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La vida es aburrida por CrystalPM

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Aquel mismo día, cuando regresé de hablar con Nay subí a mi habitación mentalizado para encontrarme a Dan en el mismo estado de siempre, tumbado con la mirada perdida y sin la mínima intención de hacer nada con su vida. Mi sorpresa fue inmensa al ver que el chico reaccionó al sentirme entrar y se irguió para quedar sentado en el borde de la cama con la mirada fija en mí. Aguardé a que hablara expectante, aún con la mano en el pomo de la puerta.


—Martín ¿Crees que he cambiado? —Su voz sonaba pastosa y quebradiza por los esfuerzos de haber llorado toda la noche. Encarné una ceja extrañado por su pregunta y recorrí la habitación para acabar sentado a su lado. Le miré con expresión seria y tras pensarlo unos segundos hablé con voz natural, como si no hubiese escuchado su pregunta.


—¿Sabes que van a hacer una segunda temporada de Stein Gate? —Como esperaba mi amigo pareció olvidarse inmediatamente del tema anterior y abrió los ojos sorprendido.


—¿¡Hououin Kyouma ataca de nuevo!? —Rompí a reír a modo de respuesta y Dan me miró receloso—, ¿He dicho algo raro? 


—Todo lo contrario, has dicho exactamente lo que diría Dan ¿Llamas a eso cambiar? —Contesté con una tremenda sonrisa en el rostro y pasé la mano por su cabello revolviéndolo—, puede que cambies de ropa, peinado, que aprendas de las experiencias y crezcas con ellas, pero sigues siendo Dan. De eso puedes estar seguro. 


El chico me miró como si estuviese loco unos segundos, pero al final acabó por romper a reír y su risa después de haberle visto semanas llorando me hizo sentir dichoso. Puede que no fuese un cambio inmediato de la noche a la mañana, pero después de aquel día Dan empezó a mostrar más animo y a mejorar. De manera paralela pude presenciar como Nay y Dan comenzaban a retomar sus vidas por separado.


Por las mañanas permanecía con Dan en mi casa, por las noches recibía la misma llamada de siempre que me hacía caminar hasta el portal de mi amigo para observar a un Nay sentado junto a la fachada que, nada más verme, se resignaba a que aquel día no sería el día y se levantaba para volver a su casa. Nunca dejé que Dan volviese a su casa, temeroso de que si se volvían a encontrar acabarían los dos igual de jodidos que al principio.


Tras una semana conseguí convencer al peliazul que dejase de presentarte todos los días en aquella casa a cambio de quedar con él en un parque donde yo me comprometería a informarle si algún día había alguna novedad o un cambio de parecer. A veces las reuniones se limitaban a permanecer sentados en el césped sin decir nada, otras Nay me preguntaba por "El novato" y yo contestaba escuetamente, y otras tantas me dedicaba a escuchar lo que el peliazul necesitaba soltar al mundo para no explotar.


—Cuando cortó conmigo dijo que sería lo mejor para él —murmuró un día sentado a la orilla del pequeño lago frente al cual siempre nos encontrábamos. Mantenía los ojos fijos en el agua del estanque, pero tenía la mirada perdida cuando formuló la pregunta que tanto daño le hacía—. ¿Tan malo era yo para él? 


No contesté a su pregunta, no era quien para contestar algo así, pero en aquel momento comprendí que todos los días Nay me observaba marchar no me seguía por aquella misma duda. Dudaba si encontrarse con Dan sería lo mejor, si no le haría menos daño permaneciendo alejado.


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—¿Qué tal está Crystal? — El simple hecho de escuchar ese nombre me causó un escalofrío por toda la espalda, pero intenté disimularlo mientras apartaba la vista del libro que intentaba leer para fijarla en Dan. 


—¿Crystal? —mi amigo, tumbado en la cama plegable de mi habitación, parecía incómodo con su propia pregunta, su rostro mostraba arrepentimiento y vergüenza, pero volvió a formular la pregunta.


—Sí, Crystal ¿Cómo está? Es a ella a la que ves todas las noches cuando sales ¿no? —No había visto a Crystal desde aquella discusión, pero recordar aquello me producía nauseas y tampoco me veía capaz de decirle a Dan que a quien estaba viendo todas las noches era a Nay. Así que me limité a guardarme mis pensamientos y asentir con la cabeza.


—Está bien —Dan parecía ansioso por preguntar más cosas, probablemente sobre si la pelirroja le odiaba, o si nuestra relación se había visto afectada por sus estupideces, pero antes de poder exponerme a situaciones incómodas decidí apagar la luz y fingir un bostezo—. Estoy agotado, tío, buenas noches.


Dan tardó unos segundos en contestar, inmerso en sus propios pensamientos. Me pareció escuchar un suspiro y el sonido de las sabanas removerse.


—Buenas noches, Martín.


No es como si quisiese huir del tema... bueno, en realidad sí que quería huir del tema. Recordar a Crystal solo me deprimía, me hundiría en la miseria si tuviese que compartir mis dudas con Dan ¿Acaso seguíamos saliendo después de esa discusión? ¿Crystal me odiaba? ¿No me contestaba a las llamadas a propósito? Incapaz de responder a esas preguntas intentaba no pararme a pensar mucho en ello, en cierto modo ayudar a Dan a recuperarse había sido mi manera de mantenerme alejado de mis propios problemas. Curiosamente fue Nay el que finalmente me dio el empujón para intentar enfrentarlos.


—Ayer hablé con Crystal —soltó con falsa con inocencia la tarde siguiente a la conversación con Dan. Yo, conocedor de cuales eran sus intenciones no comenté nada—, hace una semana que no hablas con ella ¿verdad?


—Semana y media —corregí con tono desapasionado, preguntándome internamente por qué tanto Dan como Nay habían decidido sacar aquel tema a coalición a la vez.


—¿Y a qué esperas para ir a visitarla? —La pregunta de Nay rompió el hilo de pensamientos de mi mente y, confuso, le miré.


—¿Visitarla? ¿así como así? —Nay, que por fin había dejado a un lado el tono azul de sus cabellos para teñirlos de un rojo brillante hizo una mueca de exasperación 


—Quieres verla ¿No? Pues ve a verla —afirmó como si fuese tremendamente sencillo. 


—No creo que ella quiere verme —Nay se irguió abandonando su cómoda postura tumbado en el césped. 


—Voy a ser claro, puede que tú sepas más del Novato, pero yo conozco a Crystal de hace tres años y vaya sí sé cómo es —dejó escapar un bufido, como si recordase anécdotas del pasado—. Es cabezota, testaruda, dice cosas de las que luego se arrepiente y estoy la mar de seguro de que ahora mismo se muere por verte y que no se atreve a dar el paso ella misma.


Enrojecí ante la simple idea de Crystal deseando verme ¿Acaso podría ser cierto? 


—La última vez que hablé con ella no acabó muy bien—musité aún indeciso—. Tendría que haber sido más considerado con ella aquel día...fui un gilipollas.


—Eso tiene fácil arreglo, deja de ser gilipollas y discúlpate —No pude evitar sonreír al reconocer las palabras que yo mismo le había dicho a Nay semanas antes para que arreglase las cosas con mi amigo. Visto desde fuera las cosas parecían más sencillas que desde dentro. Dudé unos instantes, sintiendo como el pulso se me aceleraba solo ante la idea de verla de nuevo.


—Tú... ¿Crees que estará en casa? —El ahora pelirrojo dejó escapar una carcajada.


—Si quieres te llevo en coche y así no te da tiempo a echarte para atrás. 


Media hora después me encontraba frente a la ya conocida mansión de Crystal. Nada más bajarme del coche Nay se había ido —tal vez verdaderamente temeroso de que me echase para atrás si tenía una vía de escape lista gracias al coche—, así que ahora estaba solo y solo tendría que arreglar esto.


Con dedos temblorosos hice sonar el timbre del exterior, esperando con los nervios a flor de piel. Casi suspiré aliviado al escuchar la voz anciana del mayordomo al otro lado del telefonillo y tuve que repetir mi nombre varias veces antes de que el hombre pudiese entenderlo correctamente y me dejase pasar. 


—Buenos días, joven, supongo que viene a ver a Crystal —Un poco cortado porque aquel señor pareciese saber con certitud la causa de mi visita me limité a asentir—. Isai ha ido a buscarla, puede esperar mientras tanto en el salón si le place.


No estaba acostumbrado a aquel tono tan respetuoso (Mucho menos viniendo de alguien más mayor que yo), un poco incómodo hice lo que me indicó y me adentré solo en el salón donde un mes atrás había hablado con Isai por primera (y última) vez. Era bastante irónico que me encontrase de nuevo en la misma situación que aquella vez, apareciendo sin avisar en busca de la pelirroja dispuesto a soltar mis sentimientos. Ser consciente de lo que estaba a punto de hacer hizo que los nervios aflorasen de nuevo.


—Tranquilízate —murmuré para mí mismo mientras caminaba en pequeños círculos por el salón—. Ya lo hiciste una vez y no salió tan mal. Es lo mismo ahora —Exceptuando claro que la última vez Crystal no había estado enfadada con él ni habían discutido.


Me puse instantáneamente rígido al escuchar unos pasos acercarse y el sonido de una voz aumentar junto a estos, pero el tono masculino en esta me desilusionó. Al volverme me encontré cara a cara con el padre de Crystal, que parecía igual de sorprendido que yo por aquel encuentro. El hombre no intentó ocultar el mohín de hastió que le produjo el verme y ni siquiera se molestó en pararse para saludarme. Continuó andando hasta llegar a la puerta del que suponía que era su despacho.


—¿Tú de nuevo? —Su voz fría se me clavó como cuchillos. El padre dejó escapar un suspiro—. Cuando pienso que mi hija no podía ser más rara. 


Sin decir nada más entró en su despacho y cerró la puerta con bríp, dejándome solo de nuevo y con la misma sensación de humillación que la última vez que pisé aquel salón. Recordar aquella escena provocó que mi saliva me supiese a bilis. No quería volver a soportar aquel desprecio y quedarme cruzado de brazos sin hacer nada, Es más, no pensaba consentirlo. 


Antes de darme cuenta había recorrido a grandes zancadas la extensión de la sala y abriendo la puerta con fuerza me adentré en el despacho, ante la mirada llena de sorpresa del padre de Crystal. 


—Con todo el debido respeto, señor —Inspiré y exhalé con rapidez, intentando ordenar mis pensamientos—. Su hija no es rara y no creo que merezca esa clase de desprecios por parte de su propio padre. Si intentase conocerla vería que es una persona fantástica y única. Crystal se preocupa por los demás y está dispuesta a no juzgar a nadie por como es, si esa no es una cualidad de una persona excepcional no sé qué puede serlo. Así que por favor, antes de decir esas cosas tan crueles intente hablar con su hija y entender cómo se siente.


El padre de Crystal no contestó, demasiado pasmado por mi arrebate de sinceridad. Afortunadamente para mis nervios pudo recomponerse con facilidad y con un leve carraspeo en la voz volvió a adoptar una postura seria.


—¿Cómo te llamabas? 


—Martín, señor. 


—¿Y por qué afirmas conocer tan bien a mi hija? si se puede saber —Me sentía rígido como un poste y en cualquier momento juraría que me explotaría una de las venas de las sienes.


—Estoy enamorado de ella, señor —"De perdidos al río". El hombre sonrió por primera vez y en aquella sonrisa por fin pude distinguir un parecido con la pelirroja.


—Enamorado ¿Eh? —Meditó aquella idea unos segundos, con aire pensativo—. Al menos tienes agallas, no como su novio el pesado ese...¿Cómo se llamaba? —Empiezo a sospechar que este hombre tiene algún tipo de alzeimer centrado solo en los nombres de los pretendientes de Crystal—, bueno, qué más da... pensaré en lo que has dicho Martín. Ahora me gustaría un poco de soledad, si es que puedo pedir eso en MI despacho.


Noté como los colores me subían a las mejillas al caer en mi falta de educación. Con prisas y torpeza solté un " Sí, señor. Siento la interrupción" y me apresuré a salir de aquel despacho, encontrando a Crystal al otro lado de la puerta. La chica me miró con sorpresa.


—¿Qué haces tú ahí? —Antes de poder buscar una excusa decente la voz de su padre sonó por la puerta a medio cerrar.


—¡Este me gusta, hija! —Con un movimiento inconsciente cerré la puerta de un portazo y volví a notar como el calor invadía mi cara, probablemente dándole un aspecto púrpura " Tierra trágame" 


—Esto... Hola


—Hola...¿Por qué has venido?—¿Podía ser la escena más incómoda acaso? Ahora que estaba delante de ella todo lo que había pretendido decirle se había borrado al completo de mi mente. Tragué saliva y me limité a decir la verdad.


—Quería verte —Crystal desvió la mirada, ver como sus mejillas también se habían teñido de rojo me hizo sentir un poco mejor conmigo mismo al ver que no era el único afectado por la situación—, y necesitaba hablar contigo


—Vamos a otro lado —Sin atreverse a mirarme a los ojos la chica dio media vuelta y comenzó a caminar saliendo del salón. Yo la seguí agradecido, no me fiaba de que el padre de Crystal no decidiese hacer de nuevo alguna aparición para incomodarnos a ambos. Salimos por una puerta trasera que daba a un enorme jardín donde no parecía haber nadie. Crystal avanzó unos metros por el césped, hasta un punto tras unos matorrales que daban una mayor sensación de privacidad y una vez ahí se sentó en el suelo. Fue entonces cuando alzó la mirada hacia mí y comprendiendo su orden silenciosa la imité para quedar sentado a su lado. 


—Aquí podemos hablar con más tranquilidad —explicó con voz tranquila, parecía haber retomado el control de si misma y volvía a tener ese aire de chica capaz de cualquier cosa—... ¿de qué querías hablar? 


Crystal sabía muy bien sobre qué quería hablar, pero aún así me costó horrores formular la pregunta que tanto había dado vueltas en mi cabeza aquellos días.


—Seguimos....¿Seguimos estando juntos? —La pelirroja hizo una mueca y se abrazó las rodillas con aire protector.


—No lo sé —confesó—. ¿Lo estamos? 


Había miedo en su voz y tal vez fue eso lo que me dio fuerzas para extender el brazo para tomar su mano más cercana, su piel era suave.


—Yo sí quiero que lo estemos —afirmé. Crystal dejó escapar el aire de golpe y juraría que una sonrisa nerviosa asomó por la comisura de sus labios.


—Yo también —Oír aquellas dos palabras fue como quitarse un enorme peso de los hombros. Sonreí aliviado y sin poder controlarme solté una carcajada de felicidad. Con un movimiento Crystal me abrazó haciéndome caer tumbado en el césped. Su olor a perfume me embriagó y la estreché con más fuerza entre mis brazos, aún incapaz de asimilar que todo hubiese salido tan bien.


—Tenía tanto miedo de venir y escuchar que no querías nada conmigo.


—Pues yo tenía miedo de que no vinieses —La voz de Crystal sonó amortiguada por mi camisa, pero en seguida la pelirroja alzó el rostro para mirarme—, ¿por qué has tardado tanto? —Hice una mueca.


—Dame un respiro. No han sido unos días fáciles para mí —El rostro de Crystal se tornó serio, comprendiendo a qué me refería. Volvió a apoyar su cabeza en mi pecho, pensativa.


—¿Cómo está Dan? —Aún había un rastro de enfado en su tono de voz al pensar en nuestro amigo, pero también mucha preocupación. 


—No ha estado bien —admití—, pero poco a poco va mejorando.


—Aún no le perdono por haber dudado de mí de esa manera —El tono serio de la chica me causó un pequeño escalofrío—, pero comprendo que quisieses ayudarle. Necesitaba a alguien que cuidase de él.


Asentí con la cabeza, aunque ella no pudiese verme. De repente sentí la necesidad de poner las cosas en claro ahora que podía y con delicadeza la aparté de mi regazo para que quedásemos los dos sentados uno frente al otro.


—Quiero que sepas que yo nunca dudé de ti, Crystal —Intenté no apartar en ningún momento mi mirada de sus ojos verdes, quería que comprendiese que aquello lo decía de corazón—, eres la única chica que me ha visto desde el principio como verdaderamente soy y no como aparento...y te estoy infinitamente agradecido por ello.


La chica abrió mucho los ojos, cogida por sorpresa por tal muestra de sinceridad, por la expresión de su rostro supe que estaba intentando buscar las palabras adecuadas que decir, pero al final pareció darse por vencida y sonrió con intensidad y por aquel gesto noté como mi corazón se aceleraba.


— Si sigues diciendo esas cosas me voy a enamorar aún más de ti —Sonreí de oreja a oreja.


—Pues hazlo.


Cuando volví a casa ya era muy por la noche, pero Dan seguía levantado, enganchado a un videojuego que se había comprado aquella misma mañana.


—Qué tarde llegas ¿No?


—¿En serio? —Me encogí de hombros y con una mano le despeiné el cabello con brío. Dan se quejó como un niño pequeño y me apartó con el pie, demasiado ocupado en manejar el mando.


—¿Qué mosca te ha picado? ¿Y por qué tienes esa sonrisa de idiota pegada en la cara? —Aquella sonrisa (La cual no me había abandonado desde que dejé la casa de Crystal) se ensanchó.


—Simplemente soy feliz.


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Después de todo aquello solo puedo decir que la vida siguió su curso. Una vez todo solucionado con Crystal y con la amistad de Dan aún intacta no dude en decidir quedarme en la ciudad a continuar mis estudios universitarios junto a dos de las personas más importantes de mi vida. Dan y yo compartimos piso —Lo cual me hizo comprender lo realmente extraño que es Dan para cualquier cosa que hace... sobre todo su manía de mezclar las croquetas con ketchup—y empecé a estudiar lo que siempre había querido. Tras mi charla con el padre de Crystal este pareció empezar a hacer un esfuerzo por comprender a su hija, tal vez curioso por poder encontrar aquellas cualidades que yo veía en ella y no me cabe duda de que lo consiguió, a su manera, ya que decidió no seguir metiéndose en el tema de los tatuajes de su hija, aunque siguió olvidándose de mi nombre cada vez que me veía. Se podría decir que mi vida y la de los que me rodeaban alcanzó un punto de equilibrio y una nueva rutina con la que todos estábamos contentos... bueno, miento. No puedo hablar de rutina y estabilidad cuando todas las semanas volvía a ocurrir el mismo imprevisto que me obligaba a salir de mi piso a las tantas de la noche para reunirme con un ya no tan desconocido.


Seguía viendo a Nay, no tan a menudo como lo había sido las primeras veces, pero sí lo suficiente para tenerlo siempre presente. Nay no había pasado página y no parecía querer hacerlo. Tampoco es como si siguiese intentando interrogarme acerca del "Novato", que va. La última vez que habló de él fue cuando me preguntó si estaba saliendo con alguien. Yo divertido por aquella pregunta no pude evitar sentir curiosidad.


—¿No decías que los celos eran un sentimiento de control hacia tu pareja?


—O de falta de confianza en uno mismo —Me recordó con voz decaída para luego frotarse el rostro con las manos—, no son celos... o sí... no lo sé. Esto es asqueroso.


Suspiré, aquel muchacho era una persona de extremos. 


—Nay, es natural dudar a veces de las cosas. Somos humanos, no somos perfectos —El chico no contestó—. Tu problema no está en ser o no celoso, ¡tu problema es que nunca cuentas tus problemas! ¿Qué tienes celos? ¡Háblalo con tu pareja! ¿Si no cómo lo vas a superar y vas a confiar en alguien? ¡Expresa lo que sientes por una vez en la vida, por dios!


El chico frunció el ceño.


—Hasta ahora siempre había sido fácil, sin tener que expresar nada. 


—No todas las relaciones son iguales, Nay. Al igual que no todas las personas lo somos —El chico sonrió, divertido por esa idea.


—En eso tienes toda la razón.


Después de eso el Novato nunca más volvió a aparecer en las conversaciones. Nuestros encuentros se limitaron a hablar de cosas sin sentido. A veces simplemente permanecíamos en silencio por horas enteras. Nay mirando fijamente las estrellas del cielo, yo preguntándome qué pasaría por su mente en aquellos momentos de reflexión interna.


—¿Sabes Nay? —Como siempre el chico no hizo el menor gesto de estar escuchándome, pero yo sabía que lo hacía, siempre lo hacía—. Al principio me caíste como el culo —Una sonrisa burlona adornó el rostro del pelirrojo, pero no dijo nada, dejándome desahogarme a gusto—. Eres un borde de mierda, y no te parecía importar nada. La peor impresión, desde luego.


—No es como si quisiese darte una buena impresión —Ahí estaba de nuevo, su sinceridad aplastante. A veces me preguntaba si era consciente del impacto que tenían sus palabras tan directas. Aún así continué como si el no hubiese dicho nada.


—, pero en el fondo eres un buen tipo y sin ti puede que Crystal y yo no estuviésemos juntos.


El muchacho negó con la cabeza.


—Eso habría pasado en algún momento, créeme. 


—Puede que sí, o puede que no. Así que gracias—El muchacho se encogió de hombros, quitándole importancia y alzó los brazos para apoyar la cabeza en sus manos entrelazadas. El silencio volvió a reinar por unos minutos más, hasta que milagrosamente fue él quien lo rompió.


—He estado pensando mucho en lo que dijiste el primer día. 


—¿Eh? 


—"Es muy patético saber tan poco de la persona que te gusta ¿verdad?" —recitó con voz monótona, como si la hubiese repetido tantas veces que la propia frase había dejado de tener significado para él—, lo he estado pensando... y estabas equivocado. 


—¿Equivocado en qué?


—Sí que conozco cosas del Novato, muchas cosas. Sé que cuando está solo a veces habla consigo mismo y por como maldice parece que siempre está perdiendo una batalla mental consigo mismo. Odia las cosas amargas, sobre todo la cerveza, pero si le picas lo suficiente intentará bebérsela y pondrá unas muecas exageradamente graciosas—Nay sonrió, ensimismado en sus pensamientos e inconscientemente se llevó una mano al labio inferior— Cuando se pone nervioso tiende a morderse el labio. Sé que hasta hace poco no tenía ni idea sobre que estudiar en la universidad.


<< Sé que es un mal perdedor, como yo. Dormido se mueve tanto que siempre acaba destapado. Sé que es un despistado, pero se preocupa por sus amigos y acaba haciendo locuras para ayudarles. A veces pienso que ha nacido con dos pies izquierdos por lo patoso que es... El novato siempre hace las cosas a su manera, puede que no sepa su nombre, ni su número, ni dónde nació, pero definitivamente sé cosas sobre él. 


Tras esa última afirmación Nay se volvió hacia mí, y por la seriedad de su mirada supe que no mentía. Le contemplé asombrado, incapaz de soltar algo coherente después de aquel arranque de sinceridad. Había juzgado mal a aquel chico, le había juzgado completamente mal desde el principio. Al ver que no parecía tener nada que decir el pelirrojo volvió a clavar la vista en las estrellas, y soltó un suspiro.


—Sé que nada de eso importa ya, pero necesitaba decirlo.


Antes de que terminase aquella frase yo ya había cogido mi móvil y buscaba en el el nombre de un contacto que me era muy conocido, contemplé el número dubitativo. No podía darle su número así como así ¿verdad? en mi mente se sucedieron todas las posibilidades ¿Qué más podría hacer si no era esto? suspirando cambié de parecer y busqué con rapidez otro contacto en mi agenda, uno que había agregado hace apenas unos días.


—¿Sabes Nay? Conozco una chica que te caería bien —hablé con voz tranquila, mientras pasaba el contacto al móvil del chico por whastapp—. Se llama Laura y está estudiando astronomía ¿No te parece fascinante?


Nay me miró con una ceja encarnada, probablemente pensando que me había vuelto loco, yo continué.


—Hace unos días la conocí y me comentó que estaba deseando hacer amigos para una gran fiesta de la facultad que ella tiene que organizar. Le prometí que se lo diría a algunos conocidos. Creo que te podría interesar —Le guiñé un ojo con naturaleza a la vez que me levantaba del suelo y limpiaba la suciedad de mis pantalones con un par de manotazos.


—No la voy a hablar —Sonreí, me había esperado ese tipo de respuesta por parte de él.


—Por una vez en tu vida haz caso a los demás Nay. Igual que yo te hice caso a ti.


Dicho esto decidí que ya era hora de marcharse. Si me atrasaba demasiado Dan no tardaría en quemar la cocina y puede que Crystal acabase teniendo un ataque de ansiedad si no encontraba a nadie con quien poder hablar sobre los preparativos de la fiesta sorpresa de Isai. La voz de Nay sonó cuando yo ya estaba a lo lejos, pero no me costó comprender la palabra.


—Gracias —sonriendo me di la vuelta para hacerle un último gesto de despedida.


—Es una pena —Murmuré para mí mismo cuando alcancé el coche y me supe seguro en su interior—. Me había acostumbrado a estas quedadas nocturnas. Sin ellas la vida va a ser un poco más aburrida. 


 


FIN

Notas finales:

Y sí, este es el final del epílogo y os puedo jurar que no quiero volver a tener que pensar sobre escribir algo sobre esta historia por lo menos en hasta dentro de cinco mil años XD

Ha sido bonito escribirla, siento haberos tenido esperando tanto para los últimos capítulos, pero ya está! gracias a todos por estar ahí hasta el final y por haberme dado algo de vuestro tiempo para dejar que contase mi historia. 

No tengo mucho más que decir, yo seguiré por wattpad haciendo de lo mío, guste o no guste, así que a lo mejor nos volvemos a ver de nuevo por esta plataforma en alguna otra historia :) 

Y con esto y un bizcocho me despedido.  Sayonara amigos!!! 

 


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