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Singularidades por Dtzo

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Notas del capitulo:

.w. no me maten, esto venía con que lo iba a actualizar el primero de este mes, ya estaba listo pero como actualice casi a tres días correspondencia pues dije, dejemos una semana de espacio luego ... .w. se me olvido x3 entré en bucle infinito hasta que dije ya se tiene que subir por qué si.

les dejo el nuevo capítulo de esta retorcida historia ue viene para torcerce más :v

 

ADVERTENCIA: ... :v chibishipping a la vista !

 

Esa noche, Yugi, pasó la mayor parte del tiempo frente aquella puerta que no cedía ¿Era normal que no lograra moverla siquiera un poco? ¿Era la única entrada? El panqué que recibió hacía apenas unas horas, le recordaba que debía darse prisa. Si no fuera por él, juraría que hasta hace unas semanas, tenía algún indicio de la solución. Sacudió su cabeza para alejar esa posibilidad, de haberla pensado ya la hubiera llevado a cabo.

Se acercó hasta la puerta, suspiró resignado ¿Qué más podría hacer esa noche? Ya había llamado incesantemente sin respuesta alguna. Por última vez, restregó su frente en el pórtico.

“Kaiba ¿Estás ahí?¿Puedes escucharme? Yo… lamento que esté pasando todo esto, ha sido mi culpa. He pensado que si el problema no es por fuera ¿Será que tú no quieres salir? ¿Por qué?”

Finalmente se quedó dormido, sus sesiones ante aquella puerta lo dejaban noqueado.

 

La mañana del fin de semana le sentaba bien, descansaba y se reponía de su esfuerzo. Por eso, sólo entraba durante los viernes en la noche, sabía, por mala experiencia, que sí lo hacía entre semana, se desvanecería al medio día.

Estaba terminando su desayuno, o más bien, su almuerzo cuando llamaron a la puerta, esta vez resultó se Joey.

-Despertaste tarde ¿Eh?

-Bueno, es fin de semana.

-No es excusa, viejo. No es propio de ti.

Yugi bufó – Bueno ¿Me vienes a sermonear o qué?

-Por lo visto, lo olvidaste y si es así, entonces sí.

-Olvidar qué… - dejó la pregunta al aire.

-Acordamos salir a dar la vuelta al arcade.

-¿Lo hicimos?

Lo miró con un ligero reproche - ¿Ya no quieres salir a divertirte conmigo? – Se victimizaba dramáticamente al tiempo que le hacía ojitos de cachorro abandonado.

En lo que respectaba a Yugi, se encontraba completamente confundido, desde un tiempo a la fecha lo notó pero no quería aceptarlo. Tenía ligeros lapsos de pérdida de memoria a corto plazo pero ¿Por qué? Por fin comprendía algunos aspectos recientes, aunque eso no explicaba del todo sobre aquellas raras memorias sobre jugadas de ajedrez o una biblioteca abandonada.

Sacudió enérgicamente su cabeza.

-Lo siento, Joey. Me quede dormido y lo olvide de algún modo, pero no podría no querer salir contigo. Dame cinco y nos vamos.

Una vez en el arcade, se movían de juego en juego, los favoritos de Joey eran los de carreras, en los cuales resultaba ser bastante diestro.

-¡Nuevo record! – Gritó emocionado.

-A este paso ya deberías tener permiso para conducir – dijo Yugi.

-Tramitaría uno provisional pero mejor espero, de tenerlo, me convertiría automáticamente en chofer designado de mi padre.

-Cierto.

El padre de Joey era un señor que si bien no era un completo alcohólico, si era sumamente vicioso con las apuestas. Rara vez corría con la suerte de ganar el doble y eso sólo significaba una cosa: alcohol por montón. Cuando no, era invitado por viejos colegas y gracias a que, aún conservaba un poco de lucidez sobre su hijo, era que medía su consumo.

Pasaron casi toda la tarde en el arcade hasta que sintieron hambre y salieron a recorrer el parque, donde encontraron un puesto de takoyakis.

Hacía una brisa agradable, se había divertido como nunca con su mejor amigo. Mientras Joey aguardaba por la orden de takoyakis, pensaba en cuanto tiempo hacía que no se divertían tanto.

Estaba tan inmerso en sus pensamientos hasta que sintió una fuerte bofetada.

Todo fue muy confuso al percatarse de quien lo agredió.

-Mo-mokuba…

El pequeño estaba envuelto en lagrimones que descendían sin piedad y violentos espasmos.

-¡Fuiste tú!

-¿De qué hablas, Mokuba?

Le tomó tiempo para contener el aliento necesario para hablar sin cortarse por su hipo.

-¡Tú fuiste quien dejó en coma a Seto!

Entonces todo se detuvo a su alrededor, su pulso, el viento, las personas, las palabras.

¿Habías escuchado bien? Mokuba acababa de confesar algo que él no era capaz de hacer pero ¿Cómo sabía eso?

-Yo… no sé de qué hablas, Mokuba – Rio nervioso – ¿Qué es lo que dices?

-Él me lo dijo.

-¿De quién hablas?

-¡Seto lo dijo! Despertó pero lo único que decía era “él fue, lo ví” después no dejó de decir tu nombre.

Completamente atónito, Yugi no daba crédito a lo que estaba escuchando, simplemente no lo podía creer.

-También a él ¿Verdad? – Su tono se tornó opaco, letal, venenoso. Bien sabía a qué se refería cuando señaló a Joey, quien todavía seguía alejado de ellos – ¿Por qué?

No podía responder, de todos modos ¿Qué podía decir? Si la culpa no le era suficiente, ahora el hermano del chico que lo tenía de un ala, le echaba en cara los hechos.

-Yo… no quería que esto pasara ¡Lo juro, Mokuba! ¡No tengo el control! – Tomó su cabeza entre sus manos y se dejó caer al piso - ¿Qué tan difícil es entenderlo? ¡Quiero remediarlo, pero no logro nada!

-¿Qué pasa aquí? – Intercedió Joey – Yugi ¿Qué pasa? Estas pálido ¿Yugi? ¡Yugi! ¡Yugi, responde! – lo zarandeaba tomándolo de los hombros.

 

 

Yu…

 ugi…

Yug…

¡Yugi!

Abrió los ojos de golpe al tiempo que se incorporaba de la cama de un salto que lo dejó sin equilibrio.

Tardó un poco en incorporarse pero al hacerlo no vio nadie en su habitación.

-¿Un sueño? – suspiró pesadamente, actualmente ya no podía diferenciar la realidad de sus sueños, se tocó la mejilla buscando sentir algún dolor y al no sentirlo se miró al espejo. Nada, no había rastro alguno de una bofetada – ¿Qué me pasa?

Se lavó la cara con agua fría, necesitaba asimilar lo que acababa de pasar y la forma adecuada de saberlo, era ir de nuevo con los Kaiba.

 

 

No estaba bien, absolutamente no lo estaba.

Las tardes que pasaba con el chico de ojos melados no eran lo mismo que cuando estaba con Yugi. No era por qué la presencia de su amigo fuera una molestia, al contrario, solía ser divertido, después de todo, Joey era un chico increíblemente agradable pese a no hablar maravillas de su hermano.

No.

Con Yugi era diferente pero la razón no le parecía del todo justificable. Al inicio le molestaba la idea de que quizá fuera un mero interesado en la fama y reputación de Seto, ya había tratado cientos de veces con aquellos que esperaban su visto bueno por intentar hablar y ser cordiales con los Kaiba. Era terrible que fuese por interés y le costó aprenderlo a la mala. Así que cuando Yugi llegó al lobby de KC, inmediatamente supo su propósito de su visita. Aquella vez llevaba un par de días guardándose para sí la pena que lo embargaba hasta hacerlo tocar fondo, por Seto y la empresa fue que prefería ahogarse en llanto antes de mostrar debilidad a sus empleados, a fin de cuentas no tenía en quien apoyarse emocionalmente y esa persona estaba postrado en una cama en la incertidumbre de saber cuándo volvería a despertar.

Por ello, al Yugi insistir en saber del castaño, se descubrió vulnerable ante él. Y hasta entonces insistía en que de no ser por el chico de extravagante cabellera y ojos inusuales, jamás se hubiera desahogado de aquella manera.

Quizá era por todo eso que de a poco en poco, fuera desarrollando un sentimiento especial por él. Las primeras semanas juraba y perjuraba que en cualquier momento dejaría de ir, pero no fue así.

Le tomó tiempo en acostumbrarse a la presencia del chico tricolor pero esa amabilidad y calidez que irradiaba le hacía sentir en paz, seguro de que Seto despertaría en cualquier momento y él, como vicepresidente, podría sobrellevar los cargos de KC. Sentía esa fuerza de voluntad después de cada visita, no podía explicar el cómo o el por qué pero lo sentía. De ello se dio cuenta durante el tiempo que estuvo fuera de Domino, se propuso que en cuanto tuviera oportunidad le agradecería apropiadamente pero no tenía la menor idea de cómo o con qué.

Por unos días, estudio múltiples recetas de tartas. Claro que la mayoría terminaron calcinadas por completo, no quería pedir ayuda o comprarlo, algo le decía que si quería que fuera especial, debía hacerlo con sus propias manos. Y así lo hizo, claro que en sus pequeños lapsos libres, los cuales eran escasos. Pero finalmente lo logró.

Le temblaban las manos y los pies se le hicieron de chicle, ya estaba frente a la puerta del tricolor, cuando quien abrió fue una chica castaña, le regresó el alma al cuerpo por unos segundos.

-Buenas noches, busco a Yugi.

-Claro, ya lo llamo.

No tardó mucho, es más ni siquiera sintió que pasara ni un segundo cuando ya estaba Yugi frente a él. Su pulso se disparó hasta los niveles más altos que podía soportar, rogaba por qué su amigo no reparara en lo avergonzado que estaba.

No dijo mucho, sólo le agradeció por haber estado con él y su hermano de una manera sincera, puesto que era el primero que lo hacía con un fin altruista. Y eso lo valoraba hasta el alma.

Una vez que le entregó el pequeño presente, intentó que su despedida no se viera demasiado apresurada a pesar de querer salir corriendo. Y casi lo hace pero a mitad de camino hacía la limosina, lo asalto un extraño impulso, impulso que fue más fuerte que su propia voluntad pero no lo suficiente para hacerlo sin pensar en las consecuencias.

 

Pronto lo volvería a ver pues le había llamado para avisar que esa tarde lo acompañaría. Ahora que ya estaba consciente de sus sentimientos por Yugi, le causaba unos nervios incontrolables, le llenaba de una energía que ni cientos de tazas de café le podrían proporcionar jamás.

Tocaron a la puerta de la habitación.

-Hola, Mokuba.

De nuevo esa sensación que creyó haber suprimido la noche anterior regresó.

-Qué tal, Yugi.

Por un momento hablaron sobre Seto, eran las pláticas que más le gustaban a Mokuba, pues no sólo no hablaba bien de su hermano sino que también sentía que lo admiraba por la persona que era. Quizá con los ojos que veía a Yugi no le permitían ver más allá de esa “admiración”.

-Mokuba, hay algo que quiero preguntarte.

Otra vez ese ligero paro cardiaco y sofoco, lo volteo a ver y asintió para escucharlo.

-El día de ayer salí a caminar por el parque – mintió – ¿Tú estabas por los rumbos en el horario de las cinco de la tarde?

El pequeño lo pensó por unos momentos.

-No, estuve en KC hasta las ocho ¿Por qué?

Un peso menos de encima.

-Por nada, creí haberte visto es todo.

Primer strike.

Esa confesión nada insinuativa y muy inocente para Yugi, causo en Mokuba algo sumamente grande, una emoción que desbordó por su rostro tiñéndolo de rojo.

-¿Por qué creíste haberme visto? – la emoción habló por él.

-Estaba distraído y en un momento sentí haberte visto. Bueno, la persona se me perfiló a ti.

Segundo Strike.

-¿Qué tanto parecido hubo para ello? – su corazón no podía ir más rápido.

-Creo que decir que la vestimenta no será suficiente, supongo el lindo rostro y el cabello.

Última pregunta.

-¿Crees que… soy lindo? – ya le temblaba la voz, todo le resultaba demasiado bueno para ser verdad.

-Sí, claro.

Tercer Strike.

El impulso se apodero de todo lo que compendia al pequeño Mokuba Kaiba y le llevo a buscar, con sus inexpertos labios, los del joven tricolor.

No podía ser una ilusión o un sueño, a pesar de ya no saber diferenciar entre ambos, esta vez estaba seguro que no era mentira.

Los pequeños e inexpertos labios de Mokuba Kaiba sobre los suyos lo tenían petrificado, confuso, extraño. Era una sensación tibia e inocente que le hacía pensar en el calor de su hogar.

Para cuando ese contacto labial se detuvo, la expresión del vicepresidente de KC era un cuadro adorable, una tierna mueca de sorpresa, vergüenza y confusión, temblaba notoriamente y Yugi, por su lado, no estaba mejor.

-Yo… lo siento, Yugi. N-no sé qué me ocurrió.

Sus palabras parecieron hacer efecto en un anonadado tricolor que seguía procesando lo ocurrido.

-Fue precipitado, no debí hacerlo. Lo siento.

Estallaba en perdones que no eran escuchados. Yugi estaba ido, con su vista en algún punto muerto de la alcoba, sintió la sangre correr por su cuerpo de la cabeza a los pies.

-¿Yugi?

Quizá estaba molesto, era su inocente pensamiento, se culpaba enormemente. Ahora nada sería igual, quebró una confianza que a él mismo le costó forjar y asimilar. Pero no se arrepentía en su totalidad, porqué por fin pudo aclarar esa molesta sensación de posesión, de pertenencia, de propiedad. Su primer beso, siempre pensó que él era quien debía darlo y dirigirlo, y así fue.

Una emoción inagotable se desbordaba y no paraba, así era su personalidad, competitiva, manar y jamás acatar.

Una imagen casi perfecta de Seto Kaiba.

 

CONTINUARA...

Notas finales:

:v ya sé, ya sé, ya sé ... "¡¿no que era puzzleshiping esta wea?!" jajaja si, si lo es :v en su mayoría, sólo que como les dije .w. las cosas se me torcieron un poquito y mi beta me dejo torcerlas para meter nuevo argumento que ya se vendrá viendo dentro de poco.

Nada, espero les este gustando a quienes lo estan comenzando y quienes siguen leyendo, mil gracias, en serio <3 son un amor.

besos y abrazos pequeñas pervertidas.

 


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