdo... se supone que tú sabes más que yo de estas cosas...

- Confía en mí, la evidencia demuestra que tengo mejor gusto que tú en esas cosas, así que vamos hermanito. - dijo Kanon bajando del auto.

 

Entraron en la tienda, recorrieron uno a uno los distintos apartados, cuidando ambos de no caer en el destinado a los muebles para bebé, tal vez Saga no fuera el ser humano al que se había dotado de mayor tacto en el mundo pero amaba profundamente a su hermano y ante todo, siempre procuraría que no tuviera un mal rato.

 

Sin embargo, toda precaución resulta vana cuando el destino quiere jugarnos malas pasadas.

 

Saga perdió de vista a Kanon, éste había decidido husmear en la sección de salas, no supo como pero, fue a parar en el apartado de bebés, su rostro pasó del desconcierto a la más profunda de las tristezas al contemplar a una feliz pareja que se paseaba por los corredores en busca de la cuna perfecta para su bebe.

 

No pudo evitar imaginarse en una situación semejante, sin embargo, pronto tuvo que aterrizar en la realidad, a él jamás le sucedería aquello.

 

Dio media vuelta y no paro hasta salir de la tienda, optó por esperar a Saga junto al auto. Su hermano salió minutos después con cara de preocupación.

 

- ¿Estás bien?

- Sí, no te preocupes... ¿podrías llevarme al atelier? Tengo que terminar algunos diseños antes del sábado y me gustaría adelantar un poco.

- De acuerdo. - dijo Saga, se sentía un tanto culpable. Ninguno de los dos dijo una palabra mientras Saga conducía de vuelta al atelier.

 

Una vez ahí, se despidieron un tanto incómodos, Kanon no se sentía nada bien, solo quería sentarse ante la mesa de diseño y ocupar su mente en algo mejor que pensar en todo lo que no podía tener.

 

Entró directamente a su estudio, Thetys, su asistente, le siguió con un sobre en la mano.

 

- Señor Gemini, le llegó esto. - dijo la chica entregándoselo.

- ¿De que se trata?

- No sé, un mensajero lo trajo después de que usted se fue. - dijo la chica y salió sin decir más.

 

Kanon examinó el sobre, era del médico que había visto días antes, no tenia idea de que contendría, pero la curiosidad pudo más que su aversión al médico y extrajo la carta que venía dentro.

 

Casi se va de espaldas al leer el diagnóstico que el médico le enviara a su oficina explicando que dado que tendría que salir de vacaciones y era una noticia demasiado buena como para esperar, había decidido enviarle aquella misiva. Simplemente no podía creer que eso fuera cierto...

 

- Es imposible... más que imposible, descabellado... yo no puedo... no puedo estar embarazado.


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