-Me has salvado, Scott.- la pelirroja abrazó con cariño a aquel castaño que, aún estando oscuro usaba gafas de sol.
-No es nada. Ya sabes que estoy para lo que necesites. - correspondía el cálido gesto, rodeando sus brazos sobre los hombros de la chica y acariciaba un poco la cabellera de ésta.
Estaban fuera del bar de un hotel, uno de por lo menos cuatro estrellas. Las luces amarillas de las farolas que los rodeaban iluminaban lo largo de la calle. La mujer había asistido a una 'charla' con un ex compañero de trabajo. No era su tipo, en absoluto. Recordaba que le llamaban sapo y es que su poco cuidada apariencia no ayudaba a dejar atrás los apodos. La mujer trató de ser amable a lo largo de la velada pero conforme los minutos iban pasando empezaba a sentir la incomodidad de la mirada que ese tipo le lanzaba. No le quedó de otra y llamó a su fiel amigo Scott a que acudiera a su rescate. No estaba para coquetear con nadie, no es que algo se lo impidiera pero desde ese día que degustó por un par de segundos los labios del profesor de historia, no podía sacárselo de la cabeza.
-¿Te invito a mi casa para que pases el mal trago?- el castaño, tan amable como siempre le ofrecía una dulce sonrisa. En el trabajo era difícil que se vieran por que estaban en diferentes áreas. Negó suavemente, no quería causarle molestias, ya bastante había sido que la fuese a salvar de aquella velada que pudo haber terminado en algo desagradable.
-Prefiero ir a dormir, mañana debo estar temprano en la rectoría. No sé como es que el profesor Xavier puede hacer ese trabajo sin verse tan agotado.
-Debe tener un don para ello.- habían comenzado a caminar sobre la acera para llegar al flamante deportivo rojo del joven. La invitó a entrar para poder acercarla a su casa. Para Jean era evidente que le gustaba a su amigo pero trataba de esquivar esos pensamientos por lo que ignoraba ese hecho. Lo quería, eso no podía negarlo pero habían pasado tanto tiempo juntos que no podría permitirse echar a perder esa amistad.
-¿Conoces a la hermana menor de Charles?- la pregunta había salido de la nada, sin preámbulos e incluso dejó la formalidad con la que se dirigía hacia su jefe.
-La he visto, si. Pero no tengo el placer de conocerla. - giraba el volante para adentrarse a la calle que llevaba a los departamentos donde la joven vivía.- ¿Porqué la pregunta?
-Sólo mera curiosidad. - el resto del camino fue em silencio. La mujer llegó a su departamento y se descalzó en la entrada, dejando los tacones tirados sin importarle que estorbaran. Fue desvistiéndose en el camino hasta llegar al baño, dónde se dispuso a llenar la tina con algo de agua caliente. Su mente no dejaba de rondar en aquella chica rubia. Desde el momento en que Logan la vio y la persiguió, el hombre no se ha permitido estar a solas con la pelirroja. No le gustaba la idea de que ellos fuesen algo. No sabía que estaba equivocada y que la joven era la cuñada del profesor de historia.
Cuando la tina se hubo llenado, recogió su cabello dejándolo en forma de cebolla y se metió para sentir aquella agua relajarle los músculos, había aplicado algo de aceites aromáticos por lo que eso terminaba de relajarla.
Se quedó al menos media hora, pensativa. Necesitaba volver a acercarse al apuesto hombre, tenía que buscar la oportunidad.
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La culpa invadía a Charles y ni siquiera sabía el porqué. ¿Era normal comenzar a fijarse en el trasero de su amigo? No creía que lo fuese. Sus escasas horas de libertad las pasaba con él en su oficina, mirándolo archivar documentos y leer declaraciones. Vale, que habría que estar ciego para no darse cuenta del Adonis que tenía frente a él, pero es que Charles no podía apartar la mirada. Se fijaba en exceso en las facciones, en como sus manos se movían al firmar. Y dios santo, en como la ropa se le pegaba con cada movimiento, lo observaba caminar y era imposible no ver como el trasero se le marcaba con ese pantalón de vestir que entallaba en los lugares justos.
Por momentos se sintió un fisgón, un adolescente con las hormonas descontroladas. Tal ves, si sabía por que se sentía culpable. No estaba bien hacer eso, al menos no a su amigo y mucho menos teniendo pareja.
Eso es. Estar varios días lejos de su amante estaba causando repercusión en él. Necesitaban hablar, quizá insinuarle algo. El joven director no se había tocado en todo el tiempo que llevaba fuera de su hogar, tal ves todo lo que necesitaba era un desahogo.
Agradecía la privacidad que tenía en la habitación de hotel. Tomó su teléfono y se dispuso a marcar a Logan. Sonaba y sonaba pero no contestaban. Un suspiro salió de sus labios. ¿Era tan difícil contestar? Bien, él podría estar cansado o cargado de trabajo, por lo que Hank le había reportado todos estaba muy atareados aunque no había especificado más. Se acostó de espalda al centro de la cama, tapaba sus ojos con desespero, sólo necesitaba escuchar su voz, seguramente con eso sus preocupaciones se irían. Nada, por más que marcó no obtuvo respuesta. Dejó el aparato a un lado y empezó a despojarse de su ropa. Había llevado el traje puesto todo el día y si bien no hacía calor, ya comenzaba a sentirlo molesto. La corbata se deslizó entre sus dedos y los botones fueron quedando abiertos, dejando ver la blancura de su pecho. No había terminado de retirarse la ropa cuando su teléfono empezó a vibrar. Pensó que debía ser Logan, que había visto las llamadas perdidas y había marcado de vuelta. No se molestó en revisar el nombre sólo contestó.
-¿Me has extrañado?- su voz salió como un susurro. No tardó más de un minuto en ponerse rojo al escuchar la voz al otro lado de la bocina. '¿Porqué tendría que extrañarte si nos vimos ésta tarde?' Era claro que no se trataba de Logan.
Erik había decidido llamar a Charles por la simple razón de que quería saber con exactitud cuando partiría su amigo. Quería poder hacer un espacio y pasarla con él el día entero. No se esperaba que le contestara de esa forma, y por el silencio que se había formado tras haberle hablado le dejaba en claro que no esperaba su llamada.
-¿Estás bien, Charles? Déjame adivinar, rojo como un tomate.
El de ojos azules dio un suspiro de alivio, y si que estaba rojo, no por que se viese en el espejo lo sabía, sino por que sentía las mejillas calientes.
-Lamento eso, y no, no estoy rojo. ¿En que puedo ayudarte? - continuó con la labor de desvestirse, quedando únicamente en ropa interior. Erik hablaba bajo, su voz ronca hacía difícil de mantener la concentración. Tuvo que reformularse las palabras pero no lograba ordenarlas en su cabeza.
-¿Qué dices? ¿Charles?
El silencio regresó. ¿Decir de qué? No se había concentrado y no supo que cosa dijo el mayor.
Un suspiro se escuchó salir de los labios de Erik. - ¿Sabes? Mejor lo hablamos mañana. Debí suponer que ya estabas en la cama listo para dormir.
-No es eso...bueno quizá si estoy en la cama pero no pensaba dormir aún.
-¿Traes la ropa puesta todavía? Por que si estas en ropa interior es por que ya irás a dormir. - un nudo se le formó en la garganta. ¿Tan bien lo conocía Erik? ¿Qué se respondía a eso? - Dejaré de fastidiarte, yo también dormiré. Mañana discutiremos lo que intentaba decirte.
-Como quieras. Iré a tu despacho al rededor de las dos.
Al no escuchar otra respuesta se disponía a colgar pero en el último segundo lo escuchó. -Buenas noches, Charles. - después escuchó el pitido que le dejaba en claro que ya no estaba en la línea.
Solo esas palabras lo estremecieron, era por educación que se había despedido así ¿No? No quiso darle vueltas, dejó el teléfono a un lado y apagó las luces para acomodarse entre los edredones y poder conciliar el sueño.
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-¿Quieres que te crea? - a pesar de lo tarde que era, Raven y Logan continuaban charlando, ya sin tanta tensión de por medio.
-Eso es lo que sucedió y créeme que desde ese momento la he evitado. No sé por que continua insistiendo. Y no quisiera decir lo mío con tu hermano, no por vergüenza, solo no quiero habladurías de lo que es nuestra intimidad.
La mujer mantenía el seño fruncido mientras tomaba entre sus manos la taza de té verde que amablemente fue servida por el mayor. La cocina se sentía más grande en esos momentos. Sus dedos se realizaron por el aza de la taza y bebió un poco.
-De acuerdo, no acepto la explicación del todo por que aun con lo que me dices, tuviste parte de la culpa al permitir el acercamiento. No sé como lo harás pero, si de verdad quieres que las cosas con Charles no terminen, cuando regrese le dirás lo que pasó ya que de algún modo estoy segura de que esa tipeja va a continuar siguiéndote y no quiero que Charles la vea así contigo. Lo que menos necesito es que él sufra por la intervención de esa mujer. Y tú, por el momento déjale en claro que no aceptas sus intenciones, dile que tienes pareja. A ver si así te deja en paz.
La joven hablaba con una seriedad extraña en ella. No le agradaba esa mujer, en nada. Ya bastante enojada la tenía con el hecho de creerse realmente la directora del instituto.
-¿Qué crees que piense Charles?
-Sinceramente, no lo sé. - el mayor se levantó del asiento donde hasta ahora se encontraba. Estaba dispuesto a irse pero la voz de la joven lo detuvo. - Y no te equivoques, no te he perdonado por lo que vi. No lo haré hasta que aclares las cosas.- Logan se limitó a asentir y prosiguió a salir de ahí.
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-Por favor...- la voz salía ronca por la excitación. El sudor invadía su cuerpo por entero. Sus ojos se cerraban al sentir tal placer.
Aquellas manos grandes y callosas lo tocaban en el interior de los muslos, acariciando de arriba hacia abajo, con lentitud, disfrutando el roce. Sentía como su pierna derecha era alzada y como una lengua lo torturaba lamiendo detrás de su rodilla. El cosquilleo subía hasta la entrepierna que poco a poco iba alzándose.
Su respirar se volvía irregular, las manos que hasta ahora lo acariciaban, se movieron para jugar con sus pezones, apretándolos y pellizcándolos un poco. Mordía su labio inferior para evitar jadear por el placer que sentía, ya de por si estaban rojos ahora se notaba más el color.
Cuando las manos se alejaron de él, un sonido de su garganta se hizo presente, protestando por la falta de calor ajeno. -¿Quieres que continúe?- no podía escuchar con claridad la voz pero se limitó a asentir, la habitación estaba oscura y apenas y podía ver sus manos tocando los hombros de la otra persona que se acomodaba entre sus piernas.
Sentir ese aire caliente cerca de su pene le causó un respingo. El otro debió notarlo por que ahora exhaló adrede sobre el miembro que empezaba a lubricarse con el líquido pre seminal. Una lengua traviesa atrapaba cada gota, lamiendo con lentitud, de forma tortuosa.
Un jadeo quedó atrapado en su garganta, sentía como su cuerpo empezaba a calentarse por dentro, su pecho subía y bajaba de forma irregular con el sentir de esa lengua que no paraba de lamerlo como si de un dulce se tratase. No sabía si aguantaría demasiado, cuando sintió como la calidez de esa boca húmeda lo envolvía fue su perdición. Penetrar esa boca lo estaba volviendo loco y ni siquiera podía mover las caderas a voluntad por que estas eran detenidas por una de las manor del otro hombre.
La intensidad con la que respiraba por la nariz aumentó a tal manera que sabía que estaba próximo a terminar. Un temblor en las rodillas llegó de pronto, agradeció estar acostado por que si no hubiese caído sin remedio. Su voz escapaba din poder ser detenida, quiso apartarse para poder terminar pero no pudo. El ritmo fue acelerándose y su final fue marcado cuando su pene fue succionado en la punta, derramándose entero en esa boca que no dejaba de tragar su semilla.
Sus piernas no tenían fuerza y el cosquilleo que lo rodeo por todo el cuerpo continuaba. Intentaba recuperar la respiración mientras buscaba con las manos el rostro de su acompañante. Cuando lo encontró pensó en acercarse para besarlo, en ese momento lo vio. Esos ojos intensos que le robaban el aliento, ese cabello cobrizo que resplandecía con la poca luz del lugar. -Erik.
Sus ojos se abrieron abruptamente. La habitación estaba en silencio. Su cuerpo se sentía mojado por el sudor emanado. Encendió la lamparilla junto a la cama y levantó los edredones. Su ropa interior estaba húmeda, se había corrido en ella. Cerró los ojos y puso sus manos en el rostro. No podía ser verdad, se negaba a aceptar que había tenido un sueño húmedo con Magnus.
-Maldición.