Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Singularidades por Dtzo

[Reviews - 37]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Frente a la ventana de su habitación sólo podía apreciar la lluvia. La noticia lo tenía inquieto, esta vez la culpa comía de la palma de su mano y no hacía nada por apartarla. Era como un brebaje que odias su textura pero el sabor es muy pasable ¿Todo fue causa suya? Lo dudaba. Su habilidad no era esa, su personalidad tampoco.  El recordar su comportamiento tras la revelación le dibujaba una sutil sonrisa.

 

Mokuba no dejaba de llorar, estaba destrozado pues su hermano estaba bien hasta hacía algunos días, nunca presento algún síntoma de agotamiento, hasta eso, sabía controlar su exceso de trabajo.

Yugi no daba crédito a la escena ni a la verdad. Limpió con su pulgar unas cuantas lágrimas del menor de los Kaiba para luego palmear delicadamente su cabellera, por necesidad, el más pequeño se refugió en un abrazo del amigo de su hermano. Lo necesitaba.

Después de un rato, Yugi se retiró de las instalaciones con la promesa de que lo visitaría periódicamente para acompañar a Mokuba en su penuria. Tenía muchas cosas que pensar.

 

¿Podría sacarlo de su estado? ¿Y si ahora el quedaba ahí para siempre? De algún modo la idea, en vez de resultarle macabra, le parecía una opción en el peor de los casos, aunque por otro lado sabía que tenía que encontrar una solución al problema que había ocasionado. Pero no tenía la menor intención de ver a Yami, no quería. El sólo pensar en la reprimenda que se llevaría le daba por buscar una solución por sí mismo.

 

 

No había pasado mucho pero un mes parecía una década. Era… odiaba decirlo y el tan sólo pensarlo le daba por querer saltar de la torre de Tokyo sin ningún arnés o algo que amortiguara su caída. No lograba regresar a los pensamientos de su ojiazul, ni siquiera a sus sueños. Al intentarlo una enorme puerta, que no cedía ante nada, se materializaba frente a él. Ya no tenía acceso.

“¿Ahora qué?” Intentó de todo inclusive cuando hacía las visitas junto a Mokuba, tacto, vista, nada parecía darle acceso. Ni siquiera compartiendo el mismo espacio físico. La impotencia poco a poco comenzó a ganar terreno en su mente hasta el punto de la histeria en donde optaba por llorar en silencio ¿Por qué había pasado eso? ¿Él lo provocó? No, no era su culpa. Nunca lo fue.

Joey seguía igual de indiferente ante la situación, inerte ante la mención de Seto y a pesar de que en otras circunstancias a Yugi le hubiera agradado esa actitud, ahora le dolía que esa ilusión que reflejaron alguna vez sus ojos ante la sola idea de “Kaiba” ya no estaba y peor aún le sabía que él también tuvo algo que ver.

La soledad que ya no recordaba se hizo presente una vez más obligándolo a caer dormido para escapar de la frustración que le azoraba.

Sus esfuerzos por esfumarse y perderse en el limbo eran inútiles además de caóticos pues en todos y cada uno de sus sueños lo volvía a ver, lo peor fue que por más que estuviera a centímetros o que lo tocara, Seto parecía no reparar en su presencia, así como en la realidad. Para Kaiba, Yugi no existía.

Esas mismas pesadillas lo hacían regresar en llanto a la realidad.

El dejar de lado la comida y encerrarse más de lo normal en su habitación mientras se reprochaba inútilmente no solucionaría nada, lo sabía, lo sabía y lo odiaba.

Las ocasiones en que podía conciliar el sueño tranquilamente era cuando soñaba con su abuelito. Era la única forma en que descansaba un poco.

Cierto día se cansó de todo lo que le causaba estragos y decidió hacer una última cosa antes de dimitir. Para ello tenía que cerciorarse totalmente si aquella rara amnesia de Joey era total.

Una tarde lo invitó a pasar la noche en su casa, sus emociones no eran estables y no pensaba en arriesgar a su amigo por culpa suya, no de nuevo.

Espero a que estuviera profundamente dormido para establecer su vínculo  en la conciencia de Joey para buscar cualquier mínimo indicio relacionado a Seto.

Ni una palabra, objeto o memoria hacía referencia a este, al menos no en la manera que lo veía hacía un tiempo. No entró en ninguna habitación, dudaba que algo pudiese haber más en el fondo, no se atrevía a intentar saberlo.

Nada… estaba listo para intentar perderse en el limbo.

Ya salía de los pensamientos de Joey cuando un pequeño sonido lo detuvo, un insistente golpeteo a un cristal. No le parecía muy relevante como para quedarse a investigar su origen, quizá fuese alguna pesadilla inquieta o alguna preocupación trivial. Sin embargo, algo más lo llamaba insistentemente.

Siguiendo el golpeteo, ocultó tras un par de memorias del día se encontraba un enorme bloque cubierto con una enorme manta dorado opaco, descubrió el bloque para encontrarse que se trataba de una enorme caja de cristal, no estaba vacía, en el centro se encontraba un pedestal en el cual reposaba un pequeño rectángulo con una imagen en su centro. Apenas era visible pues poco a poco comenzó a tornarse borroso, Joey estaba despertando.

Salió inmediatamente.

Ya había amanecido, fue una larga noche, agotadora pero a su vez bastante fructífera. Yugi encontró lo que tanto esperaba, Joey, inconscientemente, seguía teniéndole un dejo de cariño a Kaiba. Lo sabía después de haber visto el naipe del Dragón Blanco de Ojos Azules en aquella enorme vitrina ¿Quién, además de Kaiba, era un loco por ese Dragón?

Aún había oportunidad se salvar aquello y debía de hallar la forma de hacerlo.

 

Afortunadamente las vacaciones ya no estaban lejos, así podría regresar a donde conoció a Ryo, Malik, Yami y su abuelito.

Investigo un poco sobre cómo mantener el subconsciente de Joey. Insinuaciones y leves interacciones ayudarían.

-Te digo que lo he visitado periódicamente pero por ciertas razones de salud de mi abuelo no podré ir por un par de días, te lo pido como favor, a Mokuba le hará bien tu compañía.

-No lo sé, Yugi. Jamás nos hemos tratado y con su hermano ni se diga.

-¡Oh, vamos! Sólo acompáñalo, lo apreciara bastante. Yo mismo le hablaré de ti y sobre el tiempo que me ausentaré.

Joey no muy convencido aceptó sólo por tratarse de Yugi.

Con eso bastaría mientras él no estuviese, quizá avivaría esa pequeña chispa. Rogaba que sucediera o de menos no se extinguiera.

 

Llegó el tan ansiado día en que Yugi regresó con su abuelito. Todo era tal cual lo recordaba.

Caminó hasta la puerta y llamó.

Atendió una chica rubia.

-¿Si? – Por unos momentos Yugi tuvo el ligero impulso de dar media vuelta y huir, no se esperaba que alguien que no fuera su abuelito atendiera - ¿Eres Yugi? – preguntó al notar su estado de confusión, Yugi asintió, si lo conocía era porqué  su abuelito se lo había dicho y de ser así, esta persona era alguien importante y pese a eso no se atrevía a preguntar - ¿Buscas a Solomon?

-¿Tú eres?

La chica peino sus cabellos hacía un lado con una lentitud pasmante.

-Mai, Mai Valentine – por fin tenía el gusto de conocer a la hermana de su madre – Pasa, está durmiendo así que evita hacer ruido.

Desde que puso un pie dentro de la casa lo sintió, un nudo se formó en su estómago, el piso bajo sus pies oscilaba pero aparentemente eran síntomas propios pues Mai no se inmutaba en lo absoluto. Algo no andaba bien.

La habitación de su abuelo estaba en el primer piso justo a un lado de la sala de estar, Solomon dormía profundamente.

-¿Está enfermo? – quiso saber.

Mai lo miraba desde el umbral de la puerta de la habitación, su postura reflejaba un desgano impresionante al igual que su semblante al cual Yugi mostró molestía.

-No me mires así, parece que me acusaras de algo. Puedes estar tranquilo, es la edad.

La respuesta no mermó en lo absoluto su preocupación, algo más pasaba y no era sólo por la edad. Entendía que ya era una persona mayor pero nadie decae tanto por la edad en menos de un año.

-¿Cuánto tiempo piensas quedarte?

Yugi lo pensó unos instantes.

-Quizá sólo una semana.

 

El hecho más extraño que le indicó a Yugi que todo estaba yendo de mal en peor fue el que él mismo constató que resultó ser el caso de su abuelito.

Usualmente durante su estadía de la primera vez lo había apreciado como un señor enérgico pese a la edad pero ahora era totalmente lo contrario. A menudo se quedaba dormido de la nada, permanecía poco tiempo despierto y el tiempo que lo estaba por completo era cuando Yugi dormía.

Mai se lo dijo al poco tiempo, sus horarios se vieron bruscamente invertidos en un abrir y cerrar de ojos. Así que básicamente su abuelo dormía todo el día y por las noches hacía de todo en la casa. En un inicio Mai creía que se trataba de algún truco del señor pero a los pocos días entendió su dinámica.

 

La semana se convirtió en dos, el tiempo no le parecía suficiente para estar con su abuelito y menos cuando sólo estaba despierto toda la noche. Creyó que tendría algún tipo de inquietud respecto a su estado pero era todo lo contrario, al mismo Solomon le parecía una singularidad interesante. Su mente siempre abierta le daba un mejor enfoque de las cosas de las que su nieto no comprendía, lo consolaba diciéndole aquello, que a esa edad suele ser necesario algún suceso interesante que despertara esa curiosidad infantil. Yugi no le parecía nada fascinante y menos si tenía la sensación de haber sido él quien condenó de esa forma a su abuelo.

Afortunadamente en sus sueños ya no soñaba con su abuelito, ahora podía descasar tranquilo como no descansaba en Domino.

De sueños complejos pasó a sueños comunes y corrientes, banales, triviales. Lugares, canciones, personas… Yami.

Ya lo sabía, necesitaba un poco… ¡Necesitaba ayuda urgentemente! Pero ¿Funcionaría buscarlo por el segundo plano? Sólo había una forma de averiguarlo. 

 

CONTINUARA...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).