Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tigre de Bengala por RyuStark

[Reviews - 200]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Heyaa bebés! <3

Es algo tardecito, pero sigue siendo Jueves para mí. Lamento la tardanza pero fue un día en extremo ocupado y cansado para mí. Aun siento que muero, pero no puedo hacerlo sin actualizar el Fic :D

Así que hoy les traigo fluff, romance, drama leve por no decir casi nulo y un poco de humor, más lemon ¬w¬ Ya saben, tengo algo con poner a Kagami “coqueto” <3

En fin, espero que lo disfruten mucho :D

-----Kagami T.-----

Mentiría si dijera que esta no ha sido la cena más estúpidamente intensa, descabellada y rara que he tenido en mi vida. Porque no solo conocí a los ‘amigos’ de Daiki. Sino que de golpe les contamos que estoy enfermo, embarazado y que aparte nos casaremos.

Aunque, sinceramente eso no es tan extraño como tener a Tatsuya y a Takao encima de mí durante el resto de la noche, hablándome sobre lo que es estar embarazado y casado.

Es justo como si todos hubieran decidido hacer alguna especie de pacto silencioso que no comprendo. Y es que nadie ha tocado el tema de mi enfermedad, en su lugar enfocándose en lo del bebé y la boda. Y aunque lo agradezco es algo…raro y quiero que termine pronto.

O eso le digo a Daiki con la mirada. Él por supuesto me ignora, ya que se encuentra de pie hablando con Midorima, Akashi y Murasakibara junto a la terraza, fumando, tomándose un trago y riendo de sus anécdotas. ‘Mierda adulta’ supongo. No que yo no lo sea, pero seguramente no hablaríamos sobre lo mismo.

—Taiga ¿Puedo?

Salgo de mi mundo de ideas para mirar a Tatsuya, que se encuentra sentado frente a mí en la sala y ahora ha movido su mano acercándola. Lo miro sin comprender hasta que Kuroko a mi lado, se aclara la voz y se señala su propio vientre. —Oh…— Me avergüenzo al instante comprendiendo. —Aún no se nota mucho que digamos.

—No importa…¿Puedo? Aunque si te incomoda no.

—Uh…puedes. —Me quedo quieto sintiendo como coloca su mano sobre mi vientre y peculiarmente lejos de sentirme incómodo. Por un momento siento una pequeña alegría crecerme en el pecho porque todos reconocen que tengo un bebé dentro. El de Aomine para ser precisos y pareciera darles tanto gusto como a mí.

—¡Yo también, yo también!

Takao ni siquiera espera respuesta, también comenzando a tocarme y sacándome una sonrisa. ¿Qué carajos les pasa a estas personas? Supongo que son…peculiares, pero me agradan. 

—Kazunari deja en paz a Kagami. Tú también Himuro, dejen de encimársele.

Es el Dr. Midorima reprendiéndolos, pero claro que lo mandan al carajo inclusive burlándose de él antes de seguir manoseándome el abdomen.

—Kagami-kun es tan popular.

Ruedo los ojos ante el comentario que me ha susurrado Kuroko a la vez que me acerco para hablarle. —Akashi no te ha dejado de ver en toda la noche. Muere lentamente por ti sabes.

—Pues que se muera.

—Oh vamos, tienes que admitir que te encantó que pusiera a Kise en su lugar. Casi te arrojas a sus brazos.

—Lo único que le arrojaría sería un puñetazo a la cara. Y yo estaba por hacer lo mismo, pero Akashi-kun se me adelantó. Además no porque haya puesto al de los tintes en su lugar significa algo. Cuando mucho que no es tan estirado, pero no cambia nada. Él no me interesa.

—Kuroko ¿Crees que cuando fui a la cocina no vi como él iba saliendo junto a ti y casualmente rozó tu mano insinuante y no le dijiste nada?—Mi amigo parece sorprendido por mi declaración, pero igual de rápido se repone.

—No sé de qué me habla Kagami-kun. Será que tomé de más y no lo sentí bien.

—Seguro que lo sentirás bastante bien al rato que te vaya a dejar a tu casa…o quizás terminen en la suya. —Kuroko me fulmina con la mirada, sacándome una mueca burlona y socarrona.

—Eh…¿De qué hablan con tantos secretos? Vamos, inclúyanos en sus chismes de jóvenes.

Takao me saca una sonrisa que me hace aclararme la voz. —Le estaba diciendo a Kuroko que Akashi hará lo que sea por meterse en su corazón y de paso en su cama.

—Kagami-kun qué cosas dices.

Los chicos se ríen y Kuroko me mata con la mirada por la indiscreción, pero de poco en poco tengo que cobrarme todas las que me hace. ¡Porque eso hacen los amigos de verdad, avergonzarte!

—Oh vamos, no es cosa de Taiga, que bien sabemos todos que Seijuuro no te ha quitado los ojos de encima, prácticamente te ha reclamado como suyo Tetsuya, así que vete acostumbrando que no te lo quitarás de encima hasta que le des el sí. Mira que puede ser bastante insistente. —DiceTatsuya con una mueca perversa, ya que seguramente en todos estos años ha conocido bien a Akashi.

—Akashi-kun no es más que un tipo aburrido, pedante, irreverente y sin chiste y no me interesa en lo más mínimo.

Kuroko se asegura de decirlo bastante alto dejando a todos en silencio, porque estoy seguro que nadie en su sano juicio diría eso de Akashi, a menos que quiera morir claro. Pero igual de rápido la tensión desvanece y comenzamos a reírnos escandalosos, incluyendo a Daiki que también lo ha oído. Por su lado Akashi sonríe de lado bastante entretenido, dándole una mirada profunda a Kuroko que le voltea la cara mientras se cruza de brazos.

—Bien, todos han tomado de más. Será bueno irnos, Kazunari despídete que ya es tarde.

—¡Pero Shin-chan, el grupo de los adolescentes ya comenzaban a aceptarme! ¡Prácticamente era uno de ellos! ¡Comenzaba a sentirme joven de nuevo!

Midorima rueda los ojos ante el desplante de su esposo, que berrea sacándome una sonrisa, para finalmente despedirnos ya que al parecer no solo ellos, sino todos también se van. Será que no me había dado cuenta que son cerca de las tres de la mañana. Vaya que la fiesta se prolongó.

—Taiga, ya que no me has llamado yo te llamaré todos los días si es necesario. Y además vendré a verte ¿Sí?—Asiento un tanto alegre para Tatsuya, que pareciera tomarse muy en serio el papel de hermano mayor conmigo.

—Inclúyanme, nos iremos todos de fiesta.

—Nada de fiesta Takao, Taiga está embarazado.

—Huh, y eso qué Aomine. Cuando yo estaba embarazado tuve los festejos de mi vida, ¿Qué no te acuerdas que varias veces Shin-chan me fue a recoger a tu estación en la madrugada?

Todos nos reímos viendo a Midorima negar apenado mientras jala del cuello de la camisa a su esposo para sacarlo. Claro, no sin antes acercarse a mí y verme serio. Mierda, sabía que no me escaparía.

—Ahora sé porque faltaste a tus consultas pasadas. Pero el lunes te quiero sin falta en mi consultorio junto a Aomine. ¿Cuento contigo Kagami?

—Sí. —Mi doctor asiente y finalmente todos salen a excepción de Kuroko, que no sé cuándo inició un duelo de miradas con Akashi. ¡Consíganse un cuarto carajo! Me encantaría decirles eso, pero en su lugar. —¿También se van?

—Así es Taiga. Llevaré a Tetsuya a su casa porque ya es tarde, se han ido todos los trenes y lamentablemente no puede quedarse, después de todo seguro que seguirás festejando con Daiki en privado, ¿Cierto? Ven vámonos Tetsuya.

Akashi lo toma del brazo, pero igual de rápido Kuroko se suelta de mala gana y viene a mí para despedirse ya que Akashi no le ha dejado otra alternativa. —No lo mates ¿Sí? ¿Por mí? Al menos no muy feo.

—Presiento que mañana Aomine-kun tendrá un nuevo delito que resolver.

Le sonrío junto a Daiki que ha llegado a mi lado y me abraza por la cintura, simplemente viéndolos irse y por fin cerrar, haciéndonos suspirar totalmente agotados y hasta levantando las manos exagerando el momento.

—Mierda, creí que moría. Envejecí cien años por cada uno de ellos carajo.

—Jódete, te divertiste, ¿Crees que no vi cómo les sonreías y te reías con ellos?

—Oh tigre…¿Estás celoso?

—¡Quisieras! Más bien estoy feliz. Porque tú los estás. —Ambos nos miramos fijo a la vez que nos sonreímos y sentamos en el sillón tirándonos uno encima del otro algo cansados. Que termina con Daiki recostado a lo largo del sillón con la cabeza sobre mi regazo para que le acaricie el cabello. —Eres un consentido Ahomine.

—Así me amas. Y por cierto, no sabía que Tetsu odia a Akashi.

—Digamos que tiene sus razones. Hace un tiempo salió con un tipo parecido a Akashi, no tan grande de edad, pero tenía el dinero y las palabras, el sujeto se aprovechaba de la bondad de Kuroko. Supongo que aprendió la lección con creces y por ello no se lo dejará fácil a Akashi.

—Akashi luce cruel, pero en realidad es un dulce….que no dudaría en apuñalarte con unas tijeras, pero es bueno, creo. Eso y que entre más lo rechace más se encaprichará con Tetsu.

Daiki se ríe nervioso sacándome una mueca graciosa. Sin embargo hay algo más importante. —¿Ya hablamos sobre como ocupaste ‘mi novio el loco’ de pretexto para sacar a Kise?

—¿Tan notorio fue?

—Déjame adivinar…sí. ¿Qué pasó entre los dos? ¿Por qué tanto rencor? ¿Eran novios o qué?

—Pff, jódete Bakagami. No salía con él ni aunque me pagaran ni hoy, ni antes, ni nunca.

—¿Entonces qué pasó?

—No quiero hablar de ello. No hoy…es mi cumpleaños.

—Tu cumpleaños terminó hace tres horas.

—Oh vamos, tú y mi hijo deben seguir consintiéndome por todas las horas perdidas con esos tipos.

Pongo los ojos en blanco, pero no quita que sonría feliz por sus palabras y que no dude en inclinarme para besarlo. —Feliz cumpleaños Daiki. —Mi novio sonríe en exceso satisfecho, sujetando mi rostro para que no me separe y pueda continuar besándome por un pequeño y eterno momento.

—Uhm…vaya regalo de cumpleaños, creo que aumente cinco kilos con solo haber visto la comida y otros diez ya al probarla, todo fue maravilloso, gracias Taiga, este ha sido uno de los mejores cumpleaños de mi vida.

—¡Ah! ¡Tu regalo de cumpleaños!—Lo arrojo tirándolo de mi regazo y del sillón al piso, para levantarme e ir por su regalo que había olvidado. Escucho como se queja mientras yo lo busco en el closet y encuentro la pequeña cajita para ir con él y arrojársela viendo como la atrapa.

—¿Para mí?

—¿Ves otro tipo que cumpla sesenta?—Aomine me gruñe entre sonrisas mientras comienza a abrir la cajita encontrándose con las mancuernillas que le escogí. Mi novio se queda callado, mirándolas y poniéndome nervioso. —Uh…¿No te gustan? Las puedo cambiar por otra cosa si quieres…

—No será necesario, porque me encantan Taiga. Me fascinan, son preciosas gracias.

—¿En serio? Porque no luces muy feliz.—Aomine me enfoca sonriéndome como nunca. Es una sonrisa pequeña, sus labios se han curvado adorables y su expresión es como la de un niño intentando contener un sinfín de bellas emociones.

—Estoy feliz, demasiado diría yo. Siempre recibo regalos por aquí y por allá, pero nada tan especial como esto por el simple hecho de que tú lo escogiste para mí. ¿Qué debería hacer Taiga? Estoy tan maldita sea alegre que siento que el puto corazón se me saldrá por la boca.

De inmediato siento mis mejillas arder al igual que todo a mi paso. Este tipo y sus palabras bonitas carajo. —No exageres, es algo pequeño a comparación de todo lo que tú me has dado.

­—Cierra tu adorable boca en este preciso momento Bakagami, a menos que quieras que te coma a malditos besos. ¡Ugh!…Ahora quiero preñarte, pero ya lo estás, entonces ¿Qué se supone que haga huh?

—¡Ahomine! —Mi novio y yo nos reímos como un par de estúpidos mientras él se levanta para venir y abrazarme. Me estruja fuerte entre sus brazos sacándome unos gruñidos, pero también una amplia sonrisa. No cabe duda que verlo feliz es mi mayor alegría.

—Kagami ¿Estás muy cansado?

—Depende para qué. Podemos hacerlo si tienes ganas, pero no porque sea tu cumpleaños te dejaré que saques a relucir tus fetiches de viejo pervertido que duren hasta la mañana. —Aomine se carcajea mientras yo lo miro con una ceja levantada.

—¿Tan jodido de la cabeza crees que estoy?

—Uh, sí, sí, sí. ¿Por qué? ¿Qué tienes en mente? Y no, no follaremos de cabeza.

—Follar de cabeza suena muy tentador ahora que lo sugieres, pero no es lo que tenía en mente. Pensaba en algo más como…salir y bailar un poco en algún club nocturno. —Me lo dice con un sugerente juego de cejas.

—Bien, ¿Dónde lo hacemos de cabeza? ¿En esa pared te gusta?

—¡Oh vamos Bakagami! ¡Solo bailaremos un poco! 

—Jódete no. Me gusta bailar, pero no cuando mil personas ebrias y pervertidas se me están tallando y las luces y no. No. No lo haré.

—¡Será divertido! Estoy seguro que no has ido a muchas fiestas a lo largo de tu juventud y esta podría ser la ocasión.

—Créeme, he ido a muchísimas fiestas a lo largo de mi juventud con Kuroko, y todas han terminado en desgracia. Nunca he querido ir, pero él siempre terminó convenciéndome de una u otra manera cada maldita vez.

—Hee, ¿Qué tan malo pudo haber sido?

—¿Qué, qué tan malo? —Sé que se lo debo decir al ver esa mueca toca cojones y burlona que me da. ¿Cómo me puede gustar este tipo? No tengo idea.

—Sigo esperando. ¿Por qué no quiere ir de fiesta conmigo?

¡Ugh! Aquí vamos, otra vergüenza de mi estúpida juventud. —Aomine es vergonzoso, pero...estoy fichado por la policía ¿Sí? —Daiki levanta una ceja sorprendido mientras yo suspiro derrotado.

—No quería que lo supieras detective estrella, pensaba llevármelo a la tumba, pero temo confesarte que tienes un maldito novio criminal aparte de loco… —Digo apenado.

—¿Qué tan grave es? —Me pregunta Daiki entre curioso y divertido.

—Uh…Vandalismo, embriaguez pública, resistirme a un arresto, entrada ilegal, conducta desordena, daño a propiedad ajena y todo cortesía de Kuroko Tetsuya que me llevó a ‘bailar’, para sacarme de casa según él y con el cual he pasado varios días en detención y tenido que pagar algunas fianzas. Mierda, si vieras mi expediente, sabrás que la próxima infracción me voy a la cárcel.

Al instante Aomine comienza a carcajearse mientras yo frunzo el ceño. El idiota de mi novio se ríe hasta las lágrimas, inclusive doblándose del dolor de estómago. —¡No es gracioso imbécil!

—¡Es muy gracioso! Imaginarte con Tetsu en una puta celda, ambos ebrios y sin saber que mierda pasa. Tú poniéndote gruñón, maldiciendo a todos y Tetsu ahí en el rincón lamentándose toda su vida. Ay dios…¿Por qué nunca me tocó arrestarte? ¡Hubiera sido genial!

—¡Jódete! ¡Te odio! ¡Y no iré a bailar! ¡Que siempre que tomo, me pongo ebrio y termino en prisión!—Aomine sigue riéndose, inclusive recargándose en mí hasta que logra controlarse. Cuando dije que lo amaba mentí. Voy a matarlo.

—Oh dios, que cosas de las que me entero… —Menciona mientras se incorpora secándose las lágrimas que habían comenzado a brotar de sus ojos. — Pero creo que olvidas un pequeño detalle Taiga y es que estás embarazado y no puedes beber alcohol. Además de que soy un policía. Por lo que no te pondrás borracho para destrozar media ciudad y de ser así, nadie te arrestará porque vienes conmigo.

Nos miramos fijamente y aunque yo lo escudriño con la mirada sé que tiene razón. —Dos horas máximo. Nada de alcohol, ni siquiera tú. Que si nos intentan arrestar te dejaré solo.

—Hecho.

Suspiro agotado y preocupado, pero sin más terminamos tomando una chaqueta y saliendo para pedir un taxi. Esto es una muy mala idea, pero no puedo negarle nada a Daiki, supongo que debo prepararme para dar a luz en prisión.

---Aomine D.---

Luces rojo intenso me deslumbran parpadeantes, al igual que la música obscena y retumbante que hace juego con el aroma a cigarrillo. Pero ni eso me embriaga tanto como el cuerpo caliente de Kagami que se restriega contra mí en plena pista de baila, entre un mar de personas que se mueven sin control alguno. Aprovecho para meter mi nariz entre su cabello húmedo, aspirando con fuerza su rico aroma a madera y especias frías por su colonia ahora intensa debido a la temperatura de su piel reluciente y empapada en sudor ardiente.

Porque si alguna vez creí conocer todo de Taiga, estaba totalmente equivocado. Aquí, justo ahora, en este preciso momento el chico que baila coqueto, tentador e insinuante para mí no es mi futuro esposo, ni parece estar embarazado, tampoco sufrir nada que lo aqueje. Al contrario, en este momento no es más que un chico de veintidós años bailando con la seguridad de que tiene el mundo a sus pies.

Y carajo que lo tiene, porque aunque Kagami no lo note, es la clase de persona magnética que atrae miradas lascivas y provoca suspiros de pasión. Pero para la mala suerte de todos, Kagami Taiga me pertenece.

Lo sujeto fuerte, abrazándolo con ambos brazos por la cintura para asegurarme de pegar bien su espalda contra mi pecho y poder disfrutar de su perfecto y voluminoso trasero tallarse contra mí ya palpitante erección. Mi candente novio baila tenue y eróticamente para mí, restregándoseme con ganas de prenderme en fuego y carajo que lo está consiguiendo. Le beso y muerdo el cuello, mirándolo temblar y estremecerse entre mis brazos.

Pero lo que más me gusta, es que en cuanto me mira por encima de su hombro, puedo ver en su expresión de placer tentador iluminado por las luces artificiales, cuanto disfruta el provocarme y seguirme el juego peligroso. —Mírate nada más, una soda y estás volando por lo alto. Empiezo a pensar que el alcohol en si nunca fue el problema, sino que por naturaleza eres peligroso Taiga. Mi feroz tigre de bengala.

Kagami se gira entre mis brazos, encarándome y abrazándose de mi cuello para besarme tenue y picante. Pero eso no me basta, por lo que lo agarro con fuerza por el cabello, profundizando el beso e introduciendo mi lengua mojada y ansiosa hasta el fondo de su boca, haciéndolo temblar y gemir encendido. Claro, hasta que me despega no sin antes morderme el labio inferior seductoramente.

—¿Ya podemos coger? Te necesito Daiki…

Taiga me lo susurra caliente contra los labios, mostrándome esa mirada pecaminosa y necesitada, más sus labios brillantes por nuestro reciente beso. —A veces eres todo un pequeño descarado, ¿Los sabes verdad? —Se lo digo mientras aprovecho para pasar mi dedo pulgar por esos labios empapados, suaves y carnosos.

—El descarado quiere coger con su marido, y lo quiere ahora.

Kagami termina de matarme al sonreírme travieso antes de chuparme insinuante el dedo pulgar que pasaba por sus labios. —¡Carajo Taiga! ¡Si te lastimo será tu maldita culpa!

—Uhm…me gusta que me duela. —Mi muy perverso novio me sonríe cruel mientras yo ya me encuentro jalándolo y casi arrastrándolo entre un mar de personas, hasta que finalmente salimos al callejón trasero y desolado del club nocturno. Todavía ni se cierra la puerta cuando ya tengo a Taiga chocándome contra la primera pared que nos encontramos para besarme con morbo y gula.

—Daiki cógeme. —Me lo exige en extremo suplicante a la vez que sus manos intentan abrirme la hebilla del cinturón a prisa.

—Por aquí más adelante pasan todos y nos verán, pero ese no es problema ¿Cierto? Te encanta que nos vean follar.

—¿Quieres que lo niegue? —Me responde cínico.

Claro que ya sabía la respuesta que me saca una sonrisa turbia. Tanto que de inmediato lo despego, para ahora sujetarlo y llevarlo hasta estrellarlo contra la pared contraria haciendo que me dé la espalda. Kagami comprende, abriéndose los pantalones para bajárselos hasta los muslos y sacar un poco sus caderas mostrándome una imagen de en sueño.

—Daiki date prisa carajo.

Ni siquiera tiene que repetirlo, que ya me encuentro abriéndome bien el cinturón y los malditos pantalones para liberar mí ya creciente erección que se levanta hinchada, gruesa y punzante, en búsqueda de llenarlo hasta destrozarlo. Kagami por su parte gira para verme necesitado mientras se talla obscenamente contra mí sacándome un profundo gruñido.

Casi al instante sujeto sus caderas para enfatizar la candente fricción, que tanto me enloquece mientras me relamo los labios al escucharlo gemir mi nombre. Y aunque me encantaría seguir jugando, estoy por perder la maldita cabeza sino me lo follo. Por lo que apenas me basta con posicionarme apropiadamente y empujar con rudeza para hundirme en su sofocante, suave y húmedo calor.

—Sí…sí, más, métela más. —Taiga tiembla jadeando, rasguñando y golpeando la maldita pared.

Lo obedezco embistiéndolo con más fuerza, sintiendo mi cuerpo perder el control y un calor extremo esparcirse desde mi interior. —¿Así te gusta huh? ¿Te gusta duro Taiga? —Mi voz sale como veneno caliente que lo asfixia y lo hace dedicarme una mirada lasciva y feroz que me enciende en grande.

—Dai…Daiki, muévete.

Sonrío atroz ante la insistencia, moviéndome dentro de él sumamente lento pero con un exceso de violencia; para ver a Taiga deshacerse entre cada estocada y escucharlo gemir mí nombre a base de gemidos y torpes balbuceos mientras intenta mantenerse de pie.

Maldición, se siente en exceso bien, tan peligrosa e insanamente bien, que no dejo de cogérmelo sintiendo su rico calor apresarme, estrujarme y succionarme deliciosamente hasta hacerme sentir que me derrito entre seda ardiente y aterciopelada.

—Se siente increíble dentro de ti Taiga, tan estrecho y caliente. —Se lo digo perverso al oído, mirándolo estremecerse, fundirse en calor y gruñir con furia en cuanto le doy una brusca nalgada, seguida de otra más que le deja la piel ardiente.

Y aunque a primera instancia no somos más que un par de tipos cogiendo calientes, duro y sin frenesí, me aseguro de deslizar mi lengua por su nuca perfumada y tibia, recogiendo cada gota de sudor que se impregna en mis labios como un dulce beso. Pero no es suficiente, tanto que aprovecho que uno de sus hombros está ligeramente visible para morderlo con extremo furor.

Kagami grita y sisea por la herida sangrante, que seguramente mañana dolerá como el infierno en vida y sin embargo no se queja, al contrario, hace su cabeza de lado como invitándome a que continúe marcándolo. Oh dios…este chico es y siempre será mi más grande delirio.

—Daiki…duro, más duro estoy por terminar.

—Más duro y te lastimaré Taiga, ¿Eso quieres?

—Sí, sí eso quiero…

Y justo como me lo pide se lo doy, salgo de él hasta la punta solo para volver a enterrarme hasta los testículos, haciéndolo gritar por el turbio placer, que me sacude por igual. Kagami se corre casi de inmediato entre suspiros y gemidos y sé que debo darme prisa que no tarda en derrumbarse, por lo que continuo penetrándolo fuerte, duro y profundo acumulando mi placer hasta que ya no soporto más y salgo de él.

Tan sólo me bastan un par de bruscos tirones, para terminar sobre su trasero sintiendo que el mundo entero tiembla y se prende en fuego por los bruscos segundos de placer que me joden los sentidos. Pero claro que mi novio no puede permanecer quieto girándose y abrazándose a mi cuello con fuerza hasta estrellarnos una vez más contra la pared contraria.

Taiga me besa agresivo, jalándome el cabello y hasta rasguñándome el rostro, como si estuviera eufórico, molesto, feliz, extasiado y perdido en emociones y sensaciones, hasta que lentamente se tranquiliza al igual que yo. Mi dulce chico roza su nariz contra la mía a la vez que toma hondas bocanadas de aire recuperando la cordura y finalmente termina ocultando su rostro en mi cuello.

—Daiki…Daiki quiero saberlo todo de ti. Absolutamente todo. Eso que nunca le has contado a nadie. Y también quiero…quiero ser lo más importante para ti. ¿Puedo?

Y sé que no debería sorprenderme, pero las palabras bruscas y sinceras de Taiga me calan con profundidad. ¿El más importante huh? Sí supiera que ya lo es. Supongo que no me queda más que sonreír y revolverle el cabello encontrando nuestras miradas. —Bueno, subámonos los pantalones y luego te contaré todo lo que quieras saber.

—¿Todo?

—Absolutamente todo, desde que era un niñato con las rodillas raspadas, que le temía a las abejas y que perseguía cigarras, hasta que me convertí en un tipo con suerte que se consiguió un novio candente de cejas raras, estómago infinito y trasero de ángel. —Kagami refunfuña y me da un golpe en el pecho que me hace reír y a él sonreír.

—Eres un idiota, pero sí, sí quiero saber todo eso y más…

Taiga y yo nos limpiamos como podemos y arreglamos la ropa entre sonrisas, antes de tomarnos de la mano y emprender un viaje donde terminamos perdidos en un parque desolado que apenas es iluminado por sus largas farolas. —Pronto amanecerá sabes.

—¿Vas a desaparecer con la luz?

—No, ¿Tú lo harás? —Le preguntó viéndolo sonreírme y negar.

—Sabes Daiki, a veces pienso que no eres mío, ni yo tuyo, que lo nuestro es algo temporal y que no somos más que un extraño y raro préstamo voluntario de momentos inolvidables, que quizás con un poco de suerte…podrían durar toda la vida. Pero para ello necesito que me hables. Necesito saber que eres verdadero, que no eres un producto de mi imaginación y que no te irás en cualquier momento. Daiki…no sé nada de ti. Absolutamente nada. Y me asusta. ¿Podemos cambiar eso…por favor?

Permanezco con la vista fija al frente, sintiendo la suya clavada en mí, taladrándome el corazón y hasta el alma en busca de ver en mi interior. Porque aunque Kagami es el único que puede hacerlo, hay cosas que simplemente decidí olvidar hace mucho. Cosas que ya no me duele contar en voz alta, pero que prefiero mantener en silencio. Cosas como…quién soy, o más bien quién fui hace ya muchos años atrás.

—¿Te han roto el corazón alguna vez Taiga? —Mi pregunta parece tomarlo por sorpresa, pero él termina negando.

—No, eres mi primer novio y futuro esposo. ¿Por qué? ¿Planeas rompérmelo y me estás avisando?

—No soy tan cruel tigre de bengala. No contigo.

—¿A ti te lo han roto?

Su pregunta es tan acertada que me saca una sonrisa mientras le indico que nos sentemos en una banca juntos. Kagami y yo admiramos en silencio un precioso lago artificial que refleja preciosa a la luna sobre su superficie. —Dos veces… Me han roto el corazón dos veces. Pero ya no me duele, al contrario, gracias a ello entendí que hay personas que existen como ejemplos en la vida de lo que hay que evitar a toda costa.

—¿Puedo saber qué pasó?

—Puedes, sólo si prometes que te quedarás conmigo aun después de saberlo. —Kagami me mira como analizándome, solo para terminar riéndose y pellizcándome la nariz.

—Idiota, me volviste más loco, me embarazaste y me dijiste que te casarías conmigo. Déjame pensarlo…¡Claro que me quedo! ¡Es más, intenta alejarme y ya verás tu Ahomine!

Ambos terminamos riéndonos mientras yo me pego más a él y lo abrazo por los hombros. Porque el simple hecho de estar con Taiga me reconforta hasta el alma.

Tanto que extrañamente termino contándole por horas, todo lo que alguna vez me guarde dentro como si fuera la historia más graciosa del mundo. Y aunque nos reímos por momentos y por otros veo la preocupación en sus ojos, al terminar de hablar Kagami no hace más que abrazarme contra su pecho mientras observamos que el sol ya ha salido y está en alto iluminando un nuevo día.

—No te voy a mentir Daiki, realmente estás loco. Y eso me encanta. Así que te prometo que no me iré, ni mucho menos te romperé el corazón ¿Sí?  

Kagami Taiga, un chico de veintidós años, cejas raras, hambre infinita y gruñón por excelencia con mente esporádica, me mira como si fuera lo más grandioso en este mundo. Haciéndome saber que mientras yo siga de pie en este mundo estúpido, raro y devastador él estará justo aquí, conmigo y tomando mi mano. —Mentí Taiga, este es el mejor de todos los cumpleaños que he tenido en mi vida.

—Lo sé…

Notas finales:

La continuación de la fiesta también salió bastante bien. Lo relevante fue que Kagami es un criminal juvenil, Daiki lo ama por ello, terminaron de fiesta y Aomine le contó todo de su vida a Taiga. Fue un dulce capítulo con estos dos enamorados y tirando miel. Pero…agárrense que en el próximo capítulo se desatará medio infierno, jajaja solo medio.

Eso sí, lamento decirles que no actualizaré por dos semanas. Y es que estaré bastante ocupada y además quiero adelantar capítulos, antes de que se me termine los que ya tengo, para no tener que interrumpir después. Así que sin falta nos vemos aquí el 1 de Junio. ¡Prometo que valdrá la pena la espera! Los amo, besos y abrazos para todos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).