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Camino a la perdición por zandaleesol

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Ya había despertado, el cosquilleo que le provocaban los besos que Lucius esparcía sobre su rostro lo habían arrancado de golpe de aquel sueño delicioso, pero no era menos delicioso sentir esos labios que ahora bajaban por su cuello y luego subían para morder su oreja, eso fue más de lo que podía soportar, estalló en un carcajada sonora que hizo la delicia de Lucius.


─Eres un pequeño tramposo… estabas fingiendo.


Harry le echó los brazos al cuello para devorarle los labios con pasión, se apartó sólo cuando se sintió plenamente satisfecho de aquellos besos que tanto deseaba y de los que estaba seguro jamás se cansaría.


─Te amo ─dijo Harry perdiéndose en la mirada gris.

─Lo sé… pero es maravilloso oírlo ─dijo Lucius -yo también te amo... ¿estás cansado?


─Un poco… pero no lo suficiente como para que no salgamos… quiero ver el mar.

─Por supuesto que te llevaré… lo prometí… verás lo hermoso que es.

─Sí, me daré prisa… tomaré una ducha.

─Eso suena interesante… te gustaría que te acompañara… así podríamos ahorrar tiempo.


Harry sonrió comprendiendo la intención de Lucius.


─Podría ser que tardáramos más… pero estoy seguro que me gustaría que me jabonaras la espalda ─dijo Harry con tono sensual

─Estaré feliz de hacerlo ─respondió Lucius


Para Harry fue suficiente, de inmediato salió de la cama y se dirigió al cuarto de baño, antes de entrar le dirigió una mirada seductora al rubio invitándolo a que lo siguiera, por supuesto que Lucius no se hizo de rogar y se fue detrás de Harry. Media hora después salían del baño sintiéndose felices y muy relajados, tardaron bastante en vestirse, pues Harry seguía con un ánimo muy juguetón al que Lucius simplemente no podía resistirse.


Lucius vistió un atuendo muggle que era de Kingsley, se alegró de que el Auror supiese vestirse apropiadamente como muggle, no podía evitar recordar aquel año del mundial de Quiddich y a todos esos magos con las vestimentas muggles más estrafalarias que podían existir. Sin embargo, Lucius no estaba muy convencido de su vestimenta aunque sabía que para conservar el anonimato de quienes eran realmente debían pasar por unos turistas cualesquiera, a pesar de ser ya otoño y seguramente había poca gente por aquel lugar era lo más seguro para ellos, deseaban estar alejados y no llamar la atención, aunque Harry pensó que sería algo difícil eso, pues Lucius era tan imponente que sería algo difícil de lograr.


Cuando estuvieron listos fueron hacia la pequeña cocina, Harry presintiendo que Lucius tenía pocos conocimientos en las artes culinarias decidió encargarse del desayuno, él tampoco era un experto, pero en casa de sus tíos algo de práctica había adquirido, pues durante sus vacaciones en la casa generalmente debía encargarse de eso.


Lucius luego de poner los cubiertos y preparar las tazas para el café se sentó a observar a Harry con mucha atención, notó que Harry tenía aptitudes para eso, en cuanto a él era nulo su conocimiento, a pesar de eso ofreció su ayuda, pero Harry con una sonrisa le dijo que él se encargaría pues quería atenderlo y mimarlo como era debido. Lucius estaba seguro que cuando pudiera vivir junto a Harry sería feliz con la paz que el chico le transmitía, con la calidez y la dulzura de ese corazón que lo amaba a pesar de su oscuro pasado, con la sencillez con la que el chico vivía la vida; amaba todo de Harry, no sólo su apasionamiento y sus encendidos brios, sino que también le hubiese enseñado a ser feliz de verdad, como lo era en ese momento sentado en ese lugar observando al que sería el compañero de su vida, al que le convertiría en padre por segunda vez, no tuvo dudas de lo afortunado que era.


Había perdido muchas cosas, pero eran más las que había ganado, se sentía un hombre pleno, feliz, pensaba en lo mucho que le hubiese gustado quedarse en aquella casa de ese pueblo costero viviendo con Harry completamente apartado del mundo.


Por primera vez en su vida Harry agradecía haber crecido entre los muggles, sus parientes eran aborrecibles, pero al menos con ellos había aprendido por obligación a preparar el desayuno y el quedaba bastante aceptable, sabía que cuando él y Lucius pudieran vivir como la familia que eran con toda seguridad él contrataría los servicios de un elfo, quizá Dobby, pero no como esclavo naturalmente, sino como un trabajador digno, aunque estaba seguro que el elfo tendría aprensiones al respecto de volver a estar bajo las ordenes de quien fuera su dueño.


Lucius no quería sentirse un perfecto inútil por lo que se encargó de llevar todo a la mesa y obligó a Harry a sentarse, el chico estaba bastante satisfecho con los resultados, las tostadas eran perfectas, así como los huevos, el tocino y el café también estaba en su punto justo así como la leche, aunque no estaba seguro de tener la mismas destreza a la hora del almuerzo, pero decidió no preocuparse por ello, disfrutaría ese desayuno con Lucius, el primero como esposos. El rubio agradeció todo ese esmero con un beso y le prometió a Harry que también aprendería a preparar el desayuno y hasta se sentía capaz de aprender a cocinar al estilo muggle.


Harry sólo sonrió, se imaginó a Lucius con delantal de cocina y un cucharón en la mano, la idea le parecía inverosímil, pero algo en su corazón le decía que por él, Lucius era capaz de las cosas más sorprendentes.


&&&&&&&&&&


Luego de terminar el desayuno sin más demora salieron de la casa, Harry con la luz de la mañana pudo admirar el pequeño bosque que rodeaba la casa protegiéndola del viento, desde esa altura observó conmocionado la inmensidad del mar, a pesar de que la mañana estaba nublada y no se podía apreciar en todo su esplendor, igual le pareció maravilloso, Lucius lo estrechó en sus brazos y le preguntó si deseaba estar más cerca del agua, el chico respondió con entusiasmo, bajaron la escalera que habían subido durante la noche y que a Harry le había parecido muy larga, pero ahora veía que no lo era tanto, salieron la camino desierto.


Después de caminar poco más de media hora se encontraron más cerca del pueblo, pero aún bastante alejados de donde veían más gente, no deseaban llamar la atención de nadie y tampoco estar cerca de otras personas, aquel día era sólo para ellos.


El otoño traía unas ráfagas de aire frío, pero Harry ni se dio cuenta de eso, todo le parecía bello, estuvo mucho rato en silencio sólo observando como las aguas azules y espumosas llegaban casi a sus pies. Aquello era maravilloso, conocer el mar por fin junto a su esposo, lamentaba no tener una cámara fotográfica para guardar el momento, había sido un descuido no pensar en ese detalle, pero no se lamentaría por eso ya tendrían otra oportunidad de regresar a ese lugar y tomarse muchas fotografías cuando Lucius fuera libre de estar entre sus iguales, cuando eso ocurriera podrían ir a todos los lugares mostrando su amor sin tener que ocultarse.


Después de ese paseo por la playa regresaron a la casa más silenciosos, ya era la hora del almuerzo, sólo les quedaban unas cuantas horas antes de tener que separarse otra vez, a las seis en punto Kingsley vendría por Lucius, así lo habían acordado el día anterior. A esa hora regresarían al apartamento que ocupaba Lucius para que la coartada fuera creíble en caso de que a Fudge se le ocurriera aparecerse por ese lugar. Era la primera vez que habían podido pasar tantas horas juntos, la separación inminente los entristecía a los dos. Harry quería olvidar que le quedaban pocas horas para estar con su esposo, pero era difícil, no quería mostrarse triste para que eso no afectara a Lucius pero se daba cuenta que el rubio se sentía igual que él.


Al llegar a la casa no entraron de inmediato, se quedaron observando la bahía desde la altura, fijando en la memoria aquel momento de felicidad tan plena, afortunadamente la sensación de que necesitaba alimento ayudó a Harry a olvidarse por un momento de su tristeza y la promesa de Lucius que le ayudaría a preparar algo de comer le resultó divertida, estaba convencido que Lucius en aquel aspecto no tenía la más mínima habilidad, sería divertido ver el resultado de ese esfuerzo.


Tal como Harry lo había imaginado las aptitudes culinarias de Lucius eran nulas, lo único que hasta el momento era capaz de hacer era café y Harry lo consideraba un gran merito, pues lo había probado y le quedaba bien. La cocina de la casa constaba con varios electrodomésticos muggles con los que Harry se manejaba perfectamente, por lo que le resultó sencillo preparar alimentos congelados en el microondas. Lucius que siempre había mostrado menosprecio por cualquier cosa muggle ahora miraba curioso el funcionamiento de ese aparato, le causaba cierto asombro que esas personas fuesen capaces de crear artilugios tan extraños como aquel aparato de forma rectangular que había visto en un tienda en el Londres muggle, en el que se veían personas hablando, bailando, haciendo un sin fin de actividades, “televisión” había dicho Kingsley que se llamaba. Él aún no le había preguntado a Harry si le atraían ese tipo de aparatos, tal vez sí, ya tendría tiempo de averiguar más, había muchas cosas que aún ignoraba de Harry.


Después que Harry devorara feliz casi toda la pizza que había preparado en el microondas se sintió satisfecho, Lucius le había observado comer con asombro, al parecer la felicidad le abría el apetito pensó Lucius, completamente diferente a esos oscuros días del secuestro en que él debía obligarlo; la mayoría de las veces conseguía bloquear esos recuerdos que le avergonzaban y causaban mucho dolor, pero detalles pequeños como ese hacían que su mente viajara al pasado, a ese pasado que sentía tan lejano como si hubiesen años, pero que otras veces invadían su mente con recuerdos que eran demasiado dolorosos. En instantes como ese juraba que dedicaría su vida, cada minuto de su existencia a hacer muy feliz a Harry.


Por su parte el chico de ojos esmeraldas había notado la atención con que era observado por parte de Lucius, había momentos en lo que no podía evitar decirse con asombro “como es posible que se haya enamorado de mí”. Era tan feliz que sentía miedo, luego pensó que la mejor forma de disipar ese temor era sintiendo a Lucius muy cerca de él, dentro de cuatro horas aquello terminaría y deseaba aprovechar todo el tiempo que le quedaba. Sin necesidad de palabras Lucius comprendió el sentir del chico, porque era lo mismo que él deseaba, tomó a Harry en sus brazos tal como había hecho la noche anterior y lo llevó a la habitación.


La comunión entre ellos fue total, se amaron una vez más, pero sin las prisas ni las ansiedades extremas de las veces anteriores, cada beso dado y recibido fue lento, pero no por ello la pasión era menos intensa; con cada beso, con cada roce la hoguera del deseo crecía, se expandía y lo llenaba de una felicidad que no habían conocido jamás.


Harry se dejó llevar por ese torrente arrebatador que Lucius despertaba en él, llenó de besos al rubio deseando que el sabor de esa piel se quedara por siempre prendida a sus labios; Lucius fijaba en su memoria cada beso, cada mirada, cada suspiro del chico, quería recordarlo siempre así en el momento más íntimo de aquel amor, cuando se sentía unido a Harry como si fuesen un sólo cuerpo, sintiendo aquella cálida estrechez que lo abrazaba primero para luego abandonarlo apenas, y un segundo después lo volvía a llenar en un lento pero constante ir y venir como olas que llegan con suavidad hasta la playa. Antes de llegar su propio clímax Harry quiso dejar escapar un gemido, pero fue ahogado por los besos de Lucius, sus bocas bebían cada una el aire del otro, recorriendo y saboreando el interior húmedo, de esa forma les llegó el final al mismo tiempo, se hicieron el amor una vez más con la mirada antes de separarse y sellaron aquel final sublime beso para entregarse completamente satisfechos, llenos el uno del otro, al total relajo que los invadió después de todas esa pasión desplegada.


&&&&&&&&&&


La noche extendía su manto de silenciosa negrura, el mar ya no se veía, sólo las pequeñas luces a lo lejos indicaban que ahí se levantaba el malecón, habían decidido esperar ahí la llegada de Kingsley, se robaron unos últimos besos antes de que se perdiera aquella maravillosa intimidad que habían disfrutado esas horas. Harry descansó su cabeza en el pecho de Lucius, mientras éste le abrazaba por la espalda, manteniendo sus manos sobre el vientre del chico que permanecía con los ojos cerrados disfrutando de aquel abrazo que tanto extrañaría.


De pronto escucharon que alguien subía con paso lento y algo pesado la escalera, se voltearon a mirar instintivamente, era Kingsley quien llegaba puntual vistiendo capa de viaje, después de los saludos y preguntas mutuas si todo iba bien, el Auror le dijo a Harry que lo llevaría a la escuela pues debían asegurarse de que llegara sin contratiempos, Harry sólo asintió con la cabeza se volteó a mirar a Lucius una vez más y después de un beso rápido y unos últimos susurros de amor se tomó del brazo de Kingsley para desaparecer con él.


Lucius se quedó mirando el lugar en donde había desaparecido Harry, experimentó un vacío de alma gigantesco, las escasas horas de amor vividas no llenaban su corazón, esperaba que pronto llegara el día en que pudieran estar juntos sin tener que esconderse de todos.


Harry atravesó las rejas de Hogwarts no sin antes darle las gracias a Kingsley por todo lo que hacía por Lucius y por él, el mago sólo sonrió, levantando la mano en señal de despedida y luego desapareció.


Harry ya se disponía a caminar hacia la entrada del castillo cuando vio que se acercaba alguien, por la forma de caminar estaba seguro que se trataba de Snape, no se equivocó.


─Potter… me alegra ver que regresó sin contratiempos ─dijo el hombre

─Sí… gracias.

─¿Todo esta bien?

─Sí, todo bien… gracias por venir a buscarme… no era necesario.

─Me pareció apropiado… anda uno que otro alumno por ahí… aunque ya casi todos están en el Gran Comedor… es mejor que lo vean conmigo.

─Comprendo.


Snape notó el desanimo del chico, generalmente le ocurría luego de estar con Lucius, imaginaba que debía ser difícil para Harry separarse de la persona que amaba, más ahora que ya estaban casados. Él comprendía, era doloroso alejarse después de vivir maravillosos momentos junto al ser que más se amaba en la vida.


Harry no fue al Gran Comedor, bajó a las mazmorras, quería estar a solas. Como siempre los pasillos estaban fríos, se cruzó con dos Slytherin’s que iban retrasados a la cena, como hacía siempre que se encontraba con alguno de ellos simplemente los ignoró, aunque en realidad no necesitaba hacerlo, desde que había acabado con Voldemort de aquella manera tan extraña, muchos de ellos pensaban igual que la mayoría, que él era peligroso, pero eso no le importaba era mucho mejor que le ignoraran. No le agradaba causar temor en la gente, pero en las circunstancias en las que se encontraba ahora, era mucho mejor para él, así no tenía problemas con nadie.


Llegó al despacho y se sintió reconfortado por la calidez, se acomodó en un sillón no muy cerca de la chimenea, el calor excesivo le provocaba bochornos, recordó todo lo vivido, en su corazón había una mezcla de dicha y dolor, masajeó su vientre mientras unas lágrimas sin él desearlo resbalaron por sus mejillas. Sintió que en cualquier instante rompería a llorar a gritos, hizo un esfuerzo por controlarse, si se dejaba vencer por la tristeza aquello afectaría a su bebé, debía pensar en todos los momentos hermosos de aquellas últimas horas y, dio resultado se animó pensando en que pronto estaría junto a Lucius otra vez, lo demás ya se solucionaría.


&&&&&&&&&


Snape se fue a cenar al Gran Comedor, sólo para comprobar que Draco no se había presentado, no lo había visto ese día. Snape pudo ver que la indiferencia que manifestaban la mayoría de sus compañeros hacía la persona del chico rubio no era tal, en la entrada se había topado con un grupo Slytherin que comentaban que Draco se había pasado todo el día encerrado en su habitación, nadie lo había visto asomarse, no le asombró demasiado oír eso, pero sí le preocupaba no podía negarlo, si no hubiese estado seguro que era completamente inapropiado hubiese ido hasta la habitación del chico para asegurarse de que se encontraba bien.


Pero estaba plenamente conciente de que no podía estar del todo bien, no después de lo que había sucedido entre ellos, no después de cómo él se había comportado. Ya empezaba a lamentar su proceder, comenzaba que a sentir que había actuado de la forma más miserable que podía existir. Después de todo el rubio no dejaba de ser un adolescente inmaduro, aunque ya fuera mayor de edad según la ley mágica, se reprochaba no haberse comportado de forma diferente, no debió dejarse llevar por esos sentimientos mezcla de amor y rabia, simplemente tenía que haber despedido al chico de su despacho y no permitir que lo desafiara de aquella forma, pero lo amaba y cada día le era más difícil pensar con frialdad, Draco lograba sacar a relucir en él todas esas emociones que jamás se había permitido mostrar, amor, deseo, pasión, pero todo eso sazonado con toques de furia, sí, le enfurecía la presunción de Draco, esa que en otro tiempo tanto admirara, ahora sólo le causaba enojo, desde que él había sido víctima de ella, tal como lo habían sido varios jovencitos incautos de los que Draco se había burlado.


Quizá debía intentar hablar con el chico, pero que podía decirle, que había deseado darle una lección, Draco no creería eso, recordaba sus palabras, había preguntado si su proceder era parte de una venganza, ya no estaba tan seguro de que no fuera eso lo que en realidad había deseado hacer. Siempre había sido humillado por otros, en su época de estudiante, luego en la filas de los Mortífagos, ni siquiera ahí había obtenido el respeto que tanto había deseado, al contrario se había degradado aún más al servirle al Señor Tenebroso. Lo cierto es que estaba cansado de tener que bajar la frente siempre, Draco lo había humillado primero, ahora sólo estaba probando algo de su propia medicina, dejaría que las cosas decantaran por si solas, era lo mejor, en algún momento el enojo del rubio debía pasar y entonces quizá pudieran por lo menos hablar.


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Había pasado todo el día encerrado en su habitación pensando en Snape, cómo era posible algo semejante, estaba furioso con él, pero a la vez dolido, en su cabeza no dejaban de repetirse las palabras del profesor, se había dado el lujo de despreciarlo como jamás nadie lo había hecho, él era el más hermoso, el más deseado de la escuela aunque muchos fingieran que lo despreciaban sabía que en cierto modo seguían admirándolo y Snape sabiendo todo eso lo había despedido la noche anterior como si el fuera cualquiera, diciéndole que quizá podían repetir aquello alguna vez. Le dolía el orgullo, su orgullo de Malfoy que a pesar de sus circunstancias no lo abandonaba del todo, pero no sólo se sentía humillado, sino también decepcionado, entristecido, con una sensación extraña que nunca antes había experimentado, había confiado tanto en que Snape lo amaba, pero se había equivocado, sólo lo deseaba como tantos otros, pero no sentía amor por él. Se había ilusionado estúpidamente pensando que tal vez podía conocer el amor por fin, que podía conquistar el corazón de alguien, no por su belleza sino por que había algo bueno dentro él y que había sido Snape quien había visto ese algo y por eso lo amaba.


Le había dicho a Snape que se acostaría con cualquiera que lo aceptara, pero ahora que lo pensaba con algo más de calma, hacer eso no tenía ningún sentido, eso no borraría la tremenda desazón que lo invadía, aquello no era una buena idea. Estaba seguro que eso no le produciría ningún placer, después de estar con Snape y de haber sentido tantas cosas con él, lo más probable era que sólo sintiera decepción si se enredaba con algún muchachito inexperto como él, sí, porque ahora estaba convencido de algo, eso que él siempre había creído su gran caudal de experiencia sexual, no era nada, no era más que un aprendiz, un muchachito con ínfulas de hombre, pero para eso le faltaba mucho que aprender. Como había tenido razón Snape, él nunca había conocido lo que era un hombre de verdad, la noche pasada lo había aprendido junto al hombre que jamás había imaginado que podía enseñárselo, en otra cosa también había tenido razón el hombre mayor, deseaba mucho más, sentía que amaba a Snape, no se conformaba con sólo el sexo que podía ser maravilloso, pero deseaba que ese hombre oscuro y enigmático lo amara, deseaba que ese corazón frío se llenara de calidez, de amor, quería despertar la ternura en ese hombre, deseaba lo que Harry había conseguido con su padre, despertar sentimientos amorosos, no sólo deseo, pero él no era Harry, no poseía la calidez, la inocencia de Harry, no sabía como conquistar con una palabra, con un mirada.


Él no tenía los meritos de Harry, no era puro como lo era el chico de ojos esmeraldas cuando se había entregado a su padre. Le había dicho a Harry que se había enamorado de su padre por causa de su inexperiencia sexual, pero a él le había sucedido igual ahora comprendía que ese experto que presumía ser simplemente no existía, no sabía nada del amor, porque nunca había amado.


Al día siguiente debería enfrentar a Snape, ya imaginaba la indiferencia del hombre, la frialdad con que lo miraría, cerró los ojos para intentar dormir, no quería lucir fatigado en la mañana, tenía clase de Pociones inmediatamente después del desayuno, Snape no lo vería afectado, simplemente lo ignoraría, era lo mejor, él era un Malfoy hasta la muerte, jamás bajaría la cabeza ante nadie.


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Lucius finalmente se encontraba solo en su cama añorando la calidez de Harry, deseando sus besos, sus caricias, sentía que el hermoso sueño que había vivido por unas horas se volvía pesadilla rodeado por esa soledad insoportable. Siempre le resultaba difícil dejarlo ir, pero ahora mucho más, había sentido suyo a Harry desde la primera vez que le había hecho el amor, pero ahora ese sentimiento se intensificaba al saberlo unido a él no sólo por lazos de amor, no sólo por el hijo que esperaban, sino por aquel vinculo mágico que los había transformado en esposos.


Se imaginaba que para Harry debía ser igualmente difícil, después de los hermosos momentos que habían vivido, deseaba que aquello terminara pronto, pero desgraciadamente no dependía de él, sino de la voluntad de Fudge y del interés que tuviera por hacerlo regresar al mundo mágico, de la urgencia que tuviera en que él se convirtiera en su amante, pero claro que aquello nunca ocurriría, jamás estaría con otro que no fuera Harry. Deseaba que pronto el Ministro le diese la buena noticia de que su caso sería revisado en una nueva audiencia del Wizengamot, esperaba que para entonces las influencias de Dumbledore convencieran a alguien, no de su inocencia, pero sí de su verdadero arrepentimiento, por último hasta se sentía capaz de vivir sin su riqueza en caso de que no quisieran restituirle sus bienes, poco le importaba, pero deseaba estar junto a Harry y cuidar de él como había jurado que haría aún antes de convertirse en esposos.


Sentía que el tiempo apremiaba, pronto Harry cumpliría cuatro meses de embarazo, lamentaba estar perdiéndose todo ese proceso junto al chico, ese bebé no era su primer hijo, pero sí el de Harry y a pesar de su aparente seguridad debía estar algo temeroso por aquello que era nuevo para él, y para el cual aún no tendría respuesta a todas sus inquietudes; aquel embarazo estaba totalmente ligado a la magia y, aunque Harry se sabía fuerte, no en vano había acabado con su antiguo amo, debían existir momentos en los que debía sentirse vulnerable. Algo le tranquilizaba el saber que Dumbledore había buscado a un Medimago experto para que se ocupara de Harry y que además el chico contaba con la cercanía de Snape que era un experto en Pociones. En cuanto se encontrara con Fudge le prometería el cielo y la tierra a cambio de que apurara aquel asunto de la audiencia, estaba dispuesto a prometer cualquier cosa con tal de estar de regreso pronto en la comunidad mágica, ya vería después como se las arreglaría con el Ministro para sacudírselo de encima, su bebé y Harry valían cualquier esfuerzo, pero eso sí jamás traicionaría a su esposo aceptando de Fudge ni siquiera un beso, ni de ese hombre ni de ningún otro.


Antes de cerrar los ojos pensó en Harry otra vez, lo amaba y sabía que el chico de ojos esmeraldas en ese momento pensaba en él, lo sabía porque su corazón latía más rápido, era extraño, pero le sucedía siempre que pensaba en él, quizá fueran sólo tonterías suyas pero estaba casi seguro que su lazo con el chico era especial, a veces sentía felicidad o tristeza pero creía que muchas veces esos sentimientos no tenían que ver con sus propios estados de ánimos, nunca antes había experimentado algo similar, parecía que vivía y sentía a través del corazón de Harry.   

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