Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hermosos y malditos por Kitana

[Reviews - 95]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

aca les dejo un nuevo capi de esta historia que se esta haciendo eterna ja ja pero pronto llegara el final de esta primera parte je je Rosita, lo prometido es deud, aquí esta la actualización, bye!!!

Aquella mañana, el departamento de los Kido se mantenía en un silencio casi absoluto que solo se veía turbado por el ruido de algún auto surcando la avenida cercana.

Ikky permanecía de pie frente a la cama en la cual descansaba su amado Shaka, su ángel dormía plácidamente mientras él le observaba sin atreverse a interrumpir su sueño.

Habían sido meses duros para todos, Shaka estaba esforzándose con la universidad, él hacía lo posible por estar a su lado y mostrarle su apoyo en todo momento. Le parecía increíble que alguien como Shaka se hubiera terminado enamorando de alguien como él. Pero era feliz, demasiado feliz.

Tenía muchas cosas que agradecerle a la vida. El dinero comenzaba a dejar de ser un problema. Shaina había podido volver a la escuela, Shun iría a un mejor colegio el año siguiente y él podía dormir con tranquilidad sabiendo que todos los seres que amaba estaban a salvo. Rogaba a los dioses porque esa felicidad fuera eterna, él, sabía que la vida a veces suele dotarnos de breves instantes de felicidad para luego azotarnos con una terrible serie de calamidades.

Pero esta vez estaba decidido a que la desgracia no volviera a tocar a los que amaba, ni sus hermanos ni Shaka volverían a sufrir.

Su carrera estaba en la cúspide, pero sabía que no duraría demasiado, así que había aceptado el consejo de Guilty y de Shiryu y ya comenzaba a estudiar la posibilidad de un mejor futuro, de un nuevo trabajo en el que pudiera ganarse el sustento de una manera menos riesgosa.

Conocía bien los peligros de su profesión, sabía que no podía exigir demasiado si no había terminado siquiera la preparatoria, y si acaso había abrazado esa carrera, había sido porque era la única forma honesta de ganarse el sustento, propio y de sus hermanos menores.

La vida no era nada fácil, se esforzaba por tenerles medianamente bien. Cuando se convirtió en campeón, las cosas habían mejorado, pero sabía que eso no duraría para siempre, que el boxeo te deja secuelas, que tenía que velar, no solo por sus hermanos, también por Shaka, se imaginaba un futuro al lado del rubio, se imaginaba toda la vida junto a él, se imaginaba que podían ser como recordaba habían sido sus padres...

A pesar de la resistencia inicial del tío de Shaka, este finalmente había terminado quedándose con los Kido, como un miembro más de la familia. Las cosas parecían marchar sobre ruedas. Ikky sabía que Shaka era feliz, sus hermanos sonreían de nuevo, y él... él simplemente esperaba que esa felicidad durara para siempre.

Shaka se revolvió entre las sábanas, despertando lentamente bajo la amorosa mirada de Ikky. El mayor de los Kido le miraba con una sonrisa posada en ese rostro que por momentos parecía de piedra, pero que ante Shaka, solo sabía manifestar amor.

- ¿Llevas mucho ahí? - dijo el rubio con una encantadora sonrisa. Ikky solo negó con la cabeza, sonriendo con mayor intensidad.

- Te levantas temprano. - dijo cuando vio a su ángel salir de la cama.

- Quiero visitar a Milo.

- Y a la bebé, ¿cierto? - dijo Ikky conmovido.

- Sí... es tan linda, me robó el corazón.

- Creo que a todos los que la conocemos. - dijo Ikky acercándose a él.

- Sí... es el efecto que tienen los bebés...- la voz de Shaka se tornó nostálgica.

- ¿Sucede algo ángel? - dijo Ikky algo preocupado.

- Nada... no es nada. - dijo intentando sonreír, más Ikky supo que ese nada ocultaba un secreto, mismo que no quiso arrebatar, llegado el momento, Shaka se lo diría...

- Vamos a desayunar, tengo que ir a entrenar, y me gustaría pasar un poco de tiempo contigo.

- De acuerdo. - Shaka se abrazó a él, ¿por qué en los últimos tiempos no podía dejar de pensar en el pasado?

Desayunaron con calma, aquella mañana, Shun y Shaina decidieron dormir hasta tarde, por lo que tuvieron tiempo de estar a solas.  Luego de desayunar, Ikky se ofreció a llevar a Shaka a la nueva casa de Milo.

Durante el trayecto, charlaron acerca de los planes para el fin de semana, Shun había insistido en ir al campo. Ikky no era muy partidario de la idea, pero había terminado cediendo al ver el entusiasmo de sus hermanos y de su ángel.

-¿Sabes? Intentaré llegar lo más temprano posible a casa esta tarde, quiero que todo sea perfecto mañana. Hay mucho por hacer. - dijo Shaka con la emoción de un niño pequeño. - Voy a preparar algo delicioso para comer, ya verás.

- No tienes que hacer eso ángel. Podemos comprar algo.

- No, no tendría el mismo significado.

- ¿Por qué?

- Mi mejor recuerdo de infancia es un día de campo, con mis padres. Quiero compartir eso contigo, quiero crear memorias nuevas que me ayuden a dejar ir el pasado. Necesito comenzar a ver la vida de un modo distinto a como solía verla antes de enamorarme de ti. - dijo acariciando la mano de Ikky

- De acuerdo, será como tú quieres que sea. - dijo y llevó la mano de Shaka hasta sus labios para besarla.

Pronto llegaron a la imponente mansión de los Gemini. Ikky no quiso entrar con Shaka, seguro que tendría mucho de que hablar con sus amigos, no quería estorbarles, además, tenía que entrenar.

- Te veré en casa. - dijo Shaka y depositó un largo beso en los labios de su novio.

- De acuerdo, llámame al gimnasio para que pase a recogerte más tarde.

- No te preocupes, tomaré un taxi.  Además, no creo tardar mucho.

- Eso dijiste la ultima vez y salimos de aquí casi a la media noche. - dijo Ikky como un cariñoso reproche. - Llámame, no me gusta que estés solo en la calle tan tarde.

- De acuerdo, te llamaré, te amo. - dijo el rubio y lo besó nuevamente.

Mientras se alejaba, Ikky pudo ver por el retrovisor a Shaka despidiéndose, su blanca manecita se agitaba cual paloma al lado de su cara sonriente.

Tenía que reconocerlo, Shaka era su más grande tesoro, eso sin lo que simplemente no podía vivir. Pero estaba consciente de que conforme el tiempo pasara, Shaka vería el mundo con otros ojos.  Y no quería verse opacado por el futuro que los ojos de su +angel llegarían a contemplar, quería ser siempre digno de que le mirara, de que le hablara, de que le amara... quería ser lo mejor, la mejor opción, que Shaka nunca tuviera que buscar nada en otra parte.

Quería ser perfecto, solo para él.

Cuando Shaka entró en la casa, fue recibido por Mu, el tibetano sonreía mientras sostenía entre sus manos un ramo de jazmines, regalo de Saga.

- Hola corderito. - dijo Shaka besándole suavemente en la mejilla.

- Hola ángel, no te esperaba tan temprano. - dijo Mu sin dejar de sonreír.

- ¿Y esas flores?

- Saga me las regaló. - dijo el pequeño sin dejar de sonreír, sus dedos acariciaban con amoroso cuidado los pétalos de las flores.- Es nuestro aniversario.

- Te felicito.

- Gracias, vamos, Milo esta en la terraza.

- ¿Y la bebé?

- Aún duerme, vamos. - dijo y le tomó de la mano. Shaka se sintió feliz, nunca antes Mu había sido tan feliz como lo era en esos momentos. Saga había venido a borrar todo el dolor que le imprimiera el pasado a la vida del jovencito que ahora no podía dejar de sonreír.

- ¿dónde esta Saga?- preguntó Shaka mientras caminaban.

- Salió, él, Kanon y el señor Anaximandro fueron a comprar el traje de bodas de Kanon.

-¿Traje de bodas?

- Sí, Milo y él se casan a fin de mes.

- No tenía idea.

- Descuida, nosotros nos enteramos apenas ayer, Kanon se lo dijo a Saga, y él me lo dijo a mí. La señora Altea está feliz. ¿Sabes? Me dijo que sería hermoso que Saga y yo nos casáramos pronto.

- ¿Y tu que piensas?

- No sé... por una parte, eso me haría muy feliz, pero por la otra... ¿y si a Saga le pesa mi pasado, el hecho de que mi madre se ha desentendido de mi tan fácilmente? No quisiera que eso fuera un obstáculo.

-Corderito... él te ama, hasta ahora ha demostrado que eso le tiene sin cuidado y se ha fijado muy bien en todo lo que tu eres, si nos pasó eso, no fue porque quisiéramos... y lo de tu madre... ella no aprecia lo que tiene. - dijo Shaka acunando al menor en un apretado abrazo.

Mu sonrió, eso era verdad, Saga lo amaba, lo amaba como nadie en el mundo había llegado a amarlo.

Llegaron a la terraza. Milo no estaba solo, también estaba ahí Alcestes y Aletia, la madre de los gemelos.

- ¡Shaka! - dijo Milo con una enorme sonrisa, para el hindú no pasó desapercibida la alegría de su amigo, Milo se veía radiante.

- ¡Bichito! - Shaka se acercó para abrazar a su amigo.- ¿Dónde esta la nena?

- Durmiendo, Mirtala esta con ella. - dijo el griego sin dejar de sonreír - Me alegra que hayas venido, así tu también podrás opinar.

- ¿Sobre qué?

- Sobre el traje de bodas, hoy mismo iremos a la tienda donde conseguimos el de Alcestes, si pudimos vestir a mi fierecilla, podremos vestir a mi niño. - dijo Altea.

- ¡Mamá! ¡Yo no soy una fierecilla! - replicó Alcestes sonrojado.

- Tranquilo, Penrill te ha domado muy bien querido. - dijo Altea acariciándole la mejilla. Alcestes bajo el rostro.

- Deberías consentirme, ahora que voy a darte un nieto tienes que tratarme mejor, merezco que me trates tan bien como a Milo. - dijo el mayor de los Gemini.

- ¿Estás celoso? - dijo Altea sin dejar de sonreír - Pero no deberías, te amo como solo una madre puede amar, y me hace tan feliz verte sonreír... y me hará aún más feliz verte con ese pequeñito en brazos, estoy segura de que lo vas a amar tanto, y vas a ser tan maternal...aunque eso no quita que seas una fierecilla.

- ¡Mamá! - todos rieron, incluido Alcestes, en realidad era muy feliz, no podía ni siquiera decir cuanto.

- ¿A que hora nos vamos? - dijo Milo.

- En cuanto llegue el pelmazo de mi yerno. - dijo Altea mirando el reloj.

- No lo llames pelmazo.

- Si hubiera llegado a tiempo...

- Si hubiera llegado a tiempo Shaka no hubiera podido alcanzarnos.

- Hubiéramos ido por él...

-¿Qué tienes contra mi esposo?

- Nada, pero me gusta molestarte hijo. - dijo Altea sonriendo. - Ese debe ser tu marido Al. - dijo y se puso de pie al escuchar un auto acercándose.

Milo se veía nervioso, Shaka lo notó y se acercó a él.

- ¿Pasa algo bichito?

- No quiero dejar sola a Helena, es muy pequeña y...

- Gala va a cuidarla bien, ella me ayudó con los gemelos, sabe de bebés pequeño, tu nena va a estar bien. - dijo Altea con voz suave. - Bien niños, vámonos ya que todavía tenemos que recoger a Afrodita y Sorrento, no me olvido de tu pequeño cuñado Shaka. También iremos por él. Vamos, vamos, a prisa que ya hemos perdido mucho tiempo.

El grupo bajó la escalera para encontrarse con Penrill.

- Lamento el retraso, señora. - dijo Penrill algo sonrojado. A pesar de todo, la madre de Alcestes siempre terminaba intimidándole.

- No te preocupes muchacho, pero la próxima se puntual. - dijo Altea con cortesía - Vamos a llevar la camioneta. - dijo y le palmeó la mejilla.

- ¿Lo ves? Ella lo quiere. - susurró Mu cerca del oído de Alcestes.

El grupo creció cuando recogieron a Sorrento y Afrodita cerca del trabajo de éste, solo faltaba Shun, al pasar por el departamento de los Kido, decidieron que Shaina serviría de juez para elegir el traje del novio, así que ella se integró al, para entonces, escandaloso grupo.

Aunque tuvieron que hacer un par de paradas debido a las nauseas de Alcestes, pero pronto llegaron a su destino. Penrill permanecía estoico ante el ruido de los amigos del futuro esposo de su cuñado. Notó a Alcestes un tanto ensimismado. Supuso que se debía a los recuerdos que la convivencia de los chicos le traía. Era obvio a sus ojos que Alcestes no podía olvidar a ese otro amigo suyo que había corrido con la mala suerte de transformarse en el esposo de uno de los tipos que los subyugaban de adolescentes.

Penrill rodeó los hombros de su esposo con un brazo, quería hacerlo sentir mejor, confortarlo en todo lo que fuera posible.

- ¿Te encuentras bien?

- Si, estoy bien, solo me puse algo melancólico, mis malditas hormonas no me dan tregua...

- Te juro que haremos lo posible para que lo deje.- susurró Penrill.

- No creo que lo haga... ha perdido la voluntad.

- Eso esta por verse... veré que se puede hacer.

- Gracias... el que lo intentes siquiera significa mucho para mí.

Penrill le besó la frente mientras entraban en la tienda. Se trataba de una de las tiendas más exclusivas de Atenas, Altea había insistido en que fuera esa tienda porque recordaba que los trajes le habían parecido hermosos a su joven yerno.

Pronto el grupo se disperso por toda la tienda, ansiosos por encontrarle en traje perfecto a su amigo. De alguna manera, la boda de Milo era un aliciente, una luz de esperanza para todos ellos. Por duras que fueran las cosas, no podían ni querían renunciar a la posibilidad de ser felices al lado de quienes amaban, cada uno veía en la joven pareja, la respuesta a la gran pregunta, ¿valía la pena vivir después de todo lo que habían pasado? Por supuesto que sí.

Afrodita contempló uno de los trajes detrás de la vitrina principal, era sencillamente hermoso, espléndido.

- Creo que Milo luciría espectacular en uno como ese, ¿no crees, Sorrento? - el aludido miró el traje y una lágrima escurrió por su mejilla -¿Qué pasa? - el más joven negó con la cabeza - A ti te pasa algo, ¿por qué no quieres decírmelo? ¿es que no me tienes confianza?

- No es eso Dita... es solo que... me siento tan estúpido...

- ¿Qué sucede?

- Es Julián... hace dos meses que no sé nada de él... si no me he ido del departamento es porque tengo la esperanza de que vuelva. Se suponía que no iba a tardar... sólo visitaría a sus padres...

- Él va a volver, te ama y no se atrevería a dejarte solo.

- Tengo tanto miedo de que le haya pasado algo... de que haya decidido abandonarme y no haya tenido el valor de decírmelo a la cara...

- Sabes que él no te haría eso, te ama. - dijo Afrodita intentando calmarlo.

- Yo ya no sé nada Dita... solo sé que si no regresa, me voy a morir de dolor...

- Eso no va a pasar, aún si verdaderamente no regresa, nos tienes a nosotros.

- ¿Y qué voy a hacer? Yo solo no puedo pagar el departamento, el dinero que mis padres me envían apenas me alcanza para comer...

- Ven a mi casa, dejaremos un mensaje para él en el edificio, para que sepa donde buscarte cuando vuelva.

- Pero... tu familia... yo no podría...

- Para mamá será una gran alegría tenerte en casa, ya verás, estaremos bien.

- ¿Estás seguro?

- Por supuesto.

Horas más tarde, todos volvieron a casa, Penrill se encargó de llevar de vuelta a los Kido, Shaka, Afrodita y Sorrento, luego de que todos comieran en la casa de los Gemini. Altea estaba feliz, más de una vez repitió que adoraba tener la casa llena de risas.

Alcestes y Penrill volvían a su departamento después de llevar a todos de regreso a casa. Alcestes estaba muy callado, algo bastante extraño.

- ¿Pasa algo gnomo? - le dijo Penrill sin quitar la vista del camino.

- Nada... estaba pensando en Minos...

- Vamos, no te preocupes, ya te dije que me haré cargo.

- Y si lo dices es porque vas a hacerlo... pero no es eso lo que me preocupa. Lo que me preocupa de verdad es que él no quiera separarse de ese maldito cabrón.

En la casa de los Gemini, la mayoría de la familia se había ido a dormir. Milo permanecía despierto en la habitación de su hija, estaba loco por ella, no quería separarse de ella ni un instante, la amaba demasiado. Kanon lo encontró sentado en la mecedora con Helena en los brazos. El menor de los gemelos se sintió invadido por una oleada de irreprimible ternura, el verlos así le hacía palpitar el corazón más a prisa. Se acercó sin hacer ruido. Milo contemplaba arrobado la carita de su bebé.

- Parece mentira que toda esta felicidad sea nuestra. - dijo Milo en un murmullo.

- Pero lo es... y así va a ser siempre.

- Solo si estamos juntos. - dijo Milo robándole un beso a su futuro esposo.

- Milo... hay algo de lo que quiero hablarte.

- Sí vas a insistir acerca de invitar a mis padres a la boda, no lo hagas, vas a perder tu tiempo cariño. - dijo el rubio con determinación - Ellos no aprueban lo que hice, no te aprueban a ti, es mejor dejarles fuera de todo esto.

- Son tus padres... además, tu madre ha estado intentando verte.

- Pero yo no quiero... no ahora Kanon, tal vez después, un día, cuando haya conseguido perdonarles todo lo que me hicieron... tal vez entonces podré verles sin ningún rencor, pero no ahora...

- Sí es lo que quieres... no voy a forzarte a nada. - dijo Kanon besándole la frente. - Vamos a dormir, mi madre insiste en que mañana vayamos a escoger las flores.

- Es incansable.

- Vaya que lo es, pero ahora, vamos a la cama. Te acompaño. - dijo Kanon, le quitó a Helena de los brazos y la acomodó en su cuna, estaba feliz, tenía todo lo que podía desear, y estaba seguro de que sería para siempre.

Mientras tanto, en el jardín, Mu se encontraba esperando a Saga, no sabía lo que pretendía, tal vez solo conversar a solas un momento. Ya había tardado bastante. Empezaba a impacientarse cuando lo vio aparecer con un jazmín en la mano.

- Ya estoy aquí precioso. - dijo con esa tonalidad que tanto le agradaba a su novio.

- Tardaste mucho.

- Es que quería que todo fuera perfecto.

- ¿Qué estás tramando?

- Te aseguro que nada malo, ya verás. - Saga lo tomó de la mano y lo guió al rincón más apartado del jardín, Mu no supo que decir cuando vio aquello, se trataba de una mesa perfectamente dispuesta con una cena para dos. - Feliz aniversario mi amor. - dijo el mayor de los gemelos señalando la mesa. - La idea era que pudiéramos salir, pero... mamá dijo que no era lo más recomendable... así que... hice esto...

- ¡Eres maravilloso! - dijo Mu lanzándose a los brazos de su novio. No pudo evitarlo, las lágrimas salieron prestas de sus ojos, lo amaba demasiado.

- ¿Por qué lloras pequeño? ¿No te gusta?

- Claro que me gusta... es solo que... nadie jamás había hecho algo así de bello por mí.

- Esto es solo una pequeña parte de lo que mereces mi precioso corderito. Tal vez el próximo año pueda darte algo más... pero por el momento, quiero que tengas esto. - dijo y sacó un pequeño estuche de su bolsillo. - Cuando estés listo para casarte conmigo te daré un diamante de verdad... por el momento no tengo más que para este pequeñito, pero créeme que mi amor es al menos un millón de veces más grande que esta piedrecilla. - dijo el gemelo mostrándole un precioso anillo con un diamante diminuto pero que brillaba como un sol en mitad de la noche. Mu no supo que decir, simplemente le abrazó y besó repetidamente su rostro.

- Te amo, Saga. - dijo el castaño refugiándose en el amplio pecho de Saga. El gemelo lo abrazó, feliz de tenerlo, feliz de saberse amado por alguien como ese jovencito de largos cabellos castaños.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).